viernes, 18 de noviembre de 2016

CLIMA LABORAL Y AUTOESTIMA, FACTORES INSEPARABLES E INQUEBRANTABLES




Había una vez una comunidad de luciérnagas que habitaba el interior de un gigantesco lampati, uno de los árboles más majestuosos y antiguos de Tailandia. Cada noche, cuando todo se volvía oscuro y apenas se escuchaba el leve murmurar de un cercano río, todas las luciérnagas salían del árbol para mostrar al mundo sus maravillosos destellos. Jugaban a hacer figuras con sus luces, bailando al son de una música inventada para crear un sinfín de centelleos luminosos más resplandeciente que cualquier espectáculo de fuegos artificiales.
Pero entre todas las luciérnagas del lampati había una muy pequeñita a la que no le gustaba salir a volar.
– No, hoy tampoco quiero salir a volar -decía todos los días la pequeña luciérnaga-. Id vosotros que yo estoy muy bien aquí en casita.
Tanto sus padres como sus abuelos, hermanos y amigos esperaban con ilusión la llegada del anochecer para salir de casa y brillar en la oscuridad. Se divertían tanto que no comprendían por qué la pequeña luciérnaga no les quería acompañar. Le insistían una y otra vez, pero no había manera de convencerla. La pequeña luciérnaga siempre se negaba.
-¡Que no quiero salir afuera! -repetía una y otra vez-. ¡Mira que sois pesados!
Toda la colonia de luciérnagas estaba muy preocupada por su pequeña compañera.
-Tenemos que hacer algo -se quejaba su madre-. No puede ser que siempre se quede sola en casa sin salir con nosotros.
-No te preocupes, mujer -la consolaba el padre-. Ya verás como cualquier día de estos sale a volar con nosotros.
Pero los días pasaban y pasaban y la pequeña luciérnaga seguía encerrada en su cuarto.
Una noche, cuando todas las luciérnagas habían salido a volar, la abuela de la pequeña se le acercó y le preguntó con mucha delicadeza:
-¿Qué es lo que ocurre, mi pequeña? ¿Por qué no quieres venir nunca con nosotros a brillar en la oscuridad?
-Es que no me gusta volar-, respondió la pequeña luciérnaga.
-Pero, ¿por qué no te gusta volar ni mostrar tu maravillosa luz? -insistió la abuela luciérnaga.
-Pues… -explicó al fin la pequeña luciérnaga-. Es que para qué voy a salir si nunca podré brillar tanto como la luna. La luna es grande, y muy brillante, y yo a su lado no soy nada. Soy tan diminuta que en comparación parezco una simple chispita. Por eso siempre me quedo en casa, porque nunca podré brillar tanto como la luna.
La abuela había escuchado con atención las razones de su nieta, y le contestó:
-¡Ay, mi niña! hay una cosa de la luna que deberías saber y, visto lo visto, desconoces. Si al menos salieras de vez en cuando, lo habrías descubierto, pero como siempre te quedas en el árbol, pues no lo sabes.
-¿Qué es lo que he de saber y no sé? -preguntó con impaciencia la pequeña luciérnaga.
-Tienes que saber que la luna no tiene la misma luz todas las noches -le contestó la abuela-. La luna es tan variable que cada día es diferente. Hay días en los que es grande y majestuosa como una pelota, y brilla sin cesar en el cielo. Pero hay otros días en los que se esconde, su brillo desaparece y el mundo se queda completamente a oscuras.
-¿De veras hay noches en las que la luna no sale? -preguntó sorprendida la pequeña luciérnaga.
-Así es -le confirmó la abuela. La luna es muy cambiante. A veces crece y a veces se hace pequeñita. Hay noches en las que es grande y roja y otras en las que desaparece detrás de las nubes. En cambio tú, mi niña, siempre brillarás con la misma fuerza y siempre lo harás con tu propia luz.
La pequeña luciérnaga estaba asombrada ante tal descubrimiento. Nunca se había imaginado que la luna pudiese cambiar y que brillase o se escondiese según los días.
Y a partir de aquel día, la pequeña luciérnaga decidió salir a volar y a bailar con su familia y sus amigos. Así fue como nuestra pequeña amiguita aprendió que cada uno tiene sus cualidades y  por tanto, cada uno debe brillar con su propia luz.



