jueves, 4 de abril de 2019

"STREAMING"... UNA BURBUJA QUE NO PARA DE CRECER


Un hombre estaba perdido en el desierto, destinado a morir de sed. Por suerte, llegó a una cabaña vieja, desmoronada, sin ventanas y sin techo. El hombre anduvo por ahí y se encontró con una pequeña sombra donde acomodarse para protegerse del calor y del sol del desierto. Mirando a su alrededor, vio una vieja bomba de agua, toda oxidada. Se arrastró hacia allí, tomó la manivela y comenzó a bombear y a bombear sin parar, pero nada sucedía. Desilusionado, cayó postrado hacia atrás, y entonces notó que a su lado había una botella vieja. La miró, la limpió de todo el polvo que la cubría, y pudo leer que decía:
“Usted necesita, primero, preparar la bomba con toda el agua que contiene esta botella mi amigo, después, por favor, tenga la gentileza de llenarla nuevamente antes de marchar”.
El hombre desenroscó la tapa de la botella, y vio que estaba llena de agua. ¡Llena de agua! De pronto se vio envuelto en un dilema: si bebía aquella agua, él podría sobrevivir, pero si la vertía en esa bomba vieja y oxidada, tal vez tendría agua fresca, bien fría del fondo del pozo y podría beber toda el agua que quisiera, o tal vez no. Tal vez la bomba no funcionaría y el agua de la botella sería desperdiciada.
¿Qué debía hacer? ¿Derramar el agua en la bomba y esperar a que saliese el agua fresca o beber el agua vieja de la botella e ignorar el mensaje? ¿Debía perder toda el agua, con la esperanza de que aquellas instrucciones, poco fiables, escritas no sabía cuánto tiempo atrás, fueran ciertas?
Después de dudar durante un largo tiempo, decidió confiar y hacer lo que indicaba el mensaje. Derramó toda el agua en la bomba, agarró la manivela y comenzó a bombear. La bomba comenzó a rechinar, pero ¡nada pasaba! La bomba continuaba con sus ruidos. El hombre se esforzó más y más y, de repente, surgió un hilo de agua, después un pequeño flujo y finalmente, el agua corrió con abundancia: agua fresca y cristalina.
El hombre llenó la botella y bebió ansiosamente. La llenó otra vez y tomó aún más de su refrescante contenido. Enseguida, la llenó de nuevo para el próximo viajante, la llenó hasta arriba, tomó la pequeña nota y añadió otra frase:
“Créame que funciona, usted tiene que dar antes toda el agua, para poder obtenerla nuevamente”.  

