lunes, 7 de marzo de 2016

LÍDERES EMPRESARIALES EN LA CUERDA FLOJA




Jack Welch fue reconocido como el mejor ejecutivo del siglo XX según la revista Fortune, entre sus logros tras sus 20 años al frente de GE, Welch multiplicó los beneficios por 40 y convirtió a la compañía en un monstruo cuyo valor bursátil rondo los 530.000 millones de dólares, más de 100 billones de pesetas, y con 340.000 empleados (más los 120.000 de Honeywell) firma que adquirió antes de irse, convirtiéndose en la mayor compañía por capitalización bursátil del mundo. Una de las cosas que menos se comenta es que dejo los deberes hechos cuando abandono la compañía, cuando se fue tenía tres candidatos creíbles a ocupar su puesto, de los cuales eligió a Jeffrey Immelt, los otros dos se fueron a dirigir grandes corporaciones americanas. Preparar la continuidad y la sucesión cuando uno se va es una de las tareas más importantes de un líder, por no decir quizás la más importante. 

Se cuenta la siguiente anécdota de Welch, siendo Director General de General Electric se obsesionó con que el tubo de los equipos de resonancia magnética debían ser más anchos porque a las personas les podía generar claustrofobia. General Electric era uno de los grandes fabricantes de este tipo de equipos médicos y lo sigue siendo en la actualidad. Welch comenzó a preguntarle con insistencia a los médicos que trabajaban en General Electric que les parecía esa idea y siempre obtenía la misma respuesta: "lo estudiaremos". Por ese entonces, se rumoreaba que Hitachi, competidor de General Electric iba a sacar un equipo de esas características con el tubo más ancho. Un año después Hitachi sacó al mercado un equipo de resonancia magnética con el tubo más ancho y sin perder calidad en la imagen. A General Electric le costó dos años lograr alcanzar a Hitachi en dichos equipos. Welch se castigaba a si mismo por no haber sido más pesado y haber insistido más. De nada sirve decir "sabía que eso iba a suceder" como muchas veces sucede. Eso es una excusa muy burda para evitar quedar mal. Si uno sabe que algo va a suceder y no quiere que suceda, debe trabajar para ello. Los líderes exitosos insisten en sus pensamientos con una curiosidad que raya la incredulidad.

Muchas compañías se encuentran en estos momentos atravesando una situación difícil, esta tiene sus principales causas en una larga crisis que se prolongó desde el año 2008 y que ha empezado a remitir tibiamente a lo largo del 2015.  Durante los últimos siete años las compañías se han lastrado con los siguientes problemas: fuerte endeudamiento, pérdida de clientes, disminución de ingresos, indicadores de Clima Laboral malos, etc. Para abordar dicha situación muchas se han embarcado en programas estratégicos con el fin de adaptarse a esta nueva era digital, la cual ha empezado a impactar en los procesos productivos de las mismas, generando fuerte ventaja competitiva en aquellas que ya han empezado a adaptarse a esta nueva era digital o que son hijos de la misma, como por ejemplo; Airbnb, Facebook, Google, etc.




En Estados Unidos, más de 14 millones de empleos están en el aire, según el presidente de General Electric, Jeffrey Immelt, en los próximos tres años, el 75% de los trabajos de administración y finanzas de la multinacional estadounidense estarán digitalizados. Por tanto, la principal tarea del líder es re-imaginar las nuevas tareas que surgirán en la empresa digital. El líder de esta nueva época tiene que explotar el talento y las capacidades de sus recursos humanos y con ello transformar la compañía generando  valor añadido, que le de ventaja competitiva frente a sus rivales.  Pero para alcanzar dicha situación es necesario la implantación de las nuevas herramientas digitales como: las redes sociales,  la nube,  el big data,  etc.  Estas deben de estar integradas en toda la cadena productiva facilitando y eliminando todas las ineficiencias que se tenga de extremo a extremo en la compañía, el mapeo de la compañía nos ofrecerá una visión de dichas ineficiencias y las herramientas que se pueden utilizar. Cualquier compañía que no aborde el nuevo reto, entregará sus ventajas competitivas, verá afectada su productividad, y comprometerá su salud financiera, si directivos y líderes, continúan apegados a símbolos y premisas de una tradición corporativa, desfasada de la realidad y ayuna de objetivos estratégicos relevantes para los inciertos tiempos que corren.

Las compañías se ven sometidas a un entorno de cambio acelerado, para sobrevivir no hay otra opción que apostar por la innovación como principal motor de reinvención empresarial. En entornos tan volátiles e inciertos como los actuales donde las empresas compiten, las compañías realizan join venture con otras, se expanden, afrontan crisis financieras, se atreven a innovar, se fusionan entre sí, y finalmente, desaparecen; es evidente la aceleración de las transformaciones empresariales, instigadas por la revolución digital. Sus efectos se evidencian en la reducción de las expectativas de vida de las compañías así como por el acortamiento de los ciclos de vida de los productos ofertados en mercados  muy volátiles y competitivos.




