Probablemente el nombre de
este virólogo nacido en Nueva York en 1914 no le diga nada, pero gracias a él,
millones de personas han conseguido salvar sus vidas. Se trata del hombre
que desarrolló la vacuna contra la polio en 1955, una enfermedad que se
había convertido en una plaga en su país natal: en 1952, el peor año que se
recuerda, más de 3.000 personas murieron y alrededor de 21.200 sufrieron las
secuelas del brote durante toda su vida. Entre estos enfermos se encontraba el
presidente estadounidense, Franklin Delano Roosevelt. Salk comenzó su
investigación en el año 1948 tras recibir un encargo de la Fundación Nacional
para la Parálisis Infantil y durante los siete años siguientes se dedicaría en
cuerpo y alma a conseguir la tan anhelada vacuna. En su estudio participaron
20.000 médicos, 64.000 académicos y 1.800.000 niños que recibieron las primeras
pruebas. El 12 de abril de 1955 la noticia del descubrimiento de la vacuna se
hizo pública: aunque hoy nos parezca algo totalmente superado, esta fue
recibida con una alegría inusitada desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Pero si Salk se convirtió en un héroe no es sólo por haberse dedicado a su
obligación como médico, sino por su absoluto rechazo a monetizar el
descubrimiento. Uno de los nombres claves en la historia de la
medicina moderna rechazó patentar la vacuna para garantizar que esta llegara a
toda la población. Cuando se le preguntó que quién poseía la patente, respondió:
“No hay patente. ¿Se puede patentar el sol?”.
Ayer se publicaba la carta del presidente de Telefónica relatando los éxitos acaecidos durante el año 2019 y parte del 2020, ya que una parte importante de los supuestos éxitos han transcurrido durante estos primeros cinco meses del año en curso. De dicha carta me quedo con algunos párrafos que me parecen que esconden mucho más que lo que en principio dicen. El primero de ellos es el siguiente:
“Atendimos las expectativas financieras de nuestros millones de accionistas y optamos por mantener el dividendo de 0,40 euros por acción. Sabemos que muchos de ellos cuentan con los ingresos derivados de sus acciones como parte importante de su renta”.
La primera cuestión que hay saber para analizar el potencial valor creado por dicha gestión en el año 2019 es saber cómo cotizaba la acción el día 2 de enero del 2019, 7,406 euros. El 31 de diciembre del 2019 la acción cerró con una cotización de 6,227 euros, lo cual nos dice qué en el año en curso de la presentación de resultados, la acción sufrió una depreciación del 15,91%, que sumado a la depreciación anterior que viene arrastrando la acción desde que el actual equipo directivo está al frente de la compañía, alcanza el 33,11%, desde el 8 de abril 2016 hasta el 31 de diciembre del 2019. Si un accionista tiene acciones de Telefónica y sufre la depreciación arriba indicada, es difícil de entender que necesite un dividendo de 0,40 € como necesidad vital cuando observa que su principal (el valor de las acciones) ha sufrido tal depreciación. El dividendo en este caso poco compensará la pérdida de valor sufrido por el valor de las acciones. Dicha pérdida de valor vulnera un principio básico de un célebre inversor, Warren Buffett, “Regla nº1 nunca pierdas dinero”, ya que toda pérdida merma la capacidad de multiplicar su dinero en el futuro, pues hay menos con lo que jugar al juego del interés compuesto, el verdadero maná de la bolsa. Con la pérdida de valor de las acciones de Telefónica, dicho principio no se cumple, ya que ilustra quizás muy certeramente lo que no se está haciendo con respecto al 1.200.000 accionistas que tiene la compañía, y que están viendo como su patrimonio merma un día sí y otro también por el devenir de la operadora en los mercados bursátiles.
El siguiente párrafo en el que me quiero detener es el siguiente:
“Sabemos que la razón de ser de una empresa es producir riqueza y aportar valor a sus accionistas, pero también a toda la comunidad de la que forma parte”.
