Ratonville estaba en problemas, treinta
parejitas de ratones habían fundado la ciudad, y vivían en sus treinta preciosas
casitas. Pero con el tiempo las casitas se habían ido quedando
pequeñas. Acumulaban recuerdos de viajes, nacían pequeños ratoncitos y la vida
discurría. Y llegaba el momento de tomar una decisión: o hacían la casa más
grande, o cada uno tendría que irse a una nueva casita y empezar de cero por
separado.
Pero
lo de hacer la casa más grande parecía imposible. En cuanto comenzaban las
obras, todo se llenaba de polvo y suciedad, no había sitio para nada, y la casa
resultaba aún peor que la que tenían. Ninguna parejita de ratones era capaz de
aguantar aquello por mucho tiempo, y por eso terminaban abandonando su casa en obras. Así fue como Ratonville empezó a
parecer un pueblo fantasma lleno de casas vacías a medio arreglar…
Solo
los locos de los Ratúnez seguían de obras. Ellos fueron de los primeros en
comenzarlas y nunca las habían terminado. Es más, desde fuera, su casa parecía
la peor, siempre rodeada de grúas, telas, escombros y suciedad. Tan horrible
era, que sus vecinos les aconsejaban:
- Deberíais dejarlo ya y reconocer que
esta casa no tiene arreglo. Con lo fácil que sería empezar cada
uno en su nueva casita…
Y
la verdad es que los Ratúnez estaban hartos de obras, y ni siquiera sabían si las
acabarían algún día. Cuando no fallaba una cosa, fallaba la otra. Pero
aquella era su casita, en la que habían vivido tantas anécdotas
juntos, y no querían renunciar a ella tan
fácilmente. Pronto la suya se convirtió en la única casa habitada entre
tantas fantasmales casas abandonadas.
Aquella
zona de la ciudad no tardó en ser olvidada, y con ella los Ratúnez. Hasta que,
tiempo después, la pequeña de los Rattison alertó a todos,
emocionada.
- ¿Habéis
visto qué casa más increíble hay al otro lado de la colina? ¡Es la más
maravillosa del mundo!
Se
refería, por supuesto, a la casa de los Ratúnez, quienes por fin habían conseguido terminar las obras. Su casa era espectacular, más allá de
los sueños de cualquier pareja de ratones, y los Ratúnez se veían los más
felices de los habitantes de Ratonville. Llegaron a ser muy
conocidos y queridos en la ciudad, pues su casa siempre tenía el sitio perfecto
para cualquier fiesta o celebración.
Años
más tarde, muchos comentaban la suerte de los Ratúnez
por tener aquella casa. Y solo los que conocían la historia
respondían:
- La
verdad es que lo suyo no tuvo nada que ver con la suerte, sino con algo mucho más
simple: tener confianza y paciencia para acabar lo que los demás dejamos
a la mitad.
El otro día vía escuchaba en
la presentación de resultados, las reflexiones del CEO de una compañía del IBEX-35, en cuanto al compromiso y "la milla extra" que tenían que recorrer sus
empleados, con motivo de los grandes retos a los que se enfrentaban este 2018. Yo,
que tengo el defecto de ser una persona muy meticulosa para las cosas que
observo y escucho, no se me olvidan determinadas expresiones que efectúo dicho
CEO, como por ejemplo; “hacer las cosas como si la compañía sea
nuestra”, “ir más allá de lo esperado”, “confiar más en el de al lado”, “tenemos
que empeñarnos más, ir más lejos”, “tenemos que exigirnos más, más de cada uno”,
etc. Todas estas expresiones iban dirigidas en una dirección… El
compromiso.
