Para cualquier persona, el triunfo no es ser el mejor sino sacar de nuestro interior el mejor yo. La reflexión a dicha conclusión es difusa si no se intenta, cuando se finge es representar un teatro de consecuencias nulas y vacías de todo contenido y posible interés. Albert Einstein decía algo así como que para conseguir lo imposible había que intentar lo absurdo. “Dicen que querer es poder, pero yo no estoy tan seguro. Porque yo no pinto lo que quiero, pinto lo que puedo”. Dibujas lo que puedes, no lo que quieres. Vale, pero si dibujas todos los días, cada día puedes un poco más. Detrás de la genialidad o de la maestría hay mucho trabajo siempre. Mucho esfuerzo, muchas horas dedicadas a perfeccionar la habilidad que sea. Mozart, Miguel Ángel, Shakespeare… puede que tuvieran esa marca personal que diferencia a un genio de un buen artista, pero todos ellos dedicaron muchas horas de su vida a hacer aquello en que destacaron. Querer es poder no significa que no tengamos límites, sino que podemos superarlos. Todos los días alguien supera una marca propia. Todos los días alguien bate un nuevo récord. Así que no siempre podemos ser los mejores pero sí podemos aspirar a ser nuestra mejor versión.
Una pregunta que recorre el pensamiento de uno cuando recibe el correo donde se le comunica que se iniciara la encuesta de motivación o Clima Laboral es la siguiente, ¿Merece la pena hacerla o es una más de las tantas hechas que no han servido para nada? La primera respuesta que a uno le asalta esta motivada por experiencias pasadas en las cuales la participación en la misma, no es precisamente grata o satisfactoria. Dicha participación ha sido utilizada como altavoz o propaganda de una situación que para nada es satisfactoria si uno observa el trabajo llevado a cabo con los resultados que de la misma se extrajeron. La conclusión pues de dicha encuesta ha sido una pérdida de tiempo, siendo utilizada por el equipo directivo para el autobombo como dije en el post ”ENCUESTA DE MOTIVACIÓN (PSEUDOENCUESTA DE CLIMA) ... CUANDO EL NO-DO LO INUNDA TODO” http://bit.ly/2OjeQRi Esta reiteración que se realiza todos los años como una obligación que fija la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en su “GUÍA PARA LA ELABORACIÓN DEL INFORME DE GESTIÓN DE LAS ENTIDADES COTIZADAS” http://bit.ly/2Kk1W4v, no porque crean en lo que están haciendo. Por todo ello, la participación en la misma es totalmente dañina, ya que se fomenta el engaño dentro de una compañía con el único fin de presentar unas métricas en el “compliance” óptimas a los diferentes stakeholders que integran la compañía. Esta herramienta si es utilizada correctamente por las compañías, tiene un enorme potencial si la plantilla percibe la utilidad y potencialidad que esconde.
Parece que ahora, cuando uno piensa por el presente que atraviesa alguna compañía que fue referencia y envidia de la sociedad en algún momento, en la cual no existe ningún proyecto salvo el “culto al líder” y la desinformación de las cuestiones que atenazan y afligen a la misma, le viene a la mente a uno la obsesión por cuestiones que no garantizan nada, como por ejemplo, el pago de dividendo sin que exista recursos para ello. Uno tiende a pensar que los cambios que se avecinan no serán solo técnicos o de modelo de gestión, sino que los mismos tendrán que abordar ámbitos o parcelas donde el abandono ha sido total, como es el cuidado de su principal activo, las personas, que han quedado como meros números dentro de ese mal llamado gobierno corporativo. El foco de dicho gobierno se ha puesto en la venta de patrimonio tanto bienes muebles como inmuebles, además de la salida de empleados de forma masiva. Esta situación ha llegado a un punto que asusta a los diferentes stakeholders (grupos de interés,) que perciben lo que está sucediendo. Sin embargo, la resignación es el sentimiento que se ha apoderado de los mismos, al observar con impotencia el mal que sufren por no poder cambiar lo que está aconteciendo. Por todo ello, se atribuye un profundo desprestigio de otras esferas sociales con poder de influencia sobre lo que hacen algunos directivos de compañías estratégicas, como son, partidos políticos, sindicatos, accionistas dominicales, etc. La sensación que se ha instalado en los empleados de las mismas, es que no son referencia de nada, salvo de percibir los privilegios que disfrutan un pequeño grupo de directivos que maneja a su antojo unos activos que no les pertenecen y por los que no rinde cuentas ante sus dueños (accionistas), a pesar de la pérdida de valor que atesoran los mismos. Ante esta situación, se ha instalado en dichas compañías la sensación de haber bajado los brazos, de una opresión distópica donde el disparate y la ocurrencia forma parte del día a día.
Las encuestas de Clima Laboral o motivación en algunas compañías llevan años siendo la “María” de las asignaturas de dichos responsables directivos. Sin embargo, del olvido y la ignorancia de lo que sucede, ha conducido a las mismas a la irrelevancia. El razonamiento de dichos directivos es, ignorar, ningunear y socavar la verdadera importancia que tienen las mismas al no realizar absolutamente ninguna acción de mejora para corregir lo que detecta la misma. Cuando una compañía sé compromete con dicha variable, se traslada un mensaje firme a todos los miembros que la integran de que la satisfacción y motivación de los empleados son importantes y críticos para alcanzar los objetivos que tiene fijada la misma. Con ello, se obtienen compañías más eficientes y con mejores resultados, donde el compromiso es uno de sus principales baluartes para recorrer aquello que se conoce como “la milla extra”. Aquellas que hacen nulo caso a lo que dicen dichas encuestas, son compañías sin crecimiento y en retroceso con unos resultados financieros languidecientes y donde en algunos casos las salidas de plantilla se han cronificado con la complicidad de unos agentes sociales que no tienen nada que ofrecer, salvo la complicidad a todas las acciones que socaban la fortaleza de la misma. Frente a dicha situación la pregunta que todo empleado se tiene que hacer es la siguiente, ¿Cómo combato este tipo de comportamiento directivo? La respuesta es única, eludiendo la participación en la misma. Básicamente por una cuestión de principios, que se autoengañen otros no significa que uno también se tenga que engañar para contribuir a dicha farsa.
La situación y decisión que tienen que tomar las personas que se ven en la opción voluntaria de realizar la encuesta, tienen que valorar lo sucedido a lo largo del año, más allá del hecho, de que se sepa quien la ha hecho y lo que ha contestado en la misma. No es una decisión fácil, pero si uno quiere contribuir a una mejora real de lo que sucede dentro de su compañía tiene que ser consecuente y decidir aquello que es mejor para la misma. Desde luego engañarse no hace que avance la misma, sino que la retrotrae precisamente a aquello que la ha hecho ser una sombra de lo que fue… Una caricatura. Para terminar el post, quiero volver al comienzo del mismo, donde decía que querer es poder, esta afirmación tiene que ser como mínimo una puerta a que los empleados se superen en la búsqueda de una mejoría de aquello para lo que fueron llamados… En este caso, ante la ausencia de ninguna acción en la búsqueda de dicha mejoría, la persona tiene que retratar de forma nítida y clara con la ausencia de dicha participación lo que ha sucedido en la misma… Que es que no se ha hecho nada.
Ya lo dijo Friedrich Nietzsche: “Lo que me preocupa no es que me hayas mentido, sino que, de ahora en adelante, ya no podré creer en ti”.
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