martes, 1 de diciembre de 2020

I+D EN EL 2019... EUROPA VUELVE A PONER "COLORADO" A NUESTRO PAÍS Y NUESTRAS EMPRESAS

 

A lo largo de la historia han aparecido escritores que, en sus novelas de ficción, se han adelantado a su presente describiendo acontecimientos futuros imaginarios que terminan, en alguna medida, asemejándose a la realidad. Julio Verne es quizás el mejor ejemplo de esto último, en el siglo XIX, se caracterizó por saber conjugar claramente los elementos fantásticos con los conocimientos científicos de una forma inteligente y bien estructurada, lo que hacía casi imperceptible la diferencia entre realidad y ficción. Esto se puso de manifiesto de forma evidente en sus grandes obras: Viaje al centro de la Tierra”, publicada en 1864; “De la Tierra a la Luna”, publicada en 1865; y “Veinte mil leguas de viaje submarino”, en 1870. Platón ya lo advirtió, el “mito” no se oponía al “Logos”; era una de sus herramientas, en concreto, para comprender y explicar lo real, imitando una idea original, eterna e inmutable, enlazando sensaciones e ideas, comunicando lo que aún lo considerado inaccesible para el común de los mortales, para el miembro de la masa, para su limitada capacidad de razonar. Ocupaba, paradigmáticamente, el lugar donde no llegaba la razón, hablando en un lenguaje simbólico amplio y plástico que permitía superar la farragosa explicación racional por una sutil e intuitiva explicación más popular. Soñamos, luego existimos. Imaginamos que superamos las barreras de la biología y podemos restar minutos al devenir, aspiramos a ser parte de algo más grande que nos identifique o nos diferencie, deseamos poder ser todo y que los demás nunca lleguen a nada, idealizamos lo que no tenemos y lo que queremos tener, y deseamos el rápido éxito propio o el brutal fracaso ajeno. El mito, esa creación tan humana que nos da una explicación global desde nuestras creencias, dogmas y ritos propios (en su propio contexto, con sus propias palabras), y que narra el destino colectivo ficticio al que queremos sumarnos o del que queremos escapar realmente, que debe cumplirse construyéndolo material o espiritualmente o que hay que evitar a toda costa con el fin… De no volver a fracasar. 

Se acaban de publicar por parte de la Unión Europea los datos de inversión de I+D+i de los distintos países que componen la Unión con respecto al año 2019. La innovación es una de las piedras angulares del Gobierno español en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, un documento que sirve de base para captar las ayudas europeas, que tiene como objetivo impulsar la ciencia y la I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) como elemento central para desarrollar la productividad, el empleo, la modernización y transformación de los procesos productivos, sociales y ambientales. Sin embargo, en el año 2019 se ha vuelto a producir un claro retroceso con respecto a los principales países de la Unión Europea, España está en el grupo de los cinco grandes. En concreto, la inversión en I+D+i alcanzó los 14.229 millones de euros, el 1,14% del PIB, prácticamente la mitad que en la Unión Europea (2,19%). Lejos quedan países como Alemania con una inversión de 109.322 millones de euros, Francia con 53.158 millones de euros, Italia con 25.909 millones de euros y por último Reino Unido con 44.364 millones de euros. En 2018 España invirtió en I+D+i el equivalente al 1,24% del PIB, muy similar al 1,21% del año 2017.

Se acaban de publicar por parte de la Unión Europea los datos de inversión de I+D+i de los distintos países que componen la Unión con respecto al año 2019. La innovación es una de las piedras angulares del Gobierno español en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, un documento que sirve de base para captar las ayudas europeas, que tiene como objetivo impulsar la ciencia y la I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) como elemento central para desarrollar la productividad, el empleo, la modernización y transformación de los procesos productivos, sociales y ambientales. Sin embargo, en el año 2019 se ha vuelto a producir un claro retroceso con respecto a los principales países de la Unión Europea, España está en el grupo de los cinco grandes. En concreto, la inversión en I+D+i alcanzó los 14.229 millones de euros, el 1,14% del PIB, prácticamente la mitad que en la Unión Europea (2,19%). Lejos quedan países como Alemania con una inversión de 109.322 millones de euros, Francia con 53.158 millones de euros, Italia con 25.909 millones de euros y por último Reino Unido con 44.364 millones de euros. En 2018 España invirtió en I+D+i el equivalente al 1,24% del PIB, muy similar al 1,21% del año 2017.

