viernes, 16 de febrero de 2018

"BURNOUT", UN PROBLEMA DE LA EMPRESA... NO DEL EMPLEADO



Durante la Guerra de Vietnam, entre 1964 y 1975, se produjo un curioso y peligroso fenómeno dentro del ejército estadounidense… el llamado "Fragging" (acto de atacar a un superior en la cadena de mando con la intención de asustarlo o matarlo y usando, generalmente, granadas de fragmentación; de ahí su nombre). El uso de estas granadas, que nada tiene que ver con el fuego amigo, para amedrentar o matar a los oficiales se debía a las dificultades para averiguar quién había sido el autor, máxime si se produce en el fragor de la batalla, a diferencia de utilizar una bala. En los primeros años de la Guerra de Vietnam, el ejército de los Estados Unidos estaba totalmente convencido de la necesidad de aquella guerra y se mostraba unido y disciplinado. A medida que el conflicto se alargaba, la moral y la disciplina se deterioraron. Igualmente ocurrió entre la población civil americana que contemplaba los horrores de la primera guerra retransmitida por los medios.
 
A finales de los años 60 se producen dos hechos que cambiaran el progresivo decaimiento de la moral y el aumento de la irascibilidad de la tropas: el primero fue la Administración Nixon, buscando una salida digna para Estados Unidos del conflicto, decid retirar las tropas progresivamente -aunque en la práctica se seguían enviando hombres a la muerte-. La segunda causa fue el asesinato de Martin Luther King, el cual desató la violencia racial. El malestar de la sociedad estadounidense se traslada al frente de batalla: se cuestionan y desobedecen las órdenes ¿jugarse la vida por una guerra perdida?-, comienzan las deserciones, la militancia racial hace recelar a los afroamericanos… y comienza el fenómeno del  "Fragging." Las potenciales víctimas de este fenómeno eran oficiales incompetentes que ponían en peligro a sus subordinados, fanáticos o suicidas que buscando la gloria arrastraban a sus tropas. Al principio se avisaba a dichos oficiales poniendo (un pasador de granada sobre la cama) y si el oficial seguía con su actitud… se le asesinaba.  Se calcula que entre 1970 y 1971 hubo 363 casos de artefactos explosivos contra oficiales estadounidenses en Vietnam. Aunque la mayoría de los autores nunca fueron identificados ni sancionados, se han llegado a registrar 71 casos de soldados condenados por estos crímenes. El fenómeno del “Fragging” se produjo por el fenómeno de una guerra impopular, con la moral de las tropas por los suelos, con tensiones raciales y la rebelión de la juventud americana, que no "compraba la mercancía" que ofrecía su clase dirigente.



El Síndrome Burnout (quemado, fundido) es un tipo de estrés laboral, un estado de agotamiento físico, emocional o mental que tiene consecuencias en la autoestima, y está caracterizado por un proceso progresivo, por el cual las personas pierden interés en sus tareas, el sentido de responsabilidad y pueden hasta llegar a profundas depresiones. Este síndrome fue detallado por primera vez en 1969 al comprobar el extraño comportamiento que presentaban algunos oficiales de policía de aquella época: agentes de la autoridad que mostraban un cuadro de síntomas concreto. En 1974 Freudenberger hizo más popular al síndrome, y posteriormente, en 1986, las las psicólogas norteamericanas C. Maslach y S. Jackson lo definieron como “un síndrome de cansancio emocional, despersonalización, y una menor realización personal que se da en aquellos individuos que trabajan en contacto con clientes y usuarios”. Según Harvard Business Review  en su libro Time, Talent and Energy, cuando los empleados no son todo lo productivos que podrían ser, normalmente la culpa la tiene la empresa… No los empleados. Un instrumento fundamental que detecta y constata dicho “hastío” hacia la compañía y sus directivos viene por la participación en la encuesta de Clima Laboral, no hay quizás mejor termómetro que dicha herramienta. Aquellas compañías que tienen participaciones bajas con dicha herramienta de consulta, tienen un grave problema, sin embargo en algunas por las reacciones y comportamientos que mantienen año tras año sus directivos, se puede afirmar sin lugar a equívocos que dicho indicador les importa un comino. El coste económico que esto supone para una compañía es un gap enorme con respecto a sus competidores, que a veces me pregunto si quien toma estas decisiones las tuviese que pagar de su bolsillo…A lo mejor se lo pensaba antes de tirar con “pólvora del rey”.

