miércoles, 19 de abril de 2017

PERSONAS, GESTIÓN Y... LIBERTAD DE ATADURAS




Cuenta la historia que un viejo maestro deseaba enseñar a uno de sus discípulos por qué muchas personas viven atadas a una vida de mediocridad… y no logran superar los obstáculos que les impiden triunfar. No obstante, para el maestro, la lección más importante que el joven discípulo podía aprender era, observar lo que sucede cuando finalmente nos liberamos de aquellas ataduras y comenzamos a utilizar nuestro verdadero potencial. Para impartir su lección al joven aprendiz, aquella tarde el maestro había decidido visitar con él algunos de los lugares más pobres y desolados de aquella provincia. Después de caminar un largo rato encontraron la que consideraron la más humilde de todas las viviendas. Aquella casucha a medio derrumbarse, que se encontraba en la parte más distante de aquel caserío, debía ser -sin duda- alguna la más pobre de todas. Sus paredes milagrosamente se sostenían en pie, aunque amenazaban con derribarse en cualquier momento. El improvisado techo dejaba filtrar el agua. Y la basura y los desperdicios que se acumulaban a su alrededor, daban un aspecto decrépito a la vivienda. Sin embargo, lo más sorprendente de todo era que en aquella casucha de 10 metros cuadrados pudiesen vivir ocho personas. El padre, la madre, cuatro hijos y dos abuelos se las arreglaban para acomodarse en aquel lugar. Sus viejas vestiduras y sus cuerpos sucios y malolientes eran prueba del estado de profunda miseria reinante. Curiosamente, en medio de este estado de escasez y pobreza total, esta familia contaba con una posesión poco común en tales circunstancias: una vaca. Una delgada vaca que con la escasa leche que producía, proveía a aquella familia con el poco alimento de algún valor nutricional. Pero más importante aún, esta vaca era la única posesión material de algún valor con que contaba aquella familia. Era lo único que los separaba de la miseria total. Y allí, en medio de la basura y el desorden, pasaron la noche el maestro y su novato discípulo. Al día siguiente, muy temprano y sin despertar a nadie, los dos viajeros se dispusieron a continuar su camino. Salieron de la morada y antes de emprender la marcha, el anciano maestro le dijo a su discípulo:

-Es hora de que aprendas la lección que has venido a aprender.

Sin que el joven pudiese hacer nada para evitarlo… El anciano sacó una daga que llevaba en su bolsa y degolló la pobre vaca que se encontraba atada a la puerta de la vivienda, ante los incrédulos ojos del joven.

-Maestro, dijo el joven: “¿Qué has hecho? ¿Qué lección es ésta, que deja a esta familia en la ruina total?

-¿Cómo has podido matar esta pobre vaca, que representaba lo único que poseía esta familia?

Haciendo caso omiso a los interrogantes del joven, el anciano se dispuso a continuar la marcha. Así, maestro y discípulo partieron sin poder saber qué suerte correría aquella familia ante la pérdida de su única posesión. Durante los siguientes días, una y otra vez, el joven era confrontado por la nefasta idea de que, sin la vaca, aquella familia seguramente moriría de hambre. Los dos hombres decidieron regresar nuevamente por aquellos senderos a ver qué suerte había corrido aquella familia. Buscaron la humilde posada nuevamente, pero en su lugar encontraron una casa grande. Era obvio que la muerte de la vaca había sido un golpe demasiado fuerte para aquella familia, quienes seguramente habían tenido que abandonar aquel lugar… Y ahora, una nueva familia, con mayores posesiones, se había adueñado de aquel lugar y había construido una mejor vivienda.

-¿Adónde habrían ido a parar aquel hombre y sus hijos?, ¿Qué habría sucedido con ellos?

Todo esto pasaba por la mente del joven discípulo… Mientras que, vacilante, se debatía entre tocar a la puerta y averiguar por la suerte de los antiguos moradores o continuar el viaje y evitar confirmar sus peores sospechas. Cuál sería su sorpresa cuando del interior de aquella casa salió el hombre que un año atrás le diera morada en su vivienda.