Lo importante de los datos del año 2019 es que es un hecho que manifiesta una tendencia que se manifiesta en la economía española desde, al menos el año 2009. Es decir, desde la anterior recesión (año 2008). Aquel año, España destinó a I+D, una variable fundamental para aumentar el potencial de crecimiento de la economía, un 1,36% del PIB, pero desde entonces se ha producido un lento declive, pese a que la economía ha enlazado un quinquenio (a partir de 2014) con un crecimiento medio cercano al 3%. En la anterior crisis económica el gasto en I+D+i por habitante alcanzó los 315,4 euros por habitante, una década más tarde apenas se llega a los 303,2 euros, lo que nos da visión certera de lo que creen tanto el sector público como el privado en dicha variable…Nada.  En un momento como el actual, donde la crisis económica de la Covid-19 ha propiciado que el capitalismo se esté redundando para permitir corregir las desigualdades que ha generado en la sociedad un capitalismo liberal sin normas y reglas,  donde solamente importaban los beneficios a cualquier otra variable. Para ello es preciso aprovechar los nuevos recursos sobre los que se asentará esta refundación, la energía verde o la digitalización. Sin embargo, sin inversión en I+D+i es imposible salir a ese nuevo mercado que se abre en este nuevo paradigma. La pandemia ha provocado una crisis socioeconómica como ninguna otra vez en la historia, la misma ha socavado la estabilidad y la solidaridad mundial. Ha subrayado cuán interdependientes son la salud y la economía y ha servido como recordatorio de que la salud es un derecho humano y para garantizar el desarrollo y el progreso no queda otra que seguir creciendo e invirtiendo en aquello que garantice dicho progreso, la innovación.

Los datos los acaba de publicar Eurostat, demuestra que España no ha hecho los deberes estos últimos años, otros países sí, lo que significa que la diferencia con Europa (se trata de un problema histórico) lejos de corregirse cada vez se ensancha más él gap de España con los países más punteros de Europa. La zona euro destinó en 2009 el 1,99% de su PIB en investigación y en desarrollo (551 euros por habitante), mientras que el año pasado ese porcentaje subió hasta el 2,22%, lo que significa 776 euros por habitante, dos veces y media más que España. Europa todavía esta ciertamente bastante por detrás de los países más punteros del mundo, la intensidad del gasto en I+D en la UE es mucho menor que en Corea (4,5%), Japón (3,3%) y EEUU (2,8%), mientras que se sitúa aproximadamente en el mismo nivel que en China (2% en 2018), más alto que en Reino Unido (1,7%) y mucho más elevado que en Rusia (1%). Sin embargo, la inversión que aporta nuestro país a la contribución europea es bastante mejorable si tenemos en cuenta su PIB en relación al resto de países equivalentes a nosotros. Dentro de Europa, el país que más recursos destina a I+D en referencia a su PIB es Suecia (3,4%), seguida de Austria (3,2%) y Alemania (3,2%). Muy cerca de ellos se encuentran Dinamarca, Bélgica y Finlandia, todos con niveles cercanos al 3% del PIB. En el lado opuesto están Rumanía, Malta, Chipre o Irlanda, con porcentajes que no alcanzan el 1% del PIB. Hay que resaltar que países con un menor desarrollo inferior a España, como Grecia, Polonia, Portugal o Estonia, destinan más recursos, lo que refleja una distinta política de prioridades presupuestarias por parte de los poderes públicos y del interés del sector privado español por la innovación. Los casos de Grecia (1,27%) y Polonia (1,32%) son importantes puesto que es la primera vez que ambos países invierten más que España (1,14%) en I+D, mientras que la brecha se sigue ampliando en favor de Portugal (1,40%).