La autoestima aparece por vez primera en una teoría de la motivación en la pirámide de Maslow forma parte de una teoría psicológica que inquiere acerca de la motivación y las necesidades del ser humano: aquello que nos lleva a actuar tal y como lo hacemos. Según el psicólogo Abraham Maslow nuestras acciones nacen de la motivación dirigida hacia el objetivo de cubrir ciertas necesidades, las cuales pueden ser ordenadas según la importancia que tienen para nuestro bienestar. Maslow proponía una teoría según la cual existe una jerarquía de las necesidades humanas, y defendió que conforme se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollamos necesidades y deseos más elevados. A partir de esta jerarquización se establece lo que se conoce como Pirámide de Maslow. Maslow introdujo por primera vez el concepto de la jerarquía de necesidades en su artículo “A Theory of Human Motivation” en 1943 y en su libro “Motivation and Personality”. Más tarde, el hecho de que esta jerarquía soliese ser representada gráficamente en forma de pirámide hizo que el núcleo de la teoría pasase a ser conocido como pirámide de Maslow, cuya popularidad es notable incluso hoy en día, décadas después de que fuese propuesta por primera vez. Posteriormente se desarrollaron otra serie de teorías sobre la motivación donde se recogía también dicha autoestima. http://bit.ly/2g1b68c

Aunque existen múltiples descripciones acerca de la autoestima, se sabe que en general se refiere a aquel aspecto fundamental dentro de cada uno de los seres humanos que describe la manera en que se perciben a sí mismos, con sus características positivas y negativas; aspecto este que determina la motivación en cada esfera de la vida cotidiana, sobretodo en el lugar de trabajo donde las habilidades y la productividad se ponen a prueba cada día. Por otro lado, la autoestima no es algo que se construye en un día, dos o en una semana, por el contrario, se trata de un proceso que se alimenta día a día y que como parte de la conducta del ser humano se encuentra situada dentro de un marco integrado entre el individuo y la comunidad. La definición de dicho rasgo sería, “la autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, del conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales que configuran nuestra personalidad. Esta se aprende, cambia y la podemos mejorar.” (García, 2005). El concepto de autoestima involucra la impresión que cada persona tenga de sí misma, sus capacidades, sus potencialidades y todas las características que conforman su manera de pensar, de sentir y de actuar. Esta imagen que tenga de sí misma puede ser positiva o negativa, según el grado en que la persona se considere valiosa y se acepte. Se dice que es algo que se aprende, ya que el concepto que de sí mismo se tenga se va construyendo poco a poco y se consolida de acuerdo a lo que se percibe desde lo físico hasta los niveles más profundos de la persona, se trata de reconocer las cualidades que se poseen así como la capacidad de cambiar las limitaciones que impiden ser, actuar y pensar de una mejor manera. Esta idea de aprendizaje de la autoestima es la que hace que las personas seguras de sí mismas, estén llenos de iniciativas y de ánimos para iniciar nuevos retos en sus empleos; y que les hace ver en una situación desfavorable en sus labores o en sus propias limitaciones una experiencia nueva por superar sintiéndose capaces de realizarlo. En el campo de trabajo cuando una persona posee una adecuada autoestima, no ve a los demás como amenaza o como rivales, sino que aprende a valorar las capacidades de sus compañeros y a trabajar en equipo con mayor facilidad; se cree muy capaz de sacar adelante metas propuestas para mejorar su entorno laboral. El desarrollo de ese sentido de “poder hacer” cuando el individuo dispone de esa autoestima le involucra en las metas que tiene planteadas, tanto en la disposición o voluntad como en el esfuerzo y capacidades de las que disponga.
Se puede considerar que existe una relación directa entre la autoestima y la satisfacción de una persona consigo misma y con su entorno. Una persona con autoestima elevada “inconscientemente” genera un Clima Laboral positivo a su alrededor. Por lo tanto, un grupo de trabajo con alta autoestima favorecerá estados de ánimo favorables de forma continuada para la coordinación de acciones y el logro de resultados. De no ser así, se favorece la esclavitud, la dependencia y la sumisión, no permitiendo desarrollar la habilidad de ser responsable y que la gente se desarrolle a través de aumentar su capacidad de acción, que lo liberará de sus barrotes mentales (creencias, juicios, cultura, etc.). Nuestro cerebro puede crear la más deslumbrante de las ideas y comprometerse (alta estima) o la más debastadora destrucción y miseria (baja autoestima).

La autoestima debe ser entendida también como el valor que una persona atesora para afrontar los retos diarios a los que se enfrenta, es un aspecto de la personalidad que determina la manera en que se comportan las personas en los diferentes ámbitos donde viven e interactúan, bien sean campos del ámbito personal o laboral. La autoestima se considera cambiante porque gran parte de como una persona se percibe a si misma está relacionada con el medio en el que vive, de su convivencia con los demás que le trasmiten mensajes que refuerzan o pueden cambiar el concepto que se ha formado en las distintas áreas de su vida e incluso los roles que en un determinado momento debe desempeñar una persona condicionan su autoestima, los cuales pueden variar de un tiempo a otro. Aunque una persona delimite entre su vida laboral y su vida privada, lo cierto es que las dos están interconectadas, de tal forma que cuando una se encuentra mal la otra sufre serias incidencias. Esto por ejemplo sucede cuando los problemas laborales se llevan a casa, o los problemas de casa se llevan al trabajo.  Cuando los problemas se llevan a de casa al trabajo, existen algunos indicios para determinar en qué situaciones un empleado puede sufrir de baja autoestima. Veamos algunos de ellos:

