El crack de 1929 en Estados Unidos y la consecuente crisis económica que desató, afectó de manera formidable a toda la economía mundial. Pero su alcance excedió el ámbito estrictamente económico: vista la dimensión del colapso financiero, se derrumbaron también las seguridades y certezas de una sociedad optimista y arrogante, que hasta entonces se presentaba como el ejemplo inmejorable de las posibilidades que puede brindar el capitalismo. Las consecuencias sociales de la crisis que aquí recordamos con palabras del humorista Groucho Marx fueron dramáticas: tres años más tarde, la producción industrial norteamericana había descendido en un 50%, las compañías no podían renovar sus viejas máquinas, el sistema bancario se derrumbó con la quiebra de más de 10.000 bancos, la desocupación pasó de 4 millones en 1929 a 13 millones en 1930 representando el 25% de la masa laboral. En varios países, los efectos de la crisis ayudaron a activar intensos conflictos políticos. Si en el caso argentino contribuyó a desacreditar al gobierno de Hipólito Yrigoyen, en Alemania dio impulso al ascenso de Hitler. En la poscrisis, nada sería igual. El capitalismo mundial se reestructuraba con la creciente intervención de los estados en la organización de las economías. El mundo se preparaba para dar lugar a aquellas ideas que cuestionaban el anterior ideario económico liberal: surgía así el keynesianismo. El humorista Groucho Marx -aquel del célebre “estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”- recordaba aquella jornada con su marcada ironía de la siguiente forma:
“Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar. Un día, con cierta timidez, hablé con mi agente de bolsa: No sé gran cosa sobre Wall Street, pero qué es lo que hace que esas acciones sigan subiendo. ¿No debería haber una relación entre las ganancias de las empresas, sus dividendos y el precio de venta de las acciones? Me contestó: Sr. Marx, tiene mucho que aprender acerca del mercado de valores. Lo que usted no sabe serviría para llenar un libro. Éste ha cesado de ser un mercado nacional. Ahora somos un mercado mundial. Recibimos órdenes de compra de todos los países de Europa, de América del Sur e incluso de Oriente.
De vez en cuando, algún profeta financiero publicaba un artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban ninguna proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe bajar. Pero apenas si nadie prestaba atención a estos conservadores tontos y a sus palabras idiotas de cautela. Incluso recuerdo una frase de Barney Baruch, mago financiero americano, «cuando el mercado de valores se convierte en noticia de primera página, ha sonado la hora de retirarse».
Un día concreto el mercado comenzó a vacilar. Así como el principio del auge, todo el mundo quería comprar, al empezar el pánico todos querían vender. Luego el pánico alcanzó a los agentes de bolsa y empezaron a vender acciones a cualquier precio. Yo fui uno de los afectados. Luego de un martes espectacular, Wall Street lanzó la toalla y se desplomó.
Eso de la toalla es una frase adecuada, porque para entonces todo el país estaba llorando. Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo tuve más suerte. Lo único que perdí fueron 240 mil dólares (o 120 semanas de trabajo).”
Según la agencia Reuters, la economía de Estados Unidos perdió la asombrosa cifra de 22 millones de empleos en el mes de abril, es la caída más pronunciada de empleo desde la Gran Depresión del año 1929, y el signo más destacado de cómo la nueva pandemia del COVID-19 está golpeando a la economía más grande del mundo. Es el peor dato desde que se empezaron a guardar registros en 1948. Solo dos meses antes, en febrero, el paro alcanzaba un mínimo histórico del 3,5%. Hasta entonces, la economía estadounidense había creado ininterrumpidamente empleo durante 113 meses. La pandemia ha borrado en un solo mes todos los empleos creados después de la Gran Recesión de 2008 y 2009. Durante aquella recesión, Estados Unidos perdió 8,7 millones de puestos de trabajo, alcanzando la tasa de paro un pico máximo del 10% en octubre de 2009. Fue la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Ahora, la pérdida es el doble y solo en un mes. El impacto del desempleo se ve de semana en