jueves, 28 de mayo de 2015

DIRECTIVOS SIN CONOCIMIENTO NI INTERÉS POR EL VALOR DEL CAOS




La historia de esplendor y declive de Kodak se resume principalmente en tres épocas o periodos de tiempo. El primero representado por Kodak de 1880 a 1990, que llamaremos tradicional, el segundo modelo formado de 1990 al año 2000, con la llegada de la tecnología digital de imágenes y nuevos actores frente al negocio de la fotografía, y un tercer momento que representa el momento actual con el paradigma de la fotografía tomada con teléfonos móviles más la combinación de acceso a Internet y la lógica de las redes sociales, que va del año 2000 a 2012. La industrialización de los procesos de producción fotográfica nace con la célebre frase creada por George Eastman “You press the button we do the rest” (Tú pulsa el botón, nosotros hacemos el resto), acuñada en 1888 cuando patentó su primer cámara con película. Hacia 1900 Kodak era ya una marca reconocida que vendía por un dólar la cámara Brownie con un rollo de película de 12 pies, con la que se podían tomar 100 fotografías. La frase de Kodak sintetiza un modelo de negocio de corte “tayloriano” (organización del trabajo referenciada a la fabricación en masa), se convierte en paradigma industrial, tecnológico y cultural durante el siglo XIX y XX hasta la llegada de la imagen digital.
El caso Kodak es paradigmático en muchos sentidos. Como fundador de un imperio de la industria de la imagen desde su nacimiento en 1880, pasando por ser el primer fabricante en serie de una cámara con película portátil hacia 1.900 (la Brownie, que se vendía por un dólar), para convertirse en el primer inventor de un sistema de captura digital, sobre el cual detenta hoy alrededor de 1.100 patentes. George Eastman es iniciador de un modelo de negocio dominante que impulsó un liderazgo mundial y una forma de consumo y socialización de la imagen fotográfica sin precedente. Sin embargo, la actual crisis financiera de Kodak abre una importante reflexión sobre las claves que dominaron los modelos de negocios de la imagen durante el siglo XX y sobre las nuevas claves que conforman el paradigma digital. De esta forma, del modelo de negocio tradicional de Kodak heredamos una cultura sobre la imagen y la fotografía. Los llamados “Momentos Kodak”, representan una moral sobre la imagen que enseñó a generaciones a ver y coleccionar “un mundo feliz” en álbumes familiares. Richard Chalfen (1987), en Snapshots Versions of Life, profundiza en el análisis de la llamada “Cultura Kodak”, revelando el acento en la colección de momentos de la vida privada con el fin de estrechar y promover los lazos familiares. También heredamos una suerte de “democratización industrial” de la imagen, con tintes globalizantes. Tecnológicamente, al poner una cámara y la producción de imágenes al alcance de cualquiera y culturalmente, al promover una forma de creación visual basada en la promoción de “momentos felices” y con un alcance global.
¿Cómo pudo Kodak declararse en suspensión de pagos y ver el fin de un modelo de negocio con tanto potencial? Entre otros factores podríamos señalar los siguientes: liderazgo desastroso en la estrategia diseñada y ejecutada, exceso de confianza, falta de visión, una soberbia tan pesada como su tamaño, anquilosamiento burocrático que aniquilo cualquier idea o aportación de sus recursos humanos, generada principalmente por la no participación y compromiso con la visión establecida, pero sobre todo fue el modo de resistirse a una nueva era del mundo digital con un modelo de negocios anticuado, alejado del consumidor de los entornos digitales, basado en la venta de película y en la impresión. También le faltó renovar una cultura de comercialización con características que funcionaron antes del uso común de Internet hacia 1990, comprender un nuevo paradigma social en la forma de compartir, usar y capturar las imágenes fotográficas, esto es, una nueva cultura social de la imagen creada con teléfonos móviles y desarrollada mediante Internet y en las redes sociales desde el año 2000. Las cifras del desastre dicen bien a  las claras que no puede hacer una compañía que quiere liderar y sobrevivir en el mercado donde compite. A comienzos de 2012 Kodak presentó un déficit de 6.750 millones de dólares por concepto de pensiones, más 1.500 millones en deudas con acreedores como Amazon, Wal-Mart, Nokia o Disney. La empresa cerró 13 plantas de manufactura, 130 laboratorios de procesamiento de película y terminó con una plantilla de 47.000 empleados en el año 2003. En el año 2012 contaba con una plantilla de 18.800 empleados, frente a los 145.300 que tuvo en 1988. Hacia enero de 2012 las acciones de Kodak no alcanzan el valor de un dólar, cuando en 1997 la acción alcanzaba casi 93 dólares. En 2004 la empresa sale del índice Dow Jones y en diciembre de 2011 abandonó el índice S&P 500 de la Bolsa neoyorkina. Kodak perdió durante 2011 cerca del 90% de su capitalización. El gran emblema norteamericano se derrumba. En el mismo periodo Kodak pidió un crédito por 950 millones de dólares a Citigroup, con un plazo para pagar de 18 meses con el objeto de afrontar sus deudas y seguir operando. Los seguros de impago dictan que la empresa tiene un 92% de posibilidades de que incumpla los pagos con sus acreedores, mientras Kodak confía en ganar los litigios por violación de sus patentes de tratamiento de imágenes digitales, pendientes con RIM (fabricante de BlackBerry), Apple y HTC, lo que le reportaría unos 1.000 millones de $ de liquidez. La empresa posee casi 10.000 patentes, de las cuales, alrededor de 1.100 son usadas para el tratamiento digital de imágenes en dispositivos diversos y teléfonos móviles. La venta de estas patentes podría reportarle cerca de 3.000 millones de dólares, cifra que recaudó por licencias de las mismas desde 2003. El 75% de sus ganancias en 2011 provinieron del negocio de la imagen digital. 

