Cuando Jean-Baptiste Colbert (1619-1683)
se hizo cargo de las finanzas de Francia, hizo llamar a los principales hombres
de negocios del reino. A fin de congraciarse con ellos y para ganar su
confianza, les preguntó:
- Caballeros, que puedo hacer por ustedes.
-Le rogamos, señor —le contestaron todos a una—, que
no haga nada. Déjenos que lo hagamos nosotros.
Las pandemias
destruyen todo y no producen nada, desde Atenas en el siglo II a.C., a la peste
en el siglo XIV o a la gripe española hace un siglo, las pandemias
siempre han causado enormes impactos económicos, sociales, políticos y
militares en las actividades humanas. Las enfermedades son tan neutrales a la
política como las nuevas tecnologías en el siglo XXI. A veces
derriban jugadores dominantes, mientras que también pueden arruinar sin piedad
a los más débiles. Las pandemias tampoco son selectivas con respecto a las
ideologías, simplemente destruyen lo que los humanos han logrado a veces construir
con esfuerzo de forma unida y otras veces por el poder de la fuerza. Desde la
desaparición de la Unión Soviética, Occidente ha seguido un orden internacional
abierto, libre, basado en normas y conceptualmente globalizado. En
retrospectiva, a pesar del retroceso por la crisis financiera del año 2008, se
pensó que esos esfuerzos fueron casi exitosos. Sin embargo, es el COVID-19 el
que está minando el proceso de globalización, en las últimas semanas ha
detenido prácticamente gran parte de las actividades económicas globales y
nacionales. La convulsión que se vive actualmente en cuanto al devenir
de la sociedad que alumbrará el post COVID-19, genera incertidumbre en
la sociedad ya que los caminos por los que se adentran las personas que tienen
que tomar dichas decisiones, es completamente nuevo. Decía el célebre escritor Albert
Camus, que “somos las decisiones que tomamos, ya sean buenas o
malas”. Pues bien, en este momento se están tomando decisiones
políticas que impactarán en áreas críticas de la sociedad en el ámbito
económico, social, cultural, social, etc., que definirán las próximas décadas
que vivirá el ser humano. Los principales gobiernos del mundo ya no
tienen otra opción después problema que ha motivado la pandemia, por
ello se hará una intervención masiva de la economía con el fin de evitar un
colapso global desordenado. Esta nueva era está a 180º de
la ortodoxia económica que imperaba en el mundo hace poco más de tres meses. Es
lo que se podría definir como un capitalismo de Estado, donde la libertad del
mercado ha quedado secuestrada después de desvelar que la adulteración del
mismo durante décadas de años por inversores ávidos de ganancias, gobiernos que
desregularon hasta lo inimaginable y sociedades que vivían entumecidas, han
dejado a unos estados desprotegidos y desnudos frente a una pandemia global
como es la que sacude actualmente el planeta. La magnitud de la
intervención de los gobiernos en la economía y los mercados no tiene precedente
desde la II Guerra Mundial. De aquella época data la constitución de las instituciones
en el célebre encuentro den Bretton Woods, el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional (FMI). Estas dos instituciones
fueron fundadas en una reunión de 43 países en New Hampshire, Estados Unidos en
julio de 1944. Dos fueron las piezas clave de dicho encuentro, Harry Dexter
White economista estadounidense, director del Departamento del Tesoro de
Estados Unidos y el economista británico John Maynard
Keynes, quienes buscaban establecer un orden económico de postguerra basado en la toma de decisiones consensuadas y cooperación en el ámbito de las
relaciones económicas y comerciales.
Fuente:World Economic Forum
La pandemia si persiste
durante varios meses, cambiará sustancialmente las actividades económicas
convencionales, causando un cambio de las interacciones cara a cara en
el mundo real y trasladando las actividades más indirectas al ciberespacio.
