Zahrul Fuadi es oriundo de Indonesia. En el año 2004 escapó del gigante tsunami en una moto “conduciendo tan rápido como podía” tierra adentro, mientras que las olas gigantes destruían su casa en la provincia de Aceh, en el oeste de su país, y mataban a varios de sus familiares y amigos en el camino.
Un año después (2005), gracias a una beca que ganó para terminar su doctorado en ingeniería en una universidad nipona, emigró a Japón para quedarse.
Y el destino quiso que el viernes 11 de marzo del año 2011 Fuadi se encontrase en Sendai. “He vivido en Japón durante seis años y había planeado volver a Aceh, pero la suerte quiso que soportara otro gran terremoto antes de volver a casa. A pesar de todo lo ocurrido, mi familia y yo tenemos mucho por lo que agradecer a Dios. Hemos sobrevivido a dos de los mayores desastres naturales de la historia”, declaró Fuadi al diario The Yakarta Globe.
A medida que los gobiernos de todo el mundo se abren paso a través de la crisis de COVID-19, han surgido nuevos modelos que muestran diferentes escenarios para la “desescalada” y el retorno a la normalidad de políticas y doctrinas que emanan de instituciones supranacionales como son el Banco Mundial, FMI, OCDE u organizaciones como los bancos de inversión como Morgan Stanley o Goldman Sachs, consultoras como McKinsey, Boston Consulting Group o Deloitte, etc. Un tema común en todas las propuestas que realizan dichas instituciones, es que los modelos que proponen contienen alguna variación entre la efectividad de la respuesta a la emergencia sanitaria y la efectividad de la respuesta económica en el otro extremo. Los resultados suelen ser una gráfica de la producción económica frente al tiempo en función de la velocidad y la trayectoria de las respuestas sanitarias y económicas. Sin embargo todos los modelos emplean un criterio quizás equivocado, utilizan el PIB para volver a esa ansiada normalidad. Sin embargo, ya existen señales preocupantes de que algunos gobiernos han estado rebajando los estándares ambientales y rescatando industrias contaminantes insostenibles, como forma de acelerar su salida de la crisis del COVID-19, con el fin de que el indicador del PIB refleje ese ansiado crecimiento. Este, es un crecimiento falso fundamentado en una desregulación del mercado donde las reglas se vuelven laxas, lo cual ha propiciado que nos hayan llevado a socavar los ecosistemas naturales en busca de recursos vulnerando las reglas mínimas de conservación de la naturaleza y el hábitat del ser humano, lo cual ha propiciado que dentro de las sociedades del mundo exista un problema como el COVID-19, el cual se ha extendido como una gran mancha de aceite.
Después de haber estado a
la vanguardia de las respuestas económicas durante la crisis bancaria en el año
2008 en Estados Unidos con la quiebra del banco de inversión Lehman
Brothers, y la crisis de la eurozona del año 2011, dichas
experiencias han demostrado que no se reconstruyo correctamente en un escenario
económico ante la crisis acaecida. En ambas crisis, mientras se evitaba una gran
depresión, los indicadores que se tomaron para paliar la misma no contemplaron indicadores
como; la desigualdad, la degradación ambiental, las medidas de felicidad
de los ciudadanos, etc., todos estos
continuaron en una trayectoria estructuralmente descendente. En
todo caso, los indicadores que se tomaron solo sirvieron para acelerar con
estímulos económicos de los contribuyentes, actores que tenían la etiqueta de "demasiado
grandes para quebrar", en lugar de buscar a nuevos actores económicos
que fuesen disruptores innovadores, los cuales con dichos fondos se les hubiese
permitido su desarrollo para generar un modelo económico sostenible. Para salir
de la crisis de COVID-19 se necesita
un modelo que aborde las raíces estructurales de esta crisis, no lo que se hizo
en la crisis de hace diez años. Una persona que defiende dicha teoría es el sociólogo
y economista Jeremy Rifkin, el mismo reclama una transformación radical
del sistema basado en el petróleo y en otros combustibles fósiles, esto permitiría
establecer modelos económicos más sostenibles. El establecimiento de fórmulas que
garanticen nuestra pervivencia en el planeta, en equilibrio con el medio
ambiente debe de ser la “guiadance” de la civilización humana.
