Hace unos años, ABC Home Furnishings, empresa minorista estadounidense,
permitió que dos investigadores de la Universidad de Harvard hicieran un
experimento sobre dos juegos de toallas. Uno de los juegos llevaba la etiqueta “Justo
y equitativo” y el mensaje: “Estas toallas se fabricaron en condiciones
de trabajo justas, en un entorno de trabajo seguro y salubre, exento de
discriminación, donde la dirección se comprometió a respetar los derechos y la
dignidad de los trabajadores”. El otro juego de toallas no tenía
ninguna etiqueta. Durante cinco meses, los investigadores estudiaron lo que
ocurría cuando se mezclaban ambos lotes, cambiando la etiqueta de uno a otro y
aumentando el precio. Comprobaron que no sólo las ventas de las toallas con la
etiqueta de "Justo y equitativo" aumentaban considerablemente sino
que también aumentaban cada vez que se subía su precio. Ese no fue más que un
experimento, pero ilustra un par de verdades importantes: la gente está
dispuesta a pagar más por productos y marcas de empresas con estándares éticos
superiores y, a paridad de precios, elige las marcas con esos estándares.
Si se busca Coca-Cola en Google en inglés se encuentran los siguientes resultados:
437.000.000 de resultados, dentro de las cuales, existen páginas que abordan factores
de la compañía como son los empleados, el medio ambiente, etc. Los
ciudadanos cada vez están más interesados en el comportamiento de las compañías,
los estándares éticos se han convertido en un intangible de valor enorme, en
una sociedad que cada vez toma más protagonismo en su destino con el fin de que
la misma sea cada vez más justa. Toda esa información en la web de Google,
es de acceso libre, está organizada y se presenta en nuevos y esclarecedores
formatos digitales. Actualmente, más que nunca, las compañías
tienen que ser honestas y sinceras respecto a su comportamiento. La
mayoría de los consumidores puede buscar, recabar y distribuir información (ya sea en imágenes o palabras) con
una gran facilidad a través de las redes sociales. Si una compañía
por ejemplo, explota el trabajo infantil para fabricar sus productos, tarde o
temprano, alguien pondrá una foto de algún niño en una de sus fábricas que se
difundirá por las redes sociales y la compañía pagará un precio elevadísimo por
ello. Eso es lo que se conoce como transparencia, pero para las
generaciones últimas nacidas en un entorno digital, es un derecho que lleva implícito
la facilidad que da la tecnología para que dichas prácticas sean denunciadas.
En un
momento como el actual, donde el capitalismo está siendo tan cuestionado por acciones
reprobables de algunos CEOs en la gestión de la Responsabilidad Social
Corporativa (RSC) de la compañía a la que representan, los estados
han tenido que dar un paso al frente para proteger a las mismas con el fin de
que no entrasen en la órbita de otras o fondos de inversión especulativos, con capacidad para
adquirir a las mismas. La capitalización de las mismas está en mínimos después del desplome bursátil sufrido por el COVID-19. Un ejemplo de lo dicho anteriormente lo encontramos con el caso de la compañía norteamericana BOEING, su capitalización es de 78.200 millones de dólares
(71.247 millones de euros). La
pandemia ha puesto al descubierto una gestión
sin principios a la sociedad a la que sirven con sus productos, como es la fabricación
aviones con una garantía de seguridad donde ha primado el engaño y fraude frente a la seguridad de los pasajeros
por encima de cualquier otra variable. Los dos accidentes ocurridos con el
BOEING 737 Max en octubre de 2018, de Lion Air produjo la muerte de 189
personas y el segundo siniestro en marzo del año 2019 de la aerolínea Ethiopian
Airlines, produjo la muerte de 157 personas. La investigación realizada posteriormente puso en evidencia toda una serie de carencias y corrupciones que se
relatan muy bien en el siguiente video https://bit.ly/3d6GI5U
La Responsabilidad Social Corporativa (RSE)
surge en los Estados Unidos a finales de los años 50 y principios de los 60, a
raíz de la Guerra de Vietnam y otros conflictos mundiales, como el apartheid.
Despierta el interés en los ciudadanos que comienzan a creer que, a través de
su trabajo en determinadas compañías o comprando algunos productos, están
colaborando con el mantenimiento de determinados regímenes políticos o con
ciertas prácticas políticas o económicas éticamente censurables. La
sociedad comienza a darse cuenta del impacto de las empresas u organizaciones
en su entorno y piden una mayor revisión de este efecto. Así nace la
responsabilidad social empresarial, como una tendencia que no debe ser
interpretada como una moda pasajera o un capricho. El concepto de dicha (RSC)
es acuñado por primera vez en el año 1953 por el estadounidense Howard R. Bowen, economista americano y llamado padre de la Responsabilidad
Social Empresarial (RSE), en su obra "Social Responsibilities of the Businessmen" en la
que el autor apelaba a la responsabilidad social de las compañías para producir, no sólo bienes y servicios, sino
devolver a la sociedad parte de lo que ésta les había facilitado.
