miércoles, 13 de mayo de 2020

DUELO DE CHINA CON ESTADOS UNIDOS... DOS TAHURES EN EL TABLERO DE LA GEOPOLÍTICA


En cierta ocasión, le preguntaron al primer ministro británico Benjamin Disraeli sobre la “diferencia ente una desgracia y una catástrofe”:

-Lo entenderá usted enseguida: Si Gladstone* cayera al río Támesis y se ahogara, eso sería una desgracia; pero si alguien lo sacara del agua, eso sería una catástrofe.

*William Ewart Gladstone era el rival político de Disraeli

                         Glastone                                                       Disraeli

La compañía china Huawei fue fundada en el año 1987 como fabricante de interruptores telefónicos, era uno de los cientos de proveedores de lo que entonces era la industria de telecomunicaciones estatal del país. La compañía con sede en Shenzhen, se ha convertido en un actor líder en la transformación de China en un país manufacturero de bajos salarios a una potencia industrial y tecnológica. Actualmente vende más teléfonos inteligentes que Apple, proporciona equipos que sustentan Internet y otros sistemas de telecomunicaciones en China y en todo el mundo en desarrollo. Es un jugador global en el despliegue de redes de telecomunicaciones 5G que conectará dispositivos, herramientas y objetos cotidianos en el llamado "Internet de las cosas". En agosto pasado, Huawei se convirtió en la primera compañía de tecnología líder en lanzar el llamado conjunto de chips AI (Inteligencia Artificial), una gama de chips de ordenador que permiten a los teléfonos inteligentes usar técnicas de inteligencia artificial para reconocer rostros y otros objetos en imágenes digitales e interpretar el lenguaje natural a muy alta velocidad. El anuncio demuestra el impresionante ritmo con el que China se ha transformado, de un ser un país pobre económicamente a una superpotencia tecnológica. También es la última señal de la creciente ambición de China para ejercer su influencia en esta tecnología, que parece preparada para transformar nuestra vida cotidiana y remodelar el comercio mundial. Las ambiciones de China han comenzado a causar cierta inquietud en Washington y Silicon Valley. En el año 2018, Beijing anunció su plan Made in China 2025” para convertirse en un jugador dominante en la industria aeroespacial, robótica, chips de computadora, biotecnología y otras industrias de alta tecnología. Es lo último en ese enfoque que cada vez muestra más agresividad por la potencia asiática, el fin último con el que impulsar sus industrias nacionales de alta tecnología. Como precio de hacer negocios en China, Beijing está imponiendo requisitos onerosos a las compañías extranjeras para que renuncien a la propiedad intelectual, los conocimientos de fabricación y el control sobre sus inversiones. Realiza ataques cibernéticos contra empresas occidentales destinadas a robar secretos comerciales, y en él caso de Huawei, el gobierno oculta su estrecha relación con las empresas chinas a través de estructuras de propiedad opacas, dicen los críticos. Es conocido que el gobierno de Pekín entregó 75.000 millones de dólares a dicha compañía para convertirla en el gigante que es actualmente, todo ello se realizó a través de subvenciones, facilidades de crédito y exenciones de impuestos concedidas por el Estado https://bit.ly/3dDkx7H Durante años, Estados Unidos se había contentado con minimizar los supuestos abusos de Pekín porque las empresas estadounidenses querían acceder a su enorme y creciente mercado. Mientras Pekín siguiera reformándose económicamente, la relación se consideraba beneficiosa para ambos. Esa lógica actualmente ya no tiene recorrido, por un lado, la economía china ya no está creciendo a la velocidad vertiginosa del pasado. El presidente Xi Jinping ha frenado la apertura de los mercados de China y en algunas áreas lo ha revertido, según un informe del Consejo de Relaciones Exteriores. El plan “Made in China 2025”, representa una seria amenaza para el liderazgo tecnológico de Estados Unidos.

