martes, 8 de marzo de 2016

PROYECCIONES EMPRESARIALES O VENTA DE HUMO ¿SON DE FIAR?




Tulipomanía, con este nombre se conoce al primer caso de burbuja económica de la que existe amplia información a través de varias fuentes, entre ellas el portentoso libro del escocés Charles McKay titulado "Memoria de extraordinarias ilusiones y de la locura de las multitudes" (1841). Los tulipanes llegaron a Holanda en 1559, procedentes de Turquía. Lo que ocurrió fue que, por causa del llamado potyvirus del tulipán, las variedades holandesas de esta planta crecieron con formas extravagantes y multicolores, lo que las convirtió en objetos muy valiosos. De esta manera, a principios del siglo XVII los precios de esta flor comenzaron a subir de forma astronómica. Según relata McKay, el precio de un bulbo rondaba los mil florines, cuando el sueldo medio de una persona andaba por los 150. Se conservan registros de ventas disparatadas, en las que llegaron a cambiarse lujosas mansiones por una sola flor, o de personas que invirtieron una fortuna en cosechas que aún ni siquiera habían germinado. Y se sucedían anécdotas tan grotescas como una que relata el autor escocés en su obra: “Un mercader había pagado tres mil florines por un raro tulipán Semper Augustus, y este desapareció de su depósito. Tras buscarlo, encontró a un marinero que se lo estaba comiendo, ya que lo había confundido con una cebolla. El hombre fue arrestado y condenado a siete meses de prisión”.

La última gran venta de tulipanes se produjo el 5 de febrero de 1637. Los siguientes lotes de flores que salieron al mercado no encontraron compradores, y los precios comenzaron a caer drásticamente. La gente que se había hipotecado contando con los beneficios de futuras cosechas se asustó y trató de vender sus pagarés a cualquier precio. Pero el pánico ya se había desatado y los tulipanes se convirtieron en sinónimo de quiebra. Hay que matizar que no todos los historiadores creen que la tulipomanía golpeara a la economía holandesa de una forma tan global. Por ejemplo, Doug French, economista y director del Ludwig von Misses Institute, opina en su estudio "La economía holandesa" en la época de la tulipomanía que la crisis solo afectó a las clases más pudientes, que habían invertido en aquellas flores igual que otros lo hacían en obras de arte; pero que el resto de la población apenas se resintió. Sea como fuere, lo cierto es que en otras partes de Europa iban a producirse pronto fenómenos similares.

En la actualidad las compañías se mueven en un escenario donde los cambios son el pan nuestro de cada día, dando como resultado que su estrategia sea dinámica para poder adaptarse al entorno donde compiten. Fruto de esta situación existen otros activos como son los intangibles que han cobrado un valor fundamental en la supervivencia de las compañías, ya que son estos (innovación, creatividad, compromiso, pasión, iniciativa, etc.) los únicos que garantizan la supervivencia de la misma, esto implica que las compañías deben centrar sus esfuerzos por potenciar los mismos de cara a que afloren dichos activos y se pongan en valor. 
La revista Fortune publicó un artículo donde decía, que nueve de cada diez estrategias aprobadas por la dirección de una compañía nunca llegan a implementarse operativamente por las siguientes razones:




Las compañías cuando están en una fase preliminar para definir sus estrategias se encuentran frente a dos necesidades: la primera es definir la estrategia y la segunda es implementarla y llevarla a cabo. Si en lo primero las compañías tienen una cierta dificultad por lo variable que es el entorno actual, en lo segundo dicha dificultad se multiplica, haciendo que llevarla a cabo muchas veces se resuelva con sonados fracasos. Desde la época de la Revolución Industrial, mediados del siglo XVIII y principios del siglo XIX, el control financiero de las empresas vigilaba el uso productivo del capital a través del rendimiento del capital empleado (ROCE) el ROI, el EVA (valor añadido económico) y el flujo de caja. Las compañías ponían todo el interés en cumplir con el presupuesto y anteponían el seguimiento de dichos indicadores financieros frente a cualquier otro tipo de indicador. Mirar y controlar exclusivamente estos dos tipos de indicadores ya no es suficiente, algunas compañías todavía siguen utilizando y priorizando los mismos con efectos perniciosos en sus variables financieras (resultados). Los indicadores financieros están anclados en un modelo de contabilidad que ya tiene varios siglos y fueron pensados para sociedades que valoraban los activos físicos, no los activos intangibles.



El control sólo sobre los indicadores de tipo financiero ya no sirven para visualizar el estado de una compañía, ya que con ellos no se detectan determinadas ventajas competitivas que hacen que dichos indicadores financieros sean más robustos, es la ley causa-efecto o efecto boomerang, si los intangibles están sanos, los mismos tienen una proyección beneficiosa sobre los financieros, si están enfermos, entonces los financieros serán negativos. En la actualidad los activos intangibles sirven para reforzar la compañía a través de la creación de valor añadido para el cliente, repercutiendo en la calidad, mejorando los procesos, la tecnología e innovación de la compañía. Este capital intangible es el capital intelectual que aporta el personal de una empresa cuando está comprometida con la misma, actualmente una de las claves para lograr el éxito se encuentra en ampliar las perspectivas del negocio, identificando los nuevos indicadores del futuro que permitan evaluar los resultados de la gestión en relación con sus activos intangibles a partir de medir los inductores de la actuación (perfomance drivers), que son los que hacen posible saber en forma anticipada si se va camino a lograr los resultados que se fijaron al diseñar la estrategia. Conocer a la empresa de manera financiera es muy útil, pero no tiene sentido si no se comprende de dónde surgen esos resultados, si no se sabe por qué razón se obtuvieron los resultados o, lo que es peor, si no se sabe por qué no se logran los mismos. Los indicadores financieros son fuente de conocimiento de hechos que ya sucedieron, pero carecen de información sobre cuestiones como: el Clima Laboral, la satisfacción de los clientes, la calidad en los procesos de fabricación de la compañía, etc.  



