jueves, 2 de junio de 2016

SATISFACCIÓN LABORAL MÁS COMPROMISO, IGUAL A SUPERVIVENCIA DE LA COMPAÑÍA



Un hombre vivía en la orilla de un camino y vendía hot–dogs. No tenía radio, ni televisión, ni leía los periódicos, pero hacía y vendía buenos hot-dogs. Se preocupaba por la divulgación de su negocio y colocaba carteles de propaganda por el camino, ofrecía su producto en voz alta y el pueblo le compraba. Las ventas fueron aumentando cada vez más, compraba el mejor pan y la mejor salchicha. Llegó un momento en que fue necesario comprar un carrito más grande, para atender a la creciente clientela. El negocio prosperaba.
Podría decirse que sus hot-dogs eran los mejores de la región. Venciendo su situación económica inicial, pudo pagar una buena educación a su hijo, quien fue creciendo y fue a estudiar Economía en la mejor Universidad del país. Finalmente, su hijo ya graduado con honores, volvió a casa y notó que su padre continuaba con la misma vida de siempre y tuvo una seria conversación con él… ¿Papá, usted no escucha la radio? ¿Usted no ve la televisión? ¿Usted no lee los periódicos? Hay una gran crisis en el mundo y la situación de nuestro país es crítica. ¡Todo está mal y el país va a quebrar! Después de escuchar las consideraciones de su hijo, el padre pensó… bien, si mi hijo economista, lee periódicos, ve televisión, entonces solo puede tener la razón… y con miedo de la crisis, el viejo busco el pan más barato (más malo) y comenzó a comprar la salchicha más barata (la peor) y para economizar dejó de hacer sus carteles de propaganda. Abatido por la noticia de la crisis, ya no ofrecía su producto en voz alta, ni atendía con entusiasmo a sus clientes. Tomadas todas esas precauciones, las ventas comenzaron a caer y fueron cayendo y cayendo y llegaron a niveles insoportables. El negocio de hot–dogs del viejo que antes generaba recursos para que el hijo estudiara economía, finalmente quebró.
Entonces el padre, muy triste, le dijo al hijo: “hijo, tenías razón, estamos en medio de una gran crisis y le comentó orgullosamente a sus amigos: bendita la hora en que envié a mi hijo a estudiar economía, él me avisó de la crisis…”



Un trabajador que aporta valor a una compañía es el que está comprometido al 100% con la misma, él que no está  comprometido con la empresa no solo no agrega valor sino que va a generar un mal Clima Laboral, contagiando a otras personas del equipo con la consiguiente pérdida de valor grupal que eso supone. La consultora Gallup calculó que los trabajadores activamente no comprometidos estaban costando a las empresas norteamericanas 300.000 millones de dólares por año en pérdidas de productividad http://bit.ly/1aG9kMn. El Índice de Compromiso de los empleados de la consultora Gallup en Estados Unidos indica que el porcentaje actual de empleados que no se ponen la camiseta y aportan valor activamente a la compañía llega a 17 por ciento. Esto quiere decir unos 22,5 millones de trabajadores norteamericanos, en al año 2014. Activamente no comprometidos son aquellos empleados que no sólo están descontentos con su trabajo, sino que están ocupados exteriorizando su descontento minando lo que logran sus compañeros de trabajo comprometidos. Cada uno de estos trabajadores indignados y no alienados está causando a sus empleadores pérdidas anuales en productividad de unos 13.000 dólares de promedio. Estos empleados enojados tienden a sentirse minusvalorados y desconectados de  proyectos y estrategia de la compañía, siendo la negatividad que desprenden contagiosa. Una regla que define claramente a los dos colectivos es la siguiente: los trabajadores comprometidos se quedan por lo que pueden sumar, los no comprometidos se quedan por lo que puedan conseguir. 

Una variable que es importante sobre dicho compromiso es la calidad y confianza que desprenden los directivos y mandos. Desgraciadamente en aquellas compañías que se sigue un patrón de promoción más político-sindical, que de capacidad, tienen un grave problema debido a que muchos de dichos mandos carecen de los conocimientos necesarios para desempeñar dicha responsabilidad. Esto a la larga es un enorme hándicap ya que su incapacidad se convierte en tiranía sobre las personas que lideran, siendo dicha medida de autodefensa para tratar de dominar a dichos colaboradores,  contaminando y destruyendo el Clima Laboral, factor tan necesario para garantizar la vida de la compañía. 

Son muchos los posibles factores que pueden desmotivar a los trabajadores, unos tienen que ver con aspectos personales del propio trabajador y otros están relacionados con la calidad de liderazgo y dirección de los mandos. Para acabar con la situación de desmotivación es necesario conocer el origen de dicha causa. En esta situación, los mandos y directivos tienen un papel esencial ya que son dinamizadores y los decisores de poner en marcha estrategias y medidas que palien dicha situación para evitar que se deteriore el Clima Laboral. Los mandos y directivos tienen la función principal, no de motivar al empleado, sino la de no desmotivar al mismo con decisiones, tareas o cualquier otra acción que mine el compromiso que trae cada individuo de su casa. Los retos, las facilidades y el servicio del mando son palancas que pueden hacer que dicho compromiso no decrezca. La desmotivación surge muchas veces por cuestiones tales como: falta de objetivos o retos, ausencia de un plan de desarrollo profesional para el trabajador, monotonía, estrés, exceso de trabajo, mala relación con los jefes o compañeros de trabajo, trabajo mal remunerado, que el jefe no sepa escuchar, poco o nulo reconocimiento, jefe o líder incompetente, falta de comunicación interna, etc.

