lunes, 11 de abril de 2016

LIDERAZGO NUEVO... ¿HACIA DONDE MIRAR Y SACAR CONCLUSIONES?



Mario José Bergoglio es el Papa número 266 en la silla de San Pedro, a punto de cumplir 80 años se parece mucho al CEO de una gran compañía. “Nominalmente, al menos, él es el CEO de lo que es probablemente la empresa global, entidad u organización más grande y de mayor éxito que la humanidad haya conocido a lo largo de la historia”, dice John Kimberly, profesor de gestión de la Wharton School.  Sin embargo, dado que la Iglesia como institución lleva funcionando más de dos mil años, cuando un nuevo CEO como Bergoglio decide cambiar de dirección, se enfrenta a; una inercia inevitable, tradiciones desgastadas y la oposición interna directa. ¿Qué hacer para que las personas que se resisten al cambio participen en el debate? ¿Cómo puede el nuevo Papa atraer nuevos grupos -y generaciones- sin herir a un público de importancia histórica? Para cualquier líder que está abriendo nuevos caminos, Kimberly dice que hay una pregunta fundamental: “¿En qué medida es posible realizar un cambio y seguir siendo la referencia que se fue?
Bergoglio ha emprendido un nuevo camino dentro de la Iglesia católica de gran relevancia como es el hecho de fijar nuevas posiciones y criterios hacia cuestiones candentes en la sociedad actual como: el cambio climático, cambiar su posición sobre el divorcio, la pederastia en la Iglesia, cambios en las finanzas vaticanas, etc., "no es una época de cambios, es un cambio de época". Este es un cambio tan enorme para una institución tan rígida como la Iglesia católica que si una compañía tuviese que hacer uno de esta magnitud, muchas empresas o CEO no se aventurarían a enfrentarse al mismo. Este cambio viene motivado por el grave peligro que corre la Iglesia de quedarse sin simpatizantes, el descenso de las vocaciones, aparte del rechazo que genera entre millones de personas su incoherente comportamiento sobre algunas cuestiones. La religión católica se ha convertido en uno de los clubes más exquisitos del planeta, sólo apto para adeptos ideales. Sus feligreses han de cumplir un ajustadísimo programa que no les permite saltarse ni una línea del guión. Los tiempos han avanzado y la Iglesia se ha quedado inmóvil en algún punto perdido del Medievo sin aceptar a los que no se petrificaron con ella. Las parejas que conviven, los divorciados, los homosexuales… Todos han visto cómo la Iglesia les ha ido dando la espalda. La aportación más revolucionaria de Bergoglio en su primer año ha consistido en imponer el sentido común, él a veces ausente en los criterios vaticanos, por eso, la ofensiva inicial se ha centrado en cambiar la imagen, en deslucir el fausto. El aspecto de ostentación de la Iglesia daña de muerte su credibilidad y aleja a propios e infieles es una obviedad que se cae por su propio peso. Pero ha tenido que ser el argentino el que diera el paso de desprenderse de los apartamentos pontificios, de colgarse una cruz de latón o de calzar unos zapatos raídos para poner en evidencia lo ilógico de la situación.
La campaña de lavado de imagen ha sido milimétrica, Bergoglio ha puesto en marcha muy rápido los cambios estéticos que pedían tanto seguidores como detractores de la iglesia con un rotundo éxito en los medios de comunicación, que han comprado el giro desde el primer día. Los tiempos de crisis económica en occidente, y la impenitente pobreza de los países en desarrollo, le han ayudado a encontrar el caldo de cultivo perfecto para explotar estos gestos. A la sobriedad del físico sumó formas sencillas, lenguaje llano, un Papa con un liderazgo más de cura de barrio que sucesor de la silla de San Pedro ha sido la fórmula del éxito, accesible a todo aquel que tenga algo que decir y observador de todo lo que le rodea. Su visión de la iglesia ha sido plasmada en el programa Evangelii Gaudium que es su programa de gobierno, en él marca las líneas de este nuevo “cambio de época”. Para llevarlo a cabo ha renovado la cúpula cardenalicia, así mismo el Papa le ha dicho al mundo que se opone a la "mano invisible del mercado" y al liberalismo económico, esto ha sido una auténtica bofetada a sus seguidores conservadores, que son los que acaparan más poder en cada país, y también en Roma. En una organización que apenas se ha movido en dos mil años de historia, el calentamiento en la banda que ha hecho Bergoglio antes de saltar a jugar es esperanzador para muchos fieles que esperan una iglesia como la que se fundó en sus orígenes, centrada en la pobreza y desigualdad. Para lograr dicha transformación se ha centrado en tres ejes: la concepción de la familia, la mujer y el rol de los sacerdotes. Con un elemento transversal: la lucha por la justicia social. Si bien los desafíos son enormes y Bergoglio tiene una edad avanzada, su liderazgo ha ilusionado a millones de personas que pertenecen a dicha creencia, otra cosa será que el tiempo le permita culminar su obra, lo que ha quedado claro es que su visión concuerda con lo que espera la sociedad de dicha longeva institución. 