semana, desde hace dos meses, un total de 33 millones de personas han solicitado el desempleo. Sin embargo, este viernes, los datos de la tasa de paro del primer mes entero afectado por las medidas de confinamiento y parada de la actividad impuestas por la pandemia, ofrecen una visión más completa, pues proceden de una macroencuesta en hogares y empresas. En estos últimos 11 años, los datos de empleo entre las minorías raciales habían mejorado sustancialmente, algo de lo que le gusta presumir al presidente Trump, sin embargo, el azote de la pandemia tampoco ha conservado eso. El desempleo entre los hispanos se dispara a un 18,9%, y entre los afroamericanos sube a un 16,7%. Entre los blancos, es un 14,2%. El informe que ha difundió el gobierno advierte que muchas personas que perdieron el empleo en abril, pero no buscaron trabajo, ni siquiera están incluidas en la tasa de desempleo. El impacto de las pérdidas se reflejó en la caída de la proporción de estadounidenses en edad laboral que tienen trabajo: apenas 51,3%, la más baja desde que se llevan estadísticas. En el mes de marzo, un sorprendente 69% de trabajadores que perdieron sus empleos abandonaron la fuerza laboral, según el análisis de la economista Sophia Koropeckyj de Moody's de los datos laborales. Goldman Sachs espera que una tasa más amplia del desempleo, que incluye a los trabajadores desanimados que no buscan trabajo y a los trabajadores a tiempo parcial que desean puestos de tiempo completo, así como a los desempleados, salte a un récord del 29%. En el informe publicado hoy de la distribución de dicho desempleo dice que: el sector de la hostelería sigue siendo el más afectado, con 7,7 millones de empleos perdidos. Pero el comercio minorista pierde 2,1 millones; la industria, 1,3 millones, y también el sector público se deja casi un millón de empleos. Incluso en el sector de la sanidad se perdieron 1,4 millones de puestos de trabajo, al descender la actividad en servicios rutinarios mientras los recursos se concentran en la atención de urgencia por la pandemia.
Dos son los caminos que las compañías norteamericanas han emprendido para tratar de paliar el problema del COVID-19, el primero es suspender o reducir el dividendo y otro es el lanzamiento de programas con el fin de amortizar acciones, esta segunda acción ha levantado protestas por una cuestión que explicaré más adelante. Las compañías que suspenden o reducen el dividendo no paran de crecer en el mercado estadounidense, la última en anunciarlo ha sido el gigante del ocio y entretenimiento Disney. El beneficio trimestral ha caído un 91% por el cierre de parques debido al Covid-19, hasta 424 millones de euros. El consejo de administración de la compañía anunció que no se abonará el dividendo semestral como consecuencia de las graves perturbaciones causadas por la pandemia de Covid-19. La multinacional calcula que la cancelación del dividendo semestral permitirá preservar unos 1.600 millones de dólares (1.475 millones de euros). Incluso el banco estadounidense JP Morgan estudia suspender su dividendo este año, algo no conocido en toda su historia, iniciada en 1895. Otra de las compañías que ha suspendido dividendo ha sido General Motors, la cual comunicó a los mercados que suspendía el dividendo trimestral en efectivo sobre sus acciones ordinarias y sus recompras de acciones para ahorrar efectivo frente a la crisis del coronavirus que ha afectado gravemente las ventas mundiales de automóviles. Las compañías del Índice S&P 500 que este año recortaron el dividendo son 15 y las que lo suspendieron son otras 29. Según Howard Silverblatt, analista senior de índices S&P Dow Jones Indices, suponiendo que las suspensiones y los recortes duraran un año, los inversores del índice S&P 500 perderían casi 37.000 millones de dólares en dividendos. Desde el banco estadounidense Goldman Sachs estiman que los dividendos del índice S&P 500 disminuirán en un 25% en el balance final de 2020. Según sus cálculos, estos pagos crecieron un 9% durante el primer trimestre de este año, “sin embargo, esperamos una ola de suspensiones, recortes y eliminaciones de dividendos que darán como resultado que estos pagos disminuyan en un 38% durante los próximos nueve meses”, explican en un reciente informe.