      Ranking de inversión en I+D+i de la Unión Europea en el año 2019

Los datos de Eurostat difieren de los ofrecidos por el INE, ya que se presentan en términos de paridad de poder de compra en euros de 2005. Según el INE, el gasto en investigación y desarrollo (I+D) ascendió a 15.572 millones de euros en 2019, lo que supuso un aumento del 4,2% respecto del año anterior. Dicho gasto representó el 1,25% del producto interior bruto (PIB), frente al 1,24% del año 2018. En cualquier caso, España tiene un grave problema estructural con dicha variable si tenemos en cuenta que para muchos directivos de grandes compañías se ve dicha inversión como un gasto y no como lo que es, una inversión de futuro. Según los datos de Estadística, un total de 231.413 personas en equivalencia a jornada completa se dedicaron a actividades de I+D interna en 2019, lo que representó el 1,17% de la población total ocupada y un aumento del 2,5% respecto del año anterior. Más en detalle, el colectivo de investigadores alcanzó la cifra de 143.974 personas en equivalencia a jornada completa, lo que supuso un 0,73% de la población total ocupada y un aumento del 2,8% respecto de 2018. Es España las comunidades con mayor porcentaje de gasto en actividades de I+D sobre el PIB fue el País Vasco (1,97% del PIB), Madrid (1,71%) y Navarra (1,67%). Por el contrario, las que registraron los menores porcentajes fueron Baleares (0,40% del PIB), Canarias (0,47%) y Castilla-La Mancha (0,59%).

Estos días estamos asistiendo a la presentación de propuestas por parte de diferentes compañías con el fin de captar parte de los 140.000 millones de euros del fondo Next Generation EU para la recuperación económica, que Europa ha destinado a España. Sin embargo, cuando uno observa lo que algunas de ellas invierten en I+D+i uno no puede más que mostrar escepticismo, puesto que una cosa es lo que la propaganda de dichas compañías intenta vender a la sociedad y otra muy distinta son las métricas que presenta la gestión de dichos directivos. El Gobierno español tiene un gran reto con la fijación de una meta en innovación, para ello debe definir la misión, visión y jalones que conduzcan a lograr dicha meta. Una acción que debe realizar es incentivar e invertir en innovación y gobernar el proceso para que la sociedad se beneficie. Esta postura va en sentido contrario a la corriente imperante hasta el momento en nuestro país, donde el Estado tenía siempre el papel “de bailar con la más fea”, ósea tapar los desastres de la gestión privada de unos directivos que gestionan la prestación de servicios. Para ello debe corregir los desequilibrios que se producen, ya que si no existen los mismos, hasta la fecha lo que se hacía era dejar a la iniciativa privada todos los beneficios de dicho negocio. Este fue el pensamiento que condujo a la crisis financiera de 2007-08 y la ola dañina de austeridad gubernamental que siguió, especialmente en Europa y particularmente en España. Todo lo que se vió fueron recortes en los servicios sociales y las inversiones públicas, en nombre de una innovación inexistente. En España durante dicha crisis, el Gobierno de la época de Rajoy lo único que hizo fue ajustar el presupuesto con dicha partida, lo de menos era la importancia de dicha variable. El pensamiento del sector privado sobre dicha innovación es que gran parte de la misma tiene que ser financiada por el Gobierno, ya que la empresa privada no puede o no quiere invertir en la misma.  Con este tipo de actitud lo que se ha realizado es un vaciamiento del Estado, debido a la máxima de que el mismo debe de estar solamente para arreglar los problemas que genera el mercado y luego una vez resueltas, deber apartarse del camino. Con ese planteamiento existen muy pocos incentivos para invertir en la creación de conocimiento para crear valor. Por lo tanto el Gobierno tiene un papel central en el desarrollo de dicha innovación, el mismo es el ariete que abre caminos que otros emprendedores pueden recorrer hacia objetivos nuevos que surjan en dichas investigaciones. Un ejemplo de esto último lo hemos visto por ejemplo en Estados Unidos con la creación de la agencia DARPA (Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa), sus 62 años de historia han permitido asumir riesgos y su investigación sentó las bases de gran parte de la tecnología de la información actual e Internet. El Estado debe perseguir corazonadas y serendipia (circunstancia de encontrar por casualidad algo que no se buscaba) ya que muchas veces permiten desarrollos y progresos de innovación disruptiva. Un ejemplo se produjo con el sistema GPS. Hoy todo el mundo habla de Uber como una compañía disruptiva, pero muchos olvidan que dependa totalmente de una innovación totalmente apoyada y desarrollada por el gobierno norteamericano. Es por ello “que el Estado tiene que orientar y dar dirección a la economía, fomentando las inversiones necesarias desde el principio, pero también gobernando el proceso para asegurarse de que los ciudadanos se beneficien”, como afirma la economista Mariana Mazzucato. Para dicha economista esto significa “que se asegure que no se abusa de las patentes y de que los precios de los medicamentos reflejen la financiación pública subyacente para que el contribuyente no pague dos veces”. Ella argumenta que esto requiere un enfoque de política que dé forma al mercado, no que lo fije. En un artículo de opinión en el diario “New York Times” del 1 de julio de este año, Mazzucato instó a los “dividendos de los ciudadanos” y las participaciones de capital del gobierno en empresas vinculadas a la financiación del gobierno. Es simplemente admitir que el gobierno, un inversor de primer recurso, puede beneficiarse de pensar más como un capitalista de La pandemia del Covid-19 ha puesto de manifiesto el fundamentalismo del mercado a pesar de su reiterada incapacidad para identificar burbujas, predecir choques y dar consejos para políticas verdaderamente exitosas. Si a ello unimos la incapacidad y falta de orientación que ha mostrado una parte de la clase directiva que rige los destinos de las principales compañías de nuestro país https://bit.ly/33zRYWi , donde su santo y seña ha sido el enajenar y vender a trozos el patrimonio de la compañía a la que representan, tenemos una foto del momento que vivimos poco esperanzador. Un ejemplo de lo que digo le hemos visto por ejemplo en Telefónica, por un lado se retiran los objetivos financieros en el medio plazo como sucedió en la presentación de resultados del primer trimestre https://bit.ly/3lwKKZc y por otro se paga un dividendo que es insostenible como puso de manifiesto el banco de negocios norteamericano JP Morgan https://bit.ly/2Tu2Z65 