El COVID-19 está siendo particularmente destructivo para la economía norteamericana,
el pésimo manejo de la crisis que está haciendo el actual inquilino de
la Casa Blanca va camino de convertir a dicha nación en una de las
mayores víctimas entre las principales potencias del mundo. Sin embargo, esto no
significa que otra gran potencia como es China pueda sobrevivir a dicho
problema. La gente recordará la actuación de dicho país en el comienzo de
dicha pandemia, intentó sistemáticamente encubrir los hechos y
manipular la información. Las infecciones persistentes en la población de dicho
país por COVID-19 pueden dañar, si no destruir, al actual gobierno del partido
comunista chino a largo plazo. Desde la normalización de las
relaciones entre Estados Unidos y China en 1972, Beijing ha disfrutado de un
entorno político-económico óptimo para un rápido desarrollo económico. Sin
embargo, la pandemia podría destruir y ser el huracán que cierre la puerta a
esas circunstancias ventajosas que propiciaron ese despegue vertiginoso de
dicho país. El neoliberalismo actual, tiene su estructura de credo
en economistas como Adam Smith o David Ricardo. Fue
en la crisis del año 2008 cuando varias de las premisas fundamentales del
liberalismo económico saltaron por los aires, tales como; "que
los mercados deben ser competitivos, que el marco macroeconómico e
institucional debe generar un entorno que facilite la estabilidad, que la
integración en la globalización es fundamental para mejorar las posibilidades
de crear prosperidad y que la política económica crítica a largo plazo es la
oferta". Actualmente, este neoliberalismo económico está
abocado a abrir las puertas y ventanas de su casa, con el fin de que los
Estados intervengan en el funcionamiento de la economía. Los mismos tendrán un
papel esencial en el funcionamiento de estas, principalmente en un
primer momento se orientarán a reconstruir unas garantías de derechos que se
daban como consolidados, como la salud, que saltaron por los aires al comprobar
que la cadena de suministros deslocalizada no garantizaba el acceso a los mismos.
Las cadenas de valor que son óptimas desde una perspectiva de coste,
pero pueden ser muy largas, complejas y expuestas a países específicos. Esto
aboga a favor de cadenas de suministro más cortas, menos complejas y
concentradas. Esto puede suponer un incremento de costes, pero reducirán
significativamente el riesgo de cola, es decir, de grandes caídas en la
generación de beneficios debido a las interrupciones de la cadena de
suministro. Se trata de redefinir el papel de la política industrial,
identificando aquellos sectores estratégicos que no pueden ni deben quedar a la
intemperie del mercado, esto conllevará decisiones de producción que
probablemente sustraigan dichos bienes o servicios de las inversiones directas
extranjeras. Toda crisis económica severa, provoca
consecuencias que fomentan los cambios de paradigma en el entorno normativo y
político, así como en la forma en que interactúan los
ciudadanos en la sociedad. Esta situación marca el fin de la “mano invisible”
del mercado que el economista Adam Smith definió. Una de las
cuestiones que se acabará con la llegada de este nuevo paradigma
económico es el célebre “capitalismo de amiguetes” http://bit.ly/2ZDvf8d tan en
boga en la sociedad española desde la década de los años 90. No es
muy arriesgado aventurar que los Estados y los bancos centrales pondrán de su
parte todos los recursos que dispongan con el fin de apoyar y levantar a unas
sociedades que tienen sus economías dañadas, pero también revisarán
los modelos económicos y sociales a fondo un vez pasada la pandemia, ya que el
rastro de muertes y carencia ha sido desde todo punto manifiestamente
impresentable. La primacía de las decisiones políticas relacionadas con la
salud, la seguridad física o cibernética, la mejora de la seguridad salarial y
la redistribución de los ingresos será un cambio duradero. Habrá, sin
lugar a duda, sociedades que no se podrán beneficiar de dicha situación,
como son los países en desarrollo. Estos tienen menos opciones de
cómo enfrentar la pandemia. Cuando las personas viven con la mano en la boca en
ausencia de protecciones sociales adecuadas, una pérdida de ingresos puede
significar hambre https://bit.ly/2y2Zb4q Sin embargo, estos países no pueden replicar la
respuesta de Estados Unidos, que presentó (hasta ahora) un paquete de estímulo
económico de 2 billones de dólares, que supondrá la explosión del déficit
fiscal en aproximadamente un 10% del PIB (además de un déficit previo a la
pandemia del 5%).
