jueves, 13 de octubre de 2016

LIDERAR, O BESAMANOS DE IDA Y... VUELTA



El besamanos es una costumbre que tiene su origen según los estudiosos en Oriente, ya en el Imperio Aqueménida se veneraba al Emperador de los Persas de esta forma. Tras la invasión de Alejandro Magno (331 a.C.), los griegos traen esta costumbre consigo a Occidente consolidándose en el Imperio Romano como forma habitual de veneración al Emperador, arrodillarse ante él y besar el filo de su manto púrpura así como el pie. Esta costumbre se mantuvo en el Imperio Romano de Oriente o Bizantino hasta su caída en 1453. Mientras tanto en el Occidente medieval, el Papa Constantino I introdujo esta costumbre en el ceremonial pontificio en el año 709, no solo en actos solemnes, como por ejemplo, para jurar obediencia al Papa, sino como saludo protocolario en cualquier audiencia o encuentro con el Soberano Pontífice. El Papa San Juan XXIII (el Papa bueno) aboliría esta costumbre ya a finales de los años 50 en el Siglo XX. Por otra parte, esta forma de mostrar respeto se realizaba en la Edad Media entre nobles y vasallos ya que estos últimos juraban fidelidad besando la mano de su señor con lo que se denominaba el “osculum fidelitatis” o beso de la fidelidad; exactamente eso es lo que se hace cuando se besa el anillo de un Obispo, reconocer fidelidad. Esta costumbre se extendió entre la Realeza que se “exponía” en besamanos en distintos actos ante la Corte y aún se realiza hoy, aunque no se besan las manos del monarca propiamente y solo la de la Reina de modo figurado.
Como vemos, pues, besar las manos o pies de los Sumos Pontífices, Reyes, Obispos o señores feudales significaba un acto profundo de sumisión y respeto (Su última rémora a nivel social hoy es el beso en la mano que se figura como saludo respetuoso a las señoras cada vez más en desuso). Hay una anécdota del Beato Papa Pablo VI al respecto al recibir la visita del Patriarca Melitón de Calcedonia en representación de toda la Ortodoxia, el día 14 de septiembre de 1975, el Papa le abrazó y luego, arrodillándose, le besó los pies en señal de humildad y reverencia para con toda la iglesia ortodoxa. Este gesto fue recibido con gran estupor y alegría por todos los ortodoxos y es tenido como un símbolo enorme en el camino ecuménico para la unión de católicos y ortodoxos. Este inesperado y profético gesto de Pablo VI, ha sido comentado con estas palabras por el Patriarca Dimitrios I:
“Nadie, sea cristiano o no, y mucho menos el Patriarca ecuménico, puede dejar de apreciar profundísimamente la manifestación y el acto espontáneo de su Santidad el Papa de Roma Pablo VI – acto sin precedentes en la historia de la Iglesia - de arrodillarse al final de la celebración de la Misa y besar los pies de nuestro representante el Metropolita de Calcedonia Melitón, quien en aquel momento representaba la Ortodoxia entera. Este supremo acto de su Santidad lo calificamos como continuación de la tradición de los obispos padres de la Iglesia indivisa, los cuales han edificado cosas sublimes por medio de la humildad. Con esta manifestación, el Papa de Roma, Pablo VI, se ha superado a si mismo y ha mostrado a la Iglesia y al mundo quién es y puede ser el cristiano obispo, y sobre todo el primer obispo de la cristiandad, como fuerza de reconciliación y de unificación de la Iglesia y del mundo.”