El problema del “Trabajador Quemado” o Síndrome de Burnout, es uno de los mayores problemas que existen en organizaciones con “Clima Laboral” tóxico. Por desgracia este tipo de ambiente laboral es más común de lo que sería deseable, ya que existen demasiadas organizaciones donde sus directivos no hacen sus deberes al respecto, más allá de bonitas palabras huecas que no llevan aparejada ninguna acción que asegure un entorno laboral saludable. El coste de dichos problemas psicológicos y físicos de los trabajadores "quemados" es de -entre 125.000 y 190.000 millones de dólares (entre 122.226 y 169.924 millones de euros) al año en gastos médicos en Estados Unidos-, esto supone entre el 5 y el 8% de los gastos médicos del país. Por otro lado, a dicho problema se le atribuyen 120.000 muertes en dicho país. Los factores más importantes en este cálculo son la falta de seguro médico (que conduce a la falta de tratamiento), lo cual contribuye con 49.000 muertes, seguido por el desempleo, que contribuye con 34.000 muertes, y por último la falta de seguridad laboral que contribuye con 30.000 muertes.  El verdadero coste para una empresa es la baja productividad, la gran rotación de los trabajadores y la pérdida del mejor talento. Los empleados en cargos directivos y mandos intermedios deben asumir la responsabilidad del estrés laboral que da paso a dicho fenómeno los principales causas del mismo vienen motivados por: cargas de trabajo excesivas, y rutinas laborales frustrantes que incluyen demasiadas reuniones y apenas tiempo para el trabajo creativo debido a organizaciones demasiado jerarquizadas.





Un 65% de los trabajadores españoles se siente requerido por su empresa fuera del horario laboral mientras que entre los directivos la cifra asciende hasta el 90%, según se desprende de un informe elaborado por la empresa Edenred y la consultoría Ipsos. Esto hace que la desconexión digital, ya abordada en Francia y en España en casos como Axa Seguros, sea inviable. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en torno al 22% de la población activa padece estrés laboral. Con estos datos no resulta sorprendente conocer que estos temas fueron los que llamaron más la atención de las investigaciones en dos de las revistas con más impacto en el estudio de la psicología de la salud ocupacional (Work & Stress y Journal of Occupational Health Psychology). El 11% de los artículos científicos publicados en dichas revistas versaban sobre riesgos psicosociales (por ejemplo: sobrecarga laboral), destacando que el 5% de ellos eran sobre el “burnout”. La documentación que existe sobre dicho tema señala más de 100 causas asociadas al “burnout”. Estos síntomas afectan negativamente:
  • A las emociones: agotamiento emocional, odio, irritabilidad.
  • A las cogniciones: baja autoestima, baja realización profesional, sentimiento de impotencia para el desempeño del rol profesional.
  • A las actitudes: cinismo, despersonalización.
  • A las conductas: aislamiento, absentismo, conductas agresivas hacia los clientes.
  • Al sistema fisiológico: insomnio, dolores de cabeza, de espalda, fatiga e hipertensión, alteraciones hormonales.





Cuando se estudian compañías con altas tasas de trabajadores “quemados” se constatan que se generan por tres causas principalmente: exceso de colaboración, una disciplina de gestión del tiempo deficiente y la tendencia a sobrecargar a las personas más capaces con demasiado trabajo. Veamos la casuística de cada caso:

*El exceso de colaboración es un mal común en las organizaciones con demasiados responsables y mandos en la toma de decisiones. Esto se constata en rondas reuniones interminables bien sea por teléfono o presencialmente,  con el fin de que cada parte interesada sea escuchada y esté alineada con los objetivos. Los directivos de una compañía reciben  200 correos electrónicos o más cada día. El supervisor o mando intermedio habitual dedica alrededor de ocho horas a la semana (una jornada laboral completa) a enviar, leer y contestar comunicaciones electrónicas, muchas de las cuales no debían de haberle llegado ya que no existe una buena gestión del tiempo por parte de los empleados. El desgaste muchas veces está acrecentado por la digitalización, el número excesivo de prioridades y la expectativa de que los trabajadores aprovechen sus herramientas digitales para trabajar en modo multitarea, hacen dicho trabajo agotador debido al cambio de atención que requiere dicha forma de trabajo. Un estudio de Microsoft descubrió que, de media, a las personas les cuesta 15 minutos volver a un proyecto importante tras una interrupción como por ejemplo un correo electrónico. 

