jueves, 6 de febrero de 2020

TELEFÓNICA...AUSENCIA DE OCEANO AZUL, CAÍDA DE INGRESOS


Pudo haber sido durante los Juegos Ístmicos en Corinto, que Diógenes de Sinope y Alejandro Magno se conocieron. Se dice que una mañana, mientras Diógenes se hallaba absorto en sus pensamientos, Alejandro, interesado en conocer al famoso filósofo, se le acercó y le preguntó si podía hacer algo por él.
-Y Diógenes le respondió: “Sí, tan solo que te apartes porque me tapas el sol”.
Los cortesanos y acompañantes del monarca de Macedonia se burlaron del filósofo, diciéndole que estaba ante el rey. Diógenes no dijo nada, y los cortesanos seguían riendo. Repentinamente Alejandro cortó sus risas diciendo: -“De no ser Alejandro, habría deseado ser Diógenes”.


Siempre se ha dicho que los mercados abiertos son difíciles de dominar, a no ser que el que compite haya abierto una brecha con un océano azul al cliente. Fueron en 1990, W. Chan Kim y Renée Mauborgne, profesores de la Escuela de Negocios de INSEAD, revolucionaron el sector empresarial con un concepto clave: el océano azul. Mediante esta estrategia, planteaban dejar de lado la competencia entre las organizaciones para dar cabida a la ampliación de los mercados con ideas innovadoras. Para ello, los autores pusieron en contexto los términos océano rojo y océano azul. En primer lugar, el océano rojo se refiere a la alta competencia, como sucede actualmente en el mercado de las telecomunicaciones español. Se plantea un escenario empresarial basado la lucha en los precios y la diferenciación respecto al resto de las alternativas que pueden generar valor añadido al producto. Por el contrario, el océano azul busca dirigir a las compañías a generar nuevos espacios de mercado (con nuevas propuestas de valor) haciendo irrelevante la competencia. Así, mediante la innovación, se busca crear y capturar nuevas demandas que se generen con dicho valor agregado, con el objetivo de procurar la disminución de costes y, al mismo tiempo, aumentar el valor de los productos.
Hoy se publica en la prensa http://bit.ly/2UuwLt9 que Orange entra en la batalla por el cliente con las tarifas de datos ilimitadas, como hizo en abril del año 2019 Vodafone, como reclamo al abandonar la oferta del fútbol al no tener dicho contenido rentabilidad. Los aproximadamente 300 millones de euros que pagaba por dicho contenido, se saldaron con varios miles de portabilidades que perdió al abandonar el mismo, sin embargo, de los tres grandes al terminar el año es la operadora que menos clientes pierde. Si hacemos memoria de las cifras de portabilidad del 2019 nos encontraremos que el Grupo Masmóvil ha sido el ganador con un aumento de 410.000 clientes en portabilidad durante dicho año. Por su parte, sus principales rivales cerraron el año 2019 con una severa pérdida de portabilidades. Movistar perdió un total de 292.000 clientes, Orange hizo lo propio al dejarse por el camino a 417.000 clientes y Vodafone se quedó sin 164.000 clientes menos en todo el año. Entre los tres, pierden casi 900.000 clientes de móvil en un año. Piénsese además, que algunos de los principales operadores tienen costes fijos como son los costes de algunos contenidos de TV, los cuales se han demostrado un lastre para sus cuentas. Orange paga unos 300 millones al año y Telefónica unos 1.300 millones. Si a todo esto añadimos que hace escasos días Telefónica anunciaba una subida de tarifas para marzo de este año en todos sus paquetes de Fusión, que es su principal oferta convergente, la cual al cerrar el tercer trimestre del 2019 alcanzó unos 4,7 millones de clientes con algunos de estos productos contratados http://bit.ly/2S3Pp9D




