lunes, 15 de mayo de 2017

CRISIS REPUTACIONAL, GESTIÓN Y SALIDAS FALLIDAS



El 20 de abril del 2010 se produjo un estallido en la plataforma Deepwater Horizon ocasionando la muerte a 11 trabajadores. El derrame de crudo de BP fue el mayor vertido de petróleo efectuado en aguas marinas según las estimaciones efectuadas el 2 de agosto por un panel federal de científicos llamado Flow Rate Technical Group. Este panel afirmó que el vertido fue el equivalente a unos 4,9 millones de barriles de petróleo. La mancha de petróleo afectó los estados de  Texas, Mississippi, Alabama, Florida y Lousiana, el más impactado con más de 110 Kilómetros de las costas fue Lousiana. Afecto además a las costas de México y Cuba… Los científicos descubrieron columnas de petróleo de hasta 35 kilómetros ubicadas a 1.066 kilómetros por debajo del Golfo. En el derrame de BP se hizo el mayor uso de dispersantes químicos de toda la historia de los Estados Unidos (1,8 millones de galones de dispersante, tanto en la superficie como directamente en el pozo con una técnica nunca probada antes. Los dos tipos de dispersantes usados en el derrame del Golfo de México fueron: Corexit/9500  y Corexit/9527, capaces de matar o afectar el crecimiento de una amplia variedad de especies acuáticas. Los efectos del derrame y del uso de dispersantes químicos expusieron al conjunto de los ecosistemas del Golfo a un estado crítico a largo plazo, amenazando su estabilidad y las posibilidades de existencia de las diferentes especies que lo habitan. Se produjo la muerte masiva de poblaciones de animales, plantas y microorganismos, así como cambios en la reproducción y estado de salud de la fauna. La acumulación de crudo en algas y especies sésiles como (esponjas, ostras, corales, etc.), provocó una asfixia generalizada. Se prevén una cadena de impredecibles fenómenos que afectaran seriamente  a los sistemas termo-reguladores del clima a nivel planetario.

Los impactos se hicieron sentir en lugares muy alejados del lugar del vertido, los datos por satélite de la zona del derrame en tiempo real de mayo-junio de 2010 muestran por primera vez una ruptura rápida de la Loop Current,  una corriente oceánica cálida que es una parte crucial de la corriente del Golfo, lo que podría desencadenar una reacción en cadena de imprevisibles consecuencias para el clima mundial. El 17 de junio, dos meses después de la explosión de la plataforma, el consejero delegado de BP, Tony Hayward, comparece ante una comisión del Congreso de los Estados Unidos por primera vez. Hayward pide disculpas tras el chaparrón de críticas de los congresistas. El 18 de junio el presidente de BP, Carl-Henric Svanger, decide tomar las riendas para restablecer la reputación de la petrolera y aparta al consejero Hayward de la gestión del vertido. Al día siguiente, el consejero se va de regata en su Reino Unido natal, generando de nuevo la polémica. El 23 de junio ante la avalancha de críticas recibidas por la situación de la regata de su consejero, BP relega a Tony Hayward de la gestión directa del vertido. En su lugar, la compañía crea un departamento especial para gestionar esta catástrofe medioambiental, dirigido por el director del consejo de administración de BP, Bob Dudley, ciudadano estadounidense que se crio en Mississippi (EEUU). BP indicó que esto no suponía que Hayward dejara de tener poder ejecutivo sobre la situación, ya que Dudley tendría que informarle de manera directa sobre la marcha de las operaciones. El 16 de julio BP anuncia que ha conseguido sellar la fuga de crudo por completo, casi tres meses después de haberse producido la explosión de la plataforma http://bit.ly/11dyZOl Posteriormente la petrolera llegó a un acuerdo de principios con la justicia estadounidense y con los cinco estados afectados tras la explosión de su plataforma para pagar 18.700 millones de dólares en un plazo de 18 años. El acuerdo con Alabama, Florida, Luisiana, Misisipi y Texas, que incluye también las demandas presentadas por más de 400 entidades de gobernación local, es el mayor alcanzado por una compañía en la historia de EE.UU. No obstante, el acuerdo no cubría otras demandas pendientes de particulares o empresas.



