lunes, 28 de noviembre de 2016

"COMODITIZACIÓN", COMPETIR EROSIONANDO LOS MÁRGENES


Corría el año de 1926 cuando los hermanos Adolf y Rudolf Dassler confeccionaban zapatillas y pantuflas en su fábrica llamada “Gerbüder Dassler Schuhfabrik”. Aunque sus zapatos no tenían marca, la calidad de los productos de los hermanos llegó a oídos de Josef Waitzer, entrenador del equipo alemán de atletismo. Los hermanos se complementaban muy bien: Adolf -cuyo apodo era Adi- era el artista introvertido, mientras que Rudolf era un experto en las relaciones públicas. Gracias a esto, la pareja no tardó en colocar sus productos en la villa olímpica de los Juegos de Berlín de 1936. Su negocio se vio fortalecido con la instauración del nazismo en Alemania, pues se veía al deporte como un método ideal para alcanzar la tan deseada “perfección aria”. La Segunda Guerra Mundial enfrentó las ideologías de los hermanos ya que por órdenes de Hitler, la fábrica de los Dassler se convirtió en un taller de repuestos de tanques y lanzamisiles. Mientras que Adi se resistió a unirse al ejército, Rudolf decidió defender la causa nazi con las tropas de Sajonia. Desde ahí, escribió una carta a su hermano en la que le advertía que pediría el cierre de la fábrica para que pudiera portar un arma. Al final de la guerra, y tras un juicio por parte de los Aliados para analizar su nivel de apego a la ideología nazi, Adi pudo retener el control de su empresa. Por su parte, Rudolf tuvo que mudarse a otra parte del pueblo con su familia para abrir una fábrica pequeña luego de ser denunciado por su propio hermano como simpatizante de Hitler. La mitad de los trabajadores, los vendedores, se fueron con Rudolf, mientras que la otra mitad, los diseñadores, se quedó en la fábrica de Adi. De este cisma nacieron dos grandes marcas: Puma fundada en 1948 por Rudolf y Adidas, nacida de la mano de Adi en 1949. Desde ese momento ambas marcas se enfrentarían en todo momento.
La primera victoria de esta batalla se la llevó Adi en el Mundial de Suiza de 1954. Rudolf había menospreciado al entrenador alemán Sepp Herberger, por lo que Adidas se adjudicó el contrato para hacer tacos ajustables para el equipo nacional, diseñados especialmente para evitar resbalones en caso de lluvia. Durante el partido contra la selección húngara una tormenta probó la eficacia de los tacos y llevó a la victoria germana 3-2 sobre los magiares. La rivalidad continuó con los hijos de los hermanos. Horst, el hijo mayor de Adi y heredero de Adidas, se las ingenió para bloquear cargamentos de Puma y para vender exclusivamente sus zapatos en la Villa Olímpica en México 68. Por otro lado, Armin, hijo de Rudolf Dassler, se hizo un gran nombre cuando un muchacho brasileño conocido como Pelé usó uno de sus modelos en el Mundial de México 70. El 6 de septiembre de 1976 falleció Rudolf Dassler. El odio entre las familias era tan grande que Adidas publicó una nota diciendo “Por razones de piedad humana, la familia Adolf Dassler no hará comentario alguno sobre la muerte de Rudolf Dassler”. Cuatro años después, Adi falleció y su tumba fue colocada lo más lejos posible de la de su hermano. Para 1990, su compañía Adidas ya le pertenecía al empresario francés Bernard Tapie y dos años después se declaró en quiebra. Tiempo después, Puma fue comprado por PPR, una multinacional francesa. Ambas marcas serían relanzadas después para las nuevas generaciones y se convertirían en símbolo de deporte y fidelidad de marca. Irónicamente, el único miembro de la familia Dassler que sigue involucrado con las marcas es Frank Dassler, nieto del fundador de Puma… y que hoy trabaja para Adidas.
