El político izquierdista, George
Clemenceau tenía una casita de campo donde acudía a descansar en
vacaciones. En la casa contigua vivía un sacerdote y en el jardín de éste
crecía un enorme y frondoso árbol que tapaban las vistas desde el jardín de Clemenceau.
Cierto día, el político
solicitó al religioso que cortase el árbol que tanto le molestaba y el cura
decía que lo había plantado en su juventud. Era tal la insistencia para que lo
cortase que, finalmente, el vecino accedió.
Y, apenado, dijo:
-Que
nadie diga que fui un obstáculo para que Clemenceau viera el cielo, aunque
fuera de lejos.
El 16 de abril se
publicaba en la prensa la siguiente noticia, “Aviso a los pluriconsejeros:
Vanguard planea votar contra sus nombramientos”, https://www.lainformacion.com/mercados-y-bolsas/pluriconsejeros-consejos-vanguard-junta-accionistas-nombramientos/6497623/. En dicha noticia se avanza que el fondo de inversión Vanguard, el segundo más
grande del mundo, votará en contra del nombramiento de consejeros donde el fondo tenga
su participación si dichos consejeros son pluriconsejeros. Este
fondo de inversión que maneja unos 5 billones de euros, razona dicha actuación por
una actualización de sus políticas de voto de cara a las juntas de accionistas
de compañías cotizadas para expresar su rechazo a tres planteamientos
principales: la falta de diversidad en el consejo, los consejeros pluriempleados
y la falta de separación de poderes entre consejero delegado y presidente de
una compañía. La situación de las compañías españolas frente a
estas tres premisas contra las que va a votar dicho fondo, es un problema crónico, si nos
atenemos a las actuales políticas que gobiernan el nombramiento de dichos
consejeros en el IBEX- 35.
Para dicho fondo, según ha
comunicado; “revisamos periódicamente nuestras pautas de voto para tener en cuenta
desarrollos adicionales en los estándares de buen gobierno o en los riesgos
para el valor de los accionistas a largo plazo”, explican. Para Vanguard
su voto será en contra de los nombramientos o propuestas de ratificación de
aquellos consejeros que estén presentes en varios consejos de administración
porque considera que ese rol requiere de tiempo y capacidad suficiente para
afrontar sus responsabilidades. “En consecuencia, a partir de este año, los
fondos (de Vanguard) generalmente votarán en contra de ejecutivos que forman
parte de más de un consejo de una compañía cotizada ya que existen consejeros
que se sientan en más de cuatro consejos de una compañía”, explica el
fondo en una carta a sus gestores. La dirección que toma Vanguard marca la agenda
del emergente sector de los “proxy advisors”, (entidades que prestan servicios a
inversores, principalmente institucionales, de asesoramiento en relación con el
ejercicio del derecho de voto derivado de la titularidad de acciones en
sociedades cotizadas), según explican fuentes del sector. Son firmas que se
dedican a emitir informes destinados a inversores institucionales sobre los
puntos del orden del día de las compañías que cotizan en bolsa. Según
datos de JPMorgan recogidos por “The Wall Street Journal”, entre los fondos de
Blackrock y Vanguard controlan el 26% del accionariado de las empresas del
S&P 500, de modo que la voz de dichos fondos se convierte en
una de las que más se escucha en las reuniones de accionistas pese a que, sobre
el papel, pertenecen a la categoría de inversores pasivos.
Según
el diario “The Wall Street Journal”, reseña que dicho movimiento viene motivado porque el fondo Vanguard piensa
que un consejero requiere una dedicación de 200 horas al año, sin incluir el
tiempo de desplazamiento a las reuniones del consejo. Un
informe de la empresa de “cazatalentos” Spencer Stuart apunta que más del 60%
de los ejecutivos de 500 empresas del S&P forman parte de al menos dos
consejos de administración. La situación en nuestro país no puede ser
peor según los planteamientos de dicho fondo americano, existen multitud de
casos de consejeros que pertenecen a múltiples consejos, como por ejemplo; Javier
Echenique, que forma parte de ACS, Banco Sabadell y Telefónica, y ha pasado
recientemente por BBVA y Repsol; o Don Johnston, que está en Acerinox, Merlin y
Sabadell; o Alberto Terol, que ocupa sillones en IAG (British Airways e
Iberia), Indra o la alemana Senvion, en la que ocupa un puesto como asesor de
Centerbridge. Vanguard también ha notificado que
en 2019 votará en contra de los consejos de administración que sean poco
diversos, “incluida la raza, el origen étnico, el origen nacional y la edad, así
como el género”. Por último, y no por ello menos importante, los fondos
de Vanguard
seguirán premiando y apoyando a las compañías que cuenten con un Presidente
a nivel institucional y Consejero Delegado para la gestión diaria. Esta situación es irreal por ejemplo en
determinadas compañías del IBEX como por ejemplo, Telefónica, Iberdrola, etc.,
aunque esta situación puede cambiar pronto ya que otros fondos como Blackrock puede tomar las mismas iniciativas.
