jueves, 4 de mayo de 2017

CATARSIS EN COMPAÑÍAS DONDE LOS RESULTADOS NO LLEGAN (POST 300)





La palabra catarsis proviene del término griego κάθαρσις (kátharsis) que significa, “purificación” o “purga”. Aristóteles usó la palabra en su obra “La Poética”. Según él, la catarsis ocurría en la tragedia griega debido al efecto que ésta ejercía en los espectadores, ya que el espectáculo (tragedia) causaba sensaciones de compasión y miedo, y los espectadores salían del teatro sintiéndose limpios, con un mayor conocimiento de los caminos de los hombres y de los dioses. Así pues, el término alude a un proceso de purificación de nuestros sentimientos y valores en un momento en que debemos reflexionar sobre la vida y que las reflexiones humanas más allá del aquí y el ahora, nos dicen que somos capaces de valorar las cosas de un modo distinto y renovado. Es importante pues entender que la catarsis emocional es un ideal que puede alcanzarse desde la autorreflexión y desde el contacto directo con nuestra condición de seres pensantes. Asi pues la catarsis es la liberación emocional que se produce con el método de asociación libre. En la teoría psicoanalítica, esta liberación emocional se refiere a la “purgación” de los conflictos inconscientes. El método de asociación libre o método catártico fue creado originalmente por Josef Breuer, un amigo de Sigmund Freud, pero fue este último quien lo desarrolló como parte de su teoría psicoanalítica. Vista la catarsis con las dos connotaciones, la física y la espiritual, podemos decir que ésta puede configurarse de muchas maneras. Por ejemplo en medicina un purgante tiene un efecto catártico en la medida que elimina elementos perjudiciales, como por ejemplo los parásitos que están dentro del organismo. Lo mismo podría decirse de medicamentos aplicados para eliminar una intoxicación, o un tratamiento psicoterapéutico antidepresivo, el cual tendrá un efecto catártico cuando el paciente logre superar la depresión.
También este término griego sirvió para dar nombre a un grupo religioso francés del siglo X cuyos miembros se llamaron “cátaros”, los “puros”. Se establecieron al sur de Francia, y fue allí donde alcanzó su mayor crecimiento y desarrollo dicho movimiento, el mismo era un grupo disidente de la Iglesia Católica, que, entre otras cosas, apostó por afirmar que la creación era fruto de una dualidad: Cristo y Satanás. Los cátaros rechazaban el mundo material y abogaban por el ascetismo como medio de salvación muy similar al que practican en la actualidad los “Amish”. Ellos tuvieron en el siglo XII su máximo esplendor, pero la Iglesia Católica ante el avance que estaban experimentando, decidieron aliarse con la corona francesa para acabar con los mismos. De esta forma, no sólo les declararon herejes sino que además tomaron medidas para poner fin de manera violenta a dicho movimiento. A partir del año 1209 se produjo una auténtica cruzada contra los cátaros, en la que fueron especialmente trágicos actos como el asedio a la ciudadela de Montsegur en el año 1244. El resultado de esta y otras acciones de corte similar desembocaron en la huida de aquellos, quienes se vieron en la necesidad de esconderse. Y así fue como, poco a poco, el “catarismo” fue extinguiéndose por todos los rincones a los que había llegado. En la actualidad aún existen cátaros en el sur de Francia y Cataluña agrupados en asociaciones culturales.