Sin lugar a
duda, la tecnología jugará un papel fundamental como lo jugó en el
confinamiento, el comportamiento del consumidor cambiará y los modelos
comerciales basados en la tecnología se difundirán rápidamente. La innovación en
los modelos de negocio que cabría esperar que ocurriera de cinco a diez años en
función de la comunicación, la inteligencia artificial, el aprendizaje
automático y el reconocimiento de patrones ahora pueden ocurrir en los próximos
18 meses. Sorprende que por ejemplo la mitigación que ha sufrido el debate
sobre la privacidad, el mismo se ha quedado en un segundo plano frente por
ejemplo a la salud. Las famosas app que facilitaran e informaran a los
ciudadanos si uno ha estado interaccionando con una persona que tiene la
enfermedad es un ejemplo de ello. El debate ahora no se trata de la
intrusión de la privacidad, sino de cómo hacerlos libres de errores. El futuro
debe basarse en la innovación, no solo en facilitar el comercio como hasta
ahora, si una compañía no se sube al tren tecnológico, su
modelo de negocio puede quedar obsoleto. La tecnología mejora la
productividad, pero también cambiará el modelo productivo y las operaciones de
las compañías. El retorno de la fabricación de productos y servicios
esenciales se evaluará de forma concienzuda. Tales revisiones significarán más
inversión en automatización y robotización con el fin de salvar el gap de
costes que suponía dicha deslocalización. Otras tendencias que se
podría acelerar son, por ejemplo, las políticas medioambientales.
Los modelos económicos más sostenibles que garanticen una sostenibilidad que
actualmente no existen con los combustibles fósiles. Es un cambio fundamental
sobre el concepto de sostenibilidad, ya que algunos científicos han advertido
que las pandemias pueden volverse más frecuentes debido a la destrucción del
medio ambiente. Los ciudadanos exigirán más seguridad, elevando el
nivel de atención y los recursos dados a la sostenibilidad. Ya algunos rescates
de aerolíneas están vinculados a objetivos ambientales y de sostenibilidad,
como es por ejemplo el caso de Austrian Airlines. Existe una
opinión cada vez más mayoritaria de que el aire de alta calidad, el agua limpia
y los recursos naturales no son solo bienes que uno puede comprar a un precio;
son bienes que pertenecen a la comunidad, que los confía a las compañías para
que los usen sabiamente y los devuelvan en buena forma a la comunidad. Dos
ejemplos que recogía la prensa recientemente que son ilustrativos, la saga Rockefeller
abandonó las inversiones en él negocio petrolero en el año 2016 por prácticas
medioambientales reprobables, su argumento fue el siguiente, “Al
tiempo en que la comunidad global trabaja para eliminar el uso de combustibles
fósiles, tiene poco sentido financiero o ético continuar invirtiendo en estas
compañías". https://bit.ly/3cF1sBI Otra compañía
que adopto una medida de fuerza contra aquellas compañías que no respeten los
patrones medioambientales ha sido el fondo norteamericano BlackRock.
La mayor gestora del mundo por volumen de activos avisó a las empresas
en las que participa que votará en contra de las propuestas de los consejos de
administración si no hay transparencia medioambiental, entre ellas, por
ejemplo, Telefónica. Su CEO, Larry Fink, ha
encontrado de rebote el respaldo del COVID-19 de forma indirecta, ya que como dije dicho virus es más virulento y dañino en las zonas con mayor contaminación.
En las
economías avanzadas del mundo, la compasión debería ser una motivación
suficiente para apoyar una respuesta multilateral. Sin embargo, el papel jugado
por determinados responsables políticos como, por ejemplo; Donald Trump o el
primer ministro de Holanda Mark Rutte, sintetiza lo que prima en sus intereses nítidamente.
Sin embargo, la acción global también es una cuestión de interés propio, ya que
mientras la pandemia continúe en todas partes, representará una amenaza, tanto
epidemiológica como económica, en todas partes.