Hace unas semanas el
escritor libanés Nassin Taleb publicó su último libro “Skin in the game”, que
podríamos traducir como “Jugarse el pellejo o Predicar con el ejemplo”, en el
mismo nos ofrece una serie de claves para juzgar las acciones de los hombres y
mujeres que representan bien en la política o en la empresa a millones de
personas, sean accionistas o votantes. Para Taleb, el
gran problema de nuestra sociedad es que dejamos que personas que no se juegan
nada ocupen puestos públicos o privados desde los que toman decisiones de alto
impacto en las vidas de los demás. Para el autor, hacer caso a
quienes hablan desde un púlpito pero no "predican con el ejemplo"
conduce a un mayor grado de fragilidad en nuestros sistemas políticos y
económicos. Para corregir dicha situación por ejemplo para Taleb, sería
obligar a los políticos a que sean usuarios de los servicios públicos que
gestionan para el resto de la población. De esa forma, conocerían
de primera mano esos sistemas de los que dicen ser garantes, pero
a los que rara vez acuden como usuarios. El autor desarrolla dos tipos de
desigualdad: una que resulta socialmente aceptada y aceptable, como evidencia
la popularidad de los mejores emprendedores, profesionales, artistas o
deportistas; otra que genera rechazo y desaprobación, ligada a los burócratas que
se llenan los bolsillos, los políticos que se benefician de los puertas
giratorias y todos aquellos que se benefician del sistema a base de conseguir
privilegios. Los primeros asumen riesgos y se exponen
a la posibilidad de perder sus ventajas en la medida en que el mercado puede
dejar de primar su talento, mientras que los segundos medran a base de esquivar
la incertidumbre y blindar su prosperidad a base de extraer rentas.
Pues bien, en los Consejos
de Administración existen personas que están a lo que afirma Taleb,
a extraer renta de las compañías sin aportar ningún bien que haga generar
riqueza a los accionistas a los que representan. Prueba de esto que digo es que
existen compañías que vienen generando una pérdida de valor que dura ya años y
sin embargo sus Consejeros no se manifiestan públicamente sobre dicha gestión
deficiente, más bien al contrario, son rehenes de quien los colocó en esa
responsabilidad, , los CEOs de dichas compañías. A los mismos se les llena
la boca afirmando que son independientes y que por lo tanto, tienen motivos sus
accionistas para estar tranquilos en cuanto al criterio que empleen para juzgar
sus gestiones deficientes. Obviamente esto se cae por su propio peso
cuando uno estudia la presentación de resultados y se encuentra que no existe una sola critica publica que evidencie dicha situación, más
bien al contrario. Un consejero independiente jamás debería tener el mismo criterio que
uno dominical de un banco o fondo de inversión donde los mismos se juegan
cientos sino miles de millones de euros como sucede por ejemplo en compañías
del IBEX como Telefónica, Banco Santander, Iberdrola, etc. Así pues, una reforma urgente en los
Consejos de Administración, como predica Taleb, es acomodar la ponderación de
voto al dinero que se juega la representación de dicho
consejero en la sociedad, ya que el voto del que tiene 2.000 millones de
euros en una compañía no puede ponderar igual que el que tiene unos miles de euros, sin embargo el
voto de los dos en el Consejo de Administración es igual. Lo que nos ha demostrado el sistema
actual es que los accionistas sufren una clara pérdida de valor de sus activos,
sean grandes accionistas o pequeños, y algunos Consejeros independientes no
manifiestan más que un servilismo ciego con comportamientos complices hacia quien los ha situado
en dicha posición por las prebendas económicas que reciben. Un
ejemplo de esto que digo lo hemos visto por ejemplo con el caso Bankia, donde
el consejero Ángel Acebes, responsable de auditoria, se le acusa de falseamiento contable y estafa a los inversores, delitos por los
que se le solicitan hasta 12 años de prisión para él. https://www.elespanol.com/espana/tribunales/20181127/acebes-quedar-bankia-alegando-no-perjudico-inversores/356215446_0.html
Evolución del OIBDA en
Telefónica desde el año 2009 hasta el 2018. Esta es una medida de desempeño financiero
que queda fuera del GAAP y esta es utilizada por las compañías para mostrar la
rentabilidad en las actividades comerciales continuas, excluyendo los efectos
de capitalizarse y los impuestos. También
conocido como resultado operativo antes de amortizaciones. Fuente; web de la
compañía.
A principios de los 90
apareció en Reino Unido el primer código de buen gobierno de la
historia, el informe Cadbury, que sirvió de salida a otros muchos como el
informe Olivencia en España en 1997. El objetivo fundamental era
fomentar la transparencia de las compañías. La última actualización del código
de buen gobierno tuvo lugar en 2015 presentada por la Comisión Nacional del Mercado de
Valores (CNMV). En los últimos años y más concretamente a raíz de la
crisis financiera de 2008, la comunidad internacional comprendió la
importancia que tiene que las sociedades cotizadas sean gestionadas de manera
adecuada y transparente. Hoy en día es incuestionable que el buen
gobierno de una sociedad constituye un elemento fundamental en la supervivencia
de la compañía en el medio plazo. El buen gobierno, es un factor determinante para
la sostenibilidad de la compañía, contribuye a mejorar la gestión y control
del riesgo de fraude o acciones oportunistas por parte de los ejecutivos y sus
socios principales, trata de evitar la existencia de redes estructurales y
sistémicas de corrupción o clientelares donde antepongan los intereses de
dichos ejecutivos o consejeros frente a
los propietarios de la compañía, los accionistas. La medida tomada
por el fondo Vanguard en Estados Unidos, es un primer paso para poner coto
en comportamientos reprobables como resalta Nassin Taleb en su último
libro… Esperemos que los fondos, como Clemenceau, comienzen a ver el cielo y no sea la última vez que tomen medidas por el bien de los accionistas de las compañías.
Ya lo dijo Erskine Caldwell: “Un buen gobierno es como una buena digestión; mientras funciona, casi
no la percibimos”.
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