jueves, 30 de junio de 2016

LA GLORIA DE LOS VULGARES, (ÉXITOS QUE LLEVAN A LA RUINA)



John Sculley, antiguo vicepresidente de Pepsi y segundo presidente de Apple, fue el promotor de la expulsión en 1985 de Steve Jobs de la compañía que fundara junto Steve Wozniak. Esta decisión estuvo a punto de hacer desaparecer a Apple. Cuando en la actualidad vemos lo que es la compañía Apple, a la cabeza mundial en capitalización bursátil y con un efectivo increíble, puede que nos olvidemos de su historia de penurias pasadas, estas fueron tan grandes que estuvieron a punto de costar el cambio de la industria tecnológica que se vive en la actualidad. A comienzos de los años 80 y tras el éxito e influencia del computador Apple II, la compañía realizó una fuerte inversión en el Apple III y en el Apple Lisa. Fueron un fracaso y provocaron las primeras convulsiones y cambios corporativos en Apple. Hubo despidos entre la plantilla de entonces (1.000 empleados), Steve Jobs asumió el puesto de CEO y Mike Markkula dimitió como presidente. Apple buscó un nuevo presidente en la figura de John Sculley, entonces vicepresidente de Pepsi, obteniendo una primera negativa. Rezan las crónicas que Steve Jobs le convenció con una pregunta que ya forma parte de la historia: “¿Prefieres pasar el resto de tu vida vendiendo agua azucarada o venir conmigo y tener la oportunidad de cambiar el mundo?”.
Jobs convenció a Sculley aunque su “amistad” duró poco y poco después el ejecutivo de Pepsi provocó la caída de Jobs. Un choque de trenes por el poder en Apple que provocó la destitución de Jobs como gestor y su posterior abandono de Apple en 1985. "Echar a Jobs fue un error" afirmó Sculley en una entrevista. “Pero no se puede cambiar la historia”. Además, “Steve en 1985 no era el mismo que el Steve en 1997”, dice ahora Sculley“Cuando regresó, era un ejecutivo mucho más maduro y con experiencia, mientras que en los años ochenta, todavía era un joven aprendiz de negocios”No sabemos cómo hubiera sido la historia si Jobs hubiera permanecido en su compañía la década que estuvo fuera de la misma hasta que regreso, pero sí sabemos, que cuando volvió la compañía era una ruina al borde de la desaparición después de una gestión desastrosa efectuada por Sculley.  Con el paso del tiempo, Sculley afirmó que acepta la responsabilidad, aunque cree que el Consejo de Administración de Apple debería haber entendido que era necesario que Jobs siguiera en el cargo. "Mi sensación es que probablemente nunca se hubiese roto la relación entre Steve y yo si hubiéramos tenido diferentes papeles", afirmó Sculley. "Tal vez debería haber sido el Consejero Delegado y yo el Presidente. La visión de futuro es una de las funciones que se espera del Consejo de Administración". 

Nos encontramos estos días, con directivos que nos venden su éxito como mercancía preciada, pero si se estudia su gestión e hitos en la compañía donde desempeñan la función, nos encontraremos con hechos que para nada se ajustan a la realidad que se predica desde el lugar que ocupan, por ejemplo dos datos;, algunos tienen una caída en los ingresos del 27% desde su llegada al puesto y una pérdida de 1,5 millones de clientes. En el mundo empresarial estas compañías sufren en carne propia dicha incapacidad de la siguiente forma, quieren vender productos y servicios que enamoren y conquisten la voluntad de sus clientes y sin embargo esto no se consigue ya que lo que son por dentro no les permite conseguir las metas que persiguen. Es decir, no existe alineamiento directivos-personas- metas- éxito, y si existe alineamiento en, pérdida de cuota de mercado-caída de ingresos- personas desmotivadas- compañías en apuros. Son estas compañías y sus directivos un fiel reflejo de aquello que se tiene que cambiar y que conduce al fracaso allí donde están, pero que quien tiene que tomar dicha decisión, el CEO de turno, espera un milagro para que se dé la vuelta a una situación que no tiene vuelta atrás, la enfermedad es incurable con las personas y los remedios que se están aplicando.

Un hecho que llama la atención cuando se produce es que los mensajes que se envían por parte de dichos directivos a las personas que integran las compañías son cuando menos chocantes por no decir grotescos o de mal gusto. Aludir permanentemente a las personas de la compañía cuando el Clima Laboral está bajo mínimos, es cuando menos una desfachatez. Los cambios que se tienen que producir en cualquier compañía, no se pueden efectuar desde el atril hablando solamente los directivos, los mensajes tienen que ir acompañados de las acciones y ejemplos que sean referente para las personas que conviven y trabajan en las mismas.  Es por esto mismo que, cuando se hace referencia a las personas aludiendo al compromiso de las mismas, no sirve el mensaje hueco que no lleva aparejados los planes y acciones que conducen a que una compañía tenga un buen Clima Laboral. ¿O acaso creen dichos directivos que las personas se van a comprometer porque se lo pidan ellos, cuando asisten diariamente a situaciones u hechos que son todo menos beneficioso para dicho compromiso? Cuando se celebra un evento de directivos el CEO busca impactar y mover las conciencias de las personas que asisten al mismo para que hagan de palanca en la motivación y compromiso de las personas que integran los equipos. Pero esto no se puede lograr solo con el mensaje de dicho evento, no basta con animar el compromiso, el compromiso hay que ganárselo, trabajarlo y pelearlo, de forma vertical desde el CEO hasta el último mando en estructura.  Aquel directivo que espera llegar al mismo con su verborrea es que no entiende nada, vive su hiperealidad o fantasía. El tiempo y los resultados económicos les pondrán en su sitio, a él y desgraciadamente a las personas que integran las compañías.


Cuando un mando o un directivo apela a algo para lo que no trabaja, como es servir y ser un facilitador de su mayor activo, las personas, es que su visión de compañía ha desaparecido, en su cabeza se ha instalado la inercia como forma de liderar y gestionar. Cuando vienen los resultados de forma negativa adopta dos estrategias para salvar su gestión; la primera consiste en contar aquello que no es real edulcorando y contando hechos que para nada se ajustan a la realidad, la segunda es buscar excusas para justificar su incapacidad en la gestión. Cualquiera de las dos son reprobables, máximo si dicha situación viene precedida de toda una serie de indicadores como es por ejemplo el de Clima Laboral que claramente indican que dicho rumbo es equivocado.

Ya lo dijo Maquiavelo: “Hay tres maneras de conservar los estados conquistados (…), cuando están acostumbrados a vivir en libertad y conforme a sus leyes: la primera es arruinarlos”.
 

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