miércoles, 12 de junio de 2019

INFORME COTEC 2019, ESPAÑA LANGUIDECE EN LA INVERSIÓN DE I+D


Decía Carl Sagan que el escepticismo tiene por función ser peligroso. Es un desafío a las instituciones establecidas. Si enseñamos a todo el mundo, incluyendo por ejemplo a los estudiantes de educación secundaria, unos hábitos de pensamiento escéptico, probablemente no limitarán su escepticismo a los ovnis, los anuncios de aspirinas y los profetas canalizados de 35.000 años. Quizá empezarán a hacer preguntas importantes sobre las instituciones económicas, sociales, políticas o religiosas. Quizá desafiarán las opiniones de los que están en el poder. ¿Dónde estaremos entonces?


Se acaba de publicar el informe COTEC 2019 http://bit.ly/2XFnGfV  sobre el estado de la I+D en este país.  Los indicadores de innovación que se recogen en dicho informe presentan unos ligeros avances con respecto a los datos del año anterior. Sin embargo, no han sido suficientes para recuperar la posición previa a la crisis, algo que ya han hecho la mayoría de los países de la Unión Europea. Esta evidencia contrasta con la percepción general de estar viviendo en un contexto de cambio acelerado y global. Cabe pensar que la innovación en España no se mueve, aunque parece más acertado plantear que nos dejamos arrastrar por el impulso y la dirección que marcan otros, desdeñando la posibilidad de asumir el liderazgo necesario para establecer una estrategia propia, que proyecte un futuro adaptado a nuestra realidad. De los datos de este informe se puede destacar que, en 2017, tras seis años de caída, el esfuerzo en I+D aumentó una centésima, alcanzando el 1,20 % del PIB, el mismo esfuerzo que ya teníamos en 2006. Más allá de este dato poco hay que celebrar. La inversión del sector privado en I+D acumula tres años de incremento –el último por encima del observado en el PIB-, pero la intensidad del crecimiento no ha sido suficiente para disminuir la brecha con la Unión Europea, donde la apuesta de las empresas por la I+D es el doble que en España.

La actividad en los centros de investigación del sector público y en las universidades contribuyó muy poco a la recuperación de la I+D en 2017. De hecho, el incremento de los recursos destinados a la I+D realizada en el ámbito público se mantuvo por debajo del crecimiento de la economía. En el período 2009-2018 los presupuestos de la Administración General del Estado y los de las Comunidades Autónomas redujeron las partidas destinadas a I+D+I. Este hecho se vio además agravado por las bajas tasas de ejecución. En el caso del sector público estatal dicha tasa se sitúo durante el 2008 en el 47%, en el conjunto de las autonomías llegó hasta el 67 %. Persisten los desequilibrios endémicos en educación. La tasa de abandono escolar prematuro de España sigue siendo muy elevada, en concreto, la segunda más alta de la UE28. La estructura de los niveles de formación sigue estando muy polarizada. Se caracteriza por proporciones altas de personas muy bien formadas, así como por proporciones grandes de personas muy poco formadas. Pero la representación de los niveles educativos intermedios es reducida. Esta anomalía se traslada al entorno laboral, donde un tercio de los trabajadores ocupados tienen un nivel educativo bajo, aproximadamente el doble de la proporción que se da en la media europea. Esto supone un cuello de botella para la implementación de innovaciones. El gran número de graduados universitarios y la elevada ratio de los que se inclinan por hacerlo en las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) podrían garantizar a priori en España la disponibilidad de líderes potenciales para la innovación. Desafortunadamente, el mercado de trabajo español no está en disposición de poder absorber las cualificaciones de los titulados superiores, debido a que sus procesos productivos son de una intensidad moderada en cuanto a capital humano.

Al tiempo que España pierde peso en Europa con la I+D, Europa pierde peso frente a China 
La innovación es una realidad tan compleja que no es posible interpretarla manejando solamente los datos que se recogen en este informe, por eso, Cotec está desplegando un extenso número de actividades y proyectos para entender, desde el prisma de la innovación, el proceso de transformación del mundo que compartimos. Se centran los esfuerzos en tres transiciones: la que nos lleva de lo analógico a lo digital en los flujos de información; la que nos conduce de lo material a lo intangible en los flujos de inversión; y la que nos dirige de lo lineal a lo circular en los flujos de materia y energía. El análisis que presenta COTEC nos ayudará a entender el comportamiento reciente del sistema español de innovación, pero también nos debería servir para actuar en el presente, extendiendo nuestra mirada al futuro. Las inversiones que se hagan hoy en I+D, innovación, emprendimiento o educación marcarán las sendas de ese futuro. Por el momento, las tendencias que se observan no son muy halagüeñas. Y las respuestas políticas son imperceptibles, si se comparan con el tamaño de los retos a los que nos enfrentamos: el desarrollo sostenible, el empleo en un entorno cada vez más digitalizado, las brechas sociales… Sabemos que el futuro va a ser diferente. Tenemos la opción de asumir el liderazgo para conducir los cambios en una dirección favorable para nuestra sociedad, o bien esperar a  recibir un futuro impuesto.
 