El ascenso de los gigantes asiáticos como actores relevantes en la fotografía digital se inicia en 1990, Canon, Nikon, Fuji, Olympus, y más recientes como Panasonic, Sony, LG y Samsung aceleraron el fin del paradigma Kodak.
Un tercer momento lo representa la llegada del móvil, como cámara fotográfica, que inaugura un nuevo paradigma tecnológico, social y cultural de la fotografía, para dar lugar al presente estallido de la imagen en redes como Facebook, Flickr, Twitter, YouTube o Instagram, centradas en la capacidad de interacción del usuario. Aunque Antonio M. Pérez, director de Kodak, negó en 2011 que la empresa piense en fabricar teléfonos móviles, y en contradicción con Carlos Domínguez, director de Kodak México, sólo lo sugirió; el futuro de la fotografía pasará necesariamente por el móvil, como bien lo entendieron Apple con la fabricación del iPhone y Google al comprar Motorola. Empresa, ésta última, con la que Kodak tiene un acuerdo de cooperación de 10 años y con la cual lanzó en 2008 el celular Motozine ZN5 (Kodak, 2006). El futuro de Kodak podría pasar por una alianza con Google y Motorola, para conformar la fórmula mágica: celular+cámara+Internet+redes sociales. El nuevo paradigma industrial de la fotografía tiene nuevas claves, que hacen que la fotografía trascienda al estatus de imagen, que tiene ante sí el reto de la convergencia, la hibridación, la accesibilidad, la interacción, la participación y colaboración social ante los retos de la imagen móvil. 

Vivimos una época de indefinición en la orientación del camino a tomar en el mundo empresarial, esta viene condicionada por una crisis económica que ha salpicado a toda la sociedad. Está situación es alentada además por una inestabilidad que se manifiesta en todas las esferas de la sociedad a nivel, económico, político, social, cultural, etc. Esto retrae a los responsables de las compañías a la hora tomar decisiones diferentes de como se ha hecho hasta ahora, lo cual es un grave problema para el buen devenir de las empresas en el marco donde compiten, ya que las compañías se ven azotadas por resultados económicos que en ningún caso son los esperados por sus stakeholders (accionistas, inversores, trabajadores, etc.).

