Christopher
B. Sheldon, fue
el célebre capitán del velero de 92 pies con dos mástiles cuyo nombre era “Albatross", el
cual se hundió en una extraña tormenta en el año 1961. Sheldon patroneaba
a un grupo de estudiantes de secundaria en el barco de su propiedad, el
cual era utilizado como escuela flotante, cuando una terrible borrasca
brotó abruptamente y hundió la embarcación. Alrededor de las 8:30 de la mañana
del 2 de mayo de 1961, el “Albatross”
se deslizaba a través de una leve neblina en aguas tranquilas a 290 millas al
oeste de Key West
camino de Nassau. De
repente, un solo rayo brilló en el cielo, y una ráfaga de viento golpeó la
nave. "Fue como si una
mano gigante se apoderara de nosotros. En 15 segundos, el “Albatross” estaba de
lado, a los 60 segundos, se llenó de agua. Y luego desapareció, el océano
estaba en calma'', dijo Sheldon en
una entrevista en 1996 a la revista People. Cuatro
estudiantes, el cocinero del barco y la señora Sheldon fallecieron
en dicho naufragio. El capitán Sheldon, once
estudiantes y el profesor de inglés consiguieron salvar la vida en los botes
salvavidas. Posteriormente fueron rescatados al día siguiente por un carguero
holandés que pasaba por el lugar.
Christopher B.
Sheldon nació en Manhattan el 12 de
octubre de 1926. Asistió a escuelas privadas y se graduó de la Universidad de San
Marcos en Lima, Perú. Obtuvo una licenciatura en Teología en el
Seminario Teológico de Princeton, pero no se ordenó sacerdote. Luego
obtuvo un doctorado en filosofía en una universidad madrileña. Navegó desde la
edad de 15 años y fue contratado por Irving Johnson,
el explorador y capitán del buque Yankee, como
miembro de la tripulación en un viaje alrededor del mundo desde 1956 hasta
1958. En mayo de 1959, se casó con Alice N. Strahan,
una doctora que había servido como oficial médico en el “Yankee”. Posteriormente
compraron el barco “Albatross” y fundaron la “Academia del Océano”,
como una escuela preparatoria. Sheldon sostenía
que el mar era "un gran
moldeador de carácter para el ser humano”. Los estudiantes pagaban
3.250 dólares por un año académico a bordo de dicho navío. El 20 de
septiembre de 1960 cuando recogió al tercer grupo de estudiantes en las Bermudas para
comenzar su tercer viaje, Sheldon
estaba preocupado por el huracán Donna. Sin embargo
dicho fenómeno meteorológico resulto ser poco más o menos que una tormenta en
un vaso de agua, si se mira con lo que se tuvo que enfrentar…”La tormenta
blanca”. En 1996 inspirado en dicho suceso se rodó “White Squall”,
una película de Ridley Scott que se inspira en dicho naufragio,
en la misma afloran los valores y principios que deben guiar a las personas
a lo largo de su singladura por la vida.
Estos
días, el Banco Central de
Francia ha publicado un estudio firmado por la economista de dicha
entidad Sophie Guilloux-Nefusai, sobre el impacto de los GAFA (Google, Apple,
Facebook, Amazon) en la economía norteamericana, sus conclusiones son
devastadoras para; países,
gobiernos, reguladores y ciudadanos donde tienen actividad dichas
compañías. Según dicho organismo el fenómeno de
concentración económica que han impuesto dichos gigantes corporativos afecta a
todos los sectores donde operan en Estados Unidos. El resultado
constata que las grandes compañías, mayoritariamente tecnológicas, han ido ganando presencia
y cuota de mercado en el 60% de los sectores de la economía norteamericana
durante los últimos 20 años (gráfico 1). Sin embargo, este aumento de los
beneficios generados por dichas compañías así como el aumento de valor de
mercado de las mismas, ha traído parejo
también un aumento de las desigualdades, principalmente por una menor tasa de
impuestos vía creación de empresas y una disminución de nuevos puestos de
trabajo, que en un futuro puede lastrar el crecimiento de la economía
norteamericana.
Los gigantes tecnológicos
son la punta del iceberg de una tendencia hacia la concentración del mercado.
Estas compañías “superestrellas”
como las denomina el informe, con grandes cuotas de mercado y altas ganancias,
han sido un revulsivo para el PIB de ese país en su conjunto. Entre 1980 y el 2015, los beneficios de
las grandes corporaciones han pasado de aportar el 6% al PIB a un 10% (gráfico
2), según los datos manejados por el informe del Banco Central de
Francia. Las ganancias han crecido como consecuencia de ello, pero la inversión
y los salarios no han podido seguir ese ritmo. La disminución del
porcentaje de los ingresos de las compañías que llega a los bolsillos de los
trabajadores en forma de salarios podría profundizar la polarización
de la sociedad, mientras que el declive de las inversiones en la
economía productiva reduce las posibilidades de crecimiento económico en
los próximos años. Por otra parte dichos
actores como son los OTT´s, han creado unas barreras de entrada en su sector
insalvables, como son: el poder de escala como intermediarios a la hora de comprar y comerciar,
la base de clientes con los que tienen relaciones comerciales, los datos e
información que manejan de los mismos, la deslocalización fiscal de la que
gozan, así como la “influencia” de lobby que ejercen en la política
norteamericana, todo esto les ha hecho inmunes a cualquier competencia.
