Todo
empezó en 1954, cuando Raymond Kroc vendió 8 batidoras a un
singular restaurante de gran éxito por su eficacia y rapidez: el de los
hermanos Dick y Mac McDonald en San Bernardino
(California). "Si hubiera muchos restaurantes como este —pensó él—, vendería
muchísimas batidoras". Y pronto dejó de pensar en las batidoras
para hacerlo sobre la idea de las franquicias: llegó a un acuerdo con los
hermanos, y en 1955 abrió un restaurante similar en Des Plaines, Illinois, su
estado natal. El negocio funcionaba y en 1960 había más de cien restaurantes McDonald´s,
sin embargo los desacuerdos de Ray con Dick y Mac —éstos parecían
frenar la expansión de la cadena— acabaron siendo constantes. Así se llegó en
1961 al traspaso del negocio, por el que Ray Kroc pagó —se endeudó para poder
hacerlo— casi 3 millones de dólares. Sin duda Dick y Mac habían sido
innovadores, pero pareció faltarles la saludable ambición empresarial de que sí
disponía Ray. Fue una arriesgada decisión para este
legendario empresario, que confesó haberla tomado tras consultar a su voz
interior y desestimar el criterio contrario de sus abogados y asesores; pero él
estaba desde luego irrefrenablemente convencido, y dispuesto a llevar adelante
su visión. La hamburguesa McDonald´s "mil millones" (el billion americano)
llegó muy pronto: en 1963.
Se acaba de publicar la
siguiente noticia en la prensa, “Pallete recorta uno de los proyectos de su
laboratorio Alpha y su jefe es recolocado”, http://bit.ly/2UVFHt1. Una vez leída la
noticia, le queda a uno una serie de preguntas que trataré de contestar y que
son indicativas de lo que dichos directivos creen que es la I+D. Más allá de la propaganda
y de la proyección que reporta a una compañía el lanzamiento de un laboratorio
de I+D, está el hecho de que la propia esencia de la innovación es algo difícil
por no decir muchas veces imposible conseguir. Uno cuando lee la noticia y observa que entre los años 2017 y marzo de 2019,
la operadora ha inyectó 37 millones de euros en tres ampliaciones de capital en
ese periodo para financiar las significativas pérdidas que genera, al
no contar con ingresos relevantes, ya que los números rojos sumaban más de 20
millones de euros desde su creación. ¿Acaso alguien cree de verdad que los
presupuestos de I+D de cualquier gran compañía todos tienen retorno? ¿Dónde está
escrito que cuando se gasta dinero en I+D cualquier compañía va obtener retorno
a dicha inversión?
Las grandes firmas
tecnológicas han dirigido sus esfuerzos y presupuestos a encabezar la lista de
las compañías que más invierten en materia de I+D. Y es que, para ganar ingresos la innovación
juega un papel fundamental. Una investigación realizada en el año 2016
por Agustí
Segarra y Mercedes Teruel, del Departamento de Economía de la URV, llegó
a la conclusión de que aquellas compañías jóvenes que innovan y consiguen
sobrevivir triplican el crecimiento en comparación con las que tienen más de
treinta años. Los resultados de la investigación abren una reflexión
sobre la necesidad de un cambio en las políticas públicas y financieras que
tienen como objetivo fomentar la I + D y la innovación. Hasta ahora, muchos
estudios habían expuesto la relación que existe entre la innovación y el tamaño
de las compañías, pero no habían tenido en cuenta la edad de las mismas. El
objetivo de esta investigación fue explorar la relación entre la I + D teniendo
en cuenta la edad de las empresas en términos de ventas, productividad y
empleo. El trabajo demuestra cómo la generación de conocimiento a
través de la I+D y la innovación está estrechamente relacionada con la edad de
la empresa innovadora. Los resultados mostraron que las empresas
jóvenes (de menos de diez años) son las que asumen más riesgos cuando invierten
en I+D. Estas compañías, precisamente por su corta trayectoria en el
mercado, necesitan invertir más en I+D, pero tienen un entorno adverso: pocos
recursos, falta de apoyo de la banca y unas políticas públicas de fomento de la
I+D poco desarrolladas.
Sin embargo, el estudio ha
constatado que aquellas compañías jóvenes que innovan y logran sobrevivir
tienen un ritmo y una capacidad de crecimiento mucho más elevados que aquellas
que llevan más años en el mercado. Según las personas que han realizado dicho
estudio, dicen: “Hemos observado que las empresas jóvenes tienen más probabilidad de
conseguir un alto crecimiento, pero también de sufrir un decrecimiento más
acentuado”, explica Mercedes Teruel. En
términos de ventas, por ejemplo, las empresas jóvenes que innovan de alcanzan
una tasa de crecimiento promedio del 36,5% anual, una cifra mucho más alta que
la de las empresas maduras, que es de un 11,75%. Según el estudio, las compañías
jóvenes innovan sobre todo sacando productos nuevos en el mercado (lo hicieron
un 61,5% de las compañías estudiadas), lo que conlleva que la
probabilidad de riesgos sea mayor. Sin embargo las compañías de más de 30
años tienen un porcentaje de producto nuevo (del 8,1% de la muestra del
estudio), el hecho de estar más establecidas y
disponer de una cartera de clientes más amplia hace que se pueda compensar un
fallo de este producto nuevo. Como conclusión, los investigadores
apuestan por un cambio en las políticas económicas e institucionales que
garanticen mayor estabilidad para este sector empresarial. “Las empresas jóvenes innovadoras
o con potencial innovador invierten mucho en I + D, pero necesitan un entorno
financiero e institucional que reduzca el riesgo que asumen”, afirma Agustín
Segarra.