Estos días asistimos a la presentación de indicadores con previsiones para el año 2016 en algunas compañías, en estas presentaciones se expone con todo lujo de detalle una serie de métricas que las compañías prevén alcanzar durante el año en curso. Sin embargo al comienzo de dichos folletos informativos hay un aviso legal en el cual las compañías ponen de manifiesto que dichos indicadores  y previsiones que se muestran no constituyen "garantía de cumplimiento", ya que los mismos están sujetos a riesgos, incertidumbres, hechos relevantes que podrían determinar que dichos indicadores no se cumpliesen. En algunas compañías dichos riesgos los achacan a factores exógenos a las mismas, como por ejemplo; ralentización de la economía, tipo de cambio de las monedas, contracción en el consumo, deflación de los servicios y productos que prestan y fabrican, etc. Sin embargo existen otro tipo de riesgos que está relacionado con su funcionamiento interno y que pueden condicionar y poner en entredicho el futuro de sus resultados económicos, como son por ejemplo; los litigios en los organismos reguladores, las sanciones de tipo fiscal, etc. Todos estos documentos están recogidos en dichos organismos reguladores como hechos relevantes por las compañías, dando cumplimiento como recoge la ley para conocimiento de cualquier persona interesada en dichas sociedades. Ante esta situación, a un ciudadano que lee dichas previsiones le asaltan las siguientes preguntas, ¿Tiene sentido presentar unas previsiones que están tan condicionadas por factores externos e internos?, ¿En un escenario tan volátil como el actual los diferentes stakeholders de una compañía se pueden sentir seguros con dichas previsiones?, ¿Se puede actuar sobre algunos de dichos factores  para que los resultados no estén tan condicionados?

Debemos decir que cualquier compañía está sujeta al entorno donde compite y desarrolla su actividad, un alto control sobre dicho entorno puede ser muchas veces un objetivo ambicioso por parte de la misma, pero para ello la compañía tiene que tomar la iniciativa y liderar el sector con una estrategia innovadora donde las personas están alineadas con los objetivos fijados en su misión por los directivos. Esto requiere muchas veces romper la inercia establecida en las compañías con estrategias y servicios innovadores, con personas comprometidas que rompan con los modos y formas de “hacer lo mismo”. Es necesario resaltar que las crisis siempre fueron catalizadores para superar situaciones difíciles y cambiantes, pero quien atribuye a dichas crisis sus fracasos y penurias está poniendo en entredicho su talento porque admira más los problemas que su propia capacidad para resolver los mismos. La verdadera crisis de una compañía se resume en la incapacidad e ineptitud que tienen los líderes de la misma para encontrar las salidas a los problemas a los que se enfrenta para poder sobrevivir allí donde compite, los cuales muchas veces están identificados, pero su pereza y falta de agallas para ser disruptivos hace que los mismos consuman a la compañía.

                                          Modelo de las 5 fuerzas de Porter


Ante esta situación descrita anteriormente algunas compañías no alcanzan los indicadores que se fijan, lo cual produce desencanto y frustración en los equipos de personas que forman la organización.  Para resolver dicha situación no se puede obviar la autocrítica por parte del líder que estableció dichos objetivos. En la actualidad nos encontramos que muchas compañías cuando presentan sus resultados se regodean en el ensalzamiento de aquello que se consigue y acallan o “pasan de puntillas” sobre lo que se fracasa. Una de las teorías más beneficiosas que defiende el sentido de la autocrítica se fundamenta en que la misma aporta extraordinarias ventajas de sociabilización en general con respecto a la calidad de las relaciones y de los resultados obtenidos por un equipo de personas en pro de un objetivo común. A nadie se le escapa que estas capacidades son la base a partir de la cual se pueden desarrollar otras competencias que son clave para los equipos de trabajo como por ejemplo: la flexibilidad, la comunicación, el autodesarrollo, el trabajo en equipo o el liderazgo.

Dicen que nadie es capaz de verse la propia espalda a no ser que tenga la ayuda de un espejo, las personas tenemos inteligencia y espontáneamente hacemos juicios de valor cuando hacemos ejercicio de ella, alguien que esté en un cargo directivo podría objetar que es muy difícil saber cuándo alguien se equivoca, que generalmente la gente juzga sin tener conocimiento de unas circunstancias que sólo conocen los que dirigen, etc. Todos sabemos que “errar es humano”, pero esperamos que nuestros líderes o jefes que nos dirigen no se equivoquen, pero cuando lo hacen, que muestren con humildad sus resultados, aceptando errores y aprendiendo de los mismos para no volver a cometerlos. Cuando se esconden los mismos, lo único que genera es desafección, falta de compromiso, etc. Cuando se produce esta situación suele generarse una especie de murmullo, conversaciones de pasillo que se interrumpen bruscamente cuando aparece alguno de los responsables de dicha situación, silencios aparentemente inmotivados, miradas evasivas… Un directivo que no hace autocrítica identifica esta situación con la murmuración, se irrita, y la prohíbe hasta donde puede, porque en general en estas circunstancias ha perdido la autoridad y con ella también el control. No se da cuenta de que lo que él descalifica como murmuración no es más que el espejo que le están facilitando las personas que integran la compañía para que pueda mirarse la espalda.

Ya lo dijo Jack Welch: El éxito en los negocios es menos función de grandiosas predicciones que el resultado de ser capaz de responder rápidamente a los cambios reales mientras ocurren”.

 


 













 

No hay comentarios:

Publicar un comentario