En la actualidad “liderar” es un arte, es una forma de construir el mundo que nos toca vivir con todas sus complejidades y oportunidades, observando e impulsando las iniciativas que hagan que el mismo sea mejor para todas aquellas personas que se puedan ver afectadas. La clave de este proceso de liderar está en escuchar y observar, ya que el liderazgo actual requiere más que nunca del factor de escucha. Un líder debe conocer desde el principio los valores, creencias y aspiraciones de sus seguidores; en otras palabras, aquello que conforma su identidad. La falta de compromiso que con frecuencia muestran las personas (la diferencia entre lo que el líder desea y lo que los seguidores hacen en realidad) a menudo puede ser la razón por la que los elementos de la identidad de los líderes no coinciden con los elementos de la identidad de sus seguidores —es decir, de quiénes creen que son—, de manera que no encuentran algo en común que les permita desarrollarse y crecer. Los líderes eficaces son aquéllos que pueden modificar el comportamiento de sus seguidores, aprovechan lo que sus seguidores creen que son y representan para crear una identidad compartida. El desarrollo de una identidad compartida es la base del liderazgo influyente y creativo. Si se controla la definición de la realidad, se puede cambiar al mundo.
Para Warren Bennis la confianza que puede faltar en el comienzo entre el líder y los simpatizantes tiene que ser ganada por el mismo, una medida esencial para hacerse con ella es responder a los anhelos y aspiraciones de sus seguidores. Para ganarse esa confianza el líder tiene que transmitir:
1.- Constancia: manténgase enfocado y permanezca dedicado a su visión.
2.- Congruencia: comunique y confirme sus valores, teorías y creencias, en todo lo que dice y hace.
3.- Confiabilidad: dele apoyo a sus compañeros de trabajo en los momentos que más lo necesiten. Extiéndales la mano y acompáñelos cuando la situación lo amerite.
4.- Integridad: cumpla sus promesas y compromisos. Haga que sus palabras sean de honor.

Se suele decir que ningún liderazgo al comienzo es fácil cuando se producen cambios en las organizaciones, sin embargo existen acciones y hechos que ayudan a ir consolidando el mismo. La primera acción que suele realizar el líder cuando llega a una compañía es presentarse a los nuevos colaboradores para poner rostro a la persona, esta acción no es más que una formalidad por cortesía y educación. El problema viene cuando es seguida de “un hola y hasta siempre”… Cuando esto sucede, dicho líder se olvida y aparca cualquier contacto y acción que transmita credibilidad, comunicación real de lo que está sucediendo, congruencia de lo que dice y lo que hace, etc. Uno de los aspectos que mas se daña con este tipo de comportamientos es la confianza. Este es quizás el principal problema que aboca a un estrepitoso fracaso en la gestión económica. Estos liderazgos tienen su razón y fundamento en una ausencia total de puesta en valor de las personas que integran la compañía, lo cual marcará para mal el futuro de la misma. Sin embargo nos encontramos ante estos liderazgos con personas que se les llena la boca resaltando y encumbrando los logros de la compañía, que por desgracia muchas veces son inexistentes. Este liderazgo carente de realidad, tiene si cabe un aditivo que lo hace todavía más tóxico, es la ausencia de crítica constructiva sobre lo que está sucediendo dentro de la compañía.  La estructura de mando se encuentra muchas veces agarrotada y genuflexa frente a dicho liderazgo, la discrepancia se castiga, con lo cual, cualquier tipo de aportación distinta de lo establecido que pueda existir por parte de dichos colaboradores o mandos se queda en sus mentes antes de comunicarla.



En tiempos como los actuales donde la incertidumbre y los cambios son el pan nuestro de cada día, las personas anhelan disponer de líderes sólidos que lleven las riendas en las compañías, de forma clara y transparente. Sin embargo en aquellas compañías donde los líderes son los grandes ausentes de la realidad cotidiana, se adopta una estrategia para ocultar y guardar dicha carencia. Para ello se disponen de grandes recursos propagandísticos, prensa, medios digitales, campañas de imagen, etc.,  todos uniformemente convergen con un mismo mensaje: informar y comunicar de cuestiones menores que se alejan del conocimiento por parte de la plantilla de aquello mollar e importante como pueden ser los datos de gestión económica, los fracasos en la estrategia, etc. Esta situación si bien es una argucia que puede funcionar durante un tiempo, se vuelve completamente ineficaz y contraproducente según se vayan recibiendo los resultados económicos trimestre tras trimestre. 