Existen
multitud de definiciones de compromiso, sin embargo todas van en la dirección de una
relación indisoluble
entre persona y organización a través de las metas que sirven para su
crecimiento. Todos los teóricos que han definido el compromiso tienen
en común una actitud positiva del individuo hacia su organización, de tal forma
que se beneficie la misma de los quehaceres que tiene encomendados dicho
empleado. Así pues, este compromiso refleja una implicación intelectual y emocional del
trabajador con su compañía, ya que con su contribución colabora al
éxito de la misma. Para lograr esto los trabajadores comprometidos
comparten una serie de creencias, actitudes y valores que vistas en su conjunto
reflejan el aspecto clave de la salud de la empresa. El
compromiso es un atributo que requiere la implicación tanto de trabajadores
como de directivos, es una carretera de doble sentido en la cual tanto unos como
otros tienen que cumplir la parte que tienen encomendada con el fin satisfacer
un interés mayor...LA COMPAÑÍA. Cualquier compañía que quiera
sobrevivir necesita inexcusablemente el
compromiso del trabajador con las metas fijadas dentro de la misma, a nadie se
le escapa ya a esta altura de la vida empresarial que existe una relación
probada entre el compromiso de los trabajadores y otros aspectos clave de la
compañía como son: la eficiencia, la productividad, la seguridad, la
captación y retención, la satisfacción, permanencia y lealtad de los clientes;
y en definitiva la rentabilidad de la empresa. El nivel y el tipo de
compromiso de los empleados inciden tanto en la voluntad de permanencia como en
el esfuerzo que el empleado está dispuesto a hacer para aumentar su contribución en la organización. Diferentes estudios
ponen de manifiesto que las empresas con trabajadores muy comprometidos tienen
una media del 29% de mayor beneficio, un 50% más de clientes leales y un 44%
más de posibilidades de dar la vuelta a unos resultados negativos que las
empresas con trabajadores menos involucrados / satisfechos.
Sin embargo ese compromiso “no
cae del cielo”, es algo menos prosaico y más terrenal, está
relacionado con el trabajo y las actividades que se llevan a cabo dentro de las
compañías por parte del equipo directivo. Este hecho, es el principal gap o
desventaja que tienen estos directivos que piden esfuerzos a sus colaboradores
o empleados porque saben que pueden hacer más y mejor, pero ellos no están dispuestos
a hacer nada por los mismos… Como dije anteriormente esta es una carretera de
doble sentido. Un indicador que los delata es el de Clima Laboral, generalmente
estos que tanto piden son los que tienen un mal indicador, pero sin embargo lo
omiten, ningunean y persisten en el error. La habilidad del error
humano para sobrevivir es, de hecho, lo que distingue al ser humano de la
naturaleza, según el filósofo ruso Alexandre
Kojéve; “si ocurre que la naturaleza comete un error (una deformación animal
por ejemplo), lo elimina inmediatamente (el animal muere, o por lo menos no se
propaga más). Sólo los errores cometidos por los hombres duran
indefinidamente y se propagan a la distancia merced al lenguaje. Se podría
definir al hombre como un error que se mantiene en la existencia que persiste
en la realidad. Ahora bien, puesto que el error significa desacuerdo con lo
real, ya que es falso lo que es otro que lo que es, puede decirse también que
el hombre que se equivoca es una Nada que destruye el Ser, o “ideal”que está
presente en lo real”.
Un
principio básico de las personas que recorren “la milla extra”, es que
lo hacen por su motivación intrínseca con aquello que llevan a cabo. Sin
embargo ese hecho de ir “más allá” de lo establecido en el cumplimiento del
deber fijado, solo aparece cuando dichos empleados no ven dañada dicha
motivación por acciones que suceden dentro de la propia compañía, y una de
ellas es el Clima Laboral. La “milla extra” implica
siempre dar o hacer más de lo que se nos pide, es un extra que
muchas veces no está recogido en el acuerdo laboral que tiene el empleado con
su compañía. Por norma general, en las compañías los empleados
hacen justo lo que se les requiere, nada más. Sin embargo, ese extra que
representa la “milla extra” es lo que marca la diferencia en aquellas compañías
que triunfan por tener un buen Clima Laboral y poseer unos empleados altamente
comprometidos con la compañía. Los beneficios que
una compañía obtiene cuando su personal tiene este hábito son: clientes más
satisfechos y fieles a la marca, empleados más comprometidos con la compañía,
mayor sentido de pertenencia, recompensas inesperadas, mayores beneficios, etc.
Así
pues, los directivos tienen que ganarse esta ventaja en base a unas
acciones que se tienen que implementar dentro de la misma. Aquí y en
esta situación, la retórica y las
grandes frases no sirven de nada, solamente con hechos y acciones se
consigue eso tan buscado y anhelado por dichos directivos…El compromiso.
Quiero
recordar para terminar este post, que
esta compañía que preside dicho CEO, afronta vencimientos de deuda por importe
de 9.500 millones de euros este 2018. Motivo más que suficiente para
que se ponga las pilas y comience a valorar de forma real y con hechos su
principal activo… Las personas. Ya que como al comienzo de este post
con los ratones, solo las personas que mantienen la confianza y paciencia con la misión
encomendada, conseguirán dicha meta, ojo…Pero sin ignorar los errores que cometen.
Ya lo dijo Cicerón: “Todos
los hombres pueden caer en un error, pero sólo los necios perseveran en él”.
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