Este caos en las organizaciones viene siendo contrarrestado por los líderes de las mismas con un empeño por hacer de dicho caos un tema predecible, para lo cual se pone el énfasis sobre el control, el orden y los hechos previ­sibles; dentro de este enfoque, los eventos no con­trolables, el desorden, la incertidumbre y el caos, han sido considerados adversos a la noción de organiza­ción, por lo tanto deben ser eliminados de la empre­sa. Frente a este enfoque, autores como Nonaka, (1988), afirman que el caos y el desorden son pro­piedades intrínsecas a la organización y que las per­turbaciones que sufren las organizaciones, ante las cuales luchan los directivos, son realmente oportu­nidades de creación.
Es decir, una organización ma­nejada en forma caótica, estará en un estado de revolución permanente, recibirá de buen agrado la inestabilidad y creará la crisis como medio para tras­cender sus límites. Contrario al enfoque de orden, control y previ­sión, la teoría del caos sugiere que los acontecimien­tos son impredecibles, que las irregularidades son una propiedad fundamental de las organizaciones, donde pequeñas perturbaciones pueden tener gran­des efectos (dependencia sensitiva en condiciones  iniciales) y donde el grado de desorden es alto (en­tropía positiva). Por lo tanto, los directivos no pueden basarse en sistemas, reglas y procedimientos  para controlar lo predecible sino que deben prepararse para adaptarse a lo nuevo de manera continua y atrapar oportunidades en todas partes (Mintzberg1998).
Ante esta situación los directivos deben de sacar las siguientes conclusiones:
1.  La planifi­cación a largo plazo es difícil y en muchos caos inútil debido a lo variable que pueden ser las condiciones iniciales.  

2.   Las empresas no alcanzan un equilibrio estable debido al entorno cambiante en el que actúan.

3.   Un cambio drástico puede producirse de forma inespe­rada, debido al ingreso de algo nuevo en el entorno.

4. Pueden hacerse pronósticos a corto plazo y pre­dicciones de patrones debido al grado del orden existente dentro del caos.

5. Se necesitan pautas para enfrentar la complejidad y la incertidumbre.



Esto explicaría que el caos es beneficioso para tener una organización flexible ante el crecimiento y el cambio, en lugar de una cultura organizacional opuesta al cambio para mantener el status quo. Por esta razón la cultura de una organización debe enfocarse en la búsqueda de nuevas ideas y en adaptarse a los elementos de cambio, de esta forma servirá para proteger la supervivencia de la organización bajo los cambios que depara el fu­turo no predecible del negocio. Afirman los autores, que la teoría del caos también explica el abandono de la estabilidad y el control, por la innovación; un equilibrio prolongado sería precursor del desastre; sin embargo, el avance que ocasiona una innovación cerraría el círculo entre la estabilidad y la complejidad. También aseguraría el fortalecimiento de la organi­zación por corrientes continuas que la mantengan activa y alerta. La regeneración de una organi­zación puede ser mirada como un proceso de diso­lución del orden existente para crear uno nuevo. Nonaka (1988) argumenta que la auto-organización es esencialmente creación de información y, desde esta perspectiva, el proceso se realiza a través del caos y la fluctuación. El autor considera que una organización debe mantener condiciones de ines­tabilidad para crear caos o fluctuación, lo que am­pliaría la creación de información deseada para or­ganizarse ella misma. Además, la fluctuación entra en cooperación con la organización para resolver sus discrepancias y formar un nuevo orden; así, la información creada y acumulada en ese proceso se transforma en conocimiento. 
Tradicionalmente, la mayor inquietud de las compañías consiste en cómo asignar su activo princi­pal: el capital. Hoy los activos intangibles, como conocimiento, compromiso, innovación, etc., reemplazan al capital y pasan a ser el recurso crítico de cualquier compañía. Por eso, la dirección de la empresa se enfrenta al reto de crear una organización que pueda construir pro­cesos para generar, integrar y apalancar los recursos más importantes, sus conocimientos y capacidades (Cuervo, 1999). El Centro americano para la calidad y producti­vidad (APQC) define la gerencia del conocimiento como las estrategias y procesos de identificar, cap­turar y apalancar el conocimiento para alcanzar la competitividad.