La amenaza al liderazgo norteamericano, es un motivo fundamental por el que Estados Unidos ha emprendido una guerra comercial a gran escala con China. El presidente Trump ha aplicado aranceles del 10% sobre acero, aluminio y una amplia gama de otros bienes fabricados en China por un valor de 200.000 millones de dólares. Posteriormente, se abrió una mesa de negociación después del tira y afloja por ambas partes, que dio lugar a un acuerdo el 16 de enero de este año, que cerraba las hostilidades de las dos primeras economías del mundo. Actualmente, ambas partes negocian la segunda fase, que será la definitiva. Sin embargo, esta segunda fase se ha visto empañada por el problema del COVID-19, el cual ha dado lugar a que el presidente Trump haya acusado a los chinos de generar y propagar dicho coronavirus https://bit.ly/2YX3LfV El problema es que el gobierno norteamericano está peleando de forma equivocada en la guerra arancelaria, ya que sus aranceles ignoran las industrias en crecimiento que tendrán un efecto mucho más significativo en la prosperidad futura de las naciones desarrolladas. Al castigar a Pekín con los aranceles a las exportaciones de acero, está liberando a Beijing hacia la alta tecnología estadounidense que podría resultar extremadamente perjudicial a largo plazo. A medida que se acerca el final de la guerra arancelaria, la administración Trump tiene la oportunidad de confrontar las políticas industriales anti mercado de China con el objetivo de dominar la tecnología a expensas de otras naciones, un ejemplo ha sido la compra de la robótica Kuka por 4.500 millones de euros en Alemania. A raíz de dicha situación, él país germano levantó un mecanismo para bloquear compras de más del 10% de compañías “sensibles”. Hacerlo reduciría el riesgo de una guerra comercial ruinosa y, dicen algunos observadores económicos de Beijing, podría conducir a reformas internas significativas. Estos desarrollos serían de interés para todos, incluidos los de China. Sin embargo, la Casa Blanca aún tiene que diseñar una estrategia coherente para abordar “Made in China 2025.” "La próxima ola de disrupción tecnológica y promesa tecnológica, liderada por AI y 5G, está sobre nosotros", dice Lee Kai-fu, el ex presidente de Google en China, que ahora dirige su propia empresa de capital riesgo, "Hasta donde puedo decir, nadie en el gobierno de Estados Unidos tiene mucha idea sobre cómo ayudar a dar forma a estas enormes fuerzas". China se unió a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en el año 2001, fue un hito histórico que simbolizó el regreso del país a la economía global. El resto del mundo, liderado por Estados Unidos, había trabajado duro para lograr la adhesión, creyendo que acoger a un país tan enorme con el potencial de China en un régimen comercial basado en normas de comercio sería bueno para todos. A partir de ese año, el extraordinario crecimiento económico de China se aceleró a un ritmo que pocos previeron. Ahora es la segunda economía más grande del mundo y va camino de superar a los Estados Unidos en una o dos décadas. Bajo Xi Jinping, esas promesas nacieron muertas, las cosas empeoraron en áreas clave de la economía, incluidas las telecomunicaciones, la informática y la industria aeroespacial, donde Beijing promovió empresas nacionales. La respuesta de Estados Unidos no se ha hecho esperar, el gobierno promueve la expulsión del mercado americano a China Telecom. El Departamento de Justicia aseguró que existen riesgos legales y de seguridad nacional. La medida podría significar que los cientos de millones de clientes de la empresa pierdan la conectividad con Estados Unidos https://bit.ly/2ySZPlF Las solicitudes extranjeras de patentes en lo que China cree que son "industrias estratégicas", como el petróleo y el gas, la energía alternativa y los productos farmacéuticos, ahora se rechazan a una tasa marcadamente más alta que las solicitudes de patentes en sectores no estratégicos, dice Marc Cohen, director del Centro Berkeley para el Derecho y Tecnología, y la divergencia se está acelerando con dicho país. Cuando la Cámara de Comercio de Estados Unidos en China encuestó las condiciones comerciales en ese país en el año 2017, el 60% de sus compañías miembros, citaron un proteccionismo extenso y acelerado que tienen poca o ninguna confianza en que China abrirá aún más sus mercados en los próximos años.


