viernes, 21 de febrero de 2014

ORGANIZACIONES BAJO SOSPECHA



Se puede afirmar sin error alguno que el ejercitar un control exhaustivo sobre las personas en su lugar de trabajo fomenta la desconfianza y aleja a las personas de los objetivos comunes en la compañía.  
Se ganan adeptos hacia lo que se conoce con el nombre del despido interior. El despido interior es ese proceso paulatino de abandono, dejadez, indiferencia… que uno va sintiendo hacia su trabajo generalmente iniciado por situaciones, hechos, decisiones, etc., que suceden donde uno trabaja. Casi todos, cuando empezamos una nueva actividad profesional, estamos ilusionados pero con el paso del tiempo esa ilusión puede ir desapareciendo y, poco a poco, sin darnos cuenta, caemos en la rutina y nos dejamos llevar por la desgana. Algunos reaccionan a tiempo, otros se convierten en sonámbulos en el trabajo.
Los estudios son sorprendentes al respecto:
 La gran mayoría de las personas que trabajan para una empresa no ponen el corazón, ponen el cerebro y el cuerpo. El 10% de los empleados ha buscado empleo mientras trabajan para un empresa, el 40% no se siente orgulloso de la organización para la cual trabaja y tiene comentarios negativos de ella, y el 80% afirmó que le daba lo mismo el resultado de la empresa, solo el 20% estaba realmente comprometido, ponían el cerebro, cuerpo y corazón en su trabajo.
Si en la empresa sólo el 20% del personal está realmente comprometido, la productividad de esa organización le está costando el 80%, y ese es un costo altísimo, esto sin tener en cuenta otras variables por analizar.



                                                                         Fases del despido interior
                                                                                        


Una consecuencia de este control es el mal ambiente laboral, lo cual genera baja productividad, mayor absentismo y falta de compromiso con los objetivos de la compañía, todo ello nos lleva a tener una  organización con una estructura jerárquica del siglo XX. Si queremos una organización de futuro la clave de la gestión de las personas es olvidarse del control y pensar más en variables como; la motivación, fomentar el trabajo en equipo, la creatividad, la iniciativa y la pasión por la tarea a realizar.
La vida diaria del trabajador se rige en gran medida por la interacción con sus superiores, si los mismos intentan controlarle o intimidarle, será solo cuestión de tiempo que pase al despido interior, sin embargo si se le da un plus de confianza y se le deja desarrollar su actividad responsablemente, la compañía ganará un activo incondicional para la misión que tiene fijada.

Ya lo decía Thomas Hobbes: “Un hombre libre es aquel que, teniendo fuerza y talento para hacer una cosa, no encuentra trabas a su voluntad”, por lo tanto dejémosle.

  
                                                                               


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