Fueron Richard Boyatzis, Annie Mckee y Daniel Goleman los que hablaron del Líder Resonante, como aquel que trata de sincronizar con los sentimientos y emociones de los diferentes colaboradores de su equipo, esto por sí mismo produce sintonía y encamina hacia situaciones positivas. El líder resonante genera emociones positivas en sus subordinados; con el fruto de tres valores: conciencia, esperanza y benevolencia.  Mantiene actitud abierta y sincera, logrando conexión con las personas que lo rodean y logrando modificar el estado anímico de las personas en situaciones emergentes o extremas. Cuenta con la energía requerida para un trabajo intelectual, emocional y físico a la altura de sus colaboradores y de este modo contagia vitalidad y energía. El Líder Resonante es educado y considerado, atento al clima de sus conversaciones, persuadiendo con buen humor en sincera interacción humana. Dicha sinceridad es otro factor fundamental que se manifiesta en conversaciones, situaciones políticas y acciones que denoten sentido ético, honestidad, justicia y equidad. 

Su opuesto es el  Líder Disonante,  es aquel tipo liderazgo en el cual no existe conexión con los sentimientos de las personas que lo rodean, y aquello que moviliza pareciera ser las emociones negativas entre los integrantes del grupo. No hay empatía ni tampoco interpreta adecuadamente las emociones ajenas, genera un malestar colectivo y en consecuencia un rendimiento bajo de los empleados.  El Líder Disonante es aquel que se halla desconectado y desinteresado de los sentimientos del grupo, que moviliza sus emociones negativas desencadenando frustración, resentimiento, rencor y quizás enojo. Cuando un líder logra dirigir positivamente las emociones grupales, consigue movilizar lo mejor de las personas y desarrollar de esta manera un efecto denominado resonancia. La diferencia es que cuando aquello que se realiza, es en un cauce negativo, se genera el efecto disonancia, y este rompe con la estructura organizada en apoyo del desarrollo grupal y con la consecución de metas y objetivos.



Al final si uno se para a observar lo que hacen las mejores compañías con respecto al liderazgo, observará un fenómeno curioso, las mejores compañías no necesitan el “autobombo” para resaltar lo maravillosos que son, su mejor propaganda sobre dicho liderazgo se la hacen otros como por ejemplo, inversores, accionistas, medios de comunicación  y sobre todo el cliente, con su aceptación y fidelidad con los productos y servicios que suministra. Esto  supone un aumento continuado sostenido de ingresos y beneficios trimestre tras trimestre. Esta propaganda ajena a la compañía, lo que pone de manifiesto es que en esa compañía existe un claro alineamiento de sus stakeholders, pero sobre todo de su liderazgo y comunicación. Un ejemplo de lo anterior lo tenemos con Inditex.

Es pintoresco recordar cómo nació el besamanos al comienzo de este post como elemento de sumisión y fidelidad hacia el poder establecido, hoy en día los besamanos en el mundo corporativo son contraproducentes, ya que eliminan las ventajas que tiene la libertad en una compañía para ser disruptivos e innovar, confrontar pareceres, etc. Sin embargo por desgracia sigue siendo algo muy común en muchas compañías, lo grave y pernicioso es que estos líderes que siguen empleando ese besamanos en su llegada, y durante la gestión, no reciban los datos económicos de su mediocre gestión en el besamanos de despedida. Antiguamente las personas no podían confrontar ni opinar sobre los hechos empíricos que sucedían, debido quizás a dos factores, el primero era la falta de acceso a la información y el segundo era el temor a ser castigado por molestar a la persona que lideraba. Hoy afortunadamente todo aquel que quiere y se interesa, puede recabar dicha información económica a través de la propia compañía u organismos reguladores. Este estudio de los datos le permitirá comprobar lo que sucede, para poder fijar criterio correctamente. Si algo ha traído internet es la socialización y el acceso a la información… lo triste es que haya personas que todavía no se hayan enterado y sigan instalados en el "autobombo".  



Ya lo dijo Henry Ford: "Reunirse es un comienzo, permanecer juntos es el progreso y trabajar juntos es el éxito".
 

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