Un grupo de niños australianos hacían siempre la misma
broma al más pequeño de todos ellos. Le enseñaban dos monedas, una la más
grande (de un dólar australiano) y otra más pequeña (la de dos dólares) y le
decían que eligiera una de ellas para quedársela. El pequeño siempre elegía la
más grande (de menor valor), lo que provocaba la risa de los otros.
Cierto día, una persona mayor que paseaba por el parque donde jugaban observó la escena y vio cómo el pequeño elegía la de menor valor, pero mayor tamaño, y se quedaba con ella. Al ver cómo los demás se reían de él, le llamó para aleccionarle:
Cierto día, una persona mayor que paseaba por el parque donde jugaban observó la escena y vio cómo el pequeño elegía la de menor valor, pero mayor tamaño, y se quedaba con ella. Al ver cómo los demás se reían de él, le llamó para aleccionarle:
– Mira hijo –le comentó– cada vez que te enseñen unas monedas y te den a elegir, debes tener en cuenta el valor que tienen y no sólo el tamaño. De las dos que te han mostrado has cogido la más grande, supongo porque has creído que era la de mayor valor; sin embargo, es la más pequeña la que mayor valor tiene.
El niño le escuchó atentamente y contestó:
– Muchas gracias, señor. Le agradezco su consejo, pero ¿si hubiera cogido la de más valor el primer día, cuántas veces me habrían dejado elegir? Probablemente, no habría ganado todos los dólares que me ha dado este juego.
Hace unos días se presentó el ranking Bloomberg Innovation Index
en el que se observan algunas sorpresas entre los diferentes economías de los países que se han
evaluado. Bloomberg recopila el índice basado en datos de fuentes como el
Banco Mundial, el FMI y la OCDE. El proceso de evaluación del 2018 se aplicó a más de
200 economías, cada una fue calificada en una escala de 0-100 puntos, basada en
siete criterios ponderados por igual. Los países que no informaron en al menos
seis criterios fueron eliminados, con lo que la lista se recortó a 80 países. Bloomberg ha estado publicando su índice de innovación durante seis años, los criterios que ponderan en dicha valoración son los siguientes:
- Intensidad de investigación y desarrollo
- Valor agregado de manufactura
- Productividad
- Densidad de alta tecnología
- Eficiencia terciaria
- Concentración del investigador
- Actividad de patente
Para empezar llama la atención la caída de Estados Unidos que permanece fuera de los diez primeros puestos en los seis años que lleva dicho indicador en publicandose. Estados Unidos aumentó la puntuación en el ámbito de la productividad, pero una caída de ocho puntos en la formación de graduados de ciencias e ingeniería en la fuerza de trabajo ha impactado negativamente en la manufactura de valor agregado. Esto ha provocado su caída al puesto número 11º en dicho ranking. En el lado contrario como sorpresa agradable aparece Singapur, este país asiático ha subido al tercer lugar, por encima de países como Alemania, Suiza o Finlandia gracias a su gran clasificación en eficiencia terciaria. Este país se ha enfocado fuertemente en educar a su población en las disciplinas STEM (Science, Technology, Engineering and Mathematics). Corea del Sur se mantiene en primer lugar por quinto año consecutivo. Samsung Electronics, la empresa más valiosa del país por capitalización bursátil, ha recibido más patentes de Estados Unidos. Dicha compañía ha generado un ecosistema en torno suyo de proveedores y socios similar al que estableció Sony o Toyota en Japón.
Japón es uno de los tres países asiáticos que se
encuentran entre los diez primeros, subió un puesto con respecto al año pasado,
del séptimo al sexto. Por otro lado Francia subió del puesto onceavo al noveno,
integrando los cinco países europeos que se encuentran entre los diez primeros. Israel
completo el grupo de los diez países que integran el top ten, ha sido
además el único país que ha vencido a Corea del Sur en la categoría de
I+D.
España se encuentra en el puesto 29, a 26,22 puntos de la cabeza de dicho ranking
encabezado por Corea del Sur. De los siete criterios que se evalúan solamente
obtiene un resultado digno en la eficiencia terciaria, 6º puesto, en el resto
de indicadores se queda muy rezagada. La inversión total de la economía
española en I+D creció un 0,7% interanual en el 2016, según el Instituto
Nacional de Estadística (INE), que se traduce en una inversión de 13.260
millones de euros (87 millones más que en el 2015), supone, sin
embargo, una desaceleración si se compara con el dato del ejercicio
anterior (+2,7%). Además, revela que la I+D continúa por sexto año
consecutivo con una evolución por debajo del PIB (3,3%). De esta
manera, la ratio de inversión I+D sobre PIB
retrocede del 1,22 observado en el 2015 al 1,19 registrado en el
2016, el porcentaje más bajo en 11 años.
Los
datos y hechos de lo que invierte este país en dicha I+D no dan muchas
esperanzas de mejora en dicho ranking, aquí como al principio de este post es
cuestión de monedas (dinero), sin embargo es al revés, aquí el que se lleva el
gato al agua es el que apuesta e invierte en dicho recurso…No el que está esperando que le lluevan las
monedas y con ello la innovación.
Ya
lo dijo John Cage: “No puedo entender por qué la gente está
asustada con las nuevas ideas. Yo lo estoy de las viejas”.
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