*La disciplina en la gestión del tiempo de forma deficiente es una causa que ha aumentado en la mayoría de las grandes compañías, la demanda de colaboración ha aumentado bastante más rápido que el desarrollo de herramientas, disciplinas y normas para gestionarla. Esto requiere que los empleados dispongan de herramientas o disciplinas que les permita gestionar su tiempo de forma que disminuya el estrés y el agotamiento. Sin embargo, los empleados tienen una capacidad limitada para combatir una cultura corporativa en la que el exceso de trabajo es la norma e incluso se celebra. Un ejemplo, es que existen  pocos trabajadores tengan la autoridad o el arresto para cancelar una reunión innecesaria. Aunque a los directivos les encanta medir los beneficios de la colaboración, pocos se han parado a medir sus costes. Sin embargo, existen varias herramientas útiles para medir cómo distribuyen su tiempo los trabajadores y cómo afecta eso al desgaste y la productividad de la empresa.  Los directivos muchas veces desconocen la cantidad de tiempo que dedican sus empleados a las actividades más productivas, como tampoco saben cuánto tiempo desperdician en actividades menos productivas. Gracias a los datos de ese tipo de herramientas, se pueden detectar donde existen cuellos o ineficiencias en la actividad productiva, con ello la compañía puede reducir el llamado "arrastre organizacional", el cual merma la productividad y genera “burnout” a la plantilla. Los datos de diversos estudios reflejan que los directivos tienen una oportunidad de liberar al menos el 20 % del tiempo de sus empleados si incorporan una mejor disciplina en la gestión del tiempo. De forma igual de importante, hacerlo devuelve el control al empleado sobre su calendario y horario, dándole una autonomía que es una fuente de motivación para los mismos.

*La sobrecarga de las personas más capaces. La cantidad de trabajo ha ido aumentado en muchas compañías de forma inversa a la que lo hacía el empleo. Las compañías implementan nuevas herramientas digitales para aumentar la productividad pero rara vez se molestan en comprobar si sus suposiciones son correctas. La sobrecarga de trabajo castiga a los mejores trabajadores, ya que son también las principales víctimas del exceso de trabajo. Las mismas herramientas de análisis que se emplean para medir el tiempo improductivo pueden medir el exceso de demanda de tiempo de los mandos, lo que permitiría a sus superiores rediseñar los flujos de trabajo y tomar otras medidas para evitar la sobrecarga y el desgaste. Las normas y rutinas en una compañía de forma no controladas generan desgaste e insatisfacción en los empleados llevándolos al agotamiento. Dar a los empleados el tiempo que necesitan para su trabajo se traducirá en un aumento de productividad y reducirá el desgaste, con lo que todo el mundo gana.  

Para terminar este post, decir que el fenómeno del “Fragging” que sucedió en la guerra de Vietnam fue una reacción desproporcionada a un fenómeno de “burnout”. Los soldados norteamericanos  permanecieron en medio de un conflicto bélico, que con el paso del tiempo ni comprendían ni compartían debido a la sensación de derrota que tenían, todo ello acelerado con la incompetencia de unos oficiales que les llevaron en muchos casos a la desesperación, sino a la muerte. Actualmente en las compañías existe dicho fenómeno del “burnout” más de lo que sería deseable, lo único que hace falta es que los mandos y directivos tomen conciencia de dicha situación,  ya que si bien el fenómeno de “fragging” bélico no existe, sin embargo si existe lo que se conoce como “despido interior”…Suceso que para los intereses de una compañía es devastador.  

Ya lo dijo Maurren Killoran: “El estrés no es una reacción. Más bien es el precio que pagamos por la vida “civilizada” que vivimos, que por cierto no es civilizada en absoluto”.








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