Según la consultora Price&Whaterhouse,
asegura que no son tan determinantes los recursos que destinan las compañías a
fortalecer la fórmula I+D como la manera de canalizar y gestionar dicha
inversión. “No sólo tiene que ver con la cantidad de dinero que se
invierte, sino en cómo se hace y en cómo se articula y gestiona la innovación
dentro de una compañía”. La prueba de que tirar de chequera no
siempre es sinónimo de éxito la encontramos en el informe Global Innovation 1000,
donde PwC refleja los nombres y apellidos de las compañías que más
dinero invierten en I+D y de las que son más innovadoras según el mercado. El
estudio efectuado por PwC en el año 2015, preguntó a 368
líderes de innovación y directivos en todo el mundo sobre cuáles son las diez
compañías más innovadoras y los resultados son reveladores. Apple,
Google y Tesla fueron consideradas como las más innovadoras; sin
embargo, ninguna de ellas figura entre las cinco compañías que más invierten en
I+D ese año: Apple ocupaba la posición 18, Google la seis y Tesla ni siquiera
aparece entre las 20 primeras”, dijo textualmente la consultora.
Se
conocen como ciencias exactas o puras aquellas ciencias fundamentales a las
disciplinas que se basan en la observación y experimentación para crear
conocimientos y cuyos contenidos pueden sistematizarse a partir del lenguaje
matemático. La precisión y la rigurosidad son
dos de las principales características de las ciencias exactas, una rama donde
se emplea el método científico más riguroso para comprobar hipótesis. Estas
ciencias buscan la irrefutabilidad de sus postulados valiéndose de predicciones
cuantificables y objetivas. Sin
embargo si algo tiene la I+D es precisamente todo lo contrario, el ritmo y el
alcance de los cambios que se están produciendo en las compañías y en las actividades
que desarrollan no tiene precedentes históricos. La globalización de la competencia,
el avance tecnológico, el aumento de las exigencias de los consumidores y los
cambios en los modelos de legislación son algunos de los factores que están
haciendo del cambio un imperativo del actual nivel de competitividad.
No hay duda de que la asimilación y generación de innovaciones es uno de los
factores que más significativamente ha contribuido a la introducción del cambio
en la empresa y al mantenimiento de su competitividad. Se constata que los nuevos
productos ayudan tanto a mantener la cuota de mercado de la empresa como a
incrementar los beneficios en esos mismos mercados. Incluso en los
mercados más maduros y estables, el crecimiento en ventas no proviene sólo del
mantenimiento de unos precios bajos, sino también de factores tan variados como
diseño, calidad o adaptación del producto a características específicas de los
clientes.
Si
existe un modelo emblemático para practicar la innovación es el de Amazon.
Un gran catálogo y una buena experiencia de cliente, con la logística como
piedra angular, explican dicho modelo de negocio. El mismo no ha cambiado desde
aquel esbozo que dibujó Jeff Bezos en una servilleta en los años 90,
cuando buscaba financiación. François Nuyts su country manager en España explica
la idea: "Lo primero para que un cliente entre en Amazon es la selección,
tener lo que busca. Si eso se cumple y les damos una buena experiencia de
compra, generaremos tráfico. Y con tráfico, más vendedores querrán tener sus
productos en nuestra plataforma, lo que nos dará a su vez más selección y
vuelta a empezar. El modelo se retroalimenta y genera crecimiento, lo que se
traduce en escala, menos costes y la posibilidad de ofrecer mejores precios. Y
todo ello redunda en una mejor experiencia de cliente". Este modelo
ha creado un gigante que cuenta con enormes cantidades de información sobre
cómo son sus clientes, lo que le permite afinar sus innovaciones, aunque
sin renunciar a la cultura del prueba y error. "Una cosa en la que somos
especialmente distintos es en el fallo. Creo que somos el mejor lugar de la
tierra para fallar (y tenemos mucha práctica). El fallo es gemelo de la
innovación", decía Bezos en su última carta a los accionistas.
El ejemplo es Marketplace, que ahora representa el 40% de lo que vende Amazon,
pero que funcionó a la tercera. "Amazon Auctions fue un fracaso, y en
las Z Shops nadie entraba", reconocen en la firma.
Para
terminar el post, decir que los argumentos que recoge la noticia para el cierre
posible de dicho laboratorio Alpha no son nada convincentes si se asocia
con la cultura del fallo. Más bien al contrario, se asocia el fallo con el no
retorno a la inversión de la I+D, craso error, ya que el error forma parte intrínseca
de la I+D en cualquier compañía. Entonces habría que analizar las
decisiones tomadas por los directivos, si las áreas y campos donde se iba a
invertir fueron los más adecuados por la compañía para lanzar dicha innovación,
o fueron
más bien propagandísticos con el fin de
lucir una imagen que escondía en el fondo una materia inerte y sin sentido…
Cuestión
que debe hacer reflexionar a las personas que perciben estas actuaciones
directivas, ya que las mismas llevan aparejadas unos costes que pagan los
diferentes grupos de interés (stakeholders) de dicha compañía… Y los mismos no
están para pagar ocurrencias.
Ya
lo dijo Albert Einstein: “Cada día sabemos más y entendemos menos”.
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