Dado que COVID-19 también derriba a los más débiles, habrá algunos
ganadores y muchos perdedores. Políticamente, la pandemia disparará
los movimientos nacionalistas, el populismo, la xenofobia o la discriminación
racial o religiosa. El extremismo probablemente será uno de
los ganadores en el mundo que se alumbre cuando pase la pandemia. Los perdedores, por supuesto son primeramente todas aquellas
personas que han fallecido por la enfermedad, todas son víctimas de un estado
político poco saludable. Como informó The New York Times,
el "éxito de China (en la batalla contra COVID-19) está dando
lugar en el país a una mezcla cada vez más estridente de patriotismo,
nacionalismo y xenofobia, en un tono que muchos dicen que no se ha visto en
décadas." Los gérmenes o virus, que migran de una persona a
otra, no pueden desplazarse y vivir sin el ser humano. El ser humano, después
de realizar la transición e ir evolucionando, descender de las ramas de los
árboles para luego caminar, consiguió acelerar dicha movilidad al moverse en caballos, barcos, vehículos y
finalmente en aviones. El ritmo del movimiento humano ha aumentado de
forma exponencial. Como consecuencia de ello los virus también se propagan en
esa misma forma, cuando la humanidad solo caminaba, los virus se
movían lentamente. Ahora que la gente vuela de un lado al otro del
mundo en solo unas horas, el ritmo al que se propagan las pandemias se ha
acelerado dramáticamente. Lo que antes solía ser correcto ahora se
considera incorrecto, las pandemias evitan que los humanos tengan contacto
físico directo entre ellos. La mejor manera de evitar a otras personas es no
verlas, hablarles, tocarlas y mezclarse con ellas. Esto nos llevará de
vuelta a la conciencia de “clase tradicional”. Este tipo de
comportamiento discriminatorio tradicional eventualmente dividiría aún más a la
sociedad y sus comunidades. Los que tienen privilegios o pueden pagar
medicamentos o equipos para recuperarse de la enfermedad serán los ganadores y
el resto serán los perdedores. Se reanudará otro proceso selectivo
dentro de la humanidad difícil de asimilar a escala planetaria. Como se señaló
anteriormente, a medida que la humanidad progresó, la amenaza planteada por las
pandemias creció en consecuencia. Sin embargo, eso podría cambiar, ahora
que los humanos han comenzado a moverse en el área virtual en Internet.
Afortunadamente, las pandemias no pueden ocurrir en el ciberespacio y solo los
virus informáticos pueden destruir la realidad virtual. El COVID-19
en sí mismo no producirá nada porque solo destruye lo que ya existe, son y
deben ser humanos y máquinas asistidas por inteligencia artificial los que
generen y produzcan algo nuevo. Hay por último que recordar que después
de la plaga en el siglo XIV…Llegó la era del Renacimiento al final de la
Edad Media, frente a la sociedad medieval, en la que todo giraba en torno a la
idea de Dios, durante el Renacimiento, el hombre pasa a ser el centro del
universo.
Gráficos
de remuneración de los CEO respecto a los trabajadores, del sueldo total de los
CEO y de los programas de recompras. (Fuente: Schroders con datos de EPI,
Macquarie Research y Factset)
Las economías
líderes en el G20 también deben enfrentar el riesgo en una gama más amplia de
amenazas. El hecho de que no estuvieran listos para una pandemia muy predecible
debería ser una llamada de atención. Deben prepararse para otros riesgos
obvios como el terrorismo, la guerra cibernética, el cambio climático y la
proliferación nuclear. Ahora es el momento de comenzar a desarrollar un marco
para la coordinación global. El mundo será un lugar muy peligroso si no
arreglamos las instituciones globales y establecemos los tratados y protocolos
necesarios para prevenir y mitigar futuras tragedias. Para terminar, quiero decir que con la situación actual que estamos viviendo,
no va a ser posible como al principio del post con Jean-Baptiste Colbert,
que a los mercados (mundo de los negocios) los gobiernos les pregunten
que pueden hacer por ellos, existen otras prioridades que se encuentran muy por
encima de la suyas… Como es la vida de las personas.
Ya lo dijo John
Donne: "Ningún hombre es una isla, tampoco lo es ningún país.
Solo la comunidad internacional sacara la cabeza de la arena”.
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