Había
una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente
con su hijo. Un día su hijo le dijo:
-"Padre,
qué desgracia, se nos ha ido el caballo".
Su
padre respondió:
-"Veremos
lo que trae el tiempo...".
A
los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo. Unos días
después, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al
jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo. El muchacho se rompió una pierna.
-"Padre,
qué desgracia, me he roto la pierna".
Y
el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
-"Veamos
lo que trae el tiempo...".
El
muchacho se lamentaba. Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del
rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Fueron a la casa del
anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y
siguieron de largo. El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la
desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que hay que darle tiempo al
tiempo, para ver si algo es malo o bueno. La moraleja de este antiguo consejo
chino es que la vida da muchas vueltas, y su desarrollo es a veces paradójico, tanto
que muchas veces lo que parece malo luego resulta bueno, y al revés. Hay que
saber esperar, porque ¡Cuántas veces los juicios apresurados,
impacientes, impiden ver más alto y más lejos!
Actualmente el escenario al
que se enfrenta la sociedad debido a la transformación económica que genera la
digitalización en la economía es despiadado. Para el año 2030 se podrían perder unos 2.000
millones de puestos de trabajo, los economistas Carl Frey y Michael
Osborne, de la Universidad de Oxford (Inglaterra), estiman que al menos
el 47% de los empleos
en Estados Unidos corren el riesgo de ser absorbidos por robots y computadoras.
Otros cálculos, y otras previsiones, fijan un escenario igual o más
intranquilizador. El Fondo Monetario
Internacional (FMI) estima que cinco millones de puestos de trabajo
pueden desaparecer aquí al 2020, en las economías de vanguardia del mundo. La
consultora Deloitte
advierte de que 850.000 trabajos del sector público en el Reino Unido están en
el alambre de ser automatizados antes de 2030. Para cerrar esta herida que se
abre de forma silenciosa, serían necesarios, de acuerdo con la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), unos 40 millones de trabajos nuevos al año
durante los próximos tres lustros.
La Gig Economy
es un término económico, relativamente reciente, utilizado para denominar una
nueva la situación laboral que está apareciendo en el escenario actual. Fue acuñado por la periodista norteamericana Tina
Brown, y hace referencia a los trabajos esporádicos o puntuales que
realizan una importante fuerza laboral en la economía. El concepto de Gig Economy,
etimológicamente viene de "hacer trabajos
de un solo día". La palabra “gig”, en el
terreno del jazz, se usaba como sinónimo de compromiso, ya que se contrataba a
músicos para actuaciones puntuales o momentáneas. De este término se llega al
concepto de "gigging",
que significa 'hacer “bolos”, es
decir, trabajos de un sólo día. El mercado
laboral ha vivido una profunda transformación con motivo de la
larga crisis económica que ha vivido la sociedad desde el año 2008. El paro ha
alcanzado durante los años más graves de la crisis cotas intolerables en algunos
países como por ejemplo España. En nuestro país la tasa de desempleo entre
los jóvenes se ha mantenido estable en el tiempo durante los años más duros de la crisis en el 50%, es
decir, uno de cada dos
jóvenes que quería trabajar, no podía hacerlo. Es en este contexto
en el que surgen estas nuevas tendencias en el empleo como es el Gig
Economy, que si bien de momento son minoritarias,
están creciendo rápidamente en algunos mercados laborales como por ejemplo,
Estados Unidos.
Estos
nuevos empleos que surgen (de corta duración), hacen que los trabajadores vayan
“rotando” de proyecto en
proyecto o de empresa en empresa. En España el principal colectivo
que se ve afectado por este tipo de trabajos son los autónomos, los cuales
perciben un salario que parcialmente tienen que entregar en algunos casos a
intermediarios (ETT o recientemente startups), y así de forma sucesiva. La
tendencia hacia la Gig Economy es fruto de dos hechos
principalmente, el primero es por la crisis económica, lo cual ha
acentuado los ajustes empresariales para sortear las dificultades que han
aparecido en los mercados donde compiten dichas compañías. La segunda causa es
por la digitalización de las compañías, esto se está traduciendo principalmente
en una simplificación de procesos y tareas que repercute en el empleo de forma
muy directa. La nueva revolución que trae la digitalización, ha
implantado con fuerza nuevos automatismos como la robotización, con lo que las
compañías ya no necesitan tanta fuerza laboral fija. En las puntas de trabajo
las compañías suelen contratar a los mejores trabajadores para realizar
proyectos específicos y puntuales. De esta forma, se aseguran un
resultado eficiente y sólo pagarán por el proyecto contratado. Esta
situación ha aumentado la tendencia de contratar a empleados que puedan
realizar varios trabajos (polivalencia), a la vez ya que esta automatización ha
reducido los tiempos de dichos trabajos.
Sin
embargo como vengo diciendo últimamente en el blog, existe un grave problema en
la gestión de algunas compañías que consiste en externalizar masivamente los
trabajos, con contratistas que tienen en sus plantillas a ex-empleados de la
empresa que externaliza dichos trabajos. Estos ex-empleados de dichas
compañías, se pasan con armas y bagaje a dichas empresas contratistas, y dejan
en muchos casos interlocutores de su confianza en la compañía de la que se han
ido, para
de esta forma tener mayores “facilidades” para defender los intereses de su
nueva compañía. Este hecho es un grave problema, ya que en ocasiones
los
criterios de eficacia y eficiencia económica que tienen que llevar parejos las
decisiones que se toman en una compañía, se pueden ver comprometidos por otras
cuestiones. Desgraciadamente cuando esto sucede la externalización
se vuelve una acción crónica, resultando dañina para el cliente final
del producto o servicio que presta dicha compañía, ya que a dichos
contratistas no se les integra desde una óptica como hace por ejemplo, el Comakership.