El reemplazo de un CEO por otro es y será siempre fuente de fascinación y de auténticos conflictos. Está en juego la continuidad o ruptura de una situación o status quo, con consecuencias muy dispares para ganadores y perdedores. En la empresa, la selección del CEO es una de las decisiones más importantes que debe tomar un Consejo de Administración, esta figura no sólo tiene un enorme impacto en la marcha de la compañía, sino que el mismo proceso de sucesión, por un lado influye en la imagen  de los diferentes stakeholders como, empleados, inversores, analistas, accionistas, etc. El CEO saliente es consciente de que el último servicio que puede realizar a su empresa es que le suceda alguien mejor que él, pero su colaboración en esta tarea es complicada en su diseño y puesta en práctica, ya que entran en juego muchos factores: la marcha de la compañía, los planes para el futuro, el Consejo de Administración, etc. La sucesión del CEO puede ser fruto de un cambio reactivo o proactivo dentro de la compañía. El primero surge por un cambio exógeno repentino que exige una respuesta inmediata; el segundo -que sería el ideal- es impulsado por la necesidad de adaptarse a una situación de amenaza todavía no manifiesta ni patente, pero que podría ser peligrosa en caso de suceder. En una situación de cambio reactivo la dirección es más frecuente que recurra a candidatos externos, a los que se concede mayor libertad de actuación, a cambio de resultados palpables en un corto plazo. La sustitución del CEO suele estar acompañada de relevos en otros puestos directivos. Se trata de dar una señal inmediata buscando adoptar una nueva estrategia que saque a la empresa de la crisis. En el cambio proactivo, los promotores de la nueva orientación deben hacer frente a mayores resistencias internas, porque la necesidad de cambio no es evidente o visible para todo el mundo, existen parcelas de poder dentro de las compañías que se resisten a salir de su zona de confort para emprender caminos diferentes a los emprendidos hasta ese momento. Algunas veces, estos cambios vienen además respaldados por kpis de gestión que son hechos contrastables de una gestión deficiente, entre ellos están la caída de: ingresos, clientes, Clima Laboral, beneficios, aumento de deuda, etc., lo cual hace necesario y urgente adoptar nuevas estrategias y enfoques que permitan volver a la senda del crecimiento y liderazgo. Para ello a veces la sustitución de dichos directivos es fundamental, buscando con ello que estos nuevos enfoques los realicen personas nuevas, alineadas ideológicamente con la nueva estrategia y necesidad, que no tengan el lastre de acciones que recuerden el fracaso y los malos resultados económicos. A fin de cuentas, se trata de anticiparse a escenarios que puedan dañar a las compañías si sigue la inercia  implícita de los últimos tiempos y que ha resultado tan negativa en sus resultados económicos. Algunos estudios han descubierto que, cuanto más poder posea el CEO, más parecidos a él serán los nuevos consejeros que nombre y, por tanto, se producirá una relación de mayor simpatía. En cambio, si el Consejo de Administración tiene más poder, más parecidas serán las nuevas incorporaciones al perfil de los consejeros existentes. Al final, parece que el Consejo de Administración y el CEO se pueden enredar en una pelea para clonarse a sí mismos. En este contexto de lucha de poderes, cabe destacar que, los buenos resultados económicos incrementan el poder del CEO, mientras que unos resultados deficientes pueden trasladar, al menos temporalmente, el poder hacia los miembros del Consejo de Administración.

Una investigación fidedigna en los procesos de sucesión de una compañía requeriría el acceso a las deliberaciones en el seno del Consejo de Administración y otro tipo de eventos internos de gran sensibilidad para la compañía. No obstante, hoy en día la información fluye con rapidez en los mercados financieros, se sigue con atención cada decisión relevante y se juzga el impacto de la sucesión en la marcha futura de la compañía. Por eso, la opacidad en los procesos de sucesión ya no es una característica deseable. De hecho, la falta de transparencia puede ser interpretada en ocasiones como un deseo de ocultar información desfavorable. Esta demanda de mayor transparencia ha coincidido con un cambio fundamental en el papel que desempeña el Consejo de Administración, en el pasado, el CEO asumía la iniciativa de encontrar un sucesor y el Consejo se limitaba a rubricar la elección. Ahora, a raíz de diversos escándalos corporativos, el Consejo debe ser un órgano más activo en la dirección de la compañía. El CEO debe armonizar su trabajo con el de un Consejo de Administración de este tipo y con las preocupaciones de unos stakeholders más atentos a la marcha de la compañía.

Del siglo XX al XXI todo ha cambiado, antes el CEO era como un dios, ahora entre los valores que se valoran está la humildad y cercanía, especialmente en lo que se refiere a las demandas de sus colaboradores. Asimismo, el análisis determina que deberán desarrollar grandes capacidades que les permitan gestionar con eficacia las transformaciones que se avecinan en las compañías. Pero esta no es la única visión empresarial de cara al futuro que ha cambiado,  “la visión de una compañía ha pasado de ser solamente comercial a emocional", se quiere ofrecer a la sociedad donde opera la compañía un bienestar con los productos y servicios que ofrece, esto ha cambiado absolutamente todo entrando en una cultura de la felicidad. Una situación que marca la diferencia con respecto al siglo pasado con los anteriores procesos productivos,  partiendo de la base de la gran importancia que ha adquirido el hecho de que los equipos tengan unas condiciones óptimas de Clima Laboral para que su compromiso sea el mayor posible, lo cual redundará en una mayor productividad y beneficio para los diferentes stakeholders de la compañía. El CEO ya no es tan importante como en el pasado, ahora las compañías cuentan con líderes en todos los niveles que crean un ecosistema formado por equipos donde las fronteras cada vez son más difusas entre cada uno de ellos, teniendo una gran dependencia los unos de los otros. Las compañías han sufrido un importante cambio debido a la crisis de estos últimos siete años que ha afectado a toda la cadena de stakeholders de extremo a extremo dentro de las compañías, desde empleados, accionistas, clientes, etc. La misión del CEO en los próximos años pasa por conocer y asegurarse de que sus equipos aprenden e interioricen en todo momento los escenarios cambiantes a los que se verán sometidos sus equipos, para lo cual es fundamental priorizar y focalizar la atención en las necesidades de los mismos, de tal forma que siempre se vean respaldados ante necesidades que puedan surgir, para lo cual el servicio de los líderes debe de ser total en todos los ámbitos, desde los factores higiénicos del trabajo hasta los motivacionales en el desarrollo de las personas. En este nuevo escenario las compañías no pueden trabajar como hace siete años, que fue cuando comenzó dicha crisis, sino que hay que adaptarse a una situación de cambio permanente. Un valor que disparará el compromiso de las personas con su compañía será la ejemplaridad, un CEO no le puede pedir a la plantilla de su compañía cosas que él no esté dispuesto a hacer o demostrarse todos los días. Vivimos en la era del aquí y ahora, el presente es el nuevo escenario en el que operamos y conceptos como el time to market y los plazos serán vitales. Es fundamental ofrecer una respuesta inmediata, para lo cual el cliente tiene que estar en modo omnichannel, en el centro de la estrategia de la compañía, para primar la experiencia del mismo independientemente de dónde se encuentre este. Para ello es fundamental aprovechar todas las capacidades de los trabajadores, formándoles e incentivando la innovación en un ambiente donde se fomente el compromiso del mismo con la visión de la compañía. 
En un mundo cada vez más conectado y transparente, mantener un perfil bajo ya no es una opción para los CEO empresariales. Los CEO tienen ante sí una era dorada de oportunidades para contar el mensaje de sus compañías y participar en el dialogo y las acciones con sus colaboradores en todos los niveles de la compañía. Esta nueva era, está caracterizada por un factor crítico: la visibilidad y compromiso del CEO con su compañía. Este hecho es fundamental para la reputación corporativa y está auspiciada por una importante demanda de información de los diferentes actores que componen la compañía con el fin de hacer crecer el negocio de la misma. Hoy en día, se espera que los CEO sean vistos y oídos, salgan a escena interna y externamente, esto es aplicable también para todos los altos ejecutivos de las compañías. El estudio The CEO Reputation Premium del 2015 revela que el 81% de los ejecutivos a nivel mundial piensa que la visibilidad y compromiso externos del CEO es ahora una obligación para la construcción de la reputación. Los ejecutivos entienden los beneficios que se derivan de una fuerte reputación del CEO y piensan que su reputación contribuye hasta en un 45% a la reputación de la compañía y hasta en un 44% al valor en el mercado de la misma. La reputación del CEO es hoy un lujo que incrementará su valor en el futuro. Un aspecto que hay que resaltar en este tema es que dicha salida tiene que ser con hechos y datos reales de la situación por la que atraviesa la misma, nunca se deben aportar datos que distorsionen dicha realidad, ya que el daño para la misma es inmenso a ojos de los diferentes stakeholders. 

Así pues los nuevos CEO tienen ante sí un enorme desafío lleno de oportunidades en el nuevo futuro digital que se avecina, lograr; negocios prósperos, eficientes y adaptados a los nuevos retos no será posible sin un elemento esencial que garantiza dicho éxito: las personas. Los trabajadores son la sangre de las compañías, la auténtica fuerza que circula por el torrente interior de las mismas. Se trata de pasar de una cooperación departamental a una cooperación transversal de todos los departamentos, esto marcará la diferencia de un CEO malo del bueno, aquel que lo consiga triunfará. Iremos a una adecuación del puesto a la persona y no al revés como sucedía hasta ahora, con ello se logrará una mayor flexibilidad de la persona y su contribución y eficacia a la organización será mayor. Dentro de este nuevo enfoque tendrán premio aquellos empleados que crean en la compañía y que se crezcan ante los retos más complejos y difíciles. Los CEO tendrán que lidiar con nuevas profesiones que se demandarán en los próximos años, tales como expertos para el seguimiento de campañas (traffickers), analistas de comercio digital, especialistas en SEO (posicionamiento en Internet), gestores de e-commerce y los mejores profesionales en desarrollo de apps. Por todo ello saber interaccionar bien con cada una de las distintas áreas será fundamental en las empresas, ya que la diversidad de generaciones, de género y de globalidades será esencial para triunfar en los negocios.

Así pues, resumiendo este nuevo liderazgo se podría decir que tendrá que mirar al futuro con optimismo y tranquilidad, para lo cual deberá gestionar la información de forma racional y con visión de futuro, esto requerirá templanza frente a las incertidumbres y vaivenes del mercado a los que se verá sometido. Tratará a los empleados desde un prisma humano y comprensible con la diversidad. Por otro lado, deberá estar entrenado para ejecutar los cambios constantes que se sucederán de aquí a los próximos cinco años. Su imagen deberá ser impoluta, cuidando las formas en el mundo off-online, y adaptándose al entorno en base a las necesidades, gestionando expectativas, siendo equilibrado con sus stakeholders, humilde, amante de la innovación, presente en las redes sociales, cercano a la tecnología, líder de opinión…

Si el CEO Bergoglio ha emprendió dicho liderazgo y cambio con 77 años cuando fue nombrado Papa, en la institución más longeva e inamovible que existe en la humanidad, ¿Qué CEO puede poner excusas para no hacer lo mismo en su compañía, pese a las reticencias y dificultades que se encuentre? El tiempo será el juez de lo que cada uno realice…los hechos no admiten discusión y a Bergoglio en los tres años que lleva de Papa, le han servido para demostrar al mundo que lidera con mano firme el cambio que le ha tocado vivir.  

Ya lo dijo Mario José Bergoglio o "Papa Francisco":"Miremos también a las empresas que están en dificultad. A las que según los viejos patrones conviene dejar morir y que en cambio pueden revivir con las iniciativas que ustedes llaman "Workers buy out", empresas recuperadas, en mi idioma. Soy un hincha de las empresas recuperadas”

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