En los últimos años se ha recalcado con frecuencia de forma compulsiva por parte de los directivos en las compañías las variables económicas, poniendo el acento en forma de “mantra” sobre una afirmación en especial; la generación de valor para los accionistas y clientes. Sin embargo en la década de 1930, uno de los clásicos del management, Chester I. Barnard, decía que no empezó realmente a entender los fenómenos que ocurren en las organizaciones hasta que relegó la teoría económica y los intereses económicos a un puesto secundario aunque, por supuesto, indispensable. Desde la crisis del año 2008, en algunas compañías que pertenecen a sectores económicos importantes o estratégicos del país se ha producido una pérdida considerable de valor (bursátil) para los diferentes stakeholders que componen las compañías, llámense; inversores, accionistas, empleados, proveedores, etc. Esa defensa que se hacía desde las compañías de generación de valor para sus accionistas en muchos casos ha colisionado frontalmente con una realidad que lo único que ha traído han sido pérdidas, ajustes o minusvalías en los activos de dichas sociedades, siendo sus inversores institucionales o particulares los grandes paganos de dicha "fiesta".




Se puede decir sin lugar a dudas, que el impacto en alguna compañía de dicha situación refleja algunas de las siguientes consecuencias:      
  • Las métricas y resultados económicos no son los deseados por sus diferentes stakeholders (accionistas e inversores) en la compañía. Los mismos sufren una pérdida económica o minusvalía en la inversión efectuada tanto si son inversores institucionales como particulares.
  •  La organización de la compañía flaquea ante nuevos entornos y desafíos competitivos, perdiendo cuota de mercado, clientes e ingresos.
  •  Existe un agotamiento en el liderazgo de dichas compañías, los liderazgos prolongados que gestionan las mismas están más anclados y estructurados  en su supervivencia que en servir a las personas a las que se tienen que liderar con el fin de expandir las capacidades de la compañía.
  • Faltan intangibles en las compañías; ideas, compromiso, iniciativa, pasión por lo que se hace, en resumidas cuentas la organización ha perdido su fondo de armario en capacidades críticas para garantizar un crecimiento sostenible, debido en muchos casos a entornos laborales tóxicos (Clima Laboral).
  •  Existen amenzas y riesgos muy serios para dichas compañías, desde operaciones corporativas como OPAS hostíles, hasta terminar siendo  actores irrelevantes en el mercado donde compiten.
  •  Los procesos de ajuste se vuelven endémicos, debido a ese permanente  retroceso en el porcentaje de cuota de mercado e ingresos, de tal forma que dicha descapitalización se extiende a áreas críticas que garantizan el crecimiento de la compañía, como puede ser el conocimiento. 
  • etc.   

Fue el filósofo Alfred North Whitehead quien afirmó que la historia entera de la filosofía occidental no era más que una nota a pie de página de la obra de Platón. Opinión discutible, pero lo cierto es que la psicología en general le debe a Platón, Aristóteles y Sócrates más de lo que se está dispuesto a admitir; y que, una y otra vez, la sociedad y sus individuos en medio de sus crisis más profundas, han vuelto su vista hacia ellos en pos de inspiración o de marcos interpretativos para salir de dichas crisis. Vista la situación actual y los graves problemas que padecen algunas compañías, permanecer indiferente no deja de ser cuando menos temerario. Cualquier empleado, mando o directivo que no tiene en cuenta los efectos que sus acciones tienen sobre los demás y su compañía, falta como mínimo a sus obligaciones, pero a la vez es un individuo que se degrada a sí mismo. Fue el filósofo Immanuel Kant el que defendió, “el deber de cumplir con el deber por puro respeto al mismo”. Para dicho filósofo lo que cuenta en dicho comportamiento moral es la intención; nuestros actos serán buenos sí, y solo sí, intentamos cumplir el deber por puro respeto al deber. Para Kant, nuestros deberes no se nos pueden imponer desde ningún fin real ni ideal, y tampoco es posible derivarlos desde los usos o desde las prácticas cotidianas. Los deberes surgen desde nuestra voluntad racional, nada puede ser bueno ni malo, salvo una buena o mala voluntad. Cuando uno roba, se convierte en ladrón; cuando uno estafa, se convierte en estafador; y cuando hace cosas que afectan a las personas que integran una compañía de forma negativa, se convierte como poco en una persona poco recomendable. Para mejorar como persona (incluso, para no empeorar como persona) uno debe tener en cuenta el impacto de sus acciones sobre los demás. Lo que hemos dicho hasta aquí es que en el contexto de una organización o compañía cuando las acciónes son repetitivas y dañinas, ignorar lo que las personas perciben y sufren dentro de la misma, permaneciendo indiferente ante sus posibles consecuencias es cuando menos inmoral. Es por esto mismo, que vista dicha situación y el interés general de las personas que están afectadas por una situación como la descrita anteriormente, se impone una catarsis con el fin de acabar con dicha situación.


