El sentido común son
los conocimientos y las creencias compartidos por una comunidad y considerados
como prudentes, lógicos o válidos. Se trata de la capacidad
natural de juzgar los acontecimientos y eventos de forma razonable.
El sentido común a veces tiene mala prensa. Parece una
cualidad de la gente aburrida, timorata, conservadora… En cambio, la locura es
cool. Las personas con escaso sentido común tienen fama de divertidas,
disruptivas, creativas y un sinfín de cosas buenas.
"Se está celebrando el 25
aniversario de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Se rememoran con creces las
hazañas de los grandes deportistas de aquellos días. Pero de quien no se habla
es de Pyambu Tuul, de Mongolia, el corredor que llegó último en
el maratón. La terminó dos horas después del primer y no le dejaron entrar en
el Estadio de Montjuïc como en el resto. Estaban preparando la ceremonia de
clausura y lo desviaron a una pista anexa que servía de calentamiento de los
atletas. En la meta sólo había dos jueces y dos periodistas. Nadie lo aclamó.
Nadie lo vitoreó. Pero él saltaba de contento en cruzar la línea de llegada.
Uno de los asistentes le preguntó la razón de su euforia, haciéndole ver que el
tiempo que había hecho (04:00:44) era muy malo. La respuesta del mongol fue muy
clara: No, mi tiempo no ha sido malo. Mi tiempo significa el récord olímpico de
maratón de mi país. Otro le preguntó si aquel había sido el día más grande de
su vida. Contundente, replicó también que no. No. El mejor día de mi vida fue
cuando recuperé la vista y pude ver a mi mujer y mis dos hijas por primera vez.
¡Son preciosas! En una expedición médica humanitaria en Mongolia, un
oftalmólogo le había hecho un trasplante de córnea seis meses antes de los
Juegos porque, de un accidente cuando era pequeño, se había quedado ciego. A Pyambu
Tuul no se le fue la olla. Colocó las cosas en su justo punto, demostró
a los periodistas un sentido común extraordinario y les dio a todos una lección
de lucidez y madurez. Sentido común en estado puro. ¡Una joya! Seamos locos,
divertidos y disruptivos en lo que haga falta… pero conservemos el
sentido común que nos hace valorar objetivamente nuestros aciertos y fracasos,
así como nuestras relaciones con las demás personas".
El 2 de marzo se publicó en
un diario digital la siguiente noticia, “Pallete llama a Mubadala, QIA y
Temasek para salir al rescate de Telefónica” http://bit.ly/2vnhVup De la misma se desprende la petición del primer
ejecutivo de la teleco de ayuda de fondos soberanos de Qatar, Abu Dabi,
Kuwait o Singapur con el fin de que socorran (defiendan) a Telefónica ante una
posible contingencia como es el lanzamiento de una OPA hostil por un fondo de
inversión u otra compañía. La noticia recoge el siguiente hecho, “En
ese momento, Pallete, que ahora lleva cuatros años como presidente, se tendrá
que presentar ante los inversores para dar explicaciones de por qué la
cotización se ha desplomado cerca de un 40% desde que tomó posesión del cargo.
El grupo capitaliza actualmente 27.700 millones, lejos de los más de 100.000
millones que llegó a valer hace una década”. Ni que decir tiene, que la
primera reflexión que a uno se le viene a la cabeza es la siguiente, ¿Cómo
es posible que una compañía estratégica y sistémica de la economía
española busque un blindaje fuera de los intereses del estado español que fue quien
la fundó el 19 de abril de 1924? o será que el blindaje que se busca es para
el actual equipo directivo. Los fondos soberanos (SWF
por sus siglas en inglés) se pueden definir como un conjunto de capitales
controlados por un gobierno, o una entidad relacionada con el gobierno, que
invierte en activos en busca de rendimientos competitivos ajustados al riesgo
(Balding, 2011). Desde junio de 2015 los activos de los fondos soberanos
sumaron 7,1 billones de dólares controlando una cantidad masiva de capital
global (SWF Institute, 2015). Los fondos soberanos internacionales
-brazos inversores de los estados- llevan invertidos en España 40.000 millones
de euros en los últimos años y han aumentado su interés por los activos
nacionales en los dos últimos ejercicios, según se desprende del informe Sovereign
Wealth Funds 2018, elaborado por IE University y el
Icex. El informe constata que hay 91 fondos soberanos en todo el mundo
que gestionan activos por 8,1 billones de dólares. El tradicional
peso que tenía el sector inmobiliario para este tipo de inversores ha dado paso
a un mayor protagonismo del sector tecnológico, químico y de consumo.
En el año 2018, los fondos participaron en 77 rondas de financiación de
empresas tecnológicas, con una especial presencia en los mercados de Estados
Unidos y China.
