martes, 17 de noviembre de 2020

“THE GREAT RESET”… LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA VISIÓN PARA UN MUNDO POSPANDEMIA

 

Durante su viaje por el continente, Darwin descubrió que poseía "dos o tres artículos, especialmente una brújula de bolsillo, que generaban un asombro desenfrenado", escribe en el libro. "En cada casa -explica- se me pedía que mostrara la brújula y que, con su ayuda más un mapa, señalara la dirección en que se encontraban distintos lugares". En sus palabras, que un "perfecto desconocido" supiese el camino para llegar a lugares que jamás había visto provocaba una "vívida admiración".

"Si su sorpresa era grande, la mía era mayor", afirma Darwin.

Para él era inconcebible que los dueños de miles de cabezas de ganado y enormes extensiones de tierra tuvieran "tal ignorancia".

Según explica Browne, "como cualquier terrateniente inglés de pura cepa, (Darwin) casi no podía creer cuán provincianos eran estos expatriados españoles y portugueses".

La historiadora de la ciencia afirma: "La habitual correlación británica entre poseer terrenos, ser rico (...) y tener estilo, no aplicaba aquí, dado que las casas de los caballeros locales frecuentemente eran 'tan buenas como establos' ".

Además de la brújula, Browne también describe los llamados fósforos ingleses o "prometeos" como otro "glamoroso accesorio" de Darwin.

Los "prometeos" se encendían rompiendo la cabeza del fósforo con un par de pinzas o, como le gustaba hacerlo a Darwin, con los dientes.

"Les parecía tan espectacular que un hombre pudiese hacer fuego con sus dientes que era normal que toda una familia se juntara a verlo", cuenta el naturalista.

Hasta le ofrecieron un dólar por tan solo uno de estos fósforos.

El mundo ha cambiado, ya no vivimos de la misma forma que hace casi un año atrás, el Covid-19 ha trastocado y transformado la vida a todos los ciudadanos del mundo. Por otro lado, los grandes medios del “mainstream” (moda dominante) solo hablan de una cosa, volver a la normalidad. Todo ello, tras sufrir las personas meses de encierro, distanciamiento social y cuarentena. La falta de una clara normalidad en la vida de las personas tras esta segunda ola, limitan y dificultan dicha normalidad, de tal forma que esa ansiada normalidad todavía tiene un cierto camino hasta que llegue. Los bloqueos de Covid-19 pueden estar disminuyendo gradualmente, pero la ansiedad sobre las perspectivas sociales y económicas del mundo solo se están intensificando. Hay buenas razones para preocuparse: ya ha comenzado una fuerte recesión económica y podríamos estar enfrentando la peor depresión desde la década de 1930. Pero, si bien este resultado es probable, no es inevitable. Para lograr mejores resultados, el mundo debe actuar conjunta y rápidamente para renovar todos los aspectos de nuestras sociedades y economías, desde la educación hasta los contratos sociales y las condiciones laborales. Todos los países, desde Estados Unidos hasta China, deben participar, y todas las industrias, desde el petróleo y el gas hasta la tecnología, deben transformarse. En resumen, necesitamos un "gran reinicio" del capitalismo. Hay muchas razones para buscar un gran reinicio, pero la más urgente actualmente tiene un nombre, Covid-19. Habiendo provocado ya cientos de miles de muertes, la pandemia representa una de las peores crisis de salud pública de la historia reciente. Y, dado que las víctimas siguen aumentando en muchas partes del mundo, está lejos de terminar. Esto tendrá graves consecuencias a largo plazo para el crecimiento económico, la deuda pública, el empleo y el bienestar humano.

Según el diario “Financial Times”, la deuda pública mundial ya ha alcanzado su nivel más alto en tiempos de paz. La deuda pública mundial superará por primera vez el 100% del PIB en 2020, según FMI. La deuda pública mundial superará por primera vez el 100% del PIB en 2020, según FMI. De este modo, la institución internacional calcula que la deuda pública a nivel global alcanzará en 2020 el 101,5% del PIB, frente al 82,8% contabilizado en 2019, para proseguir su escalada el próximo año, cuando se espera que alcance un nuevo récord en términos relativos del 103,2% del PIB. Además, el desempleo se está disparando en muchos países: en los Estados Unidos por ejemplo, uno de cada cuatro trabajadores ha presentado una solicitud de desempleo desde mediados de marzo, con nuevas solicitudes semanales muy por encima de los máximos históricos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que la economía mundial se contraiga un 3% este año, una rebaja de 6,3 puntos porcentuales en solo cuatro meses. Todo esto agravará las crisis climáticas y sociales que ya estaban en marcha. Algunos países ya han utilizado la crisis del Covid-19 como excusa para debilitar las protecciones y la aplicación del medio ambiente. La aparición de graves frustraciones por males sociales como la creciente desigualdad (la riqueza combinada de los multimillonarios estadounidenses ha aumentado durante la crisis) se están intensificando. Si esta situación junto a otras que están apareciendo no se abordan, unida a la crisis del Covid-19, se profundizarán y dejarán al mundo aún menos sostenible, menos igualitario y más frágil. Las medidas incrementales y las correcciones “ad hoc” no serán suficientes para prevenir este escenario. Se deben construir nuevos cimientos para nuestros sistemas económicos y sociales, que garanticen que la población no sufra una desigualdad que encienda la mecha de conflictos sociales que desemboquen en un grave problema como pueden ser guerras u otras catarsis sociales.  El nivel de cooperación y ambición que esto implica no tiene precedentes, sin embargo, tenemos un factor a favor de las sociedades. De hecho, existe un lado positivo de la pandemia es que ha demostrado lo rápido que podemos hacer cambios radicales en nuestro estilo de vida, como ha sido por ejemplo el teletrabajo.  Casi instantáneamente, la crisis obligó a empresas e individuos a abandonar prácticas que durante mucho tiempo se consideraban esenciales, desde viajes aéreos frecuentes hasta trabajar en una oficina.