El sector de las telecomunicaciones en Europa ha estado azotado durante los últimos años  como consecuencia del deterioro de las cuentas causado por el endurecimiento de la competencia y las guerras de tarifas. Las operadoras europeas parecen consolidar la vuelta al crecimiento de los ingresos y, de momento, las estimaciones son positivas. La agencia Moody’s espera un crecimiento medio de las operadoras europeas entre el 1% y el 2% en el periodo entre los próximos 12 y 18 meses, sin incluir las posibles adquisiciones que puedan llevar a cabo las empresas del sector. Incluso, en 2017, el avance podría estar por encima del 2%. En la actualidad, los ingresos mensuales por los servicios industriales per cápita se sitúan en la UE en 35 euros, por debajo de los 42 euros de Corea del Sur, 57 euros de EE UU, 63 euros en Singapur, 66 euros en Japón y 68 euros en Australia. Sin embargo la guerra de precios parece ser interminable en algún país europeo, lo que cabe preguntarse es, ¿es acertada esta estrategia?  
La historia de los negocios está lleno de cadáveres de empresas que pierden las guerras de precios. Antes de entrar en una guerra de precios para vencer a los competidores, un empresario o CEO debe tener respuesta para las siguientes preguntas:
  • ¿De cuántos recursos dispongo para emprender una guerra de precios y cuanto puedo bajar los precios si es necesario? ¿Cuánto tiempo puedo aguantar dicha guerra erosionando mis márgenes?
  • ¿Existen  gaps de eficiencia que contrarresten la disminución de precios que voy a emprender sin que se resientan los márgenes? Estas ventajas de eficiencia pueden ser: agilidad en la cadena de suministro o reducción de costes de fabricación, etc.
  • ¿Qué estimación tengo de los recursos que tienen mis competidores? ¿Existe alguna fuente de financiación externa a los mismos?
Bajar los precios hasta igualar o superar a los competidores puede ser muy atrayente en el corto plazo, incluso puede ser exitoso para la empresa si dispone de reservas para aguantar dicha batalla.  A largo plazo, sin embargo, una guerra de precios sólo termina perjudicando a las finanzas de la compañía y a su marca. Existen  pocos supervivientes en una batalla de precios bajos, ya que según La Teoría de Juegos” de John Forbes Nash, en una guerra donde no existe juego colaborativo pierden todos, unos más que otros, pero la pérdida es para todos. El “equilibrio de Nash”, que le convirtió en el nombre propio más repetido en economía, describe el concepto clave para solucionar juegos no cooperativos con reglas dadas. Estas son situaciones en las que dos o más jugadores deben tomar decisiones separadas, pero el valor de una decisión depende de las acciones de todos. Por ejemplo, la decisión de iniciar una guerra de precios entre dos cadenas de supermercados. Nash mostró que cualquier juego de este tipo que podamos imaginar tenía una solución, que luego se llamó el “equilibrio de Nash”. Básicamente este tipo de modelos lo que hacen es ilustrar cómo aunque el beneficio conjunto es la mejor solución, la falta de información exacta sobre lo que el competidor hará lleva a que cada uno tome sus decisiones de forma individual, sin coludir, y esta estrategia les conduce a una solución peor que la que alcanzarían si se hubieran puesto de acuerdo y hubieran cumplido lo pactado. Cuando en el mercado existe una homogenización de productos o servicios a la hora de suministrar al cliente, la guerra es el último recurso, antes hay que abordar otra serie de estrategias