Una de las cuestiones que
se han puesto de relieve estos días por diferentes noticias que se han
publicado en la prensa es que la situación por la que atraviesa dicha compañía está
siendo seguida de cerca por el actual equipo de Moncloa http://bit.ly/39jLX0K, http://bit.ly/39lJeEa cuestión está nada baladí si tenemos en cuenta
que ningún fondo extranjero entra en ningún sector económico de la economía de
un país desarrollado con la oposición frontal del gobierno de turno. Ya
en anteriores post publicados en dicho blog he subrayado la situación de
compañías similares en países de nuestro entorno, los cuales, tienen una participación
mínima del estado en el que están radicadas. En Francia, France Telecom
está participada por estado francés en un 23%, en Alemania Deutsche Telekom
tiene la participación del estado en un 15% y del banco público KWF en otro 15%.
Esta situación no es óbice para dichas compañías se gestionen con criterios de
una compañía privada al tener capital privado en su inmensa mayoría, sin
embargo, dichas participaciones sirven de elemento disuasor a operaciones
hostiles sobre las mismas.
En esta crisis por la que atraviesa dicha compañía, hay
actores como son los sindicatos o los accionistas dominicales que con su
silencio ponen de relieve el papel que juegan en la misma. Nada es ajeno a los
mismos, las métricas de la compañía llevan años deteriorándose con el silencio
de estos, sin embargo, cuando llegue la solución a dicho problema, es
posible que quien la juzgue llame a los mismos a capitulo con respecto al papel que han jugado en la
misma. Toda crisis como decía Joseph Juran el padre
de la calidad japonesa, está sujeta a causas raíz, en la
teleco las mismas tienen que ver con factores como por ejemplo: ausencia de una
inversión sólida en I+D http://bit.ly/2EODh53,
la mejora de la formación de los recursos humanos http://bit.ly/39nK2s0, la
politización de decisiones de gestión ha llevado a que la misma este en estos
momentos languideciendo sin tampoco muchos recursos con los que capear dicha
crisis. El gobierno actual no puede, ni debe permitir que países
extranjeros tomen una participación del capital de una compañía que actúa como
punta de lanza en mercados donde nuestra lengua, el español, es nuestro
elemento vehicular para el desarrollo de dichas economías.
Latinoamérica es un mercado de 600 millones de personas http://bit.ly/2ushJsE, donde en
cuestiones de desarrollo hay un enorme potencial para aquellos actores
económicos que se encuentren asentados en el mismo. Telefónica es la
punta de lanza del empresariado español en dicho mercado, sus más de 30 años de
presencia donde ha participado en el desarrollo de las telecomunicaciones avalan
su presencia en los mismos.
La situación por la que
atraviesa actualmente la compañía es un “cisne negro” para la
sociedad española, la cual asiste entre perpleja y sorprendida por la situación
que está atravesando. La Teoría
del Cisne Negro de Nassim Nicholas Taleb relatada en un libro que publicó en el
año 2007, versa sobre la importancia para la historia de la humanidad que
tienen los eventos sin dirección e inesperados, normalmente ignorados por sus
bajas probabilidades de darse, extremos y azarosos. Son
cisnes negros que aparecen luego de ver millones de cisnes blancos, aquellos
eventos históricos, artísticos, económicos, científicos que se dan sin que los
esperemos y nos cambian para siempre, por ejemplo; Internet, Hitler,
guerras relámpago, Enron, el 11-S… La
experiencia en el mundo se ha mediatizado a tal forma que sentimos en carne
propia las consecuencias de sucesos que nos impactan geográfica y culturalmente. La experiencia humana siempre ha estado ligada por
nuestra pertenencia final a la especie, pero la ligazón actual sobrepasa los
límites de la empatía biológica y así como se aprovechan los beneficios, también
se sufren sus desventajas cuando un suceso presuntamente inesperado irrumpe en
la cotidianidad humana y cambia para siempre nuestra perspectiva sobre las
cosas o nuestro entendimiento sobre sus posibilidades de acontecer. En
la historia moderna, hechos como fueron; los descubrimientos científicos,
Hiroshima, el Holocausto o la hipercomunicación con el móvil e internet, entre
otros tantos sucesos, fueron observados y vividos con estupefacción por la
sociedad, dejando una huella imborrable en la memoria colectiva. Con
ellos, según el autor de la teoría, estábamos frente a Cisnes Negros.
Pues bien, el “Cisne Negro”
al que está sometido la sociedad española con Telefónica requiere de medidas por
aquellos actores que tienen el papel de velar por los intereses del país, que
permitan somatizar a la sociedad española una situación que su sentido común,
ni comprende…Ni entiende.
Ya lo dijo Nassim Taleb: “No
importa la frecuencia con la que algo tenga éxito si el fracaso es demasiado
costoso de soportar”.
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