A lo largo de la historia,
los gobernantes siempre intentaron manipular la imagen que proyectaban hacia
sus súbditos. Ya lo advertía Maquiavelo en el “El Príncipe”, hace cinco siglos: “En
general, los hombres te juzgarán más por la apariencia que por la realidad;
porque todos te ven pero muy pocos te tratan. Y estos últimos no se atreverán a
contradecir la opinión de la mayoría“. Así, las carencias de
los poderosos, sus humanas debilidades, las bajas pasiones, se intentaban
disimular tras un aspecto solemne, distante, adusto, una vía para crearse un
sólido carisma entre el pueblo llano. Pese a todo, gracias a
determinados chismosos y maledicentes, los defectos saltaban a veces al
conocimiento público. Y algunos nobles, reyes, príncipes fueron bautizados con
crueles sobrenombres o chismes poco caritativos que circulaban por fondas y
tugurios. Sin embargo, esto cambió con la llegada de la televisión. Ahora el
gobernante prefiere justo lo contrario: ofrecer un rostro desenfadado,
campechano, risueño. Hubiera sido inimaginable un busto de Julio
Cesar o un retrato de Napoleón sonriendo o riéndose. Pero
hoy pocos líderes tienen reparo en acudir a cualquier programa televisivo por
dudosa que sea su calidad, y comportarse campechanamente con tal de llegar al
gran público. El mero hecho de aparecer en la pequeña pantalla
constituye un argumento de autoridad, una aureola que ofrece credibilidad a los
ojos de la gente. Y, al contrario que en el pasado, tienden a descuidar el
fondo, las ideas para preocuparse, más bien, por la difusión de su imagen. Así,
la televisión con su imagen propició una política superficial, de consignas
huecas. Los gobernantes,
directivos, etc., intentan utilizar este
invento como palanca para manipular al personal, para imponer su propia agenda.
Aunque en la actualidad sea un medio en retroceso, la pequeña pantalla ha
tenido hasta ahora el poder de hacer y deshacer, de crear o destruir partidos,
de encumbrar o derribar gobiernos. ¿Cuáles son sus rasgos y de dónde provenía
su inmenso poder? En su libro, “Homo Videns”, Giovanni Sartori considera
que la televisión implicó un cambio fundamental, una regresión en el proceso de
comunicación humana. Es un invento que difunde imágenes, y con
frecuencia las transforma en entretenimiento, pero anula los conceptos, las
ideas. Atrofia la capacidad de abstracción, ese recurso a lo simbólico que se
expresa a través del lenguaje. Anquilosa el entendimiento, sustituyendo el
conocimiento profundo por una visión superficial. Y fomenta en el
televidente una actitud perezosa, pasiva y acomodaticia. El sujeto se acostumbraría a
responder sólo ante estímulos audiovisuales y acabaría mostrando desinterés por
los conceptos abstractos, esas ideas imprescindibles para el razonamiento y la comprensión
de lo que sucede.
Los
directivos tienen que ser libres, éticos y no neutrales, porque la ética define
lo que es bueno o malo, obligatorio o permitido y aplicable a las personas. La
neutralidad no debe estar en los principios económicos de una compañía, porque la
independencia depende de su accionariado y no de los directivos que gestionan
la misma. Cuando existe desinformación en una compañía, la manipulación y su
autocensura, están al servicio de unos intereses muy concretos, por lo tanto no
son libres, sobre todo cuando se realizan por personas (directivos) que están
al servicio de una causa espuria como es el no informar a los empleados que
tienen a su cargo de la situación económica de la compañía. Los
empleados asisten a conferencias de directivos y la sensación que se llevan de
las mismas, es de frustración por la manipulación soez que se hace de los resultados
económicos, prueba de ello es que en las mismas se omiten y
esconden cualquier tipo de métrica económica que permita entender lo que está
sucediendo. Para realizar esta acción los directivos toman la decisión de hacer
de las mismas un espectáculo, en el cual lo que se presenta es
baladí y sin sustancia para la comprensión de que está sucediendo dentro de la misma. ¿Pero porque sucede esto?, ¿Qué trasfondo existe en dicha situación?,
¿Se está condenando a la compañía a la irrelevancia?
Aunque
todos los empleados tienen derecho como ciudadanos a recibir información veraz
y fidedigna que les permita conocer realmente lo que sucede dentro de su
compañía y por lo tanto a no ser engañados.