Cuando una compañía dispone de una plantilla con bajos niveles de compromiso y satisfacción laboral, se encuentra con un grave problema que es la falta de alineamiento de las personas con el fin de la compañía, el trabajador no se identifica con la visión, misión y valores que se han establecido para la consecución de los fines definidos. Esto a la larga es una amenaza importantísima a la supervivencia de la compañía ya que ataca a sus fundamentales económicos, los cuales manifiestan sus síntomas en indicadores tales como: pérdida de ingresos, reducción de la cuota de mercado, pérdida de clientes, etc. El final de dicha situación puede ser el cierre de la compañía. Es característico que las organizaciones que apenas satisfacen los criterios de satisfacción laboral, manifiesten varios o muchos de los siguientes síntomas:

  • Clima laboral tóxico, desmotiva y promueve la progresiva desvinculación emocional a la organización.
  • Altas tasas de absentismo laboral.
  • Elevada tasa de accidentes laborales o enfermedades profesionales
  • Altas tasas de rotación de personal
  • Desconocimiento generalizado de la misión, visión y valores empresariales.
  • Existe una elevada comunicación informal, (rumor) e informaciones sesgadas. Se distorsiona el significado de la realidad, a causa de una pobre e insuficiente comunicación interna.
  • Quienes lideran en la empresa prestan más atención a lo urgente que a lo importante, descuidando las variables que determinan el necesario ajuste en la ejecución de la estrategia empresarial.
  • Predominan relaciones laborales basadas en dinámicas de mando y control, el ordeno y mando.
  • Se orienta la gestión a resultados exclusivamente, obviando variables que inciden en los mismos como por ejemplo el bienestar personal o el Clima Laboral.
  • Evaluaciones de desempeño basadas en objetivos inalcanzables, esto desmotiva al trabajador.  




Cuando los directivos y mandos tienen una miopía tan grande para no ver la relación que existe entre la satisfacción laboral y el compromiso, están condenando a la compañía a su extinción, ya que solo con personas motivadas y comprometidas se pueden abordar con mayores posibilidades de éxito los más diversos y complejos escenarios de negocios que existen en la actualidad. Según estudios de Adecco http://bit.ly/1Wz24y2 en el año 2015, casi seis de cada diez trabajadores reconocen que su empresa lleva a cabo medidas que contribuyen al bienestar y a la satisfacción laboral de sus empleados. No obstante, el 35% matiza que estas medidas no son suficientes para que se sientan plenamente satisfechos en su lugar de trabajo. Además, 4 de cada 10 creen que su compañía no hace nada para crear un buen ambiente laboral.


Por su parte, la mayoría de los empleados (concretamente, el 88%) afirma colaborar en la consecución del bienestar laboral en la empresa. Así, el 17,7% dice fomentar el compañerismo, el 14,8% asegura cumplir y hacer bien su trabajo para mantener un buen ambiente, y el 13,6% prefiere mantener una actitud positiva con el fin de extenderla en su entorno. Sólo un 12% de los trabajadores reconoce no hacer nada por contribuir al bienestar laboral de su compañía. Los trabajadores coinciden en señalar que el bienestar laboral influye en el rendimiento de los empleados y hace que aumente su productividad en el puesto de trabajo,  al menos así lo cree el 95,6% de ellos. Además, el 67,9% afirma que el bienestar laboral incide directamente en su bienestar personal y familiar, de tal forma que estar bien y contentos con el trabajo (o todo lo contrario) influye de forma directa en su vida personal. A un 27,3% de los trabajadores le influye de manera negativa el trabajo en su vida personal y un ligero porcentaje consigue aislarse del ambiente laboral y no permitir que éste le influya ni positiva, ni negativamente. Otros estudios ponen de manifiesto que las emociones positivas, como la risa o la alegría, pueden llegar a multiplicar la creatividad de los empleados por cinco. Además, el 63,5% de los trabajadores considera que son precisamente los factores emocionales los más importantes para alcanzar la satisfacción laboral. Aspectos como la conciliación familiar y laboral, el reconocimiento por parte de los superiores o los planes de desarrollo son muy valorados.


Así pues, visto lo anterior me pregunto si, ¿Necesitaremos mandar a alguien a estudiar para que nos diga lo que todos los expertos nos confirman? como al principio de este post relato. O aquellas compañías que están en modo espera de no se sabe que…abordaran de una vez el problema buscando no sufrir posteriormente consecuencias no deseadas en sus diferentes stakeholders. El tiempo dirá…pero la razón y el sentido común es claro a la hora de definir el camino a tomar, lo único que hace falta es que los directivos también posean dicho sentido común.


Ya lo dijo Napoleón Bonaparte: “Para triunfar es necesario, más que nada, tener sentido común”.

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