Tamerlán,
como todos los hombres extraordinarios presenta muchos aspectos, desde los más
brillantes, pues “fue un político
y estratega magistral capaz de ganar y mantener la lealtad de sus seguidores
nómadas, operar dentro de una estructura política fluida, modificarla, y
conducir un enorme ejército a conquistas sin parangón” (véase la
cita completa en la Wiki) o el
responsable de las maravillosas edificaciones que mandó erigir, hasta los más oscuros (son célebres las
pirámides de cabezas que sus seguidores realizaban con las de los ejércitos
vencidos). Sin embargo, tuvo que recibir la lección de un ser muchísimo más diminuto
que él, una hormiga.
El Jan (KHAN) Tamerlán,
el Cojo de Hierro, se encuentra en una situación terrible, su ánimo
flaquea y va a abandonar. Poco nos importa ahora por qué tiembla, se angustia y
teme; el hecho es que lo encontramos hundido, derrotado, escondiéndose de los
enemigos que lo están buscando para matarle. Él, que nunca antes ha vacilado y
que ha ganado merecida fama de audaz, decidido y valiente, ahora tiembla, se
asusta y teme; ha agotado su energía y se dispone a declararse vencido. Pero
los dioses de la guerra ―que casi nunca escuchan las plegarias de sus fieles―
se apiadan esta vez de él, pues saben que su discípulo les rendirá en el futuro
cuantiosas ofertas de sangre. Así que, en un instante, logran apartar de la
mente de Tamerlán sus oscuros miedos de derrota y abandono y le hacen reparar
en un compañero insólito de su escondite. Frente a él, antes invisible, ve a
una hormiga que está subiendo por la pared próxima llevando ―cargando―, penosa
y esforzadamente, un trozo de comida.
El guerrero la mira, y
molesto con ella, sin saber muy bien por qué, coge un palito y hace caer al
suelo a la hormiga. La hormiga, impávida, coge el trozo de comida y retorna a
subir por la pared. Tamerlán, que ha estado mirando a la hormiga,
la ve hacer caso omiso de lo que ya ha pasado para ella, y subir de nuevo por
la pared. El Gran Cojo, vuelve a hacer lo mismo y la hormiga cae
al suelo con su preciosa carga, otra vez. La hormiga vuelve a sorprender al JAN,
pues de nuevo ésa olvida lo que le ha hecho caer, y con su deseada carga,
retorna tras sus pasos, pues la hormiga “sabe” ―sus genes así la
obligan― que su objetivo ―su deber― es llevar la comida al nido. El rey
lo repite, y una vez tras otra derriba a la hormiga, pero la respuesta del
insecto es siempre la misma: no importan las dificultades, no importa lo que le
está pasando, ella sabe que su destino es llegar al nido con la carga y
mientras tenga fuerzas, lo intentará, pase lo que pase.
La visión mítica,
tradicional, de esta historia quiere que Tamerlán lo intentase un número mágico
de veces, siete, setenta, setecientas… pero la idea es que lo hizo ―tirar a la
hormiga y su alimento y que ésa, indiferente, volviese a cargar con su trocito
de comida y reemprendiese el camino interrumpido tantas veces―, hasta que el Gran
Cojo aprendió la lección que de aquello se derivaba. El espíritu del
gran Tamerlán dejó de temblar cuando un pequeño insecto le hizo aprender el
valor de la tenacidad. Él, que instantes antes se hallaba derrotado por sus
propios pensamientos y sentimientos de angustia, había entendido el mensaje de
la pequeña hormiga. La dejó subir por última vez y la vio desaparecer por una
hendidura; la hormiga, finalmente, llegó a su destino con su carga.
Todo cambió en ese instante, Tamerlán sabía ya que la derrota es
temporal, que sólo es consecuencia de tácticas y acciones erradas; que,
si la necesidad del logro del objetivo persiste, hay que intentarlo una y otra
vez; aprendió que no importa cuántas veces perdamos, que la última y triunfal
vez es lo que nos valdrá; que el resultado del abandono es más que el fracaso,
abandonar algo es negarse a sí mismo, el triunfo posterior en ese mismo asunto.