Para Rifkin
el COVID-19, “No podemos decir que esto nos
haya cogido por sorpresa. Todo lo que nos está ocurriendo se deriva del cambio
climático, del que han venido advirtiendo los investigadores y yo mismo desde
hace tiempo. Hemos tenido otras pandemias en los últimos años y se han lanzado
advertencias de que algo muy grave podría ocurrir. La actividad humana ha
generado estas pandemias porque hemos alterado el ciclo del agua y el
ecosistema que mantiene el equilibrio en el planeta. Los desastres naturales
–pandemias, incendios, huracanes, inundaciones…– van a continuar porque la
temperatura en la Tierra sigue subiendo y porque hemos arruinado el suelo. Hay
dos factores que no podemos dejar de considerar: el cambio climático provoca
movimientos de población humana y de otras especies; el segundo es que la vida
animal y la humana se acercan cada día más como consecuencia de la emergencia
climática y, por ello, sus virus viajan juntos”. Por todo ello, lo
más importante es que los modelos de recuperación económica que se establezcan deben
articular claramente cómo redefinirán la relación de nuestras economías con la
naturaleza. Lo que el mundo ciertamente no necesita ahora es una reacción instintiva
centrada únicamente en parámetros como el PIB, esta no puede ser la “estrella
polar” a la que se agarren los responsables políticos y económicos.
Un ejemplo
del camino errático llevado en las políticas medioambientales ha conducido a
falsas compensaciones en el pasado, por ejemplo, el derrame de petróleo de British Petroleum con su plataforma Deepwater Horizon en el año 2010 alcanzó
la cifra de 40.000 millones de dólares, sin embargo, los mismos terminaron siendo
reconocidos como los que conducen a una mayor producción económica debido a la
gran actividad de limpieza que hubo que implementar, en lugar de reflejar la gran
cantidad de vida marina y ecosistemas que se vieron dañados por el vertido en
la región. https://bit.ly/2SR69Rj El PIB
es un concepto relativamente reciente, fue recomendado en un informe en el año
1934 al Departamento de Comercio por el economista ganador del Premio Nobel Simon
Kuznets, presentado al Congreso de los Estados Unidos en 1937 (inicialmente llamado PNB), como
una forma de medir la producción económica durante la Gran Depresión. La
necesidad se debió a la incertidumbre que generaban los indicadores, y
herramientas que existían para evaluar la producción económica después del
colapso del mercado de valores del año 1929, la Gran Depresión, así como las
formas de evaluar el impacto y la implementación de la política
intervencionista del “New Deal”, de Franklin D. Roosevelt. En ese
momento, los datos económicos estaban fragmentados, incompletos, sesgados y
poco conectados entre sí. Entonces, el PIB
comenzó como un concepto abstracto para la toma de decisiones económicas. Ha
continuado siendo una medida controvertida del progreso desde entonces, incluso
atrayendo desafíos de los principales economistas y candidatos a la presidencia
de los Estados Unidos. Fue en la carrera a la Casablanca, cuando Robert Kennedy en el año 1968 afirmó
lo siguiente, "El PIB cuenta la contaminación del aire y la publicidad de
cigarrillos, y las ambulancias para limpiar nuestras carreteras de carnicerías
... Cuenta cárceles, napalm, ojivas nucleares y la pérdida de maravilla natural
en la expansión caótica ... Sin embargo, no presta atención a la salud de
nuestros hijos , la calidad de su educación o la alegría de su juego ... Mide
todo en pocas palabras, excepto lo que hace que la vida valga la pena ".
El COVID-19 surge en un mundo que ya estaba experimentando una
importante crisis climática, la Tierra se enfrenta a una rápida pérdida de
biodiversidad (descrita como la Sexta Extinción Masiva), la cual no proviene
de meteoritos, ni de cambios climáticos ni de ningún otro fenómeno de carácter
natural. El responsable en este caso es el ser humano, el cual ha abocado a la
Tierra a una situación límite. Y es que, según los datos, aproximadamente dos
especies de vertebrados desaparecen anualmente. Se extinguen. Así,
paulatinamente, de una manera casi silenciosa, es como se reduce la fauna en el
mundo según un nuevo estudio que analiza el declive mundial de vertebrados y
las consecuencias de este sobre los entornos naturales y los seres vivos que
comparten hábitat con ellos y que ha sido publicado recientemente en la revista
Proceedings
of the National Academy of Sciences. A esta situación hay que añadir un
aumento rápido de la escasez de agua, el colapso catastrófico de los sistemas
de arrecifes de coral y el aumento de las tasas de deforestación tropical. Ante
la situación actual se hace necesario un indicador que recoja la “salud planetaria”, de la misma manera
que el PIB, la suma del consumo (C), inversión (I), el gasto del gobierno (G) y
las exportaciones netas (X – M), guiaron la toma de decisiones económicas los
últimos 86 años. Para tratar de entender los escenarios posibles
que pueden emerger a un mundo posterior al COVID-19, es importante comprender las
respuestas políticas, es decir, si las
respuestas económicas y de salud son fuertes y efectivas, o débiles y
reaccionarias. Las políticas consideradas efectivas contendrán la crisis
de salud y estimularán el crecimiento. Las políticas más débiles o
reaccionarias conducirán a un enfoque internacional desigual y descoordinado,
lo que dará como resultado un mosaico de soluciones y una recuperación
inestable.