La burbuja del streaming es una realidad incuestionable, el brillante éxito de Netflix, Amazon Prime Video o HBO han llevado a los principales grupos  de entretenimiento, gigantes tecnológicos y telecos a lanzar sus propias plataformas de vídeo en "streaming". Este  mercado no deja de crecer y está revolucionando la industria del cine y las series. Pero la saturación de plataformas augura una burbuja que podría dejar por el camino a muchos de estos proyectos... porque él cliente no está dispuesto a suscribirse a tantos servicios. La lista de plataformas que se lanzan a conquistar el “Dorado” no deja de aumentar; Netflix, HBO, Amazon Prime Video, Hulu, FilmStruck, Sprectrum TV, Vudu, ESPN+, Sling Tv... En Estados Unidos dichas plataformas representarán más de 200 plataformas de este tipo en los próximos años, incluyendo el gigantesco proyecto que prepara Disney (que ha desembolsado 71.000 millones de dólares por hacerse con los activos de entretenimiento de 21st Century Fox para alimentar su 'Disney Play') o los planes de Facebook, Apple, YouTube e incluso Snapchat o Wal Mart por crear contenido original y competir en el mercado del cine y las series. Nadie quiere quedarse fuera de un negocio que ha representado una revolución en el mercado televisivo, en parte por las nuevas redes de telecomunicaciones que permiten el consumo de la misma cuando el cliente desea. Esta situación ha afectado a la industria del cine y distribución de dichos contenidos, sin embargo, han dado lugar a la aparición de fenómenos como la piratería con la llegada de Netflix, que se daban por muertos antes de que apareciera.
La causa de este auge de la piratería está relacionada con esta gran multitud de plataformas, ya que existe una gran competencia entre ellas por hacerse con los derechos de los mejores contenidos o por atraer talento para producir productos exclusivos. El negocio del “streaming” tiene actualmente dos potentes patas que se alimentan prácticamente por igual dicho medio: por un lado, el acopio de productos de probado éxito para dotar de volumen a los catálogos, y el segundo tiene que ver con la búsqueda casi desesperada de contenidos propios que ofrezcan la suficiente exclusividad como para justificar la suscripción. Los cálculos de Goldman Sachs estiman que la inversión anual de Netflix alcance los 22.000 millones en 2022.  
La supervivencia de dichas plataformas descansa exclusivamente sobre la captación que tengan de suscriptores, los ingresos de los mismos serán los que paguen y financien la creatividad para retroalimentarse de nuevos contenidos que permitan a las mismas su supervivencia. Por ejemplo para poder ver la serie “Narcos”, “Juego de Tronos” y “Jack Ryan” es necesario pagar, en España, un mínimo de 19 euros al mes para suscribirse, respectivamente, a Netflix, HBO y Prime Video en sus planes más baratos. El problema que surge para estas plataformas es que la gente no está dispuesta a pagar por varias plataformas, máxime cuando el goteo de nuevas apariciones es constante. Según un estudio de Parks Associates, solo el 16 % de los hogares estadounidenses con conexión a Internet está suscrito a tres o más servicios de vídeo bajo demanda. El 20 % está suscrito a dos y el 29 % a uno. El 36 % no tiene ninguna de estas plataformas, tal vez por la alta aunque decreciente penetración de la televisión por cable en el país. 
De entre los clientes que tienen contratada una OTT, dos tercios están suscritos a Netflix, Amazon Prime o Hulu, según la consultora Nielsen. Esto deja en mal lugar a quienes luchan por abrirse un hueco en uno de los mercados con mayor potencial de crecimiento de la economía digital global: ¿De verdad piensan que será fácil batir de Netflix o Amazon Prime? Quizas el megaproyecto de Disney tenga la respuesta, pero el negocio exige gigantescas dosis de buenos productos y marketing para arañar y mantener cuota de mercado. Algo que quizás no podrán permitirse quienes están dando pasos por abrirse hueco en un mercado que, según John Stankey, jefe de WarnerMedia en AT&T, podrá soportar hasta diez servicios diferentes. La esperanza en Estados Unidos pasa por seguir ganando cuota a los servicios de televisión por cable, que progresivamente sufren el abandono del cliente para pasarse a los servicios de “streaming” de las OTT. La estrategia en otros países se basa, en crear una nueva necesidad de pagar por ver la televisión. Europa tiene por ejemplo potentes redes de televisión pública y privada en abierto, que durante años se han repartido el mercado, pero donde operadores como Movistar+ han decidido arriesgar por conseguir una parte de dicho mercado, para ello ha planteado la opción de agregar el contenido de otras plataformas como por ejemplo Netflix. y plantear la batalla antes de rendirse.