Ayer la prensa recogía la siguiente noticia, “Telefónica encarga al Banco de Santander la venta
parcial de su filial de fibra óptica en Chile” https://bit.ly/2WJGpt6,
según la propia noticia la operadora quiere abrir el capital de su subsidiaria
en Chile en la división de fibra óptica de una sociedad creada a principios de
este año cuyo nombre es Infraco. Según los datos
proporcionados por la memoria del año 2019, “en los accesos fijos destaca el
crecimiento de FTTx (+17% interanual) tras la aceleración en el despliegue
hasta alcanzar 2,3M de UUII pasadas a diciembre (+33% interanual). Este
crecimiento se traslada al ARPU de banda ancha que crece un (7%) en 2019”. Los
ingresos de la división chilena alcanzaron en el año 2019 los 1.914 millones de
euros (-8%), siendo el crecimiento de accesos en el año de
174.400 accesos hasta alcanzar los 12.067.000 accesos. El CapEx o inversión
alcanza los 310 millones de euros en el 2019, un (-9%) que el año anterior.
Fuente: Telefónica
En la información en el diario digital, se dice de la necesidad de buscar un socio que aporte capital, con el fin de impulsar el desarrollo de la infraestructura de fibra óptica en el país. Sin embargo, con la enajenación del 50% que se pretende, los beneficios que aporta dicha filial, Infraco, se quedará el postor que se haga con dichos activos. No hay que olvidar, que es dicha infraestructura según los datos publicados en la memoria por la operadora del año 2019, la que registra un sólido crecimiento que impacta directamente sobre el ARPU (promedio de ingresos por usuario) de dicha división. El 8 de marzo se publicaba en un diario https://bit.ly/2wCPYPK que Telefónica atesoraba una liquidez por importe de 22.840 millones de euros (importe superior al de la deuda que vence en los próximos 2 años y un poquito más de la quinta parte de la liquidez total que atesoran todas las compañías del índice IBEX-35, unos 110.130 millones de euros). De la liquidez de Telefónica, 9.000 millones de euros corresponde a efectivo y unos 14.000 millones de euros aproximadamente a líneas de crédito y facilidades de crédito sindicado. Los vencimientos para este año y el que viene de Telefónica suman un total de 14.598 millones de euros, muy por debajo de la liquidez disponible, sin contar el que se genere este y el año que viene. Así pues, parece que la situación en cuanto a la generación del flujo de caja es correcta para la operadora.
En la información en el diario digital, se dice de la necesidad de buscar un socio que aporte capital, con el fin de impulsar el desarrollo de la infraestructura de fibra óptica en el país. Sin embargo, con la enajenación del 50% que se pretende, los beneficios que aporta dicha filial, Infraco, se quedará el postor que se haga con dichos activos. No hay que olvidar, que es dicha infraestructura según los datos publicados en la memoria por la operadora del año 2019, la que registra un sólido crecimiento que impacta directamente sobre el ARPU (promedio de ingresos por usuario) de dicha división. El 8 de marzo se publicaba en un diario https://bit.ly/2wCPYPK que Telefónica atesoraba una liquidez por importe de 22.840 millones de euros (importe superior al de la deuda que vence en los próximos 2 años y un poquito más de la quinta parte de la liquidez total que atesoran todas las compañías del índice IBEX-35, unos 110.130 millones de euros). De la liquidez de Telefónica, 9.000 millones de euros corresponde a efectivo y unos 14.000 millones de euros aproximadamente a líneas de crédito y facilidades de crédito sindicado. Los vencimientos para este año y el que viene de Telefónica suman un total de 14.598 millones de euros, muy por debajo de la liquidez disponible, sin contar el que se genere este y el año que viene. Así pues, parece que la situación en cuanto a la generación del flujo de caja es correcta para la operadora.