     Ranking de inversión en I+D+i de la Unión Europea en el año 2019

La pandemia del Covid-19 ha puesto de manifiesto el fundamentalismo del mercado a pesar de su reiterada incapacidad para identificar burbujas, predecir choques y dar consejos para políticas verdaderamente exitosas. Si a ello unimos la incapacidad y falta de orientación que ha mostrado una parte de la clase directiva que rige los destinos de las principales compañías de nuestro país https://bit.ly/33zRYWi , donde su santo y seña ha sido el enajenar y vender a trozos el patrimonio de la compañía a la que representan, tenemos una foto del momento que vivimos poco esperanzador. Un ejemplo de lo que digo le hemos visto por ejemplo en Telefónica, por un lado se retiran los objetivos financieros en el medio plazo como sucedió en la presentación de resultados del primer trimestre https://bit.ly/3lwKKZc y por otro se paga un dividendo que es insostenible como puso de manifiesto el banco de negocios norteamericano JP Morgan https://bit.ly/2Tu2Z65 Un ejemplo de lo que es apostar por la innovación y digitalización lo hemos visto en el año 2019 con Alphabet (Google), los ingresos de dicha compañía en el año fueron de 134.337 millones de euros, y la inversión en I+D+i fueron de 18.270 millones de euros, el 13,6% de sus ventas. Si observamos el caso de Telefónica las métricas han sido las siguientes, la facturación del año 2019 ha sido de 48.422 millones de euros y la inversión en I+D+i según la Unión Europea ha sido de 947 millones de euros, es decir (1,95%) de su facturación. Para que Telefónica se hubiese puesto al nivel de Alphabet debería haber invertido un total de 6.537 millones de euros.

Para terminar el post, decir que nos hacen falta personas visionarias como Julio Verne al frente de todas las áreas de la sociedad, que son críticas para el despegue económico, tanto en el ámbito económico como en el político. La pena y congoja que nos puede embargar en este momento, es que algunos de los que tienen la misión y obligación de hacer que dicha visión se lleve a efecto… Están en otras cuestiones que para nada contribuyen a salir de la inmensa crisis en la que nos encontramos los ciudadanos.   

Ya lo dijo Abraham Lincoln: “Una casa dividida en contra de sí misma no puede sostenerse”.

 

 

 

 


 

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