Se entiende por comoditización (commoditization), el proceso económico por el cual los bienes que tienen valor económico y se distinguen en términos de atributos, terminan convirtiéndose en un “commodity” a los ojos del mercado y los consumidores. El Commodity”  es un bien económico valioso que se utiliza en el comercio y que es intercambiable con otros productos del mismo tipo, pero no sólo son “commodities” las materias primas o los gráneles, como por ejemplo, los cereales, el mineral de hierro, el acero, etc., sino que también lo son los productos de catálogo como por ejemplo: un teléfono Samsung Galaxy 7, ya que el mismo es igual en el portal Amazon que en la tienda de El Corte Inglés También lo pueden ser los productos genéricos como: el ibuprofeno o el Core i7 con X Gigas de memoria RAM, Y Megas de caché y Z Gigas de memoria de Vídeo. Y estos últimos no son “commodities” desde el punto de vista del fabricante, sino desde el punto de vista del cliente: no existe más diferencia entre uno y otro que el precio. Son el mismo producto a distinto precio. Con lo que el cliente se apunta al del precio más bajo, desencadenándose una guerra de precios en la cual pierden todos los oferentes.

En la actualidad el proceso de venta en mercados maduros está fuertemente condicionado por una serie de variables que hace que el mismo sea más difícil:
·         Existe una mayor competencia entre los competidores
·         Los porcentajes del personal de ventas cada vez son más difíciles de alcanzar
·         Los cierres de acuerdos son cada vez más difíciles
·         Cada vez se usan más los descuentos para cerrar acuerdos
·         La lealtad de los clientes (churn) es cada vez más difícil de mantener
·       El tiempo promedio de formación de nuevos vendedores es mayor debido a la complejidad del mercado
·         El número de llamadas o visitas para cerrar un acuerdo se ha hecho mayor
·         El tiempo para cerrar dichos acuerdos ha aumentado
Fuente: 10th Annual Sales Effectiveness Insights Benchmarking Study – CSO Insights

Probablemente la forma de afrontar el fenómeno de la “comoditización” tiene que ver con la estrategia de la empresa y su forma de construir una verdadera “propuesta de valor”. Si una compañía aumenta la presión sobre sus comerciales, no necesariamente logrará mejores resultados. Es mucho más realista y fructífera hacer una revisión de la forma como la compañía vende. “La propuesta de valor” es aquello que realmente valora el cliente y que no necesariamente coincide con lo que piensa la compañía, pero sobre todo es aquello por lo que realmente el cliente está dispuesto a pagar, incluso un sobreprecio con respecto a otros productos o servicios iguales. Las compañías deben alejarse de la estandarización o el “más de lo mismo” con su cartera de productos. Una compañía solamente siendo diferente podrá competir, de lo contrario su único argumento de venta será el precio. Para lo cual debe variar de una “estrategia push”  a una “estrategia pull”, la diferencia entre ambas es sustancial

  • La estrategia push o estrategia de empuje o estrategia de presión o estrategia de impulso, es el esquema de comercialización de la vieja escuela, la del esfuerzo, la de sudar el camino, desgastar la suela de los zapatos, peinar el territorio, tocar todas las puertas, de todas las esquinas, de todas las ciudades. Hay que llamar, llamar, llamar, hasta que "caiga" uno. Si te dicen que no, vuelve a insistir, agéndalo nuevamente y, otra vez, vuelve a insistir. Sácale una cita, pídele una referencia. Cuando las ventas son de PUSH, la demanda no está ahí o existe un exceso de oferta, por lo que, se tiene que salir a vender y ejercer presión para cerrar "al que se deje".
                                           ESTRATEGIA PUSH
     
  • La estrategia pull o estrategia de aspiración o estrategia de atracción o estrategia de tirón, es el esquema de comercialización de la nueva era; la de la imagen, la de la representación y, en una sola palabra, la de la marca. Si se está frente a una marca sólida no es necesario empujar ventas porque éstas llegan solas. La compran porque tiene fama, porque la demanda es más grande que la oferta.