Desde que China se unió a la OMC, las multinacionales estadounidenses esperaban que las demandas de Beijing para la transferencia de tecnología a socios locales de empresas conjuntas (procedimiento operativo estándar en los primeros años después de la apertura económica) disminuiría a medida que madurara la economía de Beijing. Sin embargo, sucedió lo contrario, China comenzó a exigir que las empresas extranjeras transfieran tecnologías cada vez más críticas a los socios chinos locales, algo de lo que la administración Trump se ha quejado amargamente a Beijing. “Made in China 2025”, anunciado en un momento de gran frustración para las compañías estadounidenses y extranjeras, impone requisitos onerosos. Las multinacionales extranjeras deben trasladar las instalaciones de fabricación y montaje a China y colaborar con sus futuros competidores, a menudo como socio minoritario de empresas conjuntas. El término "Implícito" figura en el documento, dice el ex Representante de Comercio de Estados Unidos Michael Froman, "pretenden lograr el dominio global en sectores punteros de tecnología y lo harán, si es necesario, con una participación del estado significativa, desde subsidios directos a las industrias emergentes hasta la protección de "Campeones nacionales chinos" de rivales extranjeros ". Al mismo tiempo que dicho hecho sucede, China ha estado aprovechando la apertura económica de Estados Unidos o la Unión Europea, por ejemplo, economías basadas en la investigación y desarrollo (I+D), con el fin de adquirir e invertir en empresas de vanguardia a través del capital del estado chino y vender libremente sus productos y servicios en el extranjero. La escala y el volumen de los recursos del gobierno dirigidos a estos esfuerzos limitan severamente la capacidad de las empresas extranjeras para competir de manera justa en el mercado chino. Una muestra de lo que digo, es el hecho que China es el mayor tenedor de bonos de Estados Unidos, su botón rojo alcanza 1,2 billones de dólares https://bit.ly/2xUQh99 Los expertos en comercio llaman a la política de China "tecno-nacionalismo". El gobierno ahora está más directamente involucrado en el movimiento de recursos ("financiación estatal masiva", lo llama Koleski) a los sectores económicos favorecidos. Solo en inteligencia artificial (AI) el gobierno central dice que gastará 2.000 millones de dólares en un parque tecnológico dedicado a la investigación y desarrollo en Beijing. Varias provincias han seguido su ejemplo, con parques propios en Chengdu, Guangzhou y otros lugares. Como señala Lee Kai-fu, Beijing está "acelerando a través de una avalancha de nuevos fondos, incluidos subsidios para nuevas empresas de IA y generosos contratos gubernamentales para acelerar la adopción de IA en toda la economía". El deseo de Beijing es dominar las tecnologías clave del chip de ordenador, el componente principal de la economía moderna. En la actualidad, las compañías estadounidenses, como Intel, Qualcomm, AMD y Nvidia, lideran la industria global de chips. China consume el 50% de los semiconductores del mundo, pero el 80% de esas compras provienen de proveedores extranjeros. Es por eso que, de las 991 fusiones y adquisiciones en el sector mundial de chips entre los años 2014 y 2016, un tercio involucró a China; Durante la próxima década, según los medios estatales, Beijing tiene la intención de gastar 160.000 millones de dólares en su industria propia.