  • Bajo rendimiento: el trabajador ha perdido la confianza en las capacidades que le han hecho merecedor del puesto que ocupa. Su actitud ha cambiado y ya no se esfuerza a la hora de realizar las tareas habituales.
  • Pesimismo: al no valorar sus talentos, el trabajador obtiene resultados poco satisfactorios que le llevan a adoptar una visión oscura de la realidad y el futuro.
  • Vulnerabilidad: el empleado ha perdido la capacidad de defender sus propios límites, lo que lleva a que algunos compañeros o colegas de profesión puedan sacar ventaja de aquella situación. En el peor de los casos, pierde visibilidad ante el resto de personas de su entorno.
  • Perfeccionismo: el esfuerzo por hacer las cosas bien es necesario, pero no a niveles extremos. Un trabajador empeñado en ello ha dejado de disfrutar de sus tareas en su afán por agradar a toda costa a los demás.




Existe también otra forma de baja de autoestima generada principalmente por el funcionamiento de la propia compañía, ya que  toda organización está afectada por factores extrínsecos e intrínsecos, los cuales ejercen presión sobre el desempeño de las personas en una empresa y dan forma al ambiente en que la organización se desenvuelve. El Clima Laboral está totalmente relacionado con la cultura organizacional de una compañía, entendiendo como cultura organizacional, la pauta general de conductas, creencias y valores compartidos por los miembros de una organización. Esta cultura esta en buena parte determinada por los miembros que componen la compañía, aquí el Clima Laboral impacta directamente, ya que las percepciones que antes dijimos que los miembros tienen respecto a su compañía, vendrán determinadas por las creencias, las conductas y valores que forman parte de la cultura de la compañía. Cuando una compañía abandona dentro de sus prioridades el mejorar dicho Clima Laboral, está lanzando un mensaje claro con respecto a lo que le importa su principal activo… LAS PERSONAS. El empleado cuando percibe esto puede adoptar tres opciones:

1.   El trabajador acepta de forma pasiva resignarse y aceptar que la situación es la que es y no existe posibilidad de cambiar la misma. Esto afectará a la autoestima, procesando dicha situación de forma que incluso puede repercutir en la salud del mismo, dependiendo del grado de estrés que padezca.
2.     El trabajador acepta de forma activa Esta situación consiste en hacer lo mínimo sin que le llamen la atención. Esto perjudica enormemente a la compañía ya que aparte de no extraer como en el caso anterior el potencial del mismo, incluso se puede dar el caso de que el propio trabajador sea un factor distorsionador para la compañía al no desarrollar las tareas como debiera, generando retrasos, demoras y costes añadidos para la empresa.
3.   El trabajador no acepta y se opone a dicha situación. Para lo cual adopta una posición activa frente a las necesidades de la compañía. Por ejemplo, puede adoptar algunas de las siguientes acciones; cuando se le solicita la realización de la encuesta de Clima, rechaza la realización de la misma, cuando se le pide opinión por alguna cuestión de trabajo opta por no aportar nada al líder o mando que lo solicita, etc. Es una lucha activa y silenciosa que trae consecuencias muy negativas para aquellas compañías que lo padecen. El trabajador se resguarda y pasa al despido interior, se desvincula totalmente de la visión y misión que tiene encomendada la compañía a través de su equipo directivo. Este conflicto termina con un gap o pérdida de clientes e ingresos que como dije en un anterior post ya está estudiado por la Universidad de Sheffield. http://bit.ly/2fuLs8Y


Una baja autoestima hace sufrir e impide lograr muchas de las metas que tienen fijadas los empleados, sólo reconociendo nuestro nivel de autoestima, podemos elevarla y mejorar nuestra vida y desempeño en el mundo laboral. Los españoles trabajan más horas al año que los alemanes y los franceses. Sin embargo, la riqueza del país no ha mejorado y la productividad a nivel empresarial tampoco. ¿Por qué? Es una cuestión que se deberían de preguntar los directivos en las compañías… Dejar que cada persona dentro de su compañía brille con luz propia como la luciérnaga del principio de este post, podría desembocar en un beneficio para todas las partes, incluso para los directivos, es solo cuestión de querer y proponérselo…el tiempo apremia en algunas compañías.



Ya lo dijo Clarence Francis: “Podemos comprar el tiempo de las personas, podemos comprar su presencia física en un lugar determinado, podemos incluso comprar algunos de sus movimientos musculares por hora. Sin embargo, no podemos comprar el entusiasmo…, no podemos comprar su lealtad, no podemos comprar la devoción de sus corazones. Necesitamos ganarnos esto.”

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