La segunda de las acciones que están tomando algunas compañías de hace años han sido las recompra de acciones corporativas, uno de los principales impulsores del mercado alcista en los últimos 11 años, acción popular entre accionistas y directivos. Sin embargo, el COVID-19 ha aniquilado dicha acción, ya que las compañías tienen que preservar la liquidez con él fin de poder reaccionar a los imprevistos de la pandemia en la economía. En el año 2018, las recompras de acciones aumentaron a raíz de los recortes de impuestos corporativos en Estados Unidos en un 55%, hasta alcanzar un récord de 806.000 millones de dólares (742.000 M€), en el año 2019 se llevaron a cabo acciones de compra por valor de 729.000 millones de dólares. Sin embargo, después de recomprar más de 2 billones de dólares en acciones en los últimos tres años, las compañías estadounidenses han cerrado los grifos a medida que aumentan las presiones económicas y políticas. Se pensaba que el año 2020 podría ver nuevo récord de compra, pero Goldman Sachs ahora estima que la actividad de recompra se reducirá aproximadamente a la mitad a 371.000 millones de dólares. El COVID-19 ha pausado las recompras de acciones, dado que las compañías necesitan conservar efectivo a medida que sus ingresos disminuyen. Esta situación está generando cierto malestar en algún sector económico, por ejemplo, en el sector de las aerolíneas. El grupo American Airlines está buscando más de 50.000 millones de dólares en ayuda gubernamental, sin embargo, el hecho de que las aerolíneas más grandes de Estados Unidos gastaran casi 45.000 millones de dólares en recomprar acciones y pagar dividendos en los últimos cinco años es una situación que genera ira entre diversos sectores de la sociedad. Una situación muy similar a la que sucede en Europa con el plan de estímulo económico que se va a lanzar en Europa, por importe de 1,5 billones de euros. Francia, Dinamarca y Holanda no quieren que se ayude o intervengan compañías que paguen dividendos. Según datos de Bloomberg, las aerolíneas más grandes de Estados Unidos han gastado el 96% de su flujo de caja durante la última década en recompras de acciones. Del mismo modo, el gigante aeroespacial Boeing, que solicitó un rescate de 60.000 millones de dólares, gastó 11.700 millones de dólares en recompras de acciones en los últimos dos años. Dichas compañías no volverán a comprar acciones en el corto plazo, las compañías que han recibido ayuda gubernamental de emergencia se les ha prohibido volver a comprar sus propias acciones hasta un año después de haber pagado los fondos de los contribuyentes. "No quiero dar un rescate financiero a una empresa y luego que alguien salga y use ese dinero para recomprar acciones de la empresa y aumentar el precio y luego obtener un bono", dijo Trump. Su rival en las elecciones presidenciales de noviembre, Joe Biden, fue más allá, "pidiendo a cada CEO en Estados Unidos que se comprometa públicamente ahora a no recomprar las acciones de su compañía en el transcurso del próximo año". Las recompras corporativas ayudaron a aumentar el valor de los índices durante tiempo y mercados alcistas en los últimos 11 años hasta que llegó el COVID-19. En consecuencia, la reducción de las recompras probablemente signifique una mayor volatilidad y valoraciones de capital más bajas, dice Goldman Sachs. Para el estratega de Jefferies, Chris Wood, esta acción significa el "fin al crecimiento de ganancias falso" generado por las recompras.
Los enormes recortes de impuestos fiscales introducidos por la administración Trump a finales del año 2017, no han servido para invertir y desarrollar una inversión productiva como por ejemplo en I+D u otras variables generadoras de riqueza, sino que la clase directiva de las compañías lo utilizaron para recomprar acciones con el fin de elevar los precios de estas y conseguir el bonus relacionado con dicho indicador. Las recompras de acciones han tomado cada vez más el lugar de los dividendos en las últimas décadas y hay razones económicas para eso. En primer lugar, las recompras reciben un tratamiento fiscal más favorable, en segundo lugar, ofrecen a las compañías mayor flexibilidad. El debate de recompra de acciones, "pasó de ser una cuestión puramente económica a una cuestión ética", dice Sanford Bernstein. "El papel del gobierno en los mercados financieros no se puede volver a empaquetar una vez que todo haya terminado", dice, y esto puede "cambiar el rumbo de las primeras opiniones de los accionistas sobre las economías".
Lo que parece cierto, es que el COVID-19 está generando en Estados Unidos un problema económico enorme que como en el resto del mundo, tratan de abordar eludiendo deshacerse de la liquidez en las compañías. Ello es debido a que la pandemia muta y cambia el escenario económico de forma dinámica, sin que se atisbe a ver todavía una salida en dicha sociedad norteamericana. Todo lo contrario de lo que sucede en España, donde alguna compañía (Telefónica) se permite pagar dicho dividendo con un apalancamiento excesivo y una disminución del beneficio en el primer trimestre del 2020 del 56,2% https://bit.ly/35HUjON
Para terminar, hay que decir que creo que habrá que sacar la toalla como Groucho Marx al comienzo del post, …Ya que algunos tendrán que secarse las pocas lagrimas que les queden después de lo que llevan perdido y perderán económicamente.
Ya lo dijo Rudyard Kipling: “Tengo seis honestos sirvientes (ellos me enseñaron todo lo que se): Sus nombres son Qué, Por qué, Cuándo, Cómo, Dónde y Quién”.
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