Pekín quiere que otras compañías chinas reproduzcan el éxito de Huawei en el desarrollo de diseños revolucionarios de chips que alimentan redes neuronales profundas, una rama del aprendizaje automático que es clave para muchas aplicaciones de inteligencia artificial. Se utilizan en automóviles y ordenadores sin conductor que pueden analizar la palabra escrita y hablada y reconocer rostros y otros objetos en imágenes digitales. De hecho, “Made in China 2025” exige específicamente el desarrollo de chips de redes neuronales que son 20 veces mejores que los chips M40 de Nvidia, un elemento básico actual en las aplicaciones de inteligencia artificial. Hace unos meses, el buscador chino de Internet Baidu, anunció que estaba desarrollando sus propios chips de aprendizaje automático, y Huawei está trabajando con la empresa china Cambricon en chips de inteligencia artificial para teléfonos. Los competidores y críticos de Huawei piensan que el rápido desarrollo de la compañía ha sido el resultado del robo de propiedad intelectual, una violación explícita de las reglas de la (OMC). Cisco System demandó a Huawei en 2003, una demanda que finalmente se resolvió, y Nortel Networks de Canadá cree que China pirateó sus sistemas y robó tecnología clave que terminó beneficiando a Huawei. Al menos un ex ejecutivo de Nortel Networks cree que esto llevó a la bancarrota de la compañía. Huawei niega estas acusaciones y cita la falta de pruebas para corroborar dichos hechos. La comunidad de inteligencia de Estados Unidos, desconfía de Huawei; sospecha que los chips de computadora de Huawei contienen "puertas traseras" ocultas que permiten a Pekín piratear redes construidas con sus equipos. Como resultado, Washington ha bloqueado la inversión de la compañía en los Estados Unidos. Las sospechas que han seguido durante mucho tiempo a Huawei, ahora contaminan amplias franjas de la relación comercial entre Estados Unidos y China. Lee Kai-fu sostiene que el clima para el emprendimiento en inteligencia artificial es más favorable en China que en Silicon Valley. Los pioneros del aprendizaje profundo aún se encuentran principalmente en Occidente, pero, en su nuevo libro, “AI-Superpowers”, Lee argumenta que los ingenieros chinos están más avanzados en su trabajo para convertir estos avances en realidades comerciales. Eso es similar a los primeros días de la electricidad en los Estados Unidos, cuando "miles de ingenieros comenzaron a manipularla, usándola para alimentar nuevos dispositivos y reorganizar procesos industriales", afirma Lee. Por el momento, China simplemente tiene más "ingenieros (creadores)" de IA que cualquier otro país. El motivo para este resultado, es que Pekín está poniendo fondos a disposición del capital riesgo y otros inversores. En el año 2017, las empresas chinas recaudaron 5.000 millones de dólares en fondos de capital riesgo, más que las compañías estadounidenses, según ABI Research. Eso en parte es por el tamaño de China, que es una ventaja en el futuro. "La clave es la combinación de escala y velocidad a la que suceden las cosas", dice el capitalista de riesgo Gary Rieschel, fundador y socio gerente de Qiming Venture Partners, una empresa con sede en Seattle. "Ningún otro país puede igualarlo". 

Estos temores sobre China le suenan a Estados Unidos de forma similar a lo que sucedió a finales de los años 80 y comienzos del 90, entonces el enemigo era Japón. Todo el mundo espera que China jugará un papel central en la inteligencia artificial, sus universidades, aparte de un puñado de instituciones de élite, son de segunda categoría en el mejor de los casos en comparación con las de otras naciones desarrolladas. El país ha confiado en los ciudadanos chinos, educados en el extranjero para llenar los vacíos críticos de conocimiento en las empresas nacionales. Por lo que se ha visto hasta ahora, la administración Trump es incapaz de elaborar políticas efectivas para hacer frente a la amenaza tecnológica. En cambio, ha estado implementando una "agenda que se concentra en preservar la industria pesada (acero y aluminio) a través de quejas sobre aranceles y divisas", dice Jim McGregor, ex jefe de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en China y ahora consultor en Shanghai. APCO en todo el mundo. "Estas son políticas más adecuadas para la década de 1950". El impulsor de estas políticas de la Casa Blanca es el propio Trump. Durante décadas, ha sido un proteccionista que cree en el poder de los aranceles para atraer a los socios comerciales. Ganó estados en el medio oeste industrial prometiendo proteger a los trabajadores en las industrias de doblado de metales. Los aranceles contra China son otra promesa de campaña cumplida, aunque sea con una política nada inteligente. Su objetivo, dijo el secretario de Comercio Wilbur Ross, "es aumentar el dolor sobre China hasta el punto en que les resulte menos doloroso comerciar de manera justa". Aunque dos de los asesores comerciales de Trump, Peter Navarro y Ross, son proteccionistas, el director del Consejo Económico Nacional, Larry Kudlow, y el Secretario del Tesoro, Steve Mnuchin (que proviene de la realeza de Goldman Sachs) son liberales. De momento los proteccionistas se llevan el gato al agua en la administración Trump, los cuales creen que el gobierno debe diseñar políticas que contrarresten el robo de propiedad intelectual y la transferencia forzada de tecnología. La administración Trump cree que China se ha involucrado en un tecno-nacionalismo depredador con consecuencias nefastas para sus intereses. A finales de diciembre del año 2018, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos presentó cargos contra dos personas, Zhu Hua y Zhang Shilong, acusándolas de robo cibernético de propiedad intelectual en una variedad de industrias. Los dos individuos formaban parte de un grupo de piratería dirigido por el estado más grande llamado APT10, según la acusación. Dado que no solo las empresas estadounidenses fueron atacadas, las agencias de inteligencia estadounidenses compartieron información sobre el caso con un amplio grupo de aliados. Cuando se presentaron las acusaciones, Alemania, Japón, Reino Unido y otros emitieron duras declaraciones de apoyo y condenaron las supuestas prácticas chinas en el proceso, exactamente el tipo de diplomacia de todos para todos que la mayoría de los expertos creen que es necesario para combatir a China en el comercio. Como Adam Segal, investigador principal del Consejo de Relaciones Exteriores, escribió: "Las declaraciones sincronizadas muestran que la administración Trump ha aprovechado la profunda frustración internacional con el comportamiento de China". 

