Decía Carl Sagan que el
escepticismo tiene por función ser peligroso. Es un desafío a las
instituciones establecidas. Si enseñamos a todo el mundo, incluyendo por
ejemplo a los estudiantes de educación secundaria, unos hábitos de pensamiento
escéptico, probablemente no limitarán su escepticismo a los ovnis, los anuncios
de aspirinas y los profetas canalizados de 35.000 años. Quizá empezarán a hacer preguntas
importantes sobre las instituciones económicas, sociales, políticas o
religiosas. Quizá desafiarán las opiniones de los que están en el poder. ¿Dónde
estaremos entonces?
Se acaba de publicar el
informe COTEC 2019 http://bit.ly/2XFnGfV sobre el estado de la I+D en este país. Los indicadores de innovación que se recogen
en dicho informe presentan unos ligeros avances con respecto a los datos del
año anterior. Sin embargo, no han sido suficientes para recuperar la posición previa a la crisis, algo que ya han hecho la mayoría de los
países de la Unión Europea. Esta evidencia contrasta
con la percepción general de estar viviendo en un contexto de cambio acelerado y global. Cabe pensar que la innovación en España no se mueve, aunque parece más acertado plantear que nos dejamos arrastrar
por el impulso y la dirección que marcan otros, desdeñando la posibilidad de
asumir el liderazgo necesario para establecer una estrategia propia, que
proyecte un futuro adaptado a nuestra realidad. De
los datos de este informe se puede destacar que, en 2017, tras seis años de caída,
el esfuerzo en I+D aumentó una centésima, alcanzando el 1,20 % del PIB, el
mismo esfuerzo que ya teníamos en 2006. Más allá de este dato poco hay que
celebrar. La inversión del sector privado en I+D acumula tres años de incremento
–el último por encima del observado en el PIB-, pero la intensidad del
crecimiento no ha sido suficiente para disminuir la brecha con la Unión
Europea, donde la apuesta de las empresas por la
I+D es el doble que en España.
La actividad en los
centros de investigación del sector público y en las universidades contribuyó
muy poco a la recuperación de la I+D en 2017. De hecho, el incremento de los
recursos destinados a la I+D realizada en el ámbito público se mantuvo por
debajo del crecimiento de la economía. En
el período 2009-2018
los presupuestos de la Administración General
del Estado y
los de las Comunidades
Autónomas
redujeron las partidas destinadas a I+D+I. Este
hecho se vio además
agravado por las bajas tasas de ejecución. En el caso del sector público estatal dicha tasa
se sitúo
durante el 2008 en el 47%,
en el conjunto de las autonomías llegó hasta el 67 %. Persisten los
desequilibrios endémicos en educación. La tasa de abandono
escolar prematuro de España sigue siendo muy elevada, en concreto, la
segunda más alta de la UE28. La estructura de los niveles de formación
sigue estando muy polarizada. Se caracteriza por proporciones altas de
personas muy bien formadas, así como por proporciones grandes de personas muy
poco formadas. Pero la representación de los niveles educativos intermedios
es reducida. Esta anomalía se traslada al entorno laboral, donde un tercio de los
trabajadores ocupados tienen un nivel educativo bajo, aproximadamente el doble de
la proporción que se da en la media europea. Esto supone un cuello de
botella para la implementación de innovaciones. El
gran número de graduados universitarios y la elevada ratio de los que se
inclinan por hacerlo en las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y
matemáticas) podrían garantizar a priori en España la disponibilidad de
líderes potenciales para la innovación. Desafortunadamente, el mercado de trabajo
español no está
en disposición
de poder absorber las cualificaciones de los titulados superiores, debido
a que sus procesos productivos son de una intensidad moderada en cuanto a
capital humano.
Al tiempo que España pierde peso en Europa con la I+D, Europa pierde peso frente a China
La innovación es una realidad tan compleja que no es posible interpretarla
manejando solamente los datos que
se recogen en este informe, por
eso, Cotec
está desplegando un extenso número de actividades y proyectos para entender, desde
el prisma de la innovación, el proceso de transformación del mundo que
compartimos. Se centran los esfuerzos en tres
transiciones: la que nos lleva de lo analógico a lo digital en los flujos de información; la que nos conduce de lo
material a lo intangible en los flujos
de inversión; y la que nos dirige de lo lineal
a lo circular en los flujos
de materia y
energía. El
análisis que presenta COTEC nos ayudará a entender el comportamiento
reciente del sistema español de innovación, pero también nos debería servir
para actuar en el presente,
extendiendo nuestra mirada al futuro. Las inversiones que se hagan hoy en I+D,
innovación, emprendimiento o educación marcarán las sendas de ese futuro.
