El
protagonista es Mark Twain,
seudónimo de Samuel Langhorne
Clemens, escritor que todos ustedes conocen y nacido en Estados Unidos
en 1835. Viajaba en una ocasión en tren cuando el revisor le pidió el billete
para picarlo. Twain, que
entonces ya era famoso, a pesar de buscar y buscar no era capaz de encontrar el
billete y mientras inspeccionaba su porta documentos el revisor vio algún papel
por el que descubrió quién era el pasajero.
-Usted es el autor de Huckleberry Finn y de Tom Sawyer. No se moleste, deje de buscar el billete, estoy convencido de que lo habrá extraviado.
-Usted es el autor de Huckleberry Finn y de Tom Sawyer. No se moleste, deje de buscar el billete, estoy convencido de que lo habrá extraviado.
A pesar de estas palabras el
autor siguió buscando sin descanso y cada vez más nervioso y entonces el
revisor insistió en que no había problema alguno. Finalmente Mark Twain le
confesó:
-No, si no es por usted por quien lo busco, es que necesito encontrarlo para saber dónde he de bajarme, porque no sé dónde voy.
-No, si no es por usted por quien lo busco, es que necesito encontrarlo para saber dónde he de bajarme, porque no sé dónde voy.
Los
argumentos teóricos a favor del libre comercio, que son sencillos y claros,
fueron expuestos por primera vez por Adam Smith y David Ricardo.
Al reducir las barreras al movimiento de bienes y personas, cada producto se
fabrica en la ubicación con la mayor ventaja comparativa, mientras los
trabajadores se trasladan adonde son más valiosos. De este modo, la producción
global se optimiza. En 1990 cualquier debate político-económico se cerraba con
una palabra mágica: globalización.
El fenómeno de la globalización tiene su arranque a partir de la década de los
años 90 del siglo pasado, fue el profesor de la Escuela de Negocios
de Harvard, Theodore Levitt, en su artículo “La globalización de
los mercados” (1983), quien acuño dicho
término. La globalización ha sido definida de muchas formas por
numerosos teóricos, aceptando la siguiente definición, “un proceso social en
el cual las restricciones de la geografía en las disposiciones sociales y
culturales retroceden y en el cual la gente es crecientemente consciente de que
están retrocediendo” (Waters, 1995). Este
fenómeno se desarrolló intensamente en el periodo 1990-2007. La aparición de la
crisis financiera del año 2008 frenó el proceso de globalización, según un
estudio encargado por la Fundación Bertelsmann
y realizado por el Instituto Prognos AG
que incluyó a 42 países. El estudio señala que entre 1990 -cuando empezó
hacerse periódicamente el llamado reporte de globalización- y el año 2007 el proceso de
apertura de fronteras y desmantelamiento de aranceles había ido siempre en
aumento. Sin embargo, a partir de 2007 -y en parte como consecuencia de la
crisis financiera de 2008- este proceso no sólo se
ralentizó, sino incluso que ha sufrido varios reveses. El índice de
globalización utilizado por Prognos AG, derivado
del de la Escuela
Técnica Superior (ETH) de Zúrich, subió entre 1990 y 2007 de 46,4 puntos
a 65,1 puntos. En
cambio, a partir de 2007 el índice empezó a bajar y en 2011 se estancó. En
2014, el índice promedio
para los 42 países estudiados era de 62,6 puntos.
Según dicho estudio, el beneficio de la globalización entre los años 1990 y 2011 se calculó que había
tenido como efecto un ascenso promedio
de 610 euros en el ingreso por
habitante en los 42 países estudiados.
Si se toma, en cambio, el periodo completo entre 1990 y 2014, el aumento del ingreso por habitante
promedio es de 580 euros. El estudio recuerda que el proceso de globalización durante los 24 años
estudiados ha traído consigo un
aumento del PIB de los países estudiados de 970.000 millones de
euros por año, asimismo advierte de que el proteccionismo no es una respuesta adecuada
para las crisis financieras.
Este fenómeno de la
globalización hizo crecer notablemente las economías de algunos países, como China e India. Pero dicho proceso tuvo efectos colaterales enormemente
perniciosos en algunas economías. Las clases medias y bajas sufrieron en sus
carnes los desajustes asimétricos que se generaron con dichas relaciones económicas.
Esta situación se agravó en el año 2008,
con la quiebra del banco Lehman Brothers. Este hecho sacudió todas las economías en
mayor o menor medida, sin ir más lejos en España la tasa de paro llego a
alcanzar el 26%. El Papa Francisco llego a calificar
dicha situación como la “sociedad del descarte” donde unos pocos
acumulan las riquezas y condenan a la mayoría a la marginación e invisibilidad.
En Estados Unidos se llegó a calcular que solo el 1% de la población
(320 millones de habitantes) gozaba plenamente de los beneficios de la
globalización, arrinconando al restante 99%.
Hay
que decir que la profunda crisis del año 2008 dejo heridas difíciles de curar
en las diferentes sociedades occidentales, las mismas sufrieron recortes y privaciones económicas
que en muchos casos trajeron parejas situaciones electorales dramáticas para
algunas de ellas.