La ”Teoría de los Stakeholders” tiene sus orígenes en un estudio realizado por Howard R. Boweniquien en el año 1953, en el mismo sugirió que las compañías deberían tomar en cuenta las consecuencias sociales de sus decisiones. Las etapas por la que ha pasado el concepto de responsabilidad social como corriente, ha sido primeramente por una etapa filosófica (década de los sesenta), seguida de una etapa en la que se especificaron las responsabilidades de las empresas y se trasladó el discurso filosófico a la gestión empresarial (década de los setenta), luego se presentó una tercera etapa en la que se integra el discurso socialmente responsable a la dirección estratégica a través de la “Teoría de los Stakeholders” (década de los ochenta). A partir de los años noventa, ya no se considera a la responsabilidad social empresarial como un fenómeno aislado dentro de la empresa, sino que atraviesa transversalmente a las diferentes áreas de la organización. Fue en el año 1996, cuando el filósofo y padre del management moderno Peter Drucker complementa este punto de vista afirmando que “cada organización debe asumir la plena responsabilidad por el efecto que tenga en sus empleados, en el entorno, en los clientes y en cualquier persona o cosa que toque. Eso es responsabilidad social”. La “Teoría de los Stakeholders” es que en sus inicios nació con vocación de ser una teoría estratégica de gestión, como bien señala uno de los principales precursores de esta, Richard Edward Freeman. Él definió el término stakeholder, en su obra, “Strategic Management: A Stakeholder Approach”, una obra considerada hoy en día como un clásico en el tema: un stakeholder es “cualquier grupo o individuo que puede afectar o ser afectado por el logro de los objetivos de la empresa”. Esta teoría, en primer lugar, permite pensar un nuevo paradigma empresarial, donde existe una comprensión de la empresa plural. Por tanto, la empresa no es cosa de uno (accionista o propietario), ni exclusivamente de dos (propietarios y trabajadores), si no que la empresa debe ser entendida desde a pluralidad de “agentes” ―los que afectan― que intervienen en ella y, por tanto, la hacen posible, así como desde todos aquellos “pacientes” ―los que son afectados― por la organización empresarial. Otra cuestión no menor es la teoría nos permite además comprender que entre los distintos stakeholders que configuran la compañía se establecen una serie de relaciones que pueden ser entendidas desde la perspectiva no sólo del contrato jurídico o del contrato social, sino del contrato moral. Es decir, entre los distintos stakeholders que configuran la organización empresarial existen expectativas recíprocas de comportamiento, algunas de ellas con carácter legítimo que deberán ser satisfechas desde dentro del marco de las relaciones empresariales. Por tanto, nos muestra como no son sólo intereses económicos sino también de otro tipo. Relacionado con esto último, mediante la Teoría de los Stakeholders es fácil vislumbr la existencia de una responsabilidad social, entendida en sentido ético, de la organización empresarial. Todo lo dicho anteriormente casa muy mal con actos como los descritos en la siguiente noticia https://bit.ly/2zCQlv1, esas personas forman parte como colectivo del grupo de interés de Telefónica. Además en una situación como la actual, donde el COVID-19 ha dejado multitud de damnificados en la sociedad española como recoge la propia Unión Europea en sus estimaciones para el fondo de ayuda que habilitará para nuestro país (140.000 M€), es difícil de entender dicha acción. Como bien recoge la teoría de Freeman, son un grupo de personas afectadas por el logro de los objetivos de una compañía y no precisamente con alto poder adquisitivo.
Otra de las cuestiones importantes que quiero resaltar que viene en dicha carta e s la siguiente:
“O que hay más fibra en las zonas rurales de España que en la media de las zonas urbanas de Europa”
Si en el despliegue de redes de fibra óptica, España es uno de los países del mundo que tienen una mayor capilaridad, según datos de la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC), en el cuarto trimestre del año 2019 había un total 51.208.838 accesos, de los que Telefónica poseía 23.133.086 accesos. Sin embargo, en el ámbito rural la cosa es diferente, existe todavía un amplio gap de despliegue y mejora ocasionado principalmente por un problema demográfico que difícilmente cubre los gastos de despliegue de dicha tecnología. Por esa situación se hace imprescindible recurrir a iniciativas como la Joint Venture que se estableció en la provincia de Cantabria con el operador Adamo, el Gobierno Regional y la eléctrica Viesgo en el año 2017. La eléctrica facilita su infraestructura de postes de hormigón para el despliegue de dicha red con una amplia capilaridad, abaratando considerablemente los costes de dichos despliegues, y el gobierno de Cantabria facilita a lo largo de los tres años que dura dicho proyecto un total de 40 millones de euros para financiar el mismo. https://bit.ly/2yEozOm Formulas como estas son las que posibilitan que el retraso digital en determinadas áreas del territorio español sea superado, permitiendo el acceso a capas de población que sino fuese por ejemplo de esta forma quedarían descolgados de la revolución digital. Este tipo de iniciativas desgraciadamente no son muy conocidas en todo el territorio nacional, quizás sería un buen ejemplo de estudio para poder llegar más rápido con dicha tecnología a toda la sociedad.
Otra de las cuestiones importantes que quiero resaltar que viene en dicha carta a los accionistas es la siguiente:
“O que hay más fibra en las zonas rurales de España que en la media de las zonas urbanas de Europa”
Si en el despliegue de redes de fibra óptica, España es uno de los países del mundo que tienen una mayor capilaridad, según datos de la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia (CNMC), en el cuarto trimestre del año 2019 había en total 51.208.838 accesos, de los que Telefónica poseía 23.133.086 accesos. Sin embargo, en el ámbito rural la cosa es harina de otro costal, existe todavía un amplio gap de despliegue y mejora ocasionado principalmente por un problema demográfico que difícilmente cubre los gastos de despliegue de dicha tecnología. Por esa situación se hace imprescindible recurrir a iniciativas como la una Joint Venture que se estableció en la provincia de Cantabria con el operador Adamo, el Gobierno Regional y la eléctrica Viesgo en el año 2017. La eléctrica facilita su infraestructura de postes de hormigón para el despliegue de dicha red con una amplia capilaridad, abaratando considerablemente los costes de dichos despliegues, y el gobierno de Cantabria facilita a lo largo de los tres años que dura dicho proyecto un total de 40 millones de euros para financiar el mismo. https://bit.ly/2yEozOm Formulas como estas son las que posibilitan que el retraso digital en determinadas áreas del territorio español sea superado, permitiendo el acceso a capas de población que sino fuese por ejemplo de esta forma quedarían descolgados de la revolución digital.
Por último, quiero centrarme en un párrafo que me parece muy importante, ya que se dan en el mismo por cierto ciertas cuestiones que para nada yo creo que estén probadas. El mismo dice lo siguiente:
“Pero este repaso de la etapa reciente y de los retos inmediatos que nos aguardan quedaría incompleto si no manifestara la gratitud hacia los destinatarios de esta carta, los propietarios de Telefónica, sus accionistas. Su confianza y su respaldo, a veces expresos y en ocasiones tácitos, han sido las premisas que han hecho posible todos y cada uno de los logros conseguidos”.
La primera reflexión que me viene a la mente es que los apoyos expresos son aquellos que vienen manifestados de forma como bien dice la palabra “expresa”, aquí se podrían incluir a todas aquellas personas que hacen manifestación expresa y pública de dicho apoyo, sin embargo, cuando se hace referencia al apoyo tácito se incurre en una cierta falacia. Los apoyos tácitos son aquellos que según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), “Callado, que no se expresa formalmente, sino que se supone o sobreentiende: acuerdo tácito de silencio”. La pregunta que me hago es, ¿cómo sabe una persona que lidera una compañía que esta siendo apoyada de forma tácita si dicho apoyo no se manifiesta? La única respuesta que me parece fiable es con hechos o acciones que apoyen lo que uno está haciendo. En este caso no hay mejor forma para apoyar la labor de un directivo que lidera una compañía que, comprar acciones de esta y respaldar la gestión que se está realizando. Esta acción la realizó por ejemplo Isidro Faine en el mes de agosto del año pasado cuando Telefónica rompió el soporte de los 6 euros y se gastó 13 millones de euros de Criteria en defender la misma. Posteriormente, a finales de septiembre dejó de comprar y estuvo seis meses de brazos caídos sin comprar acciones hasta que el 27 de marzo del 2020 volvió a comprar, hecho que recogía la prensa https://bit.ly/2VElSnu Casualmente, 10 días después de que el gobierno decretase el Estado de Alarma con un blindaje de todos los sectores estratégicos del país, entre los cuales está Telefónica. Otro hecho ilustrativo de lo que digo lo hizo un miembro del Consejo de Administración invirtiendo 25 millones de euros https://bit.ly/2M5vZxp Por lo tanto, es la compra de acciones un hecho que refuerce de forma tácita la gestión del actual equipo directivo en Telefónica… Obviamente no, la acción ha caído a niveles desconocidos, marcando un mínimo de 3,68 euros el 16 de marzo. Entonces, si no existe ese “placet” a la gestión por parte de la mayoría (1.200.000 accionistas) que integran la propiedad de la compañía, vuelvo a preguntar, ¿Cómo uno se puede arrogar el apoyo tácito cuando no existen ni hechos ni palabras que apoyen dicha gestión?... Desde la toma de posesión del equipo directivo actual el 8 de abril del 2016, el precio de la acción de la compañía sufre una minusvalía del 53,70%.
Para terminar el post decir, que quizás nos sobre en la sociedad publicidad y nos falte realismo, pero es un quizás un rasgo de la cultura mediática que nos intenta someter. Al contrario que Jonas Salk con su vacuna, todo se “monetiza”… Hasta la verdad.
Ya lo dijo Aristóteles: “La única verdad es la realidad”.
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