Aunque el tráfico de datos se ha multiplicado por 10 en los cinco últimos años, los ingresos por línea sólo suben un 7% ya que el precio medio por gigabyte bajó de 7,3 a 1,1 euros al mes. Se ha pasado de los 40.075 terabytes de datos que se transmitieron en el primer trimestre del año 2014, (cada terabyte son mil gigabytes, es decir, que en ese trimestre se consumieron 40 millones de gigabytes) a los 391.986 terabytes transportados en el cuarto trimestre de 2018, según datos oficiales de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Sin embargo, de acuerdo a los datos del regulador, los ingresos atribuidos por los operadores por este tráfico han aumentado solamente un 50% en el acumulado en dicho periodo, pasando de 873 millones de euros en el primer trimestre de 2014 a 1.308 millones en el último de 2018. Eso supone un crecimiento de los ingresos de un 10% medio anual durante esos cinco años. La progresión del consumo de datos ha sido espectacular, se ha pasado de los 173.000 terabytes de consumo en el tercer trimestre de 2016 a los 309.000 terabytes del tercer trimestre del 2017, mientras que en el tercer trimestre del 2018 se consumieron 438.000. Para los operadores se empieza a atisbar un cierto cuello de botella en cuanto a los ingresos por conectividad, es la misma situación que sufrieron cuando se empezaron a implantar tarifas planas de voz en España allá por el año 2006 http://bit.ly/2OxQaFK , el valor de la voz llegó a ser residual como sucedió.


Las operadoras como vengo diciendo hace tiempo, invierten muy pocos recursos en I+D comparación con los OTTs http://bit.ly/2EODh53 para diversificar sus ingresos, siendo la conectividad un ingreso que se encuentra enormemente presionado por la fuerte competencia que existe en el mercado (océano rojo), debido a que cada vez la tecnología abre nuevas vías para que dicha conexión sea más barata y fácil para él cliente. El ecosistema digital ha cambiado las reglas de juego bajo las cuales las compañías  generaron  valor al cliente anteriormente. En un mundo en el que la geografía deja de ser una limitación, el buen entendimiento de los ecosistemas en los que podemos operar, se vuelve crítico. Así pues, los ecosistemas digitales se pueden definir entonces, como el conjunto de productos y/o de servicios que están conectados entre sí. Basan su fuerza en el efecto red que generan, el control de puertas de acceso a determinados servicios y productos que adquieren los usuarios, y la generación, y por ende explotación, de una gran cantidad de datos. Y en este campo, las operadoras hacen agua en su estrategia, ya que no han creado productos o servicios en dicho ecosistema en los últimos cinco años, más allá de ser meros carriers para transportar los datos que se generan en el ecosistema. Los que sí han hecho sus deberes son los OTT´s, los cuales invierten miles de millones en I+D para estar en la vanguardia del desarrollo tecnológico.  En vista de la expansión de ecosistemas digitales –según datos de McKinsey– se estima que en una década contaremos con al menos 12 ecosistemas globales cuya cifra de negocio alcanzaría 63 billones de dólares.

Esta falta de visión de los directivos de las telecos, ha tenido consecuencias enormemente perniciosas, baste el siguiente ejemplo, la capitalización bursátil y la caída de ingresos. Telefónica en el año 2011 alcanzó los 62.837 millones de euros de ingresos y el valor de la acción en bolsa era de 17,40 euros a principios de año. En el año 2018 su cifra de negocio fue de 48.693 millones de euros y hoy el valor de la acción es de 6,22 euros. Además, esta tendencia se agravará, hoy el banco de inversión JP Morgan se suma a la tendencia manifestada por Credit Suisse y Barclays,  pronosticando que la acción de Telefónica caerá del soporte de los 6 euros y se quedara en los 5,6 euros  http://bit.ly/2Srq5ZV

Para terminar el post, decir que es difícil predecir qué sucederá a las telecos, sin embargo, haciendo de Diogenes de Sinope (padre del cinismo), no es muy arriesgado pronosticar que tales equipos directivos han proporcionado el valor que sabían, por todo ello, se necesitan nuevos directivos que reorienten estrategias fallidas, que terminaran como no acabe dicha situación…Con operadoras en la uvi más, pronto que tarde.  

 

Ya lo dijo Diogenes de Sinope: “Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro”.

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