martes, 17 de marzo de 2020

TELEFÓNICA ENTRA EN LA ÓRBITA DEL GOBIERNO...SE ACABÓ LA AMENAZA DE OPA


En el año 1987, un adolescente de Alemania Occidental conmocionó al mundo, al superar las defensas aéreas soviéticas para aterrizar una avioneta Cessna en la Plaza Roja de Moscú. Fue encarcelado durante más de un año, pero el ministerio de Relaciones Exteriores de la entonces Unión Soviética anunció su rechazo a la apelación del adolescente alemán en contra de su condena a prisión. Mathias Rust, de apenas 19 años, voló más de 750 kilómetros a través de cada escudo defensivo soviético en un avión de un solo motor para aterrizar a las puertas del Kremlin. La idea se le había ocurrido un año antes, mientras veía la televisión en casa de sus padres en Hamburgo, en la entonces Alemania Occidental. Una cumbre entre los presidentes de Estados Unidos y la Unión Soviética en Reykjavik había terminado en un punto muerto, y el adolescente, que tenía pasión por la política, sentía que quería hacer algo para marcar una diferencia. "Creo que todos los seres humanos en este planeta son responsables de lograr algunos avances y yo estaba buscando una oportunidad para hacer mi parte en ello", dice. Estaba pensando que podría utilizar la aeronave para construir un puente imaginario entre Oriente y Occidente y mostrar que mucha gente en Europa quería mejorar las relaciones entre nuestros mundos". Rust ya tenía una licencia de piloto y sumaba 50 horas de vuelo cuando se le ocurrió poner en práctica su habilidad. El 13 de mayo de 1987 les anunció a sus padres que se iba a recorrer el norte de Europa en un avión Cessna, con el objeto de sumar el número de horas requerido para obtener su licencia de piloto profesional. Su primera parada fue en las Islas Shetland en el norte del Reino Unido, luego las Islas Feroe. Pasó una noche en cada una. Después vino la capital de Islandia, Reykjavik, y Bergen en Noruega, antes de llegar a la capital finlandesa, Helsinki, el 25 de mayo. Allí pasó varios días, tratando de decidir si realmente tenía el coraje de seguir adelante con su plan. Tenía buenas razones para estar nervioso. La Unión Soviética poseía el mayor sistema de defensa aérea en el mundo. Menos de cinco años antes, un avión civil de Corea del Sur había sido derribado luego de extraviarse en el espacio aéreo soviético. La acción causó la muerte de los 269 pasajeros a bordo. En la mañana del 28 de mayo, Rust le dijo al centro de control de tráfico aéreo en Helsinki que se dirigía a Estocolmo, en Suecia. Aún entonces no estaba completamente seguro de que haría lo que estaba pensando. "Tomé la decisión final una media hora después de la salida. Cambié la dirección en 170 grados y me dirigí directamente hacia Moscú". En Helsinki, los operadores de control aéreo comenzaron a preocuparse. El joven iba en la dirección equivocada. Luego se desvaneció de las pantallas de radar, antes de que pudieran establecer contacto por radio. La guardia costera finlandesa inició una búsqueda frenética de la avioneta. Al observar una mancha de aceite en la superficie del mar, trajeron buzos para hallar lo que pensaban era un accidente. Mientras era buscado, Rust se hallaba cómodamente sentado en la cabina mientras su avión cruzaba el espacio aéreo soviético, sobre Estonia. En cuestión de minutos fue registrado por el radar soviético y menos de una hora después un avión de combate MiG se acercó al Cessna. "Pasó por mi lado izquierdo, tan cerca que pude ver a los dos pilotos sentados en la cabina y vi, por supuesto, la estrella roja del ala de la nave". Estaba aterrado. En lugar de atacarlo, el avión pasó de largo y desapareció entre las nubes. Una combinación de increíble suerte y de error humano llevó a que la avioneta de Rust fuese confundida con una nave amiga. Un avión se había estrellado el día anterior y estaba en curso una operación de rescate, además de un vuelo de entrenamiento de nuevos pilotos. Esto dio lugar a una confusión en el aire y en los centros de control. De alguna manera Rust logró volar cientos de kilómetros a través del espacio aéreo soviético sin ningún otro contacto de la fuerza de defensa. "No podía creer que en realidad sobreviví", recuerda. Pero el alivio que sintió al ver las torres y cúpulas de Moscú se desvaneció rápidamente, al darse cuenta de que el aterrizaje iba a ser difícil. Él quería aterrizar en el centro de la Plaza Roja con el fin de generar un gran revuelo, pero el lugar estaba lleno de gente. Sobre el terreno, los ciudadanos soviéticos se detuvieron y miraron con asombro cómo la pequeña avioneta blanca se desplazaba a sólo 10 metros por encima del suelo. Finalmente, Rust vio un puente de cuatro carriles al lado de la Catedral de San Basilio, por lo que dio otra vuelta y se posó en ese lugar. A eso de las 19:00, justo cuando el sol se ponía, Rust rodó su avión hasta la plaza y salió de la cabina para saludar a las multitudes que se congregaron en torno a él. Querían saber de dónde era el joven extranjero y por qué estaba allí. "Estoy aquí en una misión de paz de Alemania", les dijo.

