El 12 de marzo el doctor
Thomas Cowan dio una conferencia en la Cumbre de Salud y Derechos Humanos,
celebrada en Tucson (Arizona, Estados Unidos). Según
explica esta persona https://youtu.be/W3LLt8MsPZ4,
“cada pandemia de estos últimos 150 años se corresponde a un salto cuántico en la
electrificación de la tierra”. Uno de los ejemplos que pone es la introducción
de las ondas de radio en el otoño de 1917, la cual habría dado paso a la
pandemia de gripe de 1918, conocida como “gripe española”. “Cuando se expone a
cualquier ser vivo a un nuevo campo electromagnético, se le envenena, unos
cuantos mueren y los demás entran en una especie de inactividad. Viven algo más
de tiempo, pero enfermos”, afirma. “En
estos últimos meses se ha producido un dramático salto cuántico en la
electrificación de la tierra. Estoy seguro de que muchos de ustedes saben de
qué se trata, se llama 5G. Habrá unos 20.000 satélites emitiendo radiación,
como las radiaciones que se emiten dentro de sus bolsillos o en sus manos y que
ustedes están utilizando continuamente. Esto no es algo compatible con la
salud”, asegura. Las afirmaciones de dicho profesor han levantado una
fuerte polvareda en la red, para algunos colegas suyos no es más que una
distracción como por ejemplo el doctor Jonathan M. Samet, profesor en el Colorado
School fo Public Health. “Esta
historia sobre que el 5G es la causa del COVID-19 no tiene credibilidad
científica y tiene ciertamente un potencial para distraer, como cualquier otra
clase de desinformación, de los esfuerzos para controlar la epidemia”…El tiempo
dirá.
El 28 de marzo un diario digital publicaba la siguiente noticia, “Zaplana
deja definitivamente Telefónica tras pactar su salida con la compañía” https://bit.ly/2X4N1Cz, en la misma
se recoge “que la compañía ha llegado a un acuerdo para separar sus caminos”.
Según recoge la noticia dicha persona
trabajaba en la compañía desde el año 2008, “En el año 2018, Telefónica
decidió suspender de empleo y sueldo al directivo. El motivo fue su detención
por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil en una operación
contra el blanqueo de capitales y malversación de fondos públicos que desembocó
en el llamado “caso Erial”. Trabajaba en el área de Asuntos Públicos. Esta
salida se produce en el marco del Plan de Suspensión Individual (PSI), ese
paquete de bajas incentivadas pactado con los sindicatos tanto para
trabajadores como para directivos de la compañía que se aprobó el pasado año y
que permitió recortar en 2.600 puestos la plantilla de la operadora en España”.
El caso “Erial” es una investigación judicial que ha permitido de
momento, “recuperar alrededor de 11 millones de euros tras su detención en mayo
de 2018. Anticorrupción sospecha que Zaplana y sus colaboradores pudieron
apoderarse de unos 17 millones de euros en comisiones irregulares tras la
privatización de las ITV y el plan eólico de la Comunitat Valenciana. Más de la
mitad de estos fondos, unos 5,7 millones de euros, provienen de cuentas
gestionadas por el abogado uruguayo y supuesto testaferro de Eduardo Zaplana,
Fernando Belhot, en Suiza y ya se encuentran depositados en la cuenta del
Juzgado de Instrucción número 8 de Valencia”.
La ecuación de la imagen
La
excreción es un proceso que se da en los organismos capaces de eliminar
aquellos productos que ya no necesita para su normal funcionamiento, es una
función propia de los seres vivos, como los seres humanos y animales, por ello
se dice que es un proceso fisiológico. La imagología, es la
teoría de la imagen pública que juega un papel crítico en la sociedad actual en
constante evolución que enfrenta cambios significativos en todas las áreas del
desarrollo humano. Actualmente las personas modifican sus intereses, preferencias y
necesidades en cuestión de poco tiempo y motivadas por diversos elementos. Por
ello, las compañías deben estar enfocadas a detectar todos esos cambios, para
reconocer aquellos que puedan representar un área de oportunidad para
posicionarse en el gusto de sus clientes o un lastre o problema para el devenir de su negocio. Esta visión conlleva a
que las compañías, busquen cualquier elemento que les permita la oportunidad de
ampliar su mercado, posicionar el producto o servicio y crear una
identificación con los consumidores. Dichos elementos pueden ser de diversa índole, por ejemplo; precio, funcionalidad, disponibilidad e imagen.