En la década de los 80 muchos expertos en valoración de empresas aseguraban que el 70% del valor de un negocio dependía de sus activos tangibles y un 30% de lo que aportaban sus activos intangibles. En la actualidad esta valoración se ha invertido, ahora se cree que entre un 70 u 80% del valor de una compañía depende de la calidad y gestión que efectúe de sus activos intangibles, como por ejemplo; la marca, las patentes, la propiedad intelectual, la innovación, el liderazgo y la capacidad y habilidades del equipo directivo, la calidad de los recursos humanos, etc. Uno de los intangibles que tiene mayor peso es la reputación corporativa. La RAE (Real Academia Española de la Lengua) define la reputación como: “la opinión o consideración en que se tiene a alguien o algo” o “el prestigio o estima en que son tenidos alguien o algo”. Actualmente la sociedad en su conjunto demanda una mayor transparencia, ética y responsabilidad social por parte de las compañías con los diferentes stakeholders con los que interactúa. La gestión correcta de dicho intangible es una oportunidad enorme de creación de valor para los diferentes stakeholders que integran la compañía. La reputación corporativa es el conjunto de percepciones que tienen sobre una compañía  los diversos grupos de interés con los que tiene relación (stakeholders), tanto internos (trabajadores, proveedores, etc.) como externos (clientes, inversores, etc.). Esta acción continuada de la compañía permite distribuir valor al conjunto de grupos de interés que la integran y con los que se relaciona. La reputación corporativa parte de una regla o máxima en el comportamiento, la imagen que se proyecta hacia la sociedad tiene que ser coherente con las actuaciones que realiza.



La reputación corporativa es un atributo multidimensional y transversal dentro de las compañías. Es multidimensional porque influye en múltiples dimensiones y atributos de la compañía (Kpi) como por ejemplo; ventas, ingresos, pedidos, etc., y es transversal porque en el plano operativo repercute en todas las áreas y departamentos que componen la compañía. En las compañías que sufren alguna situación o hecho donde su reputación se puede poner en entredicho como fue el caso de BP (British Petroleum), uno de los primeros signos que denotan que no se están haciendo bien las cosas es el exceso de información o en su defecto, la falta de la misma. Una de las cuestiones centrales para abordar una crisis de reputación es reaccionar rápido, dando la cara y ofreciendo explicaciones veraces, precisas y concisas del problema, sin saturar al cliente, usuario, inversor, empleado o cualquier stakeholders con el que interactúa dicha compañía. Obviamente ante este hecho, las respuestas y comunicaciones que tienen que ofrecer los directivos a la opinión pública deben de estar alineadas con la respuesta y explicaciones que ofrece la compañía a nivel global, facilitadas a ser posible por un portavoz que unifique y represente la voz oficial de la compañía. Para ello no hace falta decir que respuestas por parte de directivos como: “Esto no es mi responsabilidad”…” Yo estoy de vacaciones y hay otras personas que velan por dicho tema…” o cualquier otro tipo de  comentario que sirva para quitarse el problema de encima, es una foto que degrada y retrata el compromiso y preocupación que emana de la compañía, ante una situación que afecta a su imagen y responsabilidad. La orfandad de explicaciones y falta de compromiso con los problemas son dos hechos que la sociedad no perdona a cualquiera que gestione una crisis. Ante un hecho de esta gravedad, la humildad y cercanía de los directivos juega un papel clave a la hora de facilitar las explicaciones. Todo esto unido como dije anteriormente a unos comportamientos alineados al problema, como por ejemplo: si estoy de vacaciones vuelvo y me pongo al frente del problema donde sea visible mi compromiso con el mismo… Cosa que por ejemplo no sucedió con el consejero delegado de BP. Su “escapada” a la isla británica de Wight unida a unas declaraciones en las que afirmó que quería “recuperar” su vida anterior provocó la ira de los políticos norteamericanos. El propio jefe de gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, lo criticó así: "Creo que podemos llegar a la conclusión de que Tony Hayward no va a tener una segunda carrera profesional como especialista en relaciones públicas”.