Fuente: Diario Expansión
El 17 de marzo el gobierno de
la nación decreto el Estado de Alarma motivado por el COVID-19 http://bit.ly/2w5tUNz, En el Real
Decreto-ley 8/2020 de medidas económicas adoptadas por él Gobierno se blindan a
aquellas compañías que prestando servicios de carácter estratégico puedan ser
victimas de una OPA (Oferta Pública de Adquisición) debido a la
minusvalía que sufren en su cotización. Ni que decir tiene, que algunas
de ellas vienen sufriendo dicha minusvalía por una gestión manifiestamente mejorable
que las ha llevado a un sobre endeudamiento. Reducir el mismo a base a enajenar
activos reduciendo el perímetro de la compañía, es pan para hoy y hambre para
mañana, ya que la persona que suceda al actual CEO se verá atado de pies y manos al ver
reducido los recursos con los que cuenta la compañía. Afortunadamente
para los diferentes stakeholders (accionistas, inversores, empleados,
etc.) de Telefónica, desde la presentación del nuevo plan estratégico a
finales del mes de noviembre del año pasado, en el cual se contemplaba la enajenación
parcial o total de la división latinoamericana exceptuando Brasil o las 50.000
torres de telefonía, nada se ha realizado, salvo encargar a diferentes bancos
de inversión como City o Goldman Sachs trabajos para gestionar dicha venta,
como el efectuado ahora al Banco de Santander. Trabajos por los que
hay que pagar cantidades importantes de dinero, pero que como bien recoge la
noticia en el encargo llevado al Banco de Santander tiene muy poca probabilidad
de llevarse a efecto. Mientras esto sucede en España, en
Europa se ha activado una corriente en diferentes países que consiste en nacionalizar
aquellas compañías que siendo privadas prestan unos servicios públicos estratégicos y que han quedado muy comprometidas por la baja capitalización bursátil. Las primeras en recoger dicho paraguas están siendo las compañías aéreas como
por ejemplo la italiana Alitalia o la inglesa British Airways, sin embargo, por
el manifestar de Ministros de Economía de países como Francia y Alemania, Bruno
Le Maire y Peter Altmaier no serán las únicas https://bit.ly/3amLjjm
Lo que parece un
contrasentido a la realidad que vivimos actualmente, es que aquellas
compañías que presentan serios problemas por dicha capitalización bursátil quieran
reducir la deuda vendiendo activos que son los que sustentan su presente y son
garantía de futuro para las mismas. Por otro lado, el tomar medidas en la dirección
opuesta a la corriente que esta empezando a surgir en Europa en cuanto a
preservar los activos estratégicos, no parece un buen negocio para el interés
general. Más allá, de que algún CEO en la desesperación en que se
encuentra trate de colar de rondón una Junta de Accionistas en plena cuarentena,
el 3 de abril, donde los accionistas no pueden acudir y reclamar a su
presidenta por la situación que vive actualmente dicha entidad. Ayer se
publicaba dicha noticia https://bit.ly/2JdJaL6,
y de la misma surge alguna pregunta que no será contestada a sus dueños, los accionistas, ¿Como es posible que desde que dicha presidenta fuera
nombrada en el año 2014, el valor del Banco de Santander haya
perdido un 70%?
Para finalizar el post,
decir que quizás algún CEO debería fijarse en la lección de la hormiga como Tamerlán,
de dicha lección sacaría como mínimo que la persistencia es una virtud en la dirección
correcta, sin embargo, en el error como decía el célebre filósofo Heidegger, debe
soportar también que lo falso, fallido, ambiguo y polisémico en lo que se
encuentra, y que él fomenta, se le atribuya “como auténtico de su querer
y con ello se rechace la totalidad de su pensamiento”. Lo que a veces sacude la conciencia del público
es la inocente expresión de una verdad, y en algunas ocasiones lo que sorprende es la
inocente persistencia en un error… La pregunta aquí es ¿Hay tal inocencia en algún CEO?
Ya lo dijo Voltaire: “El
hombre se precipita en el error con más rapidez que los ríos corren hacia el
mar.”
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