Está claro que, una información libre y real es difícil encontrarla en algunas
compañías, puesto que algunos directivos de primer nivel son alérgicos a la
misma. Solo a través de contrastar los diferentes medios de comunicación
con la información de Internet, nos permite
formarnos en nuestra opinión. Además todo esto sucede con la desventaja
para los medios de comunicación de que la publicación de las noticias es antes
en las redes sociales, lo cual a veces permiten difundir noticias
falsas que no están contrastadas. Se difunden informaciones falsas, se
presenta una visión parcial de la verdad, se manipula la afectividad, se cae en
el sensacionalismo, etc. Y, además los propios usuarios de las redes,
por su necesidad de información, contribuyen a difundir y multiplicar dichas
informaciones falsas, haciendo más difícil encontrar la verdad y controlar
dicho impacto. Sin embargo cuando los directivos hacen una presentación de
resultados a sus empleados, todo ya está publicado. Por lo cual
intentar la manipulación en dicho escenario parece obsceno por quien lo
realiza, ya que los reguladores y la web de la compañía son fedatarios de
dichas métricas.
Algunos directivos en las
compañías intentan adoctrinar, manipular, lavar el cerebro de dichos empleados,
convertir las medias verdades en verdades a la fuerza de repetirlas una y otra
vez… Algunos mensajes que se lanzan en las
conferencias vienen con una visión unívoca de la realidad, enfocados a
propagar aspiraciones que no tienen detrás de sí ningún hecho que permitan ser
alcanzadas. Así pues los empleados están desinformados y manipulados,
no se quiere que se distinga entre las verdades y las mentiras de unos y de
otros, solo proyectan sombras. Con esta acción se liquida la libertad
de expresión, se cercena la posibilidad de defender ideas diferentes, se
liquida la posibilidad de que el resto de empleados se puedan enterar de
aquellas informaciones parcialmente incorrectas o simplemente falsas. La
realidad en algunas compañías, es una ilusión mental que se manipula y se vende
según los intereses de dichos directivos. Esto sucede básicamente porque los
organigramas de mando están fundamentados básicamente en la obediencia y no
en la capacidad, ya que la disensión se castiga y persigue como un mal que
puede desviar las metas que fijan dichos directivos, aunque sean erróneas por
lo que dicen dichos indicadores económicos.
Hoy por ejemplo se ha
publicado en un periódico la siguiente noticia, https://bit.ly/2U8k3w7,
la
cual es el fiel reflejo del producto de dicha desinformación y manipulación que
se hace de la realidad. Cuando una persona trata de encontrar y revelar lo que
mucha gente no entiende ni comprende. Ese grupúsculo pequeño de directivos
en las compañías que dirigen el destino de los empleados, se unen frente a
aquello que amenaza el status quo que representan, cuando los resultados
económicos no acompañan y no se quieren mostrar al resto de empleados para que
fijen su criterio. Al final esta situación
lo único que genera es desafección, falta de compromiso y pérdida de
intangibles en las compañías, con la consiguiente empobrecimiento que esto
representa para los diferentes stakeholders de la compañía como son
(inversores, accionistas, empleados, etc.). Las presentaciones de
resultados no pueden estar fundamentadas en la ausencia de métricas económicas
que permitan entender lo que sucede, ya que lo único que se proyecta hacia los
mismos es la ausencia total de información que permita a los empleados generar
un estado de opinión de lo que sucede.
Para terminar este post,
decir que López Otín, es una punta de lanza de lo que sucede hoy en la
sociedad, el abotargamiento y ausencia de crítica por la desinformación que
sufre la población está llevando a la sociedad, compañías y personas a un
empobrecimiento generalizado. Así pues, necesitamos como dice López
Otín un “ikigai”, término japonés que
significa propósito de la vida…Ya que cuando una persona se queda sin propósito,
se queda vacío sin vida. La falta de información real nos conduce hacia ese
destino.
Ya lo dijo Carlos
López Otín: “Personalmente no creo, ni lo he pensado nunca, que haya un
hallazgo que vaya a cambiar nada mi vida, ni creo que lo encuentre nunca. Acudo
cada mañana a abrir el laboratorio con la sensación de que va a ser un gran
día. Hoy va a ser un día especial. Pero no por ese grandísimo descubrimiento,
sino porque aunque sea pequeño va a permitirnos la emoción de descubrir algo
que se va a sumar a lo que ha descubierto otro y así vamos a crecer”.
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