Por el momento la administración Trump no ha conseguido frenar el dominio chino en el déficit comercial, que actualmente es de 375.000 millones de dólares aproximadamente al año. Otra de las aspiraciones es que el país asiático abra sus mercados, desde su reapertura al mundo en la década de 1970, los chinos han sido negociadores bastante pragmáticos. Algunos funcionarios de la administración Trump, ahora susurran que el objetivo es contrarrestar el deseo de China de dominar las industrias de alta tecnología y lograr que la comunidad empresarial de Estados Unidos aborde un asalto a las políticas industriales de China. La política china centrada en la transferencia de tecnología forzada, está expresamente prohibida en el documento de adhesión que Beijing firmó en 2001 para unirse a la OMC. Pero hasta la fecha, China ha podido violar su obligación con aparente impunidad porque las empresas estadounidenses son reacias a proporcionar pruebas detalladas de las violaciones en la (OMC) al gobierno de Estados Unidos. Por temor a que Beijing tome represalias, El enorme y creciente mercado chino ha sido demasiado valioso para muchas multinacionales como para que surja mucha evidencia. Por este motivo los americanos presionan para evitar la entrada de dinero en su país proveniente de Pekín, el fin último es restringir el acceso al mercado hasta que no se demuestre que juegan limpio en el ambito del comercio. Para ello se centran principalmente en aquellas compañías estatales que hacen de punta de lanza del gobierno chino, como Huawei, ZTE, etc. Esta presión sobre la economía china esta surgiendo efecto debido a que ha ralentizado la economía y generado malestar dentro de las elites del Partido Comunista. Esto ha propiciado que Xi Jinping haya tratado de calmar los ánimos afirmando que está dispuesto a enmendar “Made in China 2025”, redactando nuevas reglas que rigen la inversión extranjera y ha reduciendo los aranceles a las importaciones extranjeras de automóviles. A principios de diciembre del 2019, la directora financiera de Huawei Meng Wanzhou, hija del fundador y presidente de la compañía, Ren Zhengfei, fue arrestada en Canadá a instancia de Estados Unidos, que busca su extradición https://bit.ly/2YZEPnQ El Departamento de Justicia sospecha que Meng ayudó a dirigir un plan para enviar productos sancionados de alta tecnología a Irán a través de Hong Kong. El arresto solo se sumó a la atmósfera tóxica existente entre Washington y Pekín. Huawei y las preguntas que giran a su alrededor (su ascenso, sus tácticas, sus ambiciones) están en el centro del deterioro de las relaciones diplomáticas que existen actualmente, sobre todo ahora que está en marcha el despliegue de la telefonía del 5G por todo el mundo.

Para terminar, decir que aquí la desgracia no sabemos si es Trump o Xi Jinping, porque cualquiera de los dos si cayera al Támesis, habría muchas personas que probablemente no sintieran nada por su pérdida… Por algo será.

Ya lo dijo Michel Foucault: "No puede comprenderse nada del saber económico si no se sabe cómo se ejercía, en su cotidianeidad, el poder, y el poder económico".

 




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