En una búsqueda incansable por obtener una ventaja competitiva frente
al adversario, se ha descubierto que el desarrollo de una la imagen apropiada
del producto o de servicio, es una herramienta clave para consolidar
la compañía; así la imagología es un campo que se encarga de este estudio y
desarrollo de la imagen corporativa. Por lo tanto, cada
vez son más los directivos que invierten recursos para desarrollar, mantener y
fortalecer la imagen y buena reputación de sus compañías y en consecuencia
también de los productos o servicios que ofrecen al cliente a fin de recibir
importantes beneficios. Investigaciones recientes demuestran que los clientes o
usuarios se sienten atraídos de una forma cada vez mayor por el significado de
la marca, producto o servicio, por lo que perciben, por lo que representa, por
su calidad, por su diseño, por su aportación y por lo que provoca en su mente y
corazón.
Cuando
la identidad se preserva durante un lapso de tiempo, es decir, si se estimula
al receptor de la misma forma durante un largo periodo de tiempo, la opinión
generada quedara arraigada en la mente del receptor y se producirá la
reputación. (Gordoa V. ,
Imagen Cool, 2008) El Diccionario de la Real Academia
Española (DRAE) define la reputación con dos acepciones, como la “opinión o
consideración en que se tiene a alguien o algo” y el “prestigio o estima en que
son tenidos alguien o algo”. La reputación corporativa o empresarial es el
reconocimiento que los grupos de interés o stakeholders de una compañía
(cualquier persona o entidad afectada por las actividades de esa empresa, ya
sea porque forma parte de los grupos internos de la misma, como propietarios,
accionistas, directivos o trabajadores, o de los externos, como clientes,
proveedores, competidores y sociedad en general) hacen del comportamiento
corporativo de esa compañía, a partir del grado de cumplimiento de sus
compromisos con relación a sus clientes, empleados, accionistas –si los
tuviera- y la sociedad en general. Algunos autores y expertos en la
materia como Charles Fombrun (Académico de la Stern School of Business de Nueva
York y cofundador y director del Reputation Institute de Estados Unidos)
no
diferencian entre reputación corporativa e imagen corporativa. Para Fombrun
ambos conceptos suponen una representación cognitiva de la empresa o de sus
habilidades para satisfacer las expectativas de sus públicos. Sin
embargo, mientras la imagen tiene un carácter coyuntural, proyecta la
personalidad corporativa, genera expectativas y no resultados, es resultado de
la excelencia parcial, es difícil de objetivar y medir y se construye fuera de
la organización, la reputación corporativa tiene un carácter estructural,
proyecta la identidad corporativa, genera valor, responde al reconocimiento de
su comportamiento, es evaluable y se genera dentro de la organización.
Dicho
de forma sencilla, la reputación corporativa es el prestigio o la fama que tiene una compañía,
tanto dentro de su organización, como fuera. Dicha fama la gana a pulso con sus
acciones pasadas, presentes y futuras, y puede perderla, al menos en parte, al
realizar una acción errónea o ser víctima de una campaña de desprestigio por
parte de terceros. La coherencia entre lo que la empresa
dice y hace es un aspecto clave a la hora de construir su reputación.
Paul
Capriotti en su libro “Branding corporativo” propugna la
diferencia entre identidad, imagen y reputación, él sí las distingue
nítidamente. Afortunadamente la reputación corporativa ha avanzado con el paso
de los años, el economista Milton Friedman, quien, en los años
70, apuntaba que la única responsabilidad social de la empresa es obtener
beneficios ha quedado obsoleto. En la actualidad, la reputación corporativa es “el
concepto más emergente dentro del management actual” y una de las principales
fuentes de valor de las compañías, además de ser un escudo protector de la
compañía frente a las crisis económicas a las que se puede ver expuesta. Sin
embargo, para ello tiene que haber una concordancia entre lo que se dice y lo
que se hace, de nada sirve hablar de valores si luego dentro de la compañía se
observan comportamientos que distan bastante de dichos valores. Los
norteamericanos fueron los pioneros en la medición de la reputación corporativa
y también en su estudio. En 1997, Charles Fombrun, catedrático
emérito dela Stern School of Business de la Universidad de Nueva York, y Cees Van
Riel, catedrático de la Rotterdam School of Management de la Universidad
Erasmus, crearon el Reputation Institute, una
organización privada estadounidense dedicada a la consultoría e investigación
sobre reputación corporativa. Entre sus fines están “la mejora del conocimiento
sobre reputación empresarial, su gestión, medición y evaluación”. El
trabajo del profesor Michael Porter durante los años 80
otorgó un papel fundamental a la reputación en relación con la rentabilidad de
la compañía. Lo mismo que una persona cuida su reputación y su buen nombre, una compañía
también debe hacerlo, ya que es una fuente de valor para la misma. Según
el estudio “Corporate Reputation and the Stock Market”, de Rober C. Vergin y M. W.