Si bien la televisión en abierto tiene cada día un panorama más difícil para competir, debido a factores como por ejemplo la publicidad, se han volcado a generar contenido para ofrecérselo a las plataformas de “streaming”, como se plantea Atresmedia. Las televisiones en abierto, han llegado a la conclusión de que será difícil convencer a los clientes para que sustituyan un modelo a la carta y sin publicidad por una parrilla rígida repleta de anuncios, así que el negocio y su propia supervivencia estará en controlar los derechos de los contenidos que difundan estas plataformas. La aparición de los OTT no sólo está impactando en mercados relacionados como el audiovisual o el del entretenimiento, sino que probablemente tenga que ver con el auge de las plataformas de delivery como Glovo, JustEat o Deliveroo, de comida a domicilio. Además está impactando de lleno en el propio negocio de las telecos, que deben responder a un tráfico de datos que se ha incrementado de manera vertiginosa: según datos de Netflix, sus contenidos consumen hasta 3 gigas de datos por hora de streaming en alta definición. Se calcula que el 15 % del ancho de banda mundial lo ocupa Netflix. Si se suma a otros importantes actores del “streaming”, la cifra asciende al 58 %. Internet es por y para el vídeo hasta que explote dicha burbuja.
Pero existen actores que harán su aparición y su cartera de recursos económicos es gigante, por ejemplo Apple o Disney. Esta situación propiciará que al haber mayor número de oferentes por los contenidos, los mismos suban de precio al intentar conseguir dicha exclusividad, impactando por ello en las cuentas de dichas compañías. Esta mutación que se ha producido en la distribución de dichos contenidos, de las salas de cine a las múltiples pantallas que proporciona la tecnología, plantea si cabe la siguiente pregunta, ¿Se acelerara la explosión de la burbuja del “streaming” con las nuevas tecnologías? El “streaming” centra su problema de racionalización como negocio en la siguiente cuestión: ¿existen suficientes horas de uso por parte del cliente para el número de plataformas que están en el mercado? Los usuarios activos, son la clave para proporcionar decenas de servicios por los que pelean las diferentes plataformas. La clave estará en que dichas plataformas proporcionen unos servicios que cubran las necesidades por las que pagan los clientes y  superen su satisfacción y expectativas.
                                      LA BURBUJA DE LAS SERIES
Lo racional es que, pasado un cierto tiempo, este furor se haya estabilizado, quedando en dicho mercado solamente los players que hayan superado dicha guerra comercial, ofertando unos servicios a un precio que atraiga a los clientes. El problema para dichos players es que tras esta guerra en dicho mercado, saldrán unos oferentes con quizás tengan un apalancamiento gigantesco, por lo que falta saber si, ¿compensaran con esa exclusividad que tendrán en dicho mercado, las fuertes inversiones que hayan invertido en el mismo?  Un visionado por el cliente a la carta, ya sea por televisor, ordenador, tableta o móvil para el que no es necesario esperar a una descarga -mucho menos a una emisión- convencería a cualquiera, así que el “streaming” se ha extendido también a las películas. A veces, se opta por un lanzamiento simultáneo (day-and-date) en cines y plataformas; en otras ocasiones, si los nuevos servicios han financiado las obras, estos no cuentan siquiera con las salas. Netflix ya se plantó en el año 2017 con la oposición de la federación de cines franceses a que sus producciones compitieran en el Festival de Cannes, sin embargo un año después,  la película “Roma” de Netflix se llevaba el León de Oro de Venecia. En la actualidad, todos los grandes operadores de telecomunicaciones recurren a la televisión como palanca para ganar clientes o incrementar los servicios prestados y, en consecuencia, los precios. El operador estadounidense Comcast, que engloba NBC y Telemundo, abrió en Estados Unidos el servicio de “streaming” Xfinity Flex, el cual  se ha hecho con el control de Sky, cadena británica que también funciona en España mediante su plataforma over the top. Telefónica anunció en el año 2017 el lanzamiento de 14 series propias con una inversión de 100 millones de euros, https://bit.ly/2k3RFtK , en dicha noticia el que era presidente de la compañía afirmaba que: “España puede competir con los grandes grupos como Netflix o HBO a pesar de que ellos son grupos globales que están en muchos más países. El talento no tiene economías de escala". Obviamente viendo las cifras de inversión en generación de contenidos  de dichos players, las cifras de Telefónica parecen calderilla, recuérdese que este año Netflix invertirá 15.000 millones de dólares en contenidos.
Para terminar este post decir que aquí no se pueden invertir muchos recursos sin correr un serio riesgo económico viendo como está el mercado. Los 4.000 millones de euros que se invirtieron en la compra de los derechos del fútbol fue un buen experimento del que sacar conclusiones. Como digo al principio del post con el comerciante del desierto… En la situación del streaming será al contrario, no por echar más agua (dinero) se sacara mucha más.    
 

Ya lo dijo Warren Buffet: “El precio es lo que pagas. El valor es lo que recibes”.






 

 


 

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