Las catarsis son fruto de situaciones donde los hechos que suceden llevan al precipicio a aquellas personas que los sufren, con dicha catarsis se pretende precisamente eliminar dichas situaciones propiciando un retorno a una cierta normalidad. Todo el bagaje de hechos que llevan a esta situación límite lleva implícito un sufrimiento y deterioro de las personas o bienes que lo padecen, que muchas veces por no abordar dichos problemas son totalmente evitables. El problema es que en dicha etapa las personas que sufren dichas consecuencias muchas veces no tienen una imagen global de lo que esta sucediendo. Un ejemplo de lo que digo podría ser el hundimiento del Titanic. Mientras el barco sufría un constante deterioro debido al impacto con el iceberg, explotando los remaches, gimiendo los mamparos, apareciendo fugas de agua por debajo de la línea de flotación, los pasajeros deambulaban por el barco sin tener una percepción real de la gravedad de los hechos que estaban sucediendo. El pánico se apoderó de los pasajeros y muchos de ellos perdieron la vida en su intento de escapada. Pero todo esto sucedió de forma relativamente despacio, (treinta segundos fue el tiempo que pasó entre el avistamiento del iceberg y el primer impacto. Tras esto, la tripulación tardó 60 minutos en lanzar al mar el primer bote salvavidas. En total, dos horas y 40 minutos fue el tiempo que pasó entre la colisión y el hundimiento en aguas a 2ºC). En una compañía la situación es muy similar, las personas muchas veces se centran en su día a día y quizás por otros factores no perciben la realidad de lo que dicen los indicadores de gestión hasta que la situación muchas veces se vuelve irreversible o con consecuencias gravísimas para aquellas personas que han permanecido al margen de las decisiones que se han tomado dentro de la misma. Afortunadamente en la actualidad los indicadores y métricas están al alcance de cualquier persona, solo es una cuestión de tiempo el mirar y estudiar lo que sucede, si bien no es un examen exhaustivo como puede ser una auditoria, si ofrece datos que reflejan una imagen bastante aproximada de lo que está sucediendo en la misma.

Si una compañía quiere aprovechar la oportunidad y avanzar en una estrategia de cambio de rumbo en situaciones de dificultad, debe afrontar los hechos que le afectan y condicionan su desarrollo. Nadie dice que sea una situación fácil para la persona que lidera dicha compañía, pero es obvio que el mirar para otro lado no es la solución como nos enseñó Kant con respecto al deber.  Esta catarsis vendrá de la implantación de nuevos planes en todas las áreas de la compañía que estén afectadas por dichas dificultades, los cuales previamente tienen que tener un diagnostico respaldado por indicadores de gestion o Kpi´s que muestren dicho deterioro. Pero sobre todo, quiero recordar que hay una cuestión que es fundamental abordar para lanzarse a dicha catarsis, nada de lo que se aborde servirá para nada si no existe una comunicación clara y una clara orientación en la busqueda del compromiso de las personas que integran la compañía. En el fondo, una compañía es una agrupación de personas que buscan un interés común con el fin de actuar conjuntamente en defensa del mismo. Quiero recordar a Aristóteles cuando dijo que se buscase en la reflexión personal y en otras visiones y formas de hacer las cosas, ya que, no hay nada más gratificante que buscar aquello que se ansía y está al alcance de uno



Ya lo dijo Platón: “El que aprende y aprende y no practica lo que aprende, es como el que ara y ara y nunca siembra”.
 

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