                                               ESTRATEGIA PULL

El cerebro de los seres humanos tiene una enorme capacidad de adaptación a los avances y mejoras que van llegando rápidamente en la sociedad. Esto hace que en el momento que dichos avances llegan al mercado por algún fabricante o productor, los mismos tiendan a “comoditizarse” es decir, tiendan a ser incorporados como atributos graciables para el cliente, esto hace que el elemento diferenciador desaparezca como ventaja competitiva para el primero que lo incorpora. Por ejemplo, muy poca gente se compraría hoy en día un teléfono móvil sin conexión a internet y esto es un invento relativamente reciente, pero parece que lleva toda la vida con nosotros. En eso consiste la “comoditización”, en la implementación de estas “facilidades” de forma masiva por los fabricantes o prestadores de servicios. El problema puede surgir cuando al cliente se le ofrece un producto o servicio de superior nivel al estándar o pactado previamente, el “up grade”, hay que ponerlo en valor y no entregarlo como algo normal. Aquí juega un papel determinante la política comercial, ya que tiene que ser capaz de transmitir al cliente las bondades y diferencias de dicho producto o servicio, ya que sino dicho “up grade” terminará “comoditazandose”. No obstante hay que poner en valor la siguiente cuestión, cualquier diferencia en el producto o servicio, termina siendo replicada por la propia fuerza competitiva, recuérdese el Modelo de las Cinco Fuerzas de Porter, dentro de dichas fuerzas hay una que son los productos sustitutos, o sea que dicha “up grade” tiene un tiempo para captar y fidelizar a dicho cliente, ya que pronto será replicado. Estamos en la era de la "caducidad permanente".
Así pues las compañías que quieran competir de forma ganadora tendrán que huir de la “comoditización” ya que sino los márgenes se irán resintiendo a medida que tenga que ir bajando los precios. La única forma de competir en un mercado que se “comoditiza” es aportando valor al cliente a través de la co-creación de nuevas diferencias (“up grade”) y  reforzando y potenciando la “experiencia del cliente”. Los mercados están en una espiral en la cual lo que se trata es de ofrecer más por menos o igual precio a unos consumidores cada vez más exigentes y mejor informados. La compañía que logre crear valor adicional a sus clientes y estos lo perciban así, verá reducida de forma sustancial su vulnerabilidad a un ataque de sus competidores con una bajada de precio.


Uno de los puntos más fuertes para diferenciarse de los competidores tiene que venir de la “experiencia del cliente”. La definición de dicho término según Idris Mootee sería, “Tomar la perspectiva del cliente en las interacciones para entender el vínculo emocional entre la marca y el cliente. Para ello se requiere un entendimiento común del recorrido del cliente, y alinear las acciones de la compañía para construir lazos emocionales”. Según una investigación de Gartner, el 89% de las empresas encuestadas planean competir principalmente sobre la base de la “experiencia del cliente” este año 2016. En los últimos tiempos, ha ganado peso la concepción de “experiencia del cliente”, como un camino obligatorio para alcanzar el retorno en la inversión de los Contact Center. La “experiencia del cliente” supone pensar en las vivencias del consumidor cada vez que se pone en contacto con una determinada empresa. Cuanto más placentera, completa e inolvidable sea esa experiencia, mayor interés despertará en ese cliente final la opción de seguir confiando en los productos y servicios que la empresa le ofrece. Esto lo fideliza, lo convierte en un cliente estable y, en consecuencia, en una inversión rentable para dicho Contact Center.
Laexperiencia del cliente” es tan importante como el producto o el precio. Los elementos fundamentales para que el cliente tenga una experiencia ideal con su compañía son:
  • Rápida respuesta para consultas o quejas
  • Procesos de compra sencilla
  • Capacidad de seguimiento de pedidos en tiempo real
  • Claridad y simplicidad de la información de producto en todos los canales
  • Capacidad de interactuar con la compañía de forma multicanal
  • Una experiencia más personalizada con relevantes ofertas y recomendaciones basada en los intereses del cliente o reveladas en diferentes canales
  • Compromiso continuo después de que haya concluido la compra
  • Reconocer al cliente como habitual
Son muchas las áreas o departamentos que intervienen en la “experiencia de cliente” para que la misma sea satisfactoria, entre ellos están:
  • Investigación y desarrollo
  • El Marketing de contenidos
  • Social Media
  • Relaciones públicas
  • Diseño Web
  • Tu presencia móvil y facilidad de uso
  • Un buen servicio post venta al cliente
  • Recursos humanos, trabajadores comprometidos, Clima Laboral
  • Tu equipo ejecutivo

