lunes, 9 de junio de 2014

EL VENENO


Cualquier organización que omite, oculta o no práctica una ética en su gestión con personas, actos y decisiones que toma en el día a día está condenada al fracaso. Este fracaso vendrá puesto de manifiesto por; bajo compromiso de las personas que trabajan en la organización, perdida de oportunidades, reducción de cuota de mercado donde opera, reducción de ingresos por operaciones, etc. 

Existe un libro de reciente publicación de Javier Fernandez Aguado que estudia el parecido entre las organizaciones de ahora y la gestión del III Reich, sacando el autor la siguiente conclusión: "lo que enhebra en muchas organizaciones es que actuan aplicando las mísmas técnicas que en el III Reich: atraer a los mediocres, retener y manipular mediante el miedo, ahuyentar a quienes desarrollan el pensamiento propio, negar la libertad ajena, manipular y adiestrar en vez de formar, etc." 



En las organizaciones hoy en día existe una gran necesidad de brindar acciones y hechos éticos a la Gestión de los Recursos Humanos que crucen transversalmente la organización con el fin de que cada acto sirva de ejemplo de lo bien hecho, con el fin de promover y divulgar una ética como forma de acción y compromiso en la organización. Esto debe de manifestarse desde los dueños de la compañía hasta los directivos, gerentes y trabajadores, ya que de lo contrario, los fines (metas) aplastaran al componente humano que brinda sentido a la organización, con lo que se perderá el valor y los principios que guían e inspiran la misma. Es un error centrar todo el universo de una compañía en una visión financiera como sucede hoy en día, donde la misma queda reducida al valor del capital, como si en las compañías el crecimiento, progreso y logro de metas solo fuese posible con dicho capital. 
Es pues fundamental que quien dirije y lidera la compañía busque poner en valor los intangibles que salen de los Recursos Humanos como (conocimiento, compromiso, iniciativa, pasión, etc.),  ya que juegan un papel estelar en  la visión que se establezca, si no será una desgracia para accionistas, directivos y otros stakeholders (grupos de interés), puesto que son las personas que realizan el trabajo las que se tienen que identificarse con dichas metas y objetivos si queremos alcanzar los mismos. Hacer caso omiso de esta regla es engañarse y huir hacia un destino poco recomendable, EL FRACASO.



La gestión sin ética pues saca siempre a relucir la perversión de las decisiones, donde el fin justifica los medios. Existen muchas organizaciones que deberían realizar un exhaustivo examen de conciencia para detallar los cambios que deben poner en marcha en sus Recursos Humanos. Es muy común en grandes organizaciones que los directivos busquen atraer talento para luego expulsarlo o vejarlo, se esconda la información a los trabajadores sobre hechos relevantes, se viva más de la propaganda que de las verdades, esto se manifiesta reiterativamente con descensos en facturación e ingresos, etc. es lo que llamaríamos mala gestión. Todos estos hechos vienen sustentados por ese nefasto axioma de que el fin (su fin) justifica los medios (sus medios).


Ya lo dijo Leif Edvinsson uno de los mayores expertos mundiales en capital intelectual (IC), conocimiento e innovación: "Los ejecutivos tienen que dedicar cada vez más tiempo a temas como la cultura, los valores, el carácter y otras cosas no tangibles. En lugar de directivos, deben ser cultivadores y contadores de cuentos para ganarse las mentes."









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