jueves, 6 de marzo de 2014

EL VALOR DE LO QUE TENEMOS EN CASA



Es una mala costumbre de las organizaciones salir fuera a comprar  talento y desaprovechan el que tienen dentro de la propia casa.

Es habitual que los responsables de algunas empresas contraten expertos o asesores externos para colaborar o solucionar problemas  existentes dentro de la empresa que dirigen. Este planteamiento que en principio no es criticable, resulta francamente censurable cuando se hace sin antes valorar y contrastar la posibilidad de que esa cuestión pueda ser resuelta con éxito utilizando los propios recursos de la organización. ¿Por qué pasa esto? Son varias las causas que llevan a este tipo de actuaciones, y van desde los intereses personales de los gestores que toman esta opción hasta el desconocimiento del capital humano que tiene a su disposición. Sobre los del primer tipo no voy hablar porque conllevan una inadmisible falta de ética que va mas allá de la gestión de organizaciones, que es el tema principal de este blog.

La otra causa, la falta de conocimiento del capital humano disponible en la empresa, si afecta y de modo muy directo a la buena gestión de los recursos. Supone un evidente derroche de medios que a largo plazo puede poner en peligro la rentabilidad e incluso la viabilidad de la compañía.n Es demasiado habitual que se controle a los operarios hasta la extenuación en temas como horarios, absentismo, o herramientas y materiales (algo que tiene repercusiones muy negativas en el clima laboral) y por otro lado no se aproveche el potencial de estas personas que podría beneficiar tanto a la organización.




Lo de tirar de talonario y buscar fuera lo que despreciamos dentro, funciona en época de “vacas gordas”, pero cuando llegan las “vacas flacas”, la cosa cambia. Al disponer de menos recursos económicos no se pueden pagar las minutas de estos profesionales y entonces los problemas se quedan sin solucionar y la empresa se enfrenta al peligro de desaparición. Son incontables los ejemplos que podría poner. Los equipos deportivos son un caso muy claro de esta forma de funcionar. Cuando las cosas van bien económicamente se hacen costosísimos fichajes de jugadores y se olvida la cantera del club; cuando llega la crisis, los “fichajes” se van a otro club en el que le paguen mejor o incluso a otro país. Entonces los ojos de los directivos se vuelven a la olvidada cantera, pero allí no hay nada que buscar; no se ha cuidado cuando había recursos para hacerlo. Lo siguiente es echar el cierre al club.

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