Cuando estos estrecharon su mano, contentos de conocer a un aliado, él tuvo que explicar que venía de "la otra Alemania", la Occidental, no la comunista del Este, como éstos creían. Una vez que la policía se recuperó de la sorpresa de hallar aparcado un avión no autorizado a las puertas del Kremlin, Rust fue detenido. Pasó horas tratando de convencer a las autoridades de que había actuado solo y que no formaba parte de un complot siniestro urdido por gobiernos extranjeros. En el Kremlin había conmoción y un montón de caras rojas a medida que se hacía evidente lo humillante del incidente. El entonces presidente Mijail Gorbachov aprovecho dicho incidente a su favor para librarse de algunos oficiales a quienes veía como un obstáculo en la vía de sus reformas, en concreto se libró de la plana mayor del ejército, hasta 300 generales, comenzando por el jefe de la defensa aérea, el general Alexander Koldunov, y el propio ministro de defensa, Mariscal Sergei Sokolov. En el año 1988, tras la firma de un tratado de no proliferación de armas nucleares firmado por Reagan y Gorbachov, Rust fue liberado como un gesto de buena voluntad.
El COVID-19 ha sido el desencadenante de una batería de medidas adoptada por el gobierno a través de un Real Decreto-Ley http://bit.ly/2w5tUNz, el cual movilizará unos 200.000 millones de euros, aproximadamente el 20% del PIB español, con el fin de amortiguar el impacto económico de la crisis del coronavirus. De dichos fondos, 117.000 millones serán públicos y el resto serán de índole privada. Garantizar la liquidez de las compañías es uno de los principales objetivos de todo este plan, ya que el objetivo del mismo es hacer que la crisis sea lo más breve posible, marcando una figura en V y no en L. Dentro del amplio paquete de medidas económicas adoptadas, existe una medida ampliamente esperada que tenía en vilo a muchos stakeholders (grupos de interés) de compañías sistémicas de la economía española como es Telefónica. El desplome bursátil provocado por el coronavirus ha golpeado la capitalización bursátil de las empresas del IBEX-35 situándolas a tiro de OPA debido a la escasa capitalización que tenían. Para blindar a las cotizadas del selectivo IBEX-35 y evitar que compañías españolas de sectores estratégicos acaben en manos extranjeras, el ejecutivo ha "reformado la normativa sobre inversiones exteriores para impedir que empresas de países de fuera de la UE puedan hacerse con el control de entidades españolas en sectores estratégicos”. Con esta decisión el Gobierno quiere impedir http://bit.ly/39lJeEa  que compañías extranjeras aprovechen el "desplome bursátil " del valor de las acciones para realizar una OPA que las sustraiga de la economía española, desplazando su centro de decisiones e intereses a países extranjeros como sucedió con Endesa con la compañía ENEL. Esta medida forma parte del Real Decreto Ley aprobado este martes por el Consejo de Ministros con medidas económicas para afrontar la crisis del coronavirus. 
Conviene recordar hasta hoy los hechos acaecidos en el devenir de dicha compañía, que el 8 de abril del año 2016, cambió de presidente cotizando el valor de la acción a 9,31 euros. En estos casi cuatro años de dirección del actual equipo directivo, la acción no ha hecho más que seguir una caída prolongada que se ha visto agravada por él coronavirus. La acción llegó a tocar un suelo de 3,65 euros, con una capitalización bursátil de poco más de 18.000 millones de euros.  El 27 de noviembre del 2019, el actual equipo directivo presentó un nuevo plan estratégico, el mismo se centraba  en cinco medidas, entre las que se incluía centrar el foco en las divisiones de España, Brasil, Reino Unido y Alemania; escindir su filial de Hispanoamérica en una única sociedad (spin-off), la cual podría ser vendida parcial o totalmente a inversores. Además, se crearían dos nuevas unidades de negocio, Telefónica Tech y Telefónica Infra, con esta última la operadora buscaba colocar miles de emplazamientos a Telxius con el objetivo de rentabilizar su portfolio y, a la vez, mantener el control, de dicho activo, lo que se llamaba “monetizar” por él equipo directivo, y por último redefinir el centro corporativo con cambios en la estructura del comité ejecutivo de la empresa.