Un ejemplo de esto último fue “el
Brexit” inglés o la presidencia de los Estados Unidos ganada por Donald Trump. Las políticas
económicas en Europa de la Canciller
Merkel, fueron la
semilla del desencanto que fue muy bien recogido por partidos antisistema,
tanto de derechas como de izquierdas. Estos sucesos han dado paso a un proceso de
desglobalización, en el cual están apareciendo fenómenos exacerbados de
proteccionismo económico. Este proceso está caracterizado por la disminución de la interdependencia
y la integración entre las economías de los diferentes países. Según Simon
Evenett, experto en comercio mundial de la Universidad de Saint
Gallen en Suiza, hay un indiscutible cambio de tendencia desde el estallido
financiero de 2008. En el otro gran estallido económico- financiero de los
últimos 90 años, en la crisis del 1929, los países habían impulsado políticas
ultra-proteccionistas que, según sus críticos, habían profundizado la crisis. El
ejemplo más flagrante fue la ley arancelaria Smoot-Hawley en Estados Unidos que
elevó los impuestos a la importación de más de 20 mil tipos de productos
extranjeros. "No ha sucedido nada tan obvio, pero los gobiernos han
adoptado de manera sigilosa todo tipo de mecanismos para proteger a la
producción nacional", señala Evenett.
Esta regresión sufrida por la globalización económica,
ha traído parejo un mayor riesgo económico para las compañías en los mercados
donde operan debido precisamente a esos riesgos geopolíticos a los que se ven
expuestas. Como consecuencia de ello se atisban tres tipos de tendencias o
fuerzas con las que tendrán que lidiar: un mayor proteccionismo comercial paralelo
a la caída del comercio mundial, una reducción del flujo de capitales
internacional, y una regulación cada vez más restrictiva. Esto significa
que en la práctica, el nuevo rumbo de la desglobalización les obligará a
reducir su tamaño y desprenderse de
parte de sus operaciones internacionales. Según la (OMC) Organización Mundial del
Comercio, el comercio mundial tendrá un crecimiento que será el más
reducido desde el año 2007. En el año 2015,
Global
Trade Alert, un grupo independiente de monitorización del comercio,
citó al menos 644 medidas comerciales discriminatorias impuestas por las economías del G20 con Estados Unidos a
la cabeza. Las importaciones entre las 20 economías más grandes del mundo
han reducido su aportación al producto interior bruto de cada país durante
cuatro años consecutivos.
Mientras tanto los préstamos internacionales, medidos por los reclamos
transfronterizos del Banco de
Pagos Internacionales, se han reducido en 2,6 billones de dólares (unos
2,4 billones de euros), o el 9%, durante los últimos dos años. Con tan solo 646.000 millones de dólares (unos 590.000 millones
de euros), la inversión extranjera directa en economías ricas ha caído un 40%
desde su máximo nivel antes de la crisis financiera. Una regulación más
estricta, con mayores reservas de capital tanto para bancos como instituciones
financieras globales, limitan el crédito justamente cuando las compañías
más grandes lo necesitan, agravando el difícil y lento crecimiento
económico en el que tienen que desenvolverse en sus operaciones diarias.
Los
directivos de dichas multinacionales se enfrentan a unas consecuencias
derivadas del proteccionismo imprevisible en algunos casos, como por ejemplo;
el veto a la adquisición de algún activo, las expropiaciones de filiales,
los cambios del régimen fiscal allí donde se encuentran, etc. Esto puede tener
consecuencias gravísimas en las métricas de dichas compañías. Algunos ejemplos
de esto último son; el Comité de Inversiones Extranjeras del
Gobierno de Estados Unidos bloqueó una transacción de 3.000
millones de dólares (unos 2.747 millones de euros) para Phillips
que
pensaba ofrecer su división de componentes de iluminación a compradores
asiáticos. El Gobierno estadounidense alegó razones de seguridad. En el año 2014, la
farmacéutica estadounidense Pfizer, tuvo que desistir de comprar
el fabricante de fármacos británico AstraZeneca por 106.000
millones de dólares (unos 97.000 millones de euros) por
la oposición de los políticos británicos. El entonces Premier
británico, David Cameron, declaró que se necesitaba más compromiso por parte de Pfizer
para proteger los empleos británicos. El último movimiento proteccionista
ha sido ejecutado por Donald Trump, ejerciendo el veto presidencial impidió que
la compañía Broadcom de
Singapur siguiera adelante con
sus planes de adquirir a Qualcomm, el fabricante de microprocesadores. Según
los argumentos del presidente Trump, este movimiento empresarial
representa una grave amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Este bloqueo también prohíbe a los
candidatos propuestos por Broadcom que se postulen para una
candidatura del consejo de administración de Qualcomm, este fue su último
movimiento para tratar de ganar poder desde dentro de la compañía y de esta
forma se pudiese autorizar la compra, la cual ha sido rechazada
en dos ocasiones por los directivos de Qualcomm. En Europa
la
cuestión no está mejor, el presidente francés Emmanuel Macron nacionalizó el
astillero STX para evitar la compra por parte de la italiana
Fincantieri… En todos los sitios se cuecen habas.
Para terminar, quiero decir que el paso del tiempo ha servido
para que las conciencias de los directivos en las grandes corporaciones hayan
asumido cuestiones de gran importancia como son; la amenaza que presenta la tecnología de cara al empleo, el
agravamiento de la desigualdad de ingresos o la
preocupación medioambiental. Sin embargo estos últimos cambios
geopolíticos están sin asumir y digerir ya que en muchos casos siempre se ha
pensado que eran aspectos que pertenecían al ámbito público de la política. Pues
no, estos problemas impactaran de lleno en las operaciones de dichas
compañías, cuestión que al contrario de lo hecho por Mark
Twain al principio, dichos directivos no deberían perder el billete de
tren en este viaje… Con el podrán saber a dónde se dirigen, ya que el viaje va
a sufrir muchos imprevistos.
Ya lo dijo José Luis Sampedro: “Lo que más me indigna es la
indiferencia con que se contemplan las cosas en general. Y en los dirigentes la
ignorancia y la soberbia.”
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