miércoles, 26 de febrero de 2014

EL MAGO


Es muy difícil que los programas de clima laboral gestionados por personal externo triunfen en una compañía sin la complicidad de los trabajadores de la misma.
Estos programas son percibidos por los trabajadores como algo precocinado que vale para todas las compañías, donde la regla de oro es, las personas se adaptan al programa y no al revés como debería ser, los programas se adaptan a las personas.  Estas consultoras venden los programas como mano de santo para curar todos los males que padecen cualquier tipo de compañía, eso sí, a buen precio y muchas veces con resultados bastante inciertos, por no decir malos. La sensación que se transmite desde las direcciones de las compañías es la de buscar arreglar los problemas de dentro con gente de fuera. En un primer momento se percibe a estos consultores como personas que ni sienten ni padecen, ni conocen la singularidad de la organización como el personal que está dentro, vienen aplican su manual, cobran y hasta luego. Esto genera desafección y el personal de la compañía está a la defensiva  frente a cuestionarios o cualquier otra iniciativa que ponen en marcha, buscando castigar precisamente a la dirección por el abandono y su nula implicación directa en la situación, poniendo todas sus esperanzas en personas ajenas. Posteriormente al empleado le llega la sensación de que quien paga busca arreglar el entuerto arrimando el ascua a su sardina, sin pensar quizás que en este tema no hay ganadores y si perdedores (todos), si no existe el compromiso de todas las partes.
 Es de justicia decir que dichas consultoras a veces son reacias a implantar los programas allí donde el personal está muy quemado con índices muy bajos, debido a que son vistos con malos ojos por el rechazo que concitan.




Con la implantación de estos programas se genera en el empleado cuatro niveles de compromiso con la compañía,  estos niveles se manifiestan con su labor diaria y son los siguientes: ” me pagan, vengo todos los días y hago mi trabajo”; “me gustan mis compañeros, mi trabajo, lo hago lo mejor que puedo”;”me surgen oportunidades de aprender, desarrollarme y me parece un proyecto estimulante; y ”celebro formar parte de él”, la postura más usual a la que se acogen los trabajadores desencantados es la primera, "ME PAGAN, VENGO TODOS LOS DÍAS Y HAGO MI TRABAJO”, (ni siento ni padezco, mí compromiso es el justo).


El futuro de las organizaciones con un estupendo clima laboral serán aquellas que sean capaces de  conseguir una "halocracía", ((término de origen griego que sirve para acuñar  la gestión sin jefes), lo que habrá serán algunas personas "responsables" -evitando siempre llamarles "jefes"- para coordinar y gestionar cada equipo. Con ello lo que se busca es que suplanten las funciones tradicionales de un jefe por la colaboración e implicación directa de todos los empleados. Todo el mundo anhela trabajar en una compañía con esas características, pero para llegar a esa situación debemos de partir que las soluciones a los problemas que existen en las compañías vengan de dentro y no al revés, ya que si no, lo único que conseguiremos será ahondar un poco más la desafección y el compromiso que se requiere en este momento tan difícil.

Ya lo decía Benjamín Franklin: "Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo".




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