Este término va mucho más allá de lo que
es una simple integración en las relaciones operativas entre compañías para
enfocarse fuertemente en todo lo relacionado al co-desarrollo, el co-diseño, la co-mejora y la co-gestión. Lo
cual lleva a dichas empresas (proveedor-cliente) a una vía de progreso común
absolutamente inseparable. Esto no es lo que sucede en las
externalizaciones con puertas giratorias, en
estas la relación win-win que tienen que
presidir cualquier alianza entre socios se ve comprometida, dando lugar a algo diferente a lo que es la Gig Economy… Eso es otra cosa.
Uber es una de las compañías de transporte
de pasajeros más conocidas que ha implantado la Gig Economy A pesar de
ello, no dispone de vehículos, ni de contratos con conductores ni con clientes.
Uber ha
creado una aplicación cuyo objetivo es poner en contacto a los conductores y
los viajeros sin ofrecer ningún tipo de recurso. Entonces, ¿cómo gana dinero? En
primer lugar, se lleva un porcentaje de la operación realizada entre conductor
y viajero. Es una compañía que intermedia, por otro lado, ahorra
en gastos, ya que los recursos o materiales de trabajo corren por cuenta de sus
clientes. Otro ejemplo lo encontramos en las redes sociales como Facebook y Twitter. Son
empresas encargadas de poner en contacto a empresas y consumidores sin que
ellas tengan que producir contenido. Facebook y Twitter ponen
el espacio para la promoción de sus proveedores. En el momento en que estas
entidades establecen una relación con los usuarios, los costes corren por su
cuenta. Estas empresas generan beneficios porque ayudan a que se establezca
dicha relación comercial, se llevan un porcentaje de las transacciones
realizadas. Para relacionar estos ejemplos con los contratos temporales, Uber, Facebook
y Twitter "contratan"
a estas startups o trabajadores que se promocionan en sus sitios web durante un
tiempo determinado. La relación laboral acaba cuando los trabajadores han
conseguido establecer relaciones con sus clientes. Los beneficios que reciben
estas startups/trabajadores de las transacciones se consideran como su sueldo
por los trabajos ofrecidos. Otra compañía de la Gig Economy en
el sector de la economía colaborativa es TaskRabbit, nacida en San
Francisco en 2008, esta compañía estadounidense recaudó a lo largo de sus casi
diez años de vida unos 40 millones de dólares de financiación en distintas
rondas. su éxito se basa en lo mismo que otras plataformas que han demostrado
que la Gig Economy puede
cambiar el mercado laboral: pone en
contacto a profesionales de un sector con potenciales clientes que necesitan de
sus servicios.
La Gig Economy es una tendencia al alza en
el mundo laboral gracias a los buenos resultados obtenidos en el ahorro en
costes que genera, ya que no se tiene que invertir en demasiados recursos y se
liberan de los gastos fijos. Una nueva tendencia que ha surgido al albur de la Gig Economy
es el Coliving. Los
colivings se crearon inicialmente en Silicon Valley, no obstante,
la idea inicial era la de ofrecer alojamiento a emprendedores inmigrantes,
absorbidos con sus proyectos y sin suficiente dinero como para alquilar una
casa. Poco a poco, los nómadas digitales (knowmads) comenzaron a
demandar más este tipo de espacios, que pasaron a convertirse en lo que
conocemos actualmente. Se trata de lugares de coworking,
con habitaciones, cocina, aseos y comedor en los que sus habitantes pasan unas
cuantas semanas o meses. Después, algunos vuelven a sus ciudades y otros
alquilan un nuevo coliving en
otra parte del mundo para continuar viajando y trabajando. Un ejemplo es la
startup estadounidense HubHaus,
ofrece la oportunidad de alquilar una habitación al llegar a una nueva ciudad
y, además, encajar en gustos y cultura con el resto de compañeros de la casa.
La Gig Economy incluye cualquier trabajo contingente como contratación independiente, consultoría, trabajo independiente, trabajo estacional u otro trabajo temporal. Si bien el término Gig ha surgido más recientemente para describir el trabajo independiente facilitado por una plataforma o aplicación de Internet. Según un estudio efectuado en Estados Unidos en el año 2015 efectuado por Staffing Industry Analysts (SIA), se calcula que 44 millones de personas realizaron trabajos en la Gig Economy, el 29% de su fuerza laboral. El gasto total de dichos trabajos realizados ascendió a 792.000 millones de dólares. En el año 2020 el 40% de los trabajadores norteamericanos, unos 65 millones, serán de la Gig Economy según un estudio de la consultora Intuit. Así pues, dicha tendencia laboral se acrecentará según la digitalización vaya arraigando en la economía productiva.
Como
decía el sabio chino del comienzo de este post, "Veremos lo que trae el
tiempo...". Lo que sí parece claro es que este nuevo escenario laboral
ha venido para quedarse con la digitalización, sin embargo lo que no se debe
hacer es un mal uso de dicha forma de contratación, ya que los malos vicios tienen
generalmente…Un alto coste para las compañías.
Ya lo decía Edgar Degas: “Es bueno copiar lo que se ve,
pero es mucho mejor pintar lo que queda en nuestra memoria después de ver algo.
Se trata de una transformación en donde la imaginación y la memoria trabajan
juntas. Sólo se puede reproducir algo que nos golpeó, es decir, sólo lo
esencial”.
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