lunes, 13 de junio de 2022

DOCTRINA "WELCH"... COMO SE HUNDIÓ EL CAPITALISMO EMPRESARIAL DE LOS SEGUIDORES DEL IBEX-35

 

Estos días se ha publicado un libro cuyo título es “El hombre que rompió el capitalismo” ('The Man who Broke Capitalism'), cuyo autor es el periodista del New York Times, David Gelles. En el mismo, se recorre el mandato de Jack Welch al frente de General Electric (GE), así como la herencia que dejó, tanto en el seno de la compañía como fuera de ella. Welch fue uno de los grandes innovadores en la gestión en su momento, y se convirtió en una referencia para el mundo empresarial de todo el mundo, marcando tendencia sobre el camino que debía tomar el capitalismo. Sus 20 años liderando GE, de 1981 a 2001, fueron enormemente influyentes, por los cambios que supusieron, por el éxito que obtuvo y por lo mucho que transformó el “mangament” con su particular estilo de gestión. Antes de su llegada al frente de la compañía, esta era muy importante en los Estados Unidos, no solo por su cuenta de resultados, sino por la influencia que tenían sus productos en la vida cotidiana. La firma tuvo influencia en otros ámbitos, llegando a participar en las misiones lunares Apollo. Era una de las grandes firmas norteamericanas, hasta el punto de que se hizo popular el dicho "según le va a GE, le va a Estados Unidos".

Lo habían apodado “Neutron Jack” por los brutales recortes de empleo que instigo en la década de 1980, la primera de dos décadas que estuvo al frente de General Electric (GE). Con la llegada de Welch, el foco de la innovación no se puso tanto en los productos como en la generación de dividendos: las ideas brillantes pasaron de lo físico y lo cotidiano hacia los juegos para aumentar los márgenes. Welch fue uno de los impulsores de los despidos, de las deslocalizaciones, de las externalizaciones, de las adquisiciones de otras compañías, de las subidas en bolsa, de las recompras de acciones y de la desindustrialización. El resultado fue muy satisfactorio para el prestigio y la remuneración del directivo y sus colaboradores más directos en la dirección, así como para los accionistas de la empresa, algunos de los cuales eran trabajadores de esta. O, al menos, así fue durante un tiempo, porque el impulso efervescente a corto plazo fue nefasto a medio y largo. GE dejó de ser un gigante, y fue reduciendo su presencia y su tamaño, hasta terminar siendo dividida en tres firmas más pequeñas.

Las consecuencias de la gestión de Welch tardaron un tiempo en producirse, porque la compañía real estaba cada vez más débil (ya que no se estaba dedicando a fabricar, mejorar e inventar productos), la compañía ficticia estaba cada vez más fuerte, puesto que utilizaba nuevas fórmulas para sacar más partido al capital. Y dado que se ha vivido una etapa sistémica en la que las expectativas han tenido mucho más que poder que las realidades, a la empresa le fue bien: la acción estaba sólida, los números cuadraban y su CEO conservó durante la década de los 90 todo su prestigio. Era un esquema Ponzi, hay un periodo de auge que se prolonga en la medida en que la sensación de éxito empuja al alza, pero en cuanto se percibe la desnudez, la debacle es inevitable. Eso no significo que no hubiera quienes se hicieran ricos, empezando por Welch y sus directivos, y algunos trabajadores de GE, a los que les fue bien por el camino, pero no en tanto trabajadores, sino en cuanto accionistas. En esa clase de modelos de negocio te va bien si te retiras del juego antes de que la realidad comience a asomar. Desde luego, Welch fue un buen jugador: él creó las condiciones, las consecuencias las pagaron otros. Por el camino dejó un ramillete de directivos, algunos de los cuales habían trabajado para él, que copiaron sus fórmulas, con consecuencias muy negativas para el tejido industrial estadounidense, pero muy positivas para ellos en lo económico. Welch no fue más que uno de los impulsores, quizá el que contó con mayor brillo mediático, de una nueva forma de gestión de la economía occidental que, como le pasó a GE, fue muy exitosa hasta que sus debilidades se dejaron de sentir de golpe. La crisis financiera de 2008 fue exactamente esto.  Las consecuencias de dicha forma de gestionar, fue la reducción del número de trabajos en buenas condiciones, la industria local se contrajo, las pequeñas y medianas empresas tuvieron que ajustar mucho sus márgenes para sobrevivir. El resultado fue que clases medias y las trabajadoras se empobrecieron, fruto del deterioro sistemático de los ingresos provenientes del trabajo. Pareció no importar demasiado en la medida en que el crédito fácil fue supliendo la falta de recursos, hasta que llegó la crisis de 2008. Si Estados Unidos era un país fragmentado entonces, en la última década las divisiones del país, en lo político, en lo territorial, en lo económico y en lo cultural se hicieron mucho más profundas. Europa siguió un camino similar, tanto en la debilidad interna como en los efectos en sus clases medias y trabajadoras, y en la transformación política. La recesión de 2008 provocó que las grietas sistémicas apareciesen, y la pandemia del Covid-19 y la crisis derivada de la guerra de Ucrania, con sus cambios geopolíticos, nos sumen en una situación muy complicada a la que las empresas de referencia del IBEX-35, tales como (Telefónica, Repsol, BBVA, Banco de Santander, Naturgy, Iberdrola, etc.) no han sido ajenas en dichos derroteros de la doctrina Welch.

Al mismo tiempo, la economía de la mayoría de la gente, de las clases medias y trabajadoras occidentales, se vio empobrecida, porque los trabajos bien pagados menguaron, se impulsó una economía de contenedor con salarios bajos, las pequeñas y medianas empresas lo tuvieron mucho más difícil y los costes de los bienes necesarios para la subsistencia aumentaron. Todo esto derivó en lógicas tensiones políticas y sociales que se manifestaron de diferentes maneras. El Covid-19 desnudó el mundo empresarial, al poner de manifiesto que Europa y Estados Unidos carecían de muchos de los bienes de primera necesidad que hacían falta en una situación grave. Cuando eran precisos, estaban lejos, eran escasos y caros, ya que buena parte de las materias y de los bienes que necesitaban diariamente, están en manos de terceros países no siempre amistosos con el mundo occidental.

La situación de algunas grandes compañías del IBEX-35, siguen la misma doctrina Welch que llevó al declive en Estados Unidos al “corporative” industrial que dio paso al mundo tecnológico y los OTTs. En el IBEX, el credo y fe ciega de algunos de los principales presidentes de dichas compañías, en el dividendo https://bit.ly/3ty2HgY , la venta de activos críticos para el negocio de sus compañías, la falta de inversión en I+D+I https://bit.ly/3sCEc2o, las salidas masivas de plantilla, la externalización de los procesos productivos, las retribuciones escandalosas de los directivos mientras se realizan ajustes en todos los ámbitos de crecimiento de las compañías, están llevando a estas a ser una caricatura de lo que algún día fueron. Si a todo lo anterior, sumamos la injerencia de dichos presidentes en el ámbito político buscando una ventaja ajena a la gestión correcta https://bit.ly/3xt1eJQ,  que significa que será la sociedad la que pague los platos rotos de la ventaja política, tenemos una foto cuando menos preocupante. Todo ello, enmarcado en un escenario político en el cual, a falta de año y medio para las próximas elecciones generales, el gobierno tiene intervenida de facto a algunas de esas grandes compañías para que no realicen ventas de activos críticos para el desarrollo de nuestro país  https://bit.ly/32xlqi1  Pese a ello, algunas de ellas durante el año 2020 han hecho múltiples ventas de activos sin el preceptivo permiso que obliga el Real Decreto (escudo anti opas) en vigor actualmente.

El tiempo cada vez es menor para evitar daños irreparables como los que se produjeron en Estados Unidos con la “doctrina Welch” en el tejido empresarial.  España tiene ante si un reto importante si quiere evitar un declive como el sufrido por apóstoles de la impostura como fue…Jack Welch.

Ya lo dijo Thomas Hobbes: “Los impostores no necesitan estudiar mucho las causas naturales, sino que les basta con servirse de la común ignorancia, estupidez y superstición de la humanidad.”

 

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