Una compañía depende de los talentos reclutados, desarrollados y retenidos por los directivos, pero para transformarla hay que abordar los nuevos retos que aparecen con personas de talento y pasión por lo que hacen, “que superen las expectativas”. Para ello es fundamental que el líder se involucre en la estrategia, facilitando y eliminando todas aquellas dificultades que puedan surgir. Las compañías tienen que dotarse de personas libres, con criterio, con puntos de vista diferentes, valientes, que discrepen cuando no están de acuerdo, con ello conseguiremos que se elimine la uniformidad, factor que lastra muchas compañías convirtiendo en gregarios o súbditos a las personas, sin ningún valor añadido en la misión que tiene establecida la misma. Pero esto requiere de líderes con criterios y visiones diferentes a los que llevaron a las compañías a estar en la situación límite actual.


Es importante mencionar que no por ser jefe uno es líder, ni por ser líder uno llega a jefe tampoco. Quizá la primera es la más importante: muchos jefes, directores, consejeros delegados, presidentes, sienten que por su condición de tal, la empresa los seguirá, craso error. Uno podrá ser jefe y sus empleados podrán hacer las cosas por el simple hecho de que se les manda hacer algo, sin embargo esto no es lo ideal, sino que lo ideal es que sus empleados hagan las cosas porque su líder les transmitió el convencimiento de que lo que están haciendo es lo mejor para todos y ellos lo creen así también. Es de sentido común pensar, que el ejecutivo que puso en una situación difícil a su compañía no puede ser él que la venga a salvar la misma, ya que antes de llegar a dicha situación, ni escucho las opiniones discrepantes, ni dio opción a que aparecieran las mismas por el entorno coercitivo y de miedo que genero dentro de la misma, ni tiene la credibilidad de las personas que integran la compañía para hacerla avanzar a otra situación, sus antecedentes le delatan



El nuevo líder digital debe saber gestionar los obstáculos y las barreras, tiene que involucrarse en la estrategia de la compañía y hacer desaparecer todos los impedimentos que surjan, muchos de estos impedimentos viene de “formas de hacer o costumbres”, los cuales lastran y dificultan a la persona para abordar los retos. Uno de los mayores retos que tiene un líder hoy en día es el factor del “desaprender” dentro de los equipos de trabajo. Si el ser humano es fantástico para establecer estrategias en el aprendizaje, es muy torpe estableciendo las mismas para el desaprendizaje, buscando con ello que surja la creatividad de la persona. Para ello surge la necesidad de abordar los problemas desde el pensamiento lateral (Edward de Bono), el cual nos hace ver las cuestiones desde diferentes ángulos. Sin embargo nos encontramos con otro grave problema, es el fracaso. El fracaso lleva aparejado un estigma sobre la persona que intenta avanzar por caminos desconocidos. Conseguir el liderazgo en una organización pasa por anteponer la motivación del equipo, la adaptación, asumir riesgos, fomentar la creatividad y buscar oportunidades a tareas propias de la gestión como mantener las rutinas productivas, la competitividad, la estabilidad y el orden. El líder debe asumir que la pasión e iniciativa de una persona va en la mayoría de las ocasiones ligada al fracaso cuando se intentan abrir vías nuevas en el emprendimiento, desconocer este punto es no entender para nada lo que es la innovación y la creatividad.



Se deduce entonces, que la innovación, y no la excelencia operativa o la ingeniería financiera, sea la principal línea de competitividad que un líder debe seguir en su compañía. Las compañías se encuentran metidas en un nuevo orden empresarial,  en el cual se demandará que construyan nuevas competencias, que doten a la empresa de la agilidad y flexibilidad necesarias, para adaptarse a nuevas y cambiantes circunstancias del negocio, y con ello llevar la pauta del mercado donde compite. Aquellas que no aborden dichos retos, se verán sometidas a un escenario donde la compañía transitará por un escenario de destrucción paulatina de valor de  sus negocios hacia una inexorable extinción de la empresa, será simplemente cuestión de tiempo.

Es ahora o nunca, el momento apropiado en las compañías para rediseñar procesos, evaluar su cultura, cuestionar los objetivos estratégicos, analizar la visión del liderazgo, valorar el compromiso (Clima Laboral) de las personas en la compañía y reflexionar sobre la actitud directiva establecida, si se desea que la organización no trascienda a la irrelevancia competitiva a la que eventualmente estaría expuesta si no logra urdir los procesos de transformación que contribuyan a mejorar su perfil competitivo.

Ya lo dijo Jack Welch:"No hay que gestionar de manera tranquila y racional, tenemos que estar al borde de lo lunático'. Tiempos difíciles, en los que sólo triunfarán los que quieran el cambio".


























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