Por
el momento, las tendencias que se observan no son muy halagüeñas. Y las
respuestas políticas son imperceptibles, si se comparan con el tamaño de los
retos a los que nos enfrentamos: el desarrollo sostenible, el empleo en un entorno
cada vez más digitalizado, las brechas sociales… Sabemos que el
futuro va a ser diferente. Tenemos la opción de asumir el liderazgo para conducir
los cambios en una dirección favorable para nuestra sociedad, o bien esperar
a recibir un futuro impuesto.
La
evolución del número de investigadores y su peso en el empleo total, es también
un indicador de la inversión en actividades de I+D y de la disponibilidad de
recursos para llevarlas a cabo. En 2017 realizaban actividades de I+D en España
un total de 215.713 personas (en Equivalentes a Jornada Completa, EJC), de las
cuales 133.195 eran investigadores. Son casi 10.000 personas y unos 6.500
investigadores más que en 2016. Al igual que en la inversión en I+D, la recuperación
del empleo del personal investigador en el sector privado está siendo más rápida
que en el sector público, superando ya los niveles previos a la crisis. El
número de investigadores en las empresas ya está en 2017 un 7,4 % por encima del
de 2009, mientras que el de investigadores públicos todavía está un 4,5 % por
debajo. En
España, el porcentaje de investigadores empresariales respecto al empleo total
es poco más de la mitad que el promedio europeo.
Sin
embargo, pese a esta favorable evolución del número de investigadores en las
empresas, su peso en el conjunto del empleo sigue siendo inferior a la media de
la UE28 y de países como Alemania, Francia o Reino Unido. En 2017, España tenía
0,27 investigadores en el sector privado por cada 100 empleados, mientras que
la media de la UE28 era de 0,45. De las grandes economías europeas solo Italia
tenía una proporción de investigadores empresariales inferior a la española,
pero la igualó en 2017. Así,
en países como Francia o Alemania la proporción de investigadores empresariales
en el empleo total es más del doble que en España. Por otro lado, el sector
público en España contaba en 2017 con 0,45 investigadores por cada 100
empleadospor encima de los 0,41 de la media de la UE28.
En 2017 las compañías
españolas aumentaron su inversión en I+D hasta los 7.717 millones de euros. Es
el tercer año consecutivo de incremento y además lo hace con mayor intensidad, un
8,3 %, cuando en 2015 y 2016 creció un 2,0 % y un 3,0 %, respectivamente. Con
ello la inversión vuelve a los niveles de 2009, en euros corrientes, aunque
todavía es un 4,4% inferior al máximo histórico que se alcanzó en 2008 con una
inversión de 8.073 millones de euros. El análisis del indicador según la naturaleza
del gasto, muestra que no todas las partidas han seguido la misma evolución. En
concreto, la partida de gastos de capital volvió a caer en 2017 un 13,0% y ya
supone menos del 30% de la cifra alcanzada en 2008. Esta partida incluye:
terrenos y edificios para I+D (terrenos de ensayo, laboratorios, plantas
piloto, etc.), instrumentos y equipos, adquisición de software específico para I+D, y otros productos de propiedad
intelectual e industrial como patentes o licencias. Sin
embargo, la recuperación de la inversión empresarial en I+D no ha venido
acompañada por un aumento en el número de compañías que realizan esta
actividad, todo lo contrario. Desde 2008 se observa un descenso en el
número de empresas que hacen I+D, salvo un par de pequeñas subidas observadas
en 2012 y 2016, de forma que en 2017 son solo 10.175 empresas las que realizan
I+D en España, frente a las 15.049 de 2008, lo que supone un descenso del 30%. Teniendo
en cuenta esta reducción en el número de empresas, la inversión empresarial en
I+D observada en ese periodo se ha reducido sólo en un 4 %. En
consecuencia, la inversión media de las empresas que tienen actividad de I+D ha
crecido considerablemente, más de un 40 %, con las partidas de retribuciones y
de otros gastos corrientes creciendo por encima del 60 %, aunque los gastos
medios de capital se reducen a menos de la mitad.
España sigue siendo un
alumno rezagado en el I+D, esto lastra el desarrollo empresarial y condena a
ser actores irrelevantes a las compañías españolas que compiten en un mundo
globalizado. COTEC es un fedatario de mucho peso en este país, con lo que
sus afirmaciones en las memorias que presentan deberían servir tanto a gobiernos
como a directivos a cambiar la dinámica en la que conviven sus compañías… ¿Será
esto posible? Lamento decir que soy muy escéptico, el tiempo dirá.
Ya lo dijo Erich
Fromm: “La creatividad requiere tener el
valor de desprenderse de las certezas”.
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