-¿Cómo es posible?, preguntó el joven.

-Hace un año en nuestro breve paso por aquí, fuimos testigos de la profunda pobreza en que ustedes se encontraban…

-¿Qué ocurrió durante este año para que todo esto cambiara?

-El hombre relató cómo coincidiendo con el mismo día de su partida, algún maleante, envidioso de su vaca, había degollado salvajemente al animal. (Este hombre ignoraba que había sido el maestro quien mató su vaca). El hombre continuó relatándole a los dos viajeros cómo su primera reacción ante la muerte de la vaca había sido de desesperación y angustia. Por mucho tiempo, la vaca había sido su única fuente de sustento. El poseer esta vaca le había ganado el respeto de sus menos afortunados vecinos, quienes envidiaban no contar con tan preciado bien. Sin embargo, continuó el hombre, poco después de aquel trágico día, decidimos que a menos que hiciéramos algo, nuestra propia supervivencia estaría en peligro. Así que decidimos limpiar algo del terreno de la parte de atrás de la casucha… Conseguimos algunas semillas y decidimos sembrar vegetales y legumbres con los que pudiésemos alimentarnos. Después de algún tiempo comenzamos a vender algunos de los vegetales que sobraban. Y con este dinero compramos más semilla y comenzamos a vender nuestros vegetales en el puesto del mercado. Así pudimos tener dinero suficiente para comprar mejores vestimentas y arreglar nuestra casa. De esta manera, poco a poco, este año nos ha traído una vida nueva.

El maestro, quien había permanecido en silencio, prestando atención al fascinante relato del hombre…Llamó al joven a un lado y en voz baja le preguntó:

-¿Tú crees que si esta familia aún tuviese su vaca, estaría hoy donde ahora se encuentra?

-Seguramente no, respondió el joven.

-Como ves, la vaca fuera de ser su única posesión, era también la cadena que los mantenía atados a una vida de mediocridad y miseria. Al no contar más con esa falsa seguridad que les proveía el sentirse poseedores de algo… Debieron tomar la decisión de buscar algo más. En otras palabras, la misma vaca que para sus vecinos era una bendición…Les había dado la sensación de poseer algo de valor y no estar en la miseria total, cuando en realidad estaban viviendo en medio de la miseria. A veces, lo poco que tienes se convierte en un castigo, ya que no te permite buscar más. No eres feliz con ello, pero no eres totalmente miserable. Estás frustrado con la vida que llevas, más no lo suficiente como para querer cambiarla. ¿Ves lo trágico de esta situación?  

Se dice muchas veces que los cambios organizativos en una compañía tienen que servir para reconducir o afianzar un modelo de gestión profesional, el cual tiene que tener una sólida base sobre el manejo y gestión de una forma eficiente y eficaz de los recursos que atesora dicha compañía. A nadie se le escapa que el recurso más importante que atesora una compañía es el capital humano, sin embargo cuando el directivo dilapida dicho recurso por una gestión ineficaz del mismo ya que no se extrae del mismo toda su potencialidad por falta de compromiso del mismo con el proyecto, el cambio de dichos directivos tiene que servir de forma inmediata para remediar dicha situación. La sostenibilidad del sistema de gestión que implante el equipo directivo de una compañía vendrá de una serie de acciones y medidas que garanticen como resultado final unos resultados financieros sólidos. Sin embargo cuando pasan unos meses y todo sigue exactamente igual, sin planes y ni programas como por ejemplo en el área de Recursos Humanos (Programa de Clima Laboral), cabe preguntarse lo siguiente, ¿Para que dichos cambios?, ¿Qué más pruebas necesitan los directivos de dicha compañía para darse cuenta de la importancia de dicho kpi? ¿Hasta cuándo los diferentes stakeholders que integran la misma tienen que sufrir las pérdidas económicas por incapacidad e ineficiencia del equipo gestor? 