En esta situación el concepto de caos representa una evo­lución natural que contiene incertidumbre en un ambiente turbulento. Aún en las situaciones más complicadas, la naturaleza siempre se organiza ella misma como si estuviera siguiendo un flujo; este flujo es real y tiene que ver con el concepto de la complejidad (Dolan, 2003). Los autores consi­deran que aunque el caos no puede ser controlado porque forma parte del flujo de la vida, puede ser guiado por parámetros de comportamiento que prefieren llamar “valores” y proponen el concepto de gerencia por valores como la herramienta que puede guiar estas reglas no controlables hacia una dirección bien definida. Para adaptarse pues a este entorno de turbulencia se deberían realizar una serie de acciones por las  personas de las organizaciónes;

  • Alcanzar metas y principios compartidos
  •  Generar confianza en el manejo de la incertidumbre
  •  Trabajar con flexibilidad
  • Explorar situaciones caóticas para desarrollar la creatividad y la innovación
  • Simplificar reglas y estructuras
  •  Fomentar la auto-organización
  • Estimular la participación y colaboración (Clima Laboral)
  •  Crear responsabilidad social
  •   Crear alta calidad de relaciones interpersonales
  • Cumplir con bienestar aspectos éticos y emocionales

Ante este escenario los directivos deben conocer que existe un orden dentro del desorden, un significa­do dentro del cambio y un propósito en la comple­jidad del cambio. El caos proporciona la dinámica del cambio y facilita el entendimiento y control de sus complejos procesos. Aunque puede haber procesos aleatorios y cambios complejos completamente im­predecibles que salen de nuestro control, el control del caos está dentro de nuestro control. El caos y el desorden son pues propiedades intrínsecas a la organización hoy en día, estas perturbaciones que sufren las compañías son realmente oportunidades de crea­ción. Es decir, una organización manejada en forma caótica, estará en un estado de revolución perma­nente, recibirá de buen agrado la inestabilidad y crea­rá la crisis como medio para trascender sus límites. Aquellos directivos que ni saben ni quieren sacar provecho de dicho caos, son los principales causantes de la inacción, el desencanto y la frustración que lleva a las compañías al desastre. Esconderse y parapetarse sobre su propio desconocimiento a ojos de los colaboradores no les exime de su responsabilidad, si no que agrava más dicha circunstancia. 

El papel de las compañías en el proceso de aprendizaje es el de proveer el contexto apropiado para desarrollar y di­fundir el conocimiento; además de adquirir informa­ción, manejar con creatividad sus recursos y procesos, adaptarse de manera oportuna a los cambios del ambiente, comprometerse con el aprendizaje de ma­nera continua y movilizar el talento y la experiencia de su gente para inducir las innovaciones todo ello en un ambiente o Clima Laboral donde las personas se sientan cómodas y comprometidas con la meta de la compañía. El punto máximo de desarrollo de las organizaciones se logrará a través de la definición de un conjunto de valores como son: aprendizaje, iniciativa, diversidad, auto-organización y flexibilidad, que son esenciales para crear nuevas oportunidades de expansión y crecimiento. La mezcla de el control y orden permiten la consolida­ción; la organización necesita mezclar el uso de esos valores (control y desarrollo) en cada situación para alcanzar un nivel de resultados positivos tanto socia­les como económicos.

Ya lo dijo José Saramago: "El caos es un orden sin descifrar".

 

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