Qoronfleh, el factor más influyente en la reputación corporativa es la
actuación financiera de la compañía, seguido de su comportamiento ético.
Y, precisamente, el comportamiento bursátil de las compañías está directamente
relacionado con su reputación. Durante 13 años, entre 1985 y 1997, los
dos autores compararon las diez primeras compañías del ranking de reputación
corporativa de la revista Fortune y las diez últimas, y comprobaron que el
valor bursátil de las primeras se incrementó cada año un 20% más que el de las
diez últimas. Los teóricos sobre
dicha materia coinciden en que, al tratarse de un activo estratégico que genera
valor, la compañía no debe mantenerse pasiva, sino gestionar la reputación
corporativa de manera proactiva. Al fin y al cabo, los beneficios económicos
que va a reportarle hacen que merezca la pena establecer unos objetivos, una
estrategia y eliminar riesgos que enturbien el prestigio de la compañía.
Entre los ranking más famosos de reputación corporativa están los realizados
por la revista americana Fortune, Most Admired Companies, o
el que elaboran Fombrun y Shanley, quienes además añadieron otro factor: el
comportamiento de las empresas a lo largo de los últimos años. En Europa está
también el publicado por la revista Management Today, The Britain’s Most Admired
Companies, y por el periódico económico The Financial Times, The Europe’s
Respected Companies. En Asia tenemos el Review 200.
Para terminar el post, recordar que el 24 de mayo del 2018 Eduardo Zaplana ingresó en prisión a petición de la Fiscalía Anticorrupción https://bit.ly/342QhzK, saliendo de la misma el 7 de febrero del 2019 https://bit.ly/2UNgePy, ha sido el 28 de marzo del año 2020 cuando se ha publicado la noticia del acuerdo para la salida definitiva de Telefónica, 673 días después del ingreso en prisión. Decía Thomas Cowan en su final de la conferencia celebrada hace unos días, que el ser humano igual que cualquier ser vivo expulsa los exesomas (proteínas) que están intoxicadas con el fin de limpiar su ADN o ADR. Pues bien, en las compañías pasa exactamente igual con aquellas cuestiones que impactan en la reputación y por ende en la compañía, las mismas deben ser expulsadas y limpiadas antes de que el daño en dicho intangible sea letal. Lo que pasa, que en algunas compañías esta acción no se realiza con la misma celeridad que en el cuerpo humano, generando como decía el profesor Thomas Cowan…Una descarga eléctrica (no sé si), de indignación o de átomos.
Para terminar el post, recordar que el 24 de mayo del 2018 Eduardo Zaplana ingresó en prisión a petición de la Fiscalía Anticorrupción https://bit.ly/342QhzK, saliendo de la misma el 7 de febrero del 2019 https://bit.ly/2UNgePy, ha sido el 28 de marzo del año 2020 cuando se ha publicado la noticia del acuerdo para la salida definitiva de Telefónica, 673 días después del ingreso en prisión. Decía Thomas Cowan en su final de la conferencia celebrada hace unos días, que el ser humano igual que cualquier ser vivo expulsa los exesomas (proteínas) que están intoxicadas con el fin de limpiar su ADN o ADR. Pues bien, en las compañías pasa exactamente igual con aquellas cuestiones que impactan en la reputación y por ende en la compañía, las mismas deben ser expulsadas y limpiadas antes de que el daño en dicho intangible sea letal. Lo que pasa, que en algunas compañías esta acción no se realiza con la misma celeridad que en el cuerpo humano, generando como decía el profesor Thomas Cowan…Una descarga eléctrica (no sé si), de indignación o de átomos.
Ya lo dijo Warren Buffet:
“Toma 20 años crear una reputación y cinco minutos arruinarla. Si piensas
de esa manera, harás las cosas diferente”.
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