Asimismo, las sociedades de todo el mundo han mostrado de manera abrumadora una disposición a hacer sacrificios por el bien de la salud y de otros trabajadores esenciales como los empleados de los sistemas de salud o por poblaciones vulnerables, como los ancianos. Una cuestión esta nada baladí, si tenemos en cuenta el largo camino recorrido desde la crisis del año 2008 que trajo recortes en la sanidad y servicios sociales esenciales que han supuesto una precarización y agonía que han brotado ahora con unas consecuencias de muerte inasumibles. Muchas compañías han dado un paso al frente para apoyar a sus trabajadores, clientes y comunidades locales, en un cambio hacia el tipo de capitalismo con rostro humano, donde el compromiso ha sido un banderín de enganche para los diferentes stakeholders con el fin de ayudar y dar cobertura a partes de la sociedad que corrían el riesgo de quedar descolgadas por el problema que azotaba a la sociedad. Existe la clara voluntad de construir una sociedad mejor, donde la inclusión, solidaridad y compromiso sean motores que aseguren el gran “reinicio” que necesitamos. Eso requerirá gobiernos más fuertes y eficaces, donde la unión y cooperación de todo el arco parlamentario ponga las necesidades de la población por encima de la ideología.  Para dicho gran “reinicio”, se necesita la colaboración del sector privado, sin embargo, algunas compañías estratégicas tienen a primeros ejecutivos que reman en dirección opuesta a esa sinergia que tiene que aflorar con los recursos que Europa ha aportado a la sociedad española a través del fondo “Next Generation EU”, dotado con 140.000 millones de euros.
 

La agenda del gran “reinicio” tendrá tres componentes principales. El primero conduciría al mercado hacia resultados más justos. Con este fin, los gobiernos deben mejorar la coordinación (por ejemplo, en las políticas tributaria, regulatoria y fiscal), mejorar los acuerdos comerciales y crear las condiciones para una "economía de partes interesadas". En un momento en que las bases impositivas disminuyen y la deuda pública se dispara, los gobiernos tienen un poderoso incentivo para emprender tal acción. Además, los gobiernos deben implementar reformas muy esperadas que promuevan resultados más equitativos. Dependiendo del país, estos pueden incluir cambios en los impuestos sobre el patrimonio, el retiro de los subsidios a los combustibles fósiles y nuevas reglas que rigen la propiedad intelectual, el comercio y la competencia.

El segundo componente de una agenda de gran “reinicio” garantizaría que las inversiones avancen en objetivos compartidos, como la igualdad y la sostenibilidad. Aquí, los programas de gasto a gran escala que están implementando muchos gobiernos representan una gran oportunidad de progreso. La Comisión Europea, por ejemplo, ha revelado planes para un fondo de recuperación de 750.000 millones de euros (826.000 millones de dólares). Estados Unidos, China y Japón también tienen ambiciosos planes de estímulo económico. En lugar de utilizar estos fondos, así como las inversiones de entidades privadas y fondos de pensiones, para llenar las grietas del antiguo sistema, deberíamos utilizarlos para crear uno nuevo que sea más resistente, equitativo y sostenible a largo plazo. Esto significa, por ejemplo, la construcción de infraestructura urbana "verde" y la creación de incentivos para que las industrias mejoren su historial en métricas ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) https://bit.ly/2Uzs4gg

La tercera y última prioridad de una agenda de gran “reinicio” es aprovechar las innovaciones de la Cuarta Revolución Industrial para apoyar el bien público, especialmente al abordar los desafíos sociales y de salud. Durante la crisis del Covid-19, compañías, universidades y otros actores de la sociedad se han unido para desarrollar diagnósticos, terapias y posibles vacunas; establecer centros de pruebas; crear mecanismos para rastrear infecciones; y entregar telemedicina. Es fácil imaginar que sucedería si esta situación se hiciese de forma habitual en todos los sectores económicos de forma habitual, él progreso y bienestar social hubiese sido muy superior a lo que nos vienen acostumbrando generalmente, sin embargo, la bronca enconada y erosión de algunos actores de la sociedad se ha instalado de forma permanente. La crisis del Covid-19 está afectando todas las facetas de la vida de las personas en todos los rincones del mundo. Pero la tragedia no tiene por qué ser su único legado. Por el contrario, la pandemia representa una rara pero estrecha ventana de oportunidad para reflexionar, reimaginar y reiniciar nuestro mundo para crear un futuro más saludable, más equitativo y más próspero… Esperemos que sea una oportunidad y no un mal recuerdo.

Para terminar el post, decir que uno espera que la brújula que guíe dicho “The Great Reset”, sea como la que tenía Darwin, que sorprenda y provoque viva admiración… Si esa situación se produce nos espera un tiempo mejor… Si no, el tiempo venidero estará caracterizado por un severo retroceso en la humanidad.

Ya lo dijo Noam Chomsky: “Si asumes que no existe esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que existe un instinto hacia la libertad, entonces existen oportunidades de cambiar las cosas”.


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