Una investigación reciente sobre la felicidad de los empleados en una compañía hace alusión a que existe una relación directa entre felicidad y productividad en el trabajo. Algunas compañías toman nota de dicha situación y obtienen una mayor rentabilidad que proporciona dicho hecho, como por ejemplo: Google, SAS Institute, W.L. Gore, etc., según el ranking Great Place to Work 2016. http://bit.ly/1mhG9F1  Un estudio efectuado hace poco tiempo por economistas en la Universidad de Warwick en el 2015, encontró que la felicidad eleva la productividad de los empleados en un 12%, mientras los trabajadores infelices resultaron 10% menos productivos. En total el gap o pérdida entre un trabajador feliz y comprometido y uno resignado y ausente de compromiso es de un 22% de su productividad. Los investigadores encontraron situaciones y hechos cuando menos sorprendentes sobre dicha variable como por ejemplo;  que la felicidad humana tiene efectos causales grandes y positivos en la productividad, las emociones positivas fortalecen a los seres humanos. Los incentivos financieros (sueldo, primas u otro tipo de recompensas económicas) son insuficientes para hacer a los empleados muy productivos. El profesor Andrew Oswald, uno de los tres investigadores que realizaron el estudio, http://bit.ly/2eforKa afirma que las compañías que invierten en satisfacción del empleado tienden a tener un mayor éxito en la generación de trabajadores más felices. En Google, la satisfacción del empleado se elevó el 37% a consecuencia de las iniciativas tomadas para fortalecer el bienestar y felicidad de sus empleados. Shawn Anchor, el autor de "La ventaja de la felicidad", ha encontrado que el cerebro trabaja mucho mejor cuando una persona se siente segura, en ese estado los empleados son más creativos a la hora de abordar las dificultades a las que se enfrentan en su día a día.  Asimismo existe una mayor colaboración entre las diferentes áreas que integran la compañía, ya que se trabaja con objetivos comunes, no como sucede en algunas compañías donde cada departamento o área hace la guerra por su cuenta. Anchor visualiza dicha inversión en el capital humano como un beneficio neto para la misma, "a mayor felicidad mayores niveles de ganancia” para las compañías que toman las medidas correctas. 

Otra curiosidad del estudio es que la felicidad y el bienestar laboral estrechan y consolidan relaciones sociales más fuertes entre los empleados. Esto ha llevado a algunos a sostener que los empleados más felices también hacen mejores líderes. Según Alexander Kjerulf, el fundador de Woohoo Inc., el objetivo principal de la felicidad empresarial es elevar el voltaje productivo”. Los empleados felices, en su opinión, toman mejores decisiones, sobresalen en la dirección de su tiempo y poseen otras habilidades de mando “críticas”. Existe un alto porcentaje de trabajadores que no disfruta con su trabajo, un estudio efectuado por Gallup encontró que solo el 13% de los empleados se involucra en el trabajo. Esto por ejemplo, tiene un coste financiero para el sistema productivo estadounidense de entre 450-550 mil millones de dólares anualmente. Si los directivos quieren mejorar la productividad de una compañía, tienen un camino para lograrlo, el bienestar y felicidad de sus empleados.

Para terminar este post quiero hacer una reflexión con la anécdota de la vaca extrapolándolo a la gestión directiva. Cuando en una compañía, la gestión de los directivos esta únicamente respaldada por la posición que ocupan en la misma (la vaca), pero la compañía se encuentra sujeta a ficciones, excusas y justificaciones que mantienen atada a la misma a la mediocridad… es fácil conformarse con lo poco que tienen. Sin embargo, esto no genera otra cosa que un falso bienestar frente a un mundo de oportunidades que está por descubrir, pero ese mundo solo aparecerá cuando se mate la vaca (sustituyan la gestión y directivo)… y halla que encontrar aquello que tienen por descubrir.


Ya lo dijo Alexander Graham Bell: De vez en cuando vale la pena salirse del camino, sumergirse en un bosque. Encontrará cosas que nunca había visto”.
 



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