La evolución del número de investigadores y su peso en el empleo total, es también un indicador de la inversión en actividades de I+D y de la disponibilidad de recursos para llevarlas a cabo. En 2017 realizaban actividades de I+D en España un total de 215.713 personas (en Equivalentes a Jornada Completa, EJC), de las cuales 133.195 eran investigadores. Son casi 10.000 personas y unos 6.500 investigadores más que en 2016. Al igual que en la inversión en I+D, la recuperación del empleo del personal investigador en el sector privado está siendo más rápida que en el sector público, superando ya los niveles previos a la crisis. El número de investigadores en las empresas ya está en 2017 un 7,4 % por encima del de 2009, mientras que el de investigadores públicos todavía está un 4,5 % por debajo. En España, el porcentaje de investigadores empresariales respecto al empleo total es poco más de la mitad que el promedio europeo.

Sin embargo, pese a esta favorable evolución del número de investigadores en las empresas, su peso en el conjunto del empleo sigue siendo inferior a la media de la UE28 y de países como Alemania, Francia o Reino Unido. En 2017, España tenía 0,27 investigadores en el sector privado por cada 100 empleados, mientras que la media de la UE28 era de 0,45. De las grandes economías europeas solo Italia tenía una proporción de investigadores empresariales inferior a la española, pero la igualó en 2017. Así, en países como Francia o Alemania la proporción de investigadores empresariales en el empleo total es más del doble que en España. Por otro lado, el sector público en España contaba en 2017 con 0,45 investigadores por cada 100 empleadospor encima de los 0,41 de la media de la UE28.

En 2017 las compañías españolas aumentaron su inversión en I+D hasta los 7.717 millones de euros. Es el tercer año consecutivo de incremento y además lo hace con mayor intensidad, un 8,3 %, cuando en 2015 y 2016 creció un 2,0 % y un 3,0 %, respectivamente. Con ello la inversión vuelve a los niveles de 2009, en euros corrientes, aunque todavía es un 4,4% inferior al máximo histórico que se alcanzó en 2008 con una inversión de 8.073 millones de euros. El análisis del indicador según la naturaleza del gasto, muestra que no todas las partidas han seguido la misma evolución. En concreto, la partida de gastos de capital volvió a caer en 2017 un 13,0% y ya supone menos del 30% de la cifra alcanzada en 2008. Esta partida incluye: terrenos y edificios para I+D (terrenos de ensayo, laboratorios, plantas piloto, etc.), instrumentos y equipos, adquisición de software específico  para I+D, y otros productos de propiedad intelectual e industrial como patentes o licencias. Sin embargo, la recuperación de la inversión empresarial en I+D no ha venido acompañada por un aumento en el número de compañías que realizan esta actividad, todo lo contrario. Desde 2008 se observa un descenso en el número de empresas que hacen I+D, salvo un par de pequeñas subidas observadas en 2012 y 2016, de forma que en 2017 son solo 10.175 empresas las que realizan I+D en España, frente a las 15.049 de 2008, lo que supone un descenso del 30%. Teniendo en cuenta esta reducción en el número de empresas, la inversión empresarial en I+D observada en ese periodo se ha reducido sólo en un 4 %. En consecuencia, la inversión media de las empresas que tienen actividad de I+D ha crecido considerablemente, más de un 40 %, con las partidas de retribuciones y de otros gastos corrientes creciendo por encima del 60 %, aunque los gastos medios de capital se reducen a menos de la mitad.

España sigue siendo un alumno rezagado en el I+D, esto lastra el desarrollo empresarial y condena a ser actores irrelevantes a las compañías españolas que compiten en un mundo globalizado. COTEC es un fedatario de mucho peso en este país, con lo que sus afirmaciones en las memorias que presentan deberían servir tanto a gobiernos como a directivos a cambiar la dinámica en la que conviven sus compañías… ¿Será esto posible? Lamento decir que soy muy escéptico, el tiempo dirá.

Ya lo dijo Erich Fromm: “La creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas”.
 


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