Conviene recordar que, desde la presentación del plan estratégico, la sociedad española ha sido bombardeada un día sí y otro también con medidas explícitas del desarrollo de dicho plan tales como, la entrada de fondos soberanos extranjeros en el accionariado, la venta de miles de torres, la venta de la división Latinoamericana, etc. http://bit.ly/2UqLt4k, pero ninguna se ha llevado a efecto, más allá del ruido mediático que generaban. Frente a esta situación, la batalla de la imagen pública ha sido uno de los principales focos en los que se ha centrado él actual equipo directivo, más allá de lo que estaba sucediendo, que no era otra cosa que la compañía día tras día perdía valor y estaba más débil. A esta situación ha contribuido la enajenación y venta de múltiples activos como por ejemplo; la división de Centroamérica, 11 centros de datos a Asterión, Antares, etc. http://bit.ly/3b2TFN9  Si a eso añadimos la salida de capital que ha supuesto el pago del dividendo que se ha efectuado en estos últimos cuatro años, unos 8.000 millones de euros, que se podían haber destinado a la reducción de deuda combinado con un plan de recompra de acciones a fin de garantizar que el valor de la acción fuera ganando valor, la foto que resulta es la que tiene actualmente la compañía.


La medida que adopta el gobierno por la situación que vivimos por el COVID-19, es lógica y garantista con los bienes de quien representa en el estado español. Con la misma se pretende que un bien del estado español y de sus ciudadanos no caiga en manos ajenas de aquellos que durante casi 96 años (19 de abril de 1924 se fundó) contribuyeron a lo que hoy es la misma, aunque tenga capital privado en su totalidad. Esa anomalía por ejemplo no la cometieron países de nuestro entorno que encabezan la Unión Europea como son Francia y Alemania. Sus operadoras de bandera en ambos países, France Telecom y Deutsche Telekom tienen una participación del estado minoritaria en su capital, que se rigen por criterios privados. El estado francés tiene el 23% del operador France Telecom y en Alemania su gobierno tiene de forma directa el 15,7% y el banco público KFW el 14% sobre el operador Deutsche Telekom. Con este paso dado por el gobierno actual de España, se inicia el camino de marcha atrás que significo dejar compañías estratégicas al albur del mercado, con resultados que nos han conducido a donde estamos.  Como mínimo en los próximos días, veremos cómo se articulan las medidas que garanticen la españolidad de dichas compañías en sectores estratégicos, bien sea con la toma de una participación minoritaria por parte de algún organismo público como puede ser el ICO, o con la adopción de otras medidas. Lo que parece claro, es que será el COVID-19, un hecho ajeno a la economía, el que puede servir como desencadenante de medidas como lo fue el aterrizaje de Mathias Rust en la Plaza Roja el que facilitó el triunfo de la perestroika de Mijail Gorbachov en la Unión Soviética… De esta forma el desasosiego que existía con el devenir de compañías como Telefónica llega a su fin.


Ya lo dijo Mijail Gorbachov: “Una Europa débil va a perder su papel de vanguardia del desarrollo mundial. Nos hemos dormido en los laureles”.


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