Un informe del Consejo
de Asesores Económicos (Furman y Orszag,
2015) muestra que el 10% de las
empresas cotizadas más rentables (excluyendo el sector financiero), tienen
tasas de retorno sobre el capital invertido, medido por los beneficios
registrados en el capital de más de 100%, o 5 veces más que los de la empresa
mediana (20%). Según Sophie Guilloux-Nefusai, estas
compañías al tener una posición de dominio en su mercado por disponer de unas
rentas monopolísticas, tienen pocos incentivos para invertir en mejorar su
capacidad productiva. Este hecho puede explicar la debilidad de la
inversión en los últimos años, a pesar de las altas tasas de retorno sobre el
capital. Los registros de
la inversión neta de las compañías no financiera, tasa de ganancias (superávit
de operación neto,) fue del 19% en promedio durante el período 1980-2000 y bajo
al 12% desde el año 2000, Gutierrez
y Philippon (2017). Esta disminución se explica sobre todo por el
comportamiento de las empresas líderes en cada sector (las más grandes en
términos de valor de mercado, gráfico 3).
A
nivel de cada sector, las empresas de mayor éxito suelen ser también las que
menos uso intensivo hacen de la fuerza laboral. La concentración de
la producción en unas pocas grandes compañías, puede explicar la disminución de
la participación de los salarios en el PIB nacional. Al reducir la
proporción de renta de los salarios sobre la renta nacional en Estados Unidos,
se amplió la brecha salarial http://bit.ly/2ophwAX Este hecho ha generado un aumento de
las desigualdades, en veinte años ha
habido una mayor dispersión salarial para dos terceras partes de los
trabajadores y sin embargo dichas desigualdades solo ha afectado a un tercio de
las compañías (gráfico 4).
Algunos economistas sostienen que este modelo económico favorece a los líderes
de cada sector económico, (el ganador se lo lleva todo). Por ejemplo, el
aumento de la productividad asociado a tecnologías digitales podría aumentar la
eficiencia relativa de las grandes corporaciones, sin embargo, estos beneficios
parecen que han disminuido desde el año 2005 (Fernald y Mojón, 2016).
Otra explicación a dicho fenómeno podría ser que este modelo económico podría
facilitar la selección de las empresas más productivas por la eliminación de
las menos exitosas, vía aumento de la competencia (cf. Guilloux-Nefussi,
2016).
Sin embargo otros
estudios sugieren un escenario más pesimista y atribuyen el aumento en la
concentración a un aumento de las barreras a la competencia. El aumento de
beneficios y la disminución de la inversión argumentan para esta segunda
hipótesis. Grullón (2016), esto viene motivado por
una regulación de los mercados demasiado laxa por parte de los reguladores norteamericanos en los últimos
años, principalmente en la era de la presidencia de Obama. Un
ejemplo de esto último es “la neutralidad en la
red”, una norma aprobada por la Administración Obama de la que
disfrutaron dichos OTT´s y que ha sido abolida por el presidente Trump. La
disminución de la tasa de creación de nuevas empresas es mucho
más fuerte que la disminución de la tasa de destrucción, esto sugiere una menor
competitividad de los mercados. Esta tendencia se acompaña de una disminución
de la tasa de empleos de nueva creación en el mismo periodo (del 20% al 14%). (gráfico 5)
En
teoría, una compañía puede dominar un mercado temporalmente antes de que la
competencia replique dicha ventaja competitiva, hasta que vuelva a
crear otra vez otro producto o servicio que le facilite la supremacía en el
mercado. Durante el tiempo que domina el mercado, obtiene un justo
retorno a la inversión que efectuó en I+D. Sin embargo en el
modelo de mercado actual este fenómeno no se produce, la empresa que
domina se ha centrado en crear todo tipo de barreras que dificulten la entrada
de nuevos actores en dichos mercados donde dominan las mismas. Una forma
que tienen de limitar dicha competencia es con la adquisición de nuevos
“unicornios”, (startups que llegan en el mercado a valer 1.000 millones de
dólares), estas compañías que prometen grandes ganancias son presa fácil para
dichos OTT´s. La capitalización de dichas corporaciones favorece su potencial
depredador que tienen sobre todo aquello que apunta maneras de convertirse en
una “gallina de los huevos de oro”, esto evita cualquier competidor no deseado.
Para medir el impacto de estos monopolios o “superestrellas”
empresariales en la economía de los Estados Unidos,
es prioritario
entender mejor las causas que han originado dicha concentración de poder y el
grado de competitividad que realmente existe actualmente frente a estos
colosos.
Para
terminar este post, es justo reconocer que Christopher B.
Sheldon sufrió un fenómeno atmosférico (“Tormenta Blanca)
repentino frente al que no tuvo posibilidad de reaccionar, sin embargo los GAFA llevan
años tejiendo dicha “tormenta”
sin que nadie, (gobiernos, reguladores, organizaciones sociales, etc.) hayan tomado todavía conciencia
de dicho poder…Quizás cuando tengan que bajar las velas y poner proa hacia la
tormenta sea demasiado tarde.
Ya lo dijo Tácito: “El poder nunca es estable cuando es
ilimitado”.
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