Otro de los factores que determinan si una compañía está preparada y reacciona correctamente ante una crisis de reputación viene del establecimiento de protocolos que sirvan para paliar y mitigar dichas situaciones. Una de las cuestiones centrales de una crisis, es que una vez paliada y mitigada la misma se debe de establecer una revisión de los mapas de proceso establecidos que impidieron la misma, de forma que se puedan establecer las causas raíz de dicho problema y los responsables. El análisis de causa raíz (ACR) se utiliza para investigar cuáles son las causas que han originado un determinado problema o incidencia. Determinar bien las causas raíz de una crisis es imprescindible para poder definir acciones correctivas apropiadas que la solventen y que eviten la repetición del problema en el futuro. En el caso del accidente de la plataforma de BP lo peor de la tragedia es que se podría haber evitado. BP no contaba con un plan concreto de emergencia en caso de vertidos en la plataforma y la Agencia Federal que concedía las licencias, fue eliminada por Barack Obama ante la falta de rigor y sospechas de corrupción. Para terminar este post decir que el entorno empresarial actual está regido por una demanda creciente de; transparencia, ética, responsabilidad social y un acceso inmediato a la información. Esto ha generado una enorme presión sobre las empresas que están permanentemente en el punto de mira de los distintos grupos de interés o stakeholders. Las numerosas crisis que han aflorado en el sector financiero y no financiero, han servido para probar que la confianza de los distintos grupos de interés, y del mercado en su conjunto, puede verse sustancialmente afectados por actos controvertidos de los directivos que rigen las mismas, (tanto si son meramente percibidos, como si son reales). La gestión de dicha reputación corporativa se ha vuelto un factor crítico según la Encuesta Global de Gestión de Riesgos  del 2017 de Aon. El daño a la marca y la reputación se mantienen como el primer riesgo para las empresas. Aunque los productos defectuosos, las prácticas empresariales fraudulentas y la corrupción continúan siendo amenazas clave para la reputación, las redes sociales han amplificado significativamente su impacto, haciendo más vulnerables a las compañías. Un factor nuevo que ha escalado posiciones este año ha sido el ciber riesgo, pasando del noveno al quinto puesto, este riesgo puede desencadenar costosas interrupciones al negocio en las compañías con el consiguiente impacto en su imagen y reputación. Para evitar dicho problema se deben de alinear los objetivos y valores con las conductas y actos, así como con las expectativas de los stakeholders. Las empresas deben dibujar un mapa de riesgos, que incluya los riesgos reputacionales, y desarrollar una política de seguimiento y control de los mismos. Existen herramientas válidas para hacerlo como los ERM (Enterprise Risk Management) basados en COSO. Las compañías que gozan de una mejor reputación tardan menos  tiempo en obtener ventajas competitivas, alcanzan rendimientos superiores y los mantienen durante más tiempo.
Ranking 2016 de las diez empresas españolas con mejor reputación corporativa.



Los 87 días que el pozo Macondo situado a 1.500 metros de profundidad estuvo vertiendo crudo a los humedales del Delta del Misisipi y las costas de Louisiana, Misisipi, Alabama y Florida, según datos de la Agencia Estadounidense de Protección Ambiental (EPA), siguen sin recuperarse. En el año 2015 coincidiendo con el quinto aniversario de la tragedia, los buscadores de ostras de Pointe à la Hache (Louisiana), un enclave de pescadores negros, se reunieron para recordar y decir que, aunque las playas y las aguas están limpias de petróleo, la recuperación económica y social está muy lejos de alcanzarse.
 

Ya lo dijo Warren Buffet: “Lleva 20 años construir una buena reputación corporativa y sólo cinco minutos arruinarla. Si pensamos sobre ello, haremos las cosas de un modo diferente”.

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