Abordar los desafíos estructurales significa, que al mismo tiempo se debe evaluar la fortaleza de la Estrategia de Sostenibilidad de cada Gobierno. En las últimas semanas, hemos visto a varios gobiernos debilitar la protección del medio ambiente como estímulo errático para recuperar el crecimiento económico. Sin embargo, esta acción no aborda los cambios estructurales que necesita la economía para salir de dicha pandemia con un modelo que cortocircuite posibles pandemias posteriores. Una alternativa que fomente una protección ambiental más débil, es una condena al llamamiento del crecimiento sostenible, lo cual detrae la oportunidad de crear nuevas oportunidades en el sector de lo que se conoce como “economía verde” o “economía azul”. Existen cuatro posibles escenarios según el economista Nishan Degnarain, la descripción de cada uno de ellos es la siguiente según un artículo que publicó en la revista Forbes:
Escenario A: Declive planetario acelerado
Regresar a un modelo de crecimiento económico "comercial como siempre" y rescatar a las industrias que necesitaban una reforma estructural (por ejemplo, petróleo y gas) acelerará el declive de la salud planetaria. En un doble golpe, un movimiento hacia "Business-As-Usual" fortalecería las industrias extractivas existentes, al tiempo que elevaría el listón más alto para que las industrias innovadoras y sostenibles desafiantes tengan éxito. Esto llevaría a una recuperación de la salud planetaria "en forma de L", resultando en muchos años perdidos de progreso ambiental.
Escenario B: Recuperación planetaria desordenada
Una respuesta económica y de salud débil, que sea desigual y descoordinada internacionalmente, dará lugar a un mosaico de diversas respuestas sanitarias, económicas y ambientales. Si bien el crecimiento económico más débil podría dar como resultado una menor demanda de industrias extractivas, también debilitaría la capacidad de aplicación de varios gobiernos y organizaciones de la sociedad civil, y podría conducir a tasas más altas de actividades extractivas ilegales, ya que el alto desempleo conduce a formas más desesperadas de obtener ingresos. Esta oscilación entre dos equilibrios inestables de crecimiento económico débil y protección ambiental debilitada, podría dar como resultado una recuperación de la salud planetaria "en forma de W" a medida que múltiples olas de COVID-19 continúan en todo el mundo en los próximos meses.
Escenario C: Recuperación planetaria lenta
Una respuesta económica y de salud débil, con políticas que aspiren a implantar la economía verde, podría conducir paradójicamente a una recuperación más lenta de la salud planetaria. Un crecimiento económico más débil puede dar como resultado una menor inyección de recursos en la nueva economía verde, y por consiguiente la transición de las industrias extractivas existentes puede ser más lenta. Esto podría crear una recuperación planetaria "en forma de U", ya que puede no haber suficiente poder adquisitivo de los consumidores para acelerar el crecimiento de nuevas compañías que desafíen el actual modelo económico hacia un modelo de sostenibilidad.
Escenario D: Renacimiento planetario
Una articulación sostenible de una economía verde (y azul) innovadora, orientada al crecimiento sostenible, combinada con intervenciones económicas y de salud efectivas que prioricen los recursos en la nueva economía verde (en lugar de las industrias extractivas establecidas), podría resultar en una rápida recuperación de la salud planetaria en forma de “V”. Este es el punto ideal para la salud humana y la económica a nivel planetario. Es un lugar donde florecen nuevas compañías, audaces y con una visión enfocada en la sostenibilidad, donde se crean empleos y construyen un futuro mejor y más inclusivo.
Para terminar el post, decir que el camino al cambio lo describe muy claro Jeremy Rifkin, “Y sí, tenemos que emprender la revolución hacia el Green New Deal global, un modelo digital de cero emisiones; tenemos que desarrollar nuevas actividades, crear nuevos empleos, para reducir el riesgo de nuevos desastres. La globalización se ha terminado, debemos pensar en términos de glocalización. Esta es la crisis de nuestra civilización, pero no podemos seguir pensando en la globalización como hasta ahora, se necesitan soluciones glocales para desarrollar las infraestructuras de energía, comunicaciones, transportes, logísticas,…” https://bit.ly/3bhLs7I Esperemos que nuestro sexto sentido, el sentido común, todavía funcione en quien tiene que velar y garantizar la seguridad y continuidad de nuestra especie, ya que si no nos ocurrirá como a Zahrul Fuadi al principo del post… Será la suerte la que determine nuestro destino.
Ya lo dijo Jeremy Rifkin: "No puede haber otras prioridades si vamos hacia la extinción por la crisis climática."
No hay comentarios:
Publicar un comentario