Esta situación sin embargo no nos puede hacer olvidar que el entorno empresarial es  un ámbito muy dinámico que está expuesto a cambios permanentes, el gran desafío de cualquier compañía es, conocer bien a su cliente, comprender sus necesidades, saber qué está buscando y así poder ofrecerle soluciones diferenciadoras atendiendo a su criterio.
Para terminar este post, quiero sintetizar el mismo ahondando que el camino para competir  no puede ser solamente hacer ofertas agresivas que machaquen el margen de la compañía. Ya lo dijo Guy Kawasaki, “al final o eres barato o…eres diferente”. En líneas generales, la gente tiene tres motivaciones de compra: precio, calidad, y servicio/trato. Si la mayoría de tus clientes te compran por precio, entonces el impacto en el negocio va a ser muy grande; a este tipo de consumidores les fastidia mucho verse excluidos y despreciados y rápidamente buscarán alternativas en la competencia y harán todo lo posible por tomar represalias contra ti. Las estrategias basadas en el precio presentan los siguientes inconvenientes:
    • Las estrategias de captación basadas en precio hacen daño a los clientes “de toda la vida” que queda excluidos de la promoción.
    • Siempre existirá el riesgo de que esos “clientes fieles” tomen represalias contra la compañía, que tendrán más o menos impacto en el negocio según la razón de compra que les movía: si compraban por precio, la repercusión será más negativa que si compraban por calidad o trato.
    • Los clientes que captamos por precio, también se pierden por precio. En el momento en el que ya no se pueda mantener esas ofertas y haya otro competidor que sí las aplique, una buena parte de los nuevos clientes se volverán a marchar.

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Adidas en la actualidad está cambiando su estrategia hacia una mayor colaboración por parte de los consumidores, atletas y colaboradores para aumentar la creatividad y la innovación en lo que concierne al diseño del producto y la publicidad, tratando de evitar la “comoditización”. De hecho, esto ya está ocurriendo con Adidas Originals, con la colaboración del cantante Pharrel. “Queremos que la marca esté cerca de la gente y que ellos formen parte de la marca”, asegura Hainer su director ejecutivo. La empresa está incrementando su gasto en marketing, empezando por comunicar “una razón para creer” en la marca con un claro punto de vista, el de ser el creador. Además también pretende reforzar la lealtad de sus clientes construyendo una comunidad de fieles con acciones como por ejemplo:

  • Albergando reuniones en locales y realizando congresos anuales y/o generales
  • Colocando carteles y anuncios
  • Hablando con la gente por la calle
  • Pidiendo firmas
  • Obteniendo dinero y donativos
  • Colocando mesas de información por las calles
  • Organizando manifestaciones
  • Pidiendo opiniones a la población que serán tenidas en cuenta después.
  • Todas ellas, formas variadas de aplicación del concepto “Do It Yourself”, con el que está relacionado.
Los deportes digitales también tienen importancia para la marca invirtiendo en tecnología wearable, canales y startups. Los planes se dirigen a crear una comunidad digital que pueda seguir en contacto después de haber hecho la compra. Hainer añade, “la lección aprendida del anterior plan estratégico “Ruta 2015”, es la necesidad de dirigir nuestra atención hacia lo que de verdad importa y ese es nuestro consumidor que debe estar en el centro de todo lo que hacemos y debemos invertir en aquello que haga diferente la experiencia del consumidor”.
 
La visión de una estrategia por precio es cortoplacista, su resultado será que entraran nuevos clientes, la duda que se suscitará después es, ¿se mantendrán en el tiempo? ¿Cuántos se irán? Será una cuestión de balance: si los clientes captados son más que los que se pierden (sumando a este grupo aquellos que eran fieles pero tomaron represalias contra la compañía), entonces se habrá acertado. Si sucede lo contrario, el daño puede ser enorme, porque recuperar clientes perdidos es infinitamente las costoso y laborioso que captar clientes nuevos. Cuando el CEO de una compañía fija toda su estrategia de crecimiento a tirar los precios es que su iniciativa hacia la innovación y diferenciación ha sucumbido.

Ya lo dijo Gary Hamel: “La competencia hoy no es entre productos sino entre modelos de negocio”.











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