La ética y los valores empresariales empiezan a tratarse en el mundo
universitario y es en los años 60 y 70 cuando realmente se desarrolla el debate
académico sobre los fines de la empresa. Las contribuciones más
notables a la definición del concepto de (RSC) se dieron a partir de la
década de 1970 e incluyeron las obras de Archie Carroll, Davis, Eells y Walton, Johnson,
Preston y Post, Sethi y Steiner. Es el año 1979 cuando Carroll define por
primera vez las responsabilidades de la empresa como económicas, legales,
éticas y filantrópicas, haciendo hincapié en la voluntariedad de la ética y la
filantropía al situarlas a continuación de la legalidad. Fue
Carroll quién desarrolló la "Teoría de la pirámide"
(1991) en la que plantea estas cuatro
clases de responsabilidades sociales de las compañías vistas como una pirámide,
hay
responsabilidades que se encuentran en el fondo de la pirámide y que son, por
tanto, la base sobre la que se apoya otro tipo de responsabilidades. Durante
la década siguiente se continúa profundizando en estas ideas y se
integra el discurso socialmente responsable a la dirección estratégica a través
de la introducción de la Teoría de los Stakeholders (grupos de interés, Freeman,
1984) que, desde un punto de vista todavía
instrumental, habla de tener en cuenta a los diferentes grupos afectados por la
empresa que pueden contribuir a sus logros como clientes, sociedad o empleados. A partir de los años noventa deja de
ser un fenómeno aislado dentro de la compañía, y pasa a ocupar de forma
transversal a las diferentes áreas de la misma. En 1996, Peter Drucker, el padre
de management moderno, complementa este punto de vista afirmando que "cada
organización debe asumir la plena responsabilidad por el efecto que tenga en
sus empleados, en el entorno, en los clientes y en cualquier persona o cosa que
toque. Eso es responsabilidad social".
La compañía BOEING tenía 160.000
empleados, y su influencia en el capitolio de los Estados Unidos es considerable, es
uno de los jugadores más importantes en el juego de influencia (loby) de Washington,
se gasta millones de dólares al año con el fin de presionar al Congreso y al poder
ejecutivo. En el año 2018 la compañía se gastó en influir en el poder legislativo
una cantidad superior a los 15,1 millones de dólares, según muestran registros
federales. En el ranking que se hace sobre quienes son los que hacen mas presión dentro del Capitolio, se ubica en el puesto número 10 en
actividades de lobista en Washington desde el año 1998, según el ranking
realizado por el Center for Responsive Politics. Su puesto queda muy por detrás
de los grandes grupos comerciales, como la Cámara de Comercio de Estados Unidos y la
Asociación Americana de Hospitales, pero por delante de algunos de sus
competidores en el lucrativo negocio de defensa del gobierno, como Lockheed
Martin. En la investigación llevada a efecto sobre la compañía por los
fallos en la construcción del BOEING 737 Max, ha quedado claro
para el regulador Federal Aviation Administration (FAA), la
negligencia en la fabricación de dicha aeronave con el sistema MCAS que
controlaba el estabilizador de dicha aeronave. Mientras 8.600 vuelos se realizaban por parte de las líneas aéreas, el fabricante ocultaba fallos
gravísimos en el funcionamiento de dicho sistema. Un año después del
primer accidente de la línea Lion Air, comparece obligado ante un
Congreso de los Estados Unidos furioso, el presidente de BOEING, Dennis A. Muilenburg. En dicha
comparecencia se declaró culpable ante los Congresistas pero sin ninguna
consecuencia, una forma muy particular de asumir responsabilidades por otra
parte. Por desgracia esta forma es muy común dentro de la política y el mundo empresarial
actualmente. Su respuesta
fue muy clarificadora, cuando un Congresista le recriminó de forma insistente
que le dijera si había sufrido alguna penalización con un salario de 30
millones de dólares que ganaba al año, él contesto: “el problema no era una
cuestión de dinero”, ante la insistencia del Congresista y
la afirmación de que la Junta decidiría que consecuencias habría, el
Congresista afirmó que la Junta era la responsable. La
consecuencia de dicha comparecencia, fue el cese de dicho cargo dos meses después,
con
una indemnización de 62,2 millones de dólares. https://bit.ly/2SqKOOG Para Paul Argenti, profesor de
la
Dartmouth School of Business, BOEING
no había seguido los pasos habituales de cualquier comunicación de crisis. “Debe
coger a alguien de fuera para atraer una perspectiva fresca para salvar el día:
Muilenburg debió haberse ido hace mucho tiempo. Es parte del problema”, ha
sentenciado.
Contribucciones permitidas por Ley de las personas fisicas o juridicas
La compañía
norteamericana BOEING han sido condenada por la Organización Mundial
de Comercio (OMC), donde se reconoce en marzo del 2019 que; “Estados
Unidos ha hecho caso omiso a los requerimientos de la organización
multilateral, causando perjuicios a las ventas de Airbus en varias campañas a
lo largo del mundo y durante varios años. Por ejemplo, la OMC detalla en su
informe que «no han retirado las subvenciones EVE/IET con respecto a Boeing en
el sentido del párrafo 8 del artículo 7 del Acuerdo SMC”. Las
subvenciones hechas por el gobierno de Estados Unidos a dicha compañía según estimaciones del daño sufrido por su rival
Airbus se sitúan entre 15.000 y 20.000 millones de dólares https://bit.ly/3aNB1II
“La
industria aeroespacial de Estados Unidos, representa más de 2,5 millones de
empleos y 17.000 proveedores, en estos momentos afronta un reto urgente como resultado de la
pandemia de coronavirus”, señaló BOEING en un comunicado institucional. “Las
perspectivas a largo plazo para la industria siguen siendo sólidas, pero hasta que el tráfico mundial de
pasajeros se reanude a niveles normales, estamos tomando medidas para controlar
la presión sobre nuestro negocio. Estamos aprovechando todos nuestros recursos
para mantener nuestras operaciones”, señaló la compañía. Las aerolíneas de Estados Unidos han pedido al gobierno
ayudas por más de 50.000 millones de dólares para enfrentar al coronavirus https://bit.ly/35piC3C Las principales
aerolíneas, tanto de pasajeros como de carga, buscan el rescate
de la administración Trump a través de ayudas directas y garantías de
préstamos, a medida que la industria se tambalea por el brote de coronavirus. De
hecho advierten que podrían "quedarse sin dinero por completo en algún
momento entre el 30 de junio y el final de este año" en el peor de los
casos. Airlines for America (A4A), que representa a compañías que incluyen
Delta, United, American y Southwest, recomendó que las aerolíneas comerciales
reciban de inmediato hasta 25.000 millones de dólares en subvenciones para
compensar la reducción de liquidez y a medio plazo puedan acceder a otros
25.000 millones de dólares en préstamos de bajo o cero interés.
Lo que espera la sociedad actualmente es que cuando haya que abordar la famosa reconstrucción
de la economía española, no sea una “tabla rasa”, a la cual se puedan acoger compañías
que han llevado una gestión deficitaria y que ahora el dinero publico sirva
para rescatar las mismas sin que se hayan pedido responsabilidades al equipo
gestor después de la correspondiente auditoria que demuestre dichas carencias.
El parón económico tendrá consecuencias para todas las compañías,
máxime si tenemos en cuenta que todas se verán afectadas por una caída de la
demanda después del parón económico https://bit.ly/35mmHFZ
Sin embargo, existen algunas compañías que muestran datos internos microeconómicos
como son: demanda, competencia, disponibilidad y calidad de los proveedores,
confiabilidad de la cadena de distribución de la compañía, que están sanos y
son robustos, un ejemplo de esto es la compañía con mayor valor de capitalización
del IBEX-35, ZARA. Este
año sufrirá en sus cuentas la grave situación producida por del COVID-19, sin embargo, cuando
la recuperación aparezca aprovechara la misma mejor que ninguna, sin ayudas ni
socorro de ningún tipo durante la pandemia. La situación de crisis
del capitalismo en este momento, es consecuencia de abusos y gestiones
deficientes que han empañado y oscurecido dicha doctrina. Años de inhibiciones
por parte de gobiernos y reguladores, han generado una situación que ha
carcomido los cimientos de un capitalismo responsable con la sociedad.
Aquí la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) ha brillado por su
ausencia, más allá de acciones cosméticas con la sociedad, que lo
único que proyectaron fue una imagen que durante esta crisis se ha visto que no
había… Una vez se auditen dichas compañías.
Ya lo dijo Rosabeth Moss Kanter: “Las compañías que están rompiendo el molde
son aquellas que están viendo más allá de la responsabilidad social y hacia la
innovación. Estas empresas son la vanguardia de un nuevo paradigma: ven en las
necesidades de la comunidad oportunidades para desarrollar ideas y demostrar
tecnologías, para encontrar y servir a nuevos mercados y para resolver
problemas de negocio”.
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