lunes, 5 de octubre de 2015

MOTIVAR Y COMUNICAR EL CAMBIO O ... FRACASAR



Henry Ford contrató a un experto en eficiencia para que echara un vistazo por la fábrica y descubriera qué empleados no eran productivos. El experto hizo un recorrido y finalmente regresó a la oficina de Henry Ford con su informe. "He encontrado una persona improductiva. Cada vez que paso cerca de él, lo veo sentado sin hacer nada. Creo que usted debería considerar deshacerse de él."
Cuando Henry Ford oyó el nombre al que se refería el experto, negó con la cabeza y dijo: 
"Imposible. A ese hombre le pago para pensar y eso es precisamente lo que está haciendo". 

En el mundo empresarial en este momento el cambio es algo consustancial con la supervivencia de las empresas, debido a una coyuntura donde se producen grandes cambios en ciclos cortos de tiempo. Esto hace que muchas compañías se planteen realizar los cambios de una forma dinámica, pero esto entraña un grave riesgo si los cambios no son comprendidos y asumidos por las personas que tienen que llevarlos a efecto. 

Para empezar diremos que cualquier cambio trae aparejado el salir de la zona de confort por parte de quien lo va a llevar a efecto, por lo tanto el mismo tiene que ser muy bien explicado y comunicado por las personas que lo han planificado, llámense; directores, gerentes o jefes que son los que han diseñado y planificado la puesta en marcha del mismo, ya que el rechazo esta siempre muy presente por parte de aquel que lo va a pasar "mal" para llevarlo a efecto. 
Si bien la retórica es una técnica que se atribuye a Cicerón,  la misma no se ejerce para persuadir solamente a una persona sino que se utiliza para un grupo, asamblea o audiencia. Una persona que desarrolló la dialéctica de forma estructurada fue Hegel, para él, la dialéctica constituye la naturaleza y estructura de lo real, y por ello es por lo que constituye el modo de proceder del conocimiento. Existen tres fases dentro de la dialéctica que todo orador debe conocer, son la: tesis, la antítesis y la síntesis.



 - Lo que se ha llamado tesis (el aspecto o momento abstracto o intelectual). Suele definirse la tesis como una afirmación cualquiera, una realidad, un concepto. Pero esta afirmación lleva en su entraña un contrario, ya que la realidad no es estática, sino dinámica. En el fenómeno de cambio empresarial será el momento en el cual el director, gerente o jefe propondrán el cambio o estadio a alcanzar a sus colaboradores. Ese cambio vendrá refrendado por datos, métricas o hechos  que fundamenten el motivo del mismo, con ello se pretende tener argumentos sólidos que refrenden la necesidad del mismo por parte de la organización.



- Lo que se ha llamado antítesis (el aspecto o momento dialéctico o negativo-racional). Suele interpretarse como la negación de la afirmación anterior, ya que es esa contradicción el motor de la dialéctica. Este momento negativo es lo que hace dinamizar la realidad. En el momento del cambio organizacional será cuando el director, gerente o jefe argumentaran contra todos los "peros" que puedan surgir por parte de las personas que forman la organización, con ello se propone desmontar cualquier duda antes de que surja. 



-Lo que se ha llamado síntesis (el aspecto o momento especulativo o positivo racional). Suele interpretarse como la superación del conflicto, la negación de la negación anterior. Los dos momentos anteriores son a la vez eliminados y conservados, es decir, elevados a un plano superior. La síntesis conserva todo lo positivo que había en los momentos anteriores. Por eso la síntesis es enriquecimiento y perfección, es la seguridad de que la realidad está en constante progreso. Estos tres momentos de la dialéctica hegeliana están vertebrados y constituidos en una estructura que constituye toda la realidad. En el cambio empresarial será la explicación final de dicha propuesta poniendo en valor el beneficio que tendrán para todos los miembros de la organización si se alcanza el mismo, es lo que podríamos concretar como “la propuesta en tú beneficio”. 



Motivar un cambio sin explicar dichos argumentos es cuando menos motivo de escepticismo  por parte de las personas que deben llevarlo a cabo, ya que no disponen de datos que fundamenten dicha necesidad. Otro grave error que suelen cometer los directivos o mandos es buscar el cambio dentro de una compañía en base a opiniones y comentarios de los colaboradores. Esta situación traslada una imagen de no conocer lo que está pasando dentro de la compañía o que dicho cambio puede venir motivado por razones que no tienen que ver con la propia necesidad del cambio. Las opiniones se deberán de tener en cuenta cuando el mismo cambio ha sido explicado y preparado por los directivos y en el transcurso de su aplicación se pueden descubrir eficiencias que no estaban contempladas, nunca antes de explicar y motivar dicho cambio.


Estas opiniones el directivo debe de buscarlas fuera de la estructura de mando, un director, gerente o jefe que busque las opiniones de sus colaboradores debe de fomentar espacios de dialogo donde sus colaboradores se sientan cómodos, para la cual se debe de evitar la presencia de sus mandos directos, ya que no todo el mundo se atreve a poner en cuestión aquellas cosas que ve como mejorables delante de los responsables directos de las mismas, es fomentar la horizontalidad de las organizaciones.

     

Es frecuente que los diferentes departamentos de las empresas consuman bastantes esfuerzos luchando en defensa de su “territorio”, evitando todo aquello que les haga perder algo de poder dentro de la compañía. En esta situación la duda o la ignorancia es síntoma de debilidad. La mayoría de las empresas premian a las personas que saben defender sus puntos de vista con ahínco y castigan a las que tienen dudas (mejor dicho, a los que manifiestan sus dudas).
La consecuencia es lo que se denomina “incompetencia calificada”: equipos llenos de gente increíblemente apta para cerrarse al aprendizaje. Si la empresa no genera un clima en el que se fomente el aprendizaje y el trabajo en equipo, se estará creando un caldo de cultivo de una empresa tóxica, en donde nadie pregunta ni escucha, en donde todo el mundo lo sabe todo y en donde  las personas no reman en la misma dirección, y donde los cambios están abocados al fracaso.


La excusa es la distancia más corta entre la responsabilidad y la irresponsabilidad. Las excusas son muy útiles: reducen el trabajo y no cuestan nada. Las excusas tienen el costo escondido de mermar nuestra responsabilidad, encubriendo nuestra dejadez y generando un clima de desconfianza e hipocresía en la organización. Las empresas que penalizan el error también penalizan el riesgo y fomentan las escusas. Un error es sólo negativo cuando no se aprende de él. Si las empresas no arriesgan y son creativas asumiendo algunos riesgos, serán automáticamente movidos por nuevos competidores. Esto no es un riesgo, es un hecho que nos dicen todos los expertos del cambio, llámense; Kenneth Blanchard, Peter Drucker, John Kotter etc.


Ya lo dijo Henry Ford: “Pensar es el trabajo más difícil que existe. Quizá sea